Juan Pablo Nicolini: “Hay un convencimiento de que si se sostiene el superávit en el largo plazo, esto va a funcionar”
El economista considera que la decisión de dejar quieta la base monetaria ampliada es una medida muy dura; “Si la gente quiere más dinero y no lo emitís, es contractivo. Es una medida muy draconiana: o tiene efectos muy rápido o no va a durar”
“La mejor noticia es que estamos yendo al superávit fiscal, que es lo más difícil de generar y se ha conseguido”, plantea. “Hemos tenido muchos planes de estabilización con relativo éxito que fracasaron porque no sostuvieron el superávit fiscal”, dice. “No emitir más es una medida muy draconiana, por eso, o tiene efectos muy rápido o no va a durar”, alerta. “Para que el plan del Gobierno funcione, la inflación tendría que seguir bajando y bajando fuerte: con una inflación que siga en 3 o 4 por ciento mensual por cuatro o cinco meses no se puede mantener”, analiza.
“No hay nada garantizado”, sintetiza. “No hay una política monetaria explícita a futuro que permita anclar expectativas”, advierte. “Yo no comparto, pero este gobierno eligió como estrategia no darnos una visión a mediano plazo de cómo se va a avanzar”, desarrolla. “Puedo entender las razones por las cuales no lo han hecho todavía”, precisa. “El gobierno puede tener un plan monetario muy transparente, muy claro y muy ortodoxo dado que el ajuste fiscal, que es lo más difícil, se está haciendo. La decisión fue no hacer eso”, insiste. “Se puede discutir por qué sí o porqué no, pero una de las posibilidades se puede entrever es que, cuando uno hace esos compromisos y después los compromisos no se cumplen, puede afectar la credibilidad”, agrega. “En Estados Unidos no está claro cómo se avanza en el mediano plazo, pero hay un convencimiento de que si se sostiene el superávit en el largo plazo, esto va a funcionar”, dice.
“En este momento, el tema de la independencia del Banco Central no me parece crucial”, señala. “Poder refinanciar o reestructurar la deuda es importante para mantener la inflación baja y sostener el apoyo”, sostiene. “Los mercados van a estar nerviosos porque no saben qué va a pasar el mes que viene”, explica. “No imagino que van a salir del cepo en tres semanas”, anticipa. “Yo creo que no hay que devaluar”, precisa. “No tenemos ninguna seguridad de lo que puede pasar. La política económica tiene mucho de arte”, define. “El problema no está en encontrar alguien que te financie”, aclara. “Está la duda de si esto, tal cual como está, va a resistir desde el punto de vista monetario”, subraya. “Si hay algo que no le preocupa a Rodrigo Valdés es lo que Milei diga de él”, afirma. “Si la Argentina viene con un plan razonable, no es que Valdés va a decir ahora no lo firmo porque ese Milei dijo lo que dijo”, concluye.
El destacado economista Juan Pablo Nicolini, especialista en macroeconomía y teoría monetaria, estuvo en La Repregunta. Desde hace más de doce años, Nicolini es investigador senior del Federal Reserve Bank de Minneapolis, una de las doce instituciones que integran el sistema de la Reserva Federal de EE.UU. Fue rector de la Universidad Di Tella donde sigue dando clases. Ha sido profesor de la Universidad de Chicago y de la London School of Economics. Es doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es coautor de La historia de la política fiscal y monetaria de América Latina. 1960-2017.
Aquí, la entrevista completa.
La economía de Milei, siete meses después
-En enero de este año, cuando lo entrevisté, ni bien se inició la presidencia de Javier Milei, usted planteaba la importancia del diagnóstico alcanzado por el gobierno, el problema del déficit y una inflación generada por la emisión para financiarlo, y la importancia de reponer el impuesto a las ganancias. ¿Cuál es su balance transcurridos siete meses de esta gestión?
-Primero, me gustaría aclarar que lo que voy a decir son mis opiniones personales y no representan necesariamente la opinión del Federal Reserve Bank de Minneapolis ni del sistema de la Reserva Federal. Hay una dimensión en la cual las noticias son muy buenas. El diagnóstico del Presidente sobre la causa de los malos resultados de la economía argentina durante las últimas décadas era correcto y ha actuado en consecuencia. La mejor noticia es que estamos yendo al superávit fiscal. Se pueden preguntar los detalles sobre cómo, pero desde el punto de vista de lo más difícil, que es generar el superávit fiscal, es una tarea que se ha conseguido. Y digo lo más difícil porque en la Argentina hemos tenido muchos planes de estabilización con distintos grados de éxito, algunos que duraron diez años, como la Convertibilidad, otros unos pocos años como el Plan Austral, y otros unos pocos meses. Lo que los hizo fracasar a todos es que el superávit fiscal, cuando se consiguió, no se mantuvo. O sea que la causa fundamental de los fracasos que hemos tenido hasta ahora es la que se está atacando. Y desde ese punto de vista, estos primeros meses nos muestran una convicción y un foco de la política económica fundamentalmente puestos en esa decisión: eso es muy auspicioso.
-Esa convicción es un ancla política, económica y social que reordena todas las variables y las mantiene más o menos bajo control. Pero empieza a haber mucha preocupación en relación a la otra pata de los planes que tiene que ver con la política monetaria. ¿Qué qué ve usted ahí? Porque hay mucha discusión, sobre todo a partir de la conferencia de prensa que dio el ministro de Economía Luis Caputo y el presidente del Banco Central Santiago Bausili el 28 de junio, ese viernes en el que se generó más confusión que claridad. ¿Cuál es su análisis de esas decisiones de frenar la otra vía de emisión y todo ese paquete?
-En ese punto, hay algo que este gobierno eligió que no es lo que yo hubiera elegido.
-¿Qué cree usted que eligió, porque hay discusión sobre cómo interpretar las últimas decisiones anunciadas?
-El gobierno eligió no contarnos ni darnos una visión de mediano plazo con respecto a cómo se va a avanzar. Es como un médico que te opera pero después no te cuenta cómo va a ser la rehabilitación y qué podés esperar. Y eso aunque esas son las partes más fáciles de llevar adelante. Lo más difícil es conseguir el superávit fiscal. Pero lo que no hubo, y fue una decisión estratégica que no comparto, fue un anuncio de cómo íbamos a pasar de la economía que este equipo recibe a una economía con una inflación baja y con una expectativa de crecimiento razonable: no hubo una política monetaria explícita a futuro que permita anclar expectativas. Eso podría haber consistido en anuncios graduales con respecto a qué es lo que iban a hacer con la cantidad de dinero o utilizar bandas cambiarias: hay un menú de políticas monetarias consistentes que se pueden anunciar al mismo tiempo que se hace el ajuste fiscal. Por algún motivo, ellos decidieron no hacerlo y nosotros tenemos que ir imaginándonos cómo va a seguir sucediendo esto.
-¿Decidieron hacerlo por razones estratégicas o porque no tienen muy claro qué hacer?
-Desconozco. No tengo contacto directo con ninguno de ellos. Los pocos que yo conozco en el gobierno están en otras áreas. Tampoco hicieron un anuncio formal sobre por qué lo hacían. Entiendo que cuando un gobierno hace estos anuncios, después queda un poco atado a que los resultados sean consistentes con el plan: o sea, puedo entender razones por las cuales no lo hayan hecho todavía.
-Por ejemplo, sobre prometer algo que después no se pueda cumplir.
-Exactamente. Ellos podrían haber elegido bandas cambiarias como usó Chile del ‘90 hasta el ‘98 para bajar la inflación de manera gradual pero si anunciás bandas cambiarias, después tenés que cumplirlas. La situación era muy compleja cuando recibieron el gobierno. Creo que tampoco tenían un diagnóstico muy profundo porque no llegaron con un equipo económico que se venía preparando durante ocho meses. Entonces, inicialmente, puede ser una decisión razonable el decir “primero vamos a hacer algo que es difícil, que es generar el superávit”. Una vez que se genera el superávit, es relativamente fácil que la inflación baje, que es lo que sucedió entonces.
-Y sigue sucediendo.
-Sigue sucediendo: esa es una apuesta que el gobierno hizo y salió muy bien porque la inflación bajó y bajó mucho. Mientras, siguen diciendo que en algún momento vamos a salir del cepo, pero no sabemos cuándo,
Emisión cero, reservas y mercado cambiario. ¿Milei pone parches o hay plan económico?
-Todas estas medidas que tenían que ver con los puts y con parar la otra vía de emisión del Banco Central o el usar reservas, eventualmente, para intervenir en el mercado cambiario, ¿son medidas auspiciosas o apuntan más a sostener esta especie de estabilidad un poco inestable?
-Las dos cosas. Trabajemos sobre la hipótesis de que fue una decisión estratégica no hacer un anuncio de un plan monetario consistente con la política fiscal que están llevando adelante.
-¿Estas medidas entonces son más fiscales que monetarias?
-En un sentido, sí. La manera de pensarlo es la siguiente: hay dos problemas fiscales. El primero es cuánto se gasta hoy y cuánto se recauda hoy. El otro problema es cuánta plata se debe. Es la misma aritmética que uno hace en casa: hoy puedo ganar pero si tengo una deuda muy grande, tengo un problema. Parte de lo que hicieron ahora es pasar una parte importante de esa deuda, que estaba en el Banco Central, al Ministerio de Economía. Desde un cierto punto de vista, eso no cambia gran cosa más que ordenar un poco la cancha. Lo ideal sería que esta deuda que es de muy corto plazo y tiene características especiales, eventualmente, se vaya transformando en una deuda de más largo plazo. Creo que es una movida razonable.
-¿Es una manera de conseguir algún grado de independencia del Banco Central en la medida en que no va a estar obligado a tener el recurso fácil de la emisión para cubrir esas deudas de interés?
-En cierta circunstancias, sí pero hoy por hoy no lo es. No tenemos un Banco Central independiente. No lo tenemos desde que el gobierno de Kirchner cambió la regla. Hubo un momento durante el gobierno de Macri donde parecía que se alcanzaba pero finalmente quedó claro que no había independencia. Y hoy no la hay: están trabajando de manera coordinada, lo cual no es irracional dada la situación. Uno piensa en diseñar un Banco Central independiente cuando ya se es un país serio, y nosotros no lo somos todavía. Eventualmente, si uno va a pasar a un Banco Central independiente, cuando la política fiscal se consolide con ese éxito, se puede pensar en ese paso. Esas medidas hoy tienen más que nada que ver con transparentar esta deuda y pasarla toda junta al Ministerio de Economía, que es razonable y es lo que hace la mayor parte de los países, y que el Banco Central se dedique a lo que es política monetaria pura. Pero no me parece ni crucial ni fundamental en este momento. Esa deuda sigue generando intereses y hay que pagarlos. Si no se emite, hay que pagarlo con el superávit fiscal.
-¿Con el superávit fiscal o con algunos malabares que hace Caputo en términos de ingenierías muy creativas para conseguir fondos, por ejemplo, el tema de enviar el oro al exterior para que de algún tipo de rentabilidad, ¿es una medida razonable?
-Sí. Si uno tiene activos, quiere que paguen el mejor retorno posible. No son números grandes, pero cualquier estructura financiera que se utilice para manejar los pagos a través del tiempo está muy bien. Y Caputo, además, es especialista en esto.
-¿Y eso es necesario porque la crisis heredada es muy grave en muchos aspectos o tiene algo de medida pre electoral de este gobierno pensando en 2025? ¿Es una manera de poner parches para sostener la inflación a la baja, no emitir y apelar a todos los recursos creativos financieros posibles?
-La situación era muy compleja. Una cosa que es que tengas que cortar gastos: te vas menos tiempo de vacaciones, comprás marcas más baratas. Pero si, además, tenés una deuda muy grande, hay que financiarla de alguna manera. Y a veces es muy difícil decir: corto todos los gastos hoy para pagar la deuda. Una alternativa es refinanciar y eventualmente reestructurar la deuda que uno tiene: es una posibilidad que tiene que estar siempre sobre la mesa. Es importante para poder mantener esta inflación baja que, entiendo yo, es importante para poder seguir sosteniendo el apoyo de más del 50 por ciento de la gente y poder seguir en este proceso, que es difícil y complicado. Muchos de estos mecanismos tampoco son tan fundamentales: hay mucha sensación de que estas cosas son graves. ¿Es discutible si era lo mejor? Sí. ¿Es muy importante? No, fue una conferencia de prensa para tratar de intentar calmar mercados, que van a estar nerviosos. Los mercados van a estar nervioso porque no saben qué va a pasar en el mes que viene. Eso va a seguir pasando. Cuando uno elige no tener una estrategia de mediano y largo plazo, está sujeto a que las expectativas se vuelvan en contra.
-A principio de año, usted también señalaba la importancia de que haya o no haya reservas, y cómo eso condiciona las distintas vías de solución. El Gobierno logró acumular reservas muy cuantiosas en relación al piso o al subsuelo en el que arrancó. Pero ahora esas reservas pueden ser usadas en algún porcentaje para la intervención en el mercado cambiario. ¿Es una medida kirchnerista en el marco del pragmatismo de un gobierno libertario? ¿Es necesario ese camino?
-Vamos a subrayar esto de nuevo: el gobierno puede tener un plan monetario muy transparente, muy claro y muy ortodoxo dado que el ajuste fiscal, que es lo más difícil, se está haciendo. La decisión fue no hacer eso. Se puede discutir por qué sí o por qué no, pero una de las posibilidades se puede entrever es que, cuando uno hace esos compromisos y después los compromisos no se cumplen, puede afectar la credibilidad. Ante eso, una opción es decir: voy a ir jugando el partido minuto a minuto con las herramientas que tenga. Entonces, dentro de esa estrategia, si usan parte de las reservas para calmar el mercado, para poder seguir manteniendo la inflación baja manteniendo el cepo, forma parte de esas estrategias que uno hace en el semana a semana. Dado que se eligió la estrategia de semana a semana, es razonable que estén haciendo lo que están haciendo. Probaron con esa conferencia de prensa, y salió mal. Y van a seguir probando con otras cosas. Lo que podemos esperar es que esas estrategias continúen. Yo no imagino que van a salir del cepo en tres semanas; no imagino que van a subir las tarifas en tres semanas: porque parte de lo que están haciendo es parte del éxito, que es ese número mensual de inflación. Además, es un éxito que afecta la política, que va mucho más allá de lo que nosotros, los técnicos, en nuestro pizarrones, podemos sumar y restar. Si ese 57 por ciento pasa a ser el 32…
Los desafíos de Milei. ¿Hay que devaluar? ¿Cuándo salir del cepo? ¿Cómo empezar a crecer?
-Esta semana, las encuestas tanto de la Universidad de San Andrés como encuestadoras privadas y también la Universidad Di Tella empezaron a mostrar que hay una tendencia a la baja en el apoyo tan consolidado que tenía Milei. Entonces la cuestión es que ya no parece alcanzar con el control y la baja sostenida de la inflación. La gente está esperando reactivación. Le había dado un año de plazo al gobierno a principio de año, según distintos encuestadores. ¿Cómo hace el Gobierno para pasar de este balance macro que está obteniendo a la apertura comercial y financiera y a la reactivación económica?
-Es difícil. Dada la estrategia que eligieron y que en este momento es difícil de modificar de un día para el otro, van a seguir jugando este juego. Lo que hay que esperar es esta sensación de incertidumbre, de gente que dice que hay que devaluar, siempre hay de esos, de gente que se preocupa porque un mensaje de una conferencia salió mal.
-¿Hay que devaluar?
-Creo que no. Dentro de la estrategia que está siguiendo el Gobierno, están apostando a que le van a ganar a la inflación, que la inflación pueda converger más cerca del 2 por ciento, que es lo que están devaluando por mes, y que a partir de ahí puedan preocuparse con la liberalización del comercio. Estamos todavía en terapia intensiva y el tratamiento que el Gobierno ha elegido, toda su apuesta está sobre “voy a conseguir el superávit fiscal y voy a bajar la inflación”. Este compromiso de no mover más la cantidad de dinero es un compromiso muy extremo que tiene que funcionar en muy corto plazo porque implica que ante cualquier gasto que haya que hacer de aquí en adelante, no se puede tocar la base monetaria. Se podría haber armado una estrategia en donde se planteara subirla al 2 por ciento mensual, por ejemplo, consistente con la tasa de devaluación, pero eligieron pasar sobre ese límite. Va a haber que esperar un par de meses porque, en principio, para que ese plan funcione, la inflación tendría que seguir bajando y bajando fuerte: con una inflación que siga en 3 o 4 por ciento mensual por cuatro o cinco meses no se puede mantener.
La inflación mensual de Argentina volvió a caer al 2.6% al 7/22, según las mediciones de PriceStats. Es el nivel más bajo desde diciembre de 2021. #Argentina #Inflación #PriceStats
— Alberto Cavallo (@albertocavallo) July 22, 2024
Argentina's monthly inflation fell to 2.6% as of 7/22 , according to PriceStats. This is the… pic.twitter.com/WRmCILU5Rw
-Según el posteo de esta semana de Alberto Cavallo, que va siguiendo los precios día a día, desde Estados Unidos, la inflación fue del 2,6 por ciento al 22 de julio, un dato que retuiteó Milei. Ahora, hay críticas que dicen que esa inflación está sostenida de una manera muy artificial, pisando muchas cosas todavía, por ejemplo, el precio del dólar.
-El precio del dólar es el que yo menos criticaría. Toda crítica siempre tiene que darse teniendo en cuenta dónde estábamos, lo que se avanzó y el rol político que tiene esto. Vamos a un precio mucho menos discutible, que es el ajuste de tarifas, transporte y energía. Hay que hacerlo.
-Pero el Gobierno lo está ralentizado.
-Ahora, ¿por qué lo está ralentizando? Independientemente de que hay mucha gente que hoy no lo puede apagar, que también es cierto, hay otro componente: se suben los precios regulados y eso, mecánicamente, te aumenta la tasa de inflación en un número que lo podemos calcular porque sabemos qué porcentaje tiene. Invento un número: sería como aumentar un 30 por ciento e inmediatamente tenés 5 por ciento de inflación en ese mes. La noticia de ese 5 por ciento atenta contra esta estrategia de ir bajando la inflación, que es lo que le permite al Gobierno sostener el apoyo a este plan, que además fue anunciado antes de las elecciones, pero que la gente después lo tiene que tolerar.
-Y cuando la baja de precios converja al 2 por ciento…
-Cuando converja, entonces se podrán hacer estos otros ajustes. Desde el punto de vista purista, y lo dicen muchos amigos míos, habría que haber salido del cepo el primer día, habría que haber subido todas las tarifas el primer día…
-Como con la devaluación que el Gobierno hizo en diciembre, todo en ese mes, todo a ese nivel y a partir de ahí empezar a corregir.
-Pero entonces, por ahí, la inflación de enero no era del 25 por ciento sino del 48 por ciento. Era una posibilidad, pero pudo haber salido muy mal. Más allá de lo que parezca cuando algunos de nosotros hablamos en televisión, no tenemos manuales sobre qué es lo que pasa los primeros tres o cuatro meses después de estos cambios de política. Tenemos manuales pero dicen que puede pasar cualquier cosa. No tenemos ninguna seguridad: la política económica tiene mucho de arte y artesanía, además de lo que uno sabe que pasa a seis meses o un año. Entonces estas decisiones pueden ser criticable desde un punto de vista, pero desde otro, es razonable que no hagan otra cosa dado que la apuesta es: “yo lo bajo y cuando consiga bajar y mantenga el apoyo político y la economía se ordene y empiece a crecer un poco, ahí termino de hacer los otros ajustes que faltan”.
-¿Cuándo cree usted que la inflación y el dólar van a converger en ese 2 por ciento que va a permitir anunciar otro tipo de medidas monetarias como el levantamiento del cepo?
-Esta medida que tomaron ahora es muy dura. Me refiero a la decisión de dejar quieta la base monetaria ampliada, es decir: no imprimir más billetes, para ponerlo de manera sencilla. Es un compromiso muy fuerte. Porque de nuevo: suponete que la inflación siga bien en 3, 2,5, 2 por ciento, se habrá acumulado un 14 por ciento de inflación en cuatro o cinco meses y no se habrá subido la cantidad de dinero. Eso es tremendamente contractivo. Esta medida o tiene éxito muy rápido o la van a tener que relajar en algún momento.
-Porque se agrava el impacto social, la recesión y la caída de la actividad económica…
-Y la dificultad, además, de mantener el superávit porque todos los intereses los tenés que pagar y no podés usar nada de base monetaria.
-Y baja la recaudación.
-Todo ese riesgo está todavía, no hay nada garantizado. Esta es una medida muy dura y con un compromiso muy fuerte, que puede que funcione. Y si funciona, esto acelera el proceso.
-Es una estrategia hecha a la medida del temperamento político de Milei y de las expectativas que la gente tiene en relación a Milei.
-No es completamente sorprendente dado lo que hemos lo que hemos venido viendo hasta ahora. Pero genera esta cuestión: si funciona, bien y habrá sido espectacular. Si no funciona… Y además, que no funcione no quiere decir que la inflación se vaya al 8 por ciento; quiere decir que se mantenga entre 3 y 5 por ciento.
-Que no se pueda perforar el piso.
-Exactamente. Desde el punto de vista del valor que tienen estos pesos que no se imprimen, cae el 15 por ciento. De golpe, el poder de compra de la masa monetaria cae muchísimo y eso es muy contractivo. Van a tener que ir manejando ese riesgo. Yo creo que ni ellos mismos saben cómo.
Plan Milei y crisis en el horizonte. ¿Cuánto puede durar la paz social?
-Hay observadores, gente del mercado, economistas que empiezan a plantear que el horizonte electoral también condiciona. Algunos sugieren que las crisis económicas que pueden esperarse del camino elegido por el Gobierno deberían suceder este año, antes de entrar en 2025, que ya es año electoral. ¿Qué piensa usted, cómo ve ese horizonte?
-Creo que todavía juega lejos. Estas medidas nuevas, esto de dejar fija la cantidad de dinero, si la cumplen, o en tres o cuatro meses tenemos resultados muy buenos o van a tener que hacer algo o van a tener que decir bueno, no lo hacemos más porque si no va a ser enormemente contractivo.
-En los primeros meses de gobierno, se habló de controlar el gasto para terminar con el déficit y el gobierno aseguraba que ya no emitía. Sin embargo, muchos críticos le decían: “está emitiendo para pagar intereses”. Ahora termina reconociendo que había otra vía de emisión. Usted subraya eso mismo: que se pasó de la idea de recortar los gastos más obvios a frenar la emisión por esas vías más sofisticadas.
-Entiendo que eso es lo que dijeron ahora como para reforzar esta idea de que la pelea contra la inflación es seria.
-¿Eso es lo nuevo y no tanto anuncios de política monetaria que todavía están pendientes?
-Es como que decir: “mirá, estoy haciendo dieta”. Y de golpe digo: “no como más”.
-¿El tema es cuánto se sobrevive con esa dieta?
-Claro. Y de nuevo: en los modelos sobre los que yo escribo y enseño, funciona si yo supongo que eso es creíble. Y si funciona, funciona muy rápido.
-Ahora, ¿hubo algún país en América Latina que haya aplicado una receta tan dura en términos de recorte de gastos y de freno total de la emisión?
-En términos de hacer políticas muy estrictas, sí. Pero no parados sobre la emisión, porque ahí hay un problema un poquitito más sutil. Cuando vos decís “no voy a emitir más”, el problema es que si te creen, la inflación baja. Cuando la inflación baja mucho, la gente está mucho más cómoda teniendo dinero y quiere más dinero y entonces hay que aumentarlo. Algo pasó así con el Plan Austral: a los autores del Plan Austral los acusaban de que la semana anterior habían emitido mucho dinero y el motivo por el cual lo hicieron es porque efectivamente, en el corto plazo, funcionó. En ese caso, la gente quiere más dinero: si no lo emitís, es muy contractivo. Esta es una medida muy draconiana por eso: o tiene efectos muy rápido o no va a durar.