José Luis Daza: “Todo Wall Street y gran parte del mundo están mirando a la Argentina. Es un país fascinante”
¿Qué chances tiene la Argentina con el plan económico Milei- Caputo? ¿Por qué la Argentina y los argentinos son un caso único? El economista chileno hace su análisis
“La atención que consume la Argentina es totalmente desproporcionada comparada con el rol de la Argentina en el mercado financiero internacional”, subraya. “Dicen que los argentinos en forma individual son absolutamente brillantes pero los ponés a actuar en grupo y es una catástrofe”, define. “Cuando hablo con fondos que invirtieron en la Argentina, dicen: me entretengo leyendo los diarios o viendo videos sobre la Argentina pero no voy a invertir en la Argentina”, aclara. “El caso de la Argentina es muy especial en la destrucción institucional y en la destrucción de reputación”, plantea. “”Toto (Caputo) es una persona extraordinariamente inteligente y capaz de absorber información relevante para las situaciones que está enfrentando”, describe. “En el corto plazo, mi mensaje a las autoridades es: actúen como si no fueran a tener absolutamente nada de financiamiento internacional. Es posible que seamos sorprendidos positivamente”, concluye.
“Ni siquiera con Cavallo la Argentina tuvo la visión fiscalista que tiene Milei hoy y la ambición de una apertura comercial total”, se admira. “Es absurdo que la Argentina exporte menos que chile”, cuestiona. “La Argentina es un caso muy especial en el mundo por su caída económica”, explica. “LA Argentina está pasando por algo extraordinario y único”, se sorprende. “Nunca vi un presidente que en campaña diga que el problema central es el exceso de gasto público y que lo va a bajar”, desarrolla. “En la Argentina, el problema del déficit no se puede desconectar de la falta de crecimiento”, analiza. “Todavía no escuchamos las medidas para que la Argentina pueda crecer y salir del asistencialismo”, dice. “A nivel mundial, la reputación de la Argentina lamentablemente está destruida”, sigue. “El único país que mintió sus números de inflación es la Argentina”, precisa. “Hay un proceso de destrucción institucional muy idiosincrático de la Argentina”, se preocupa. “El primer paso es recuperar la credibilidad con la población argentina”, plantea. “El trader jefe tiene la capacidad de sintetizar miles de puntos de información relevantes para una situación actual”, detalla. “Caputo siempre se sacaba las notas más altas en el curso de formación de JP Morgan”, recuerda. “Para ser ministro de Economía, para lo que va a tener que hacer Caputo, el título de doctorado es completamente irrelevante”, afirma. “Para manejar el proceso de estabilización, Caputo es una de las personas más capacitadas que hay en la Argentina hoy”, insiste. “La historia de economistas argentinos al mando de la economía y del Banco Central es catastrófica”, cuestiona. “El exceso de confianza siempre es problemático”, advierte. “La situación que enfrentaba la Argentina en 2019 es sumamente diferente a la situación que enfrenta hoy”, compara. “El diagnóstico de Macri y el de Milei, que es correcto, son muy diferentes”, señala. “Milei dice acertadamente que no sólo hay que eliminar el déficit sino también bajar la carga del Estado”, comenta. “El diagnóstico que hace Milei es mucho más profundo y transparente con la población que el que hizo Macri”, elogia. “Chile es uno de los países del mundo que más bajó la pobreza y también la desigualdad”, puntualiza.
"La atención que consume la Argentina es totalmente desproporcionada comparada con el rol de la Argentina en el mercado financiero internacional"
“Cuando los países se empiezan a empobrecer, empieza a aumentar la desigualdad”, sintetiza. “La Argentina es como un pozo negro energético: la energía intelectual que consume es desproporcionada respecto de su rol en los mercados internacionales”, afirma. “El capital humano argentino y su cultura presentan características idiosincráticamente fascinantes”, opina. “El FMI se encontró con un gobierno que quiere un ajuste fiscal mucho más fuerte que lo que recomienda el Fondo”, cree. “Al FMI le va a interesar que el ajuste fiscal sea sostenible en el tiempo”, alerta. “La Argentina va a pasar por un mini infierno el próximo año”, advierte. “Los inversores van a esperar bastante tiempo a ver cómo evoluciona el programa del presidente”, anticipa. “Lo que les preocupa es la sostenibilidad social del ajuste”, agrega. “De Indonesia a Venezuela, hemos visto que estos ajustes a veces no son sostenibles políticamente”, dice. “El problema de hoy es que gran parte de la población depende del Estado y el Estado está quebrado”, resalta.
El economista e inversor chileno José Luis Daza estuvo en La Repregunta. Daza es uno de los latinoamericanos más respetados en los mercados globales. Fue fundador de QFR Capital Management, que llegó a ser uno de los hedge fund de mercados emergentes más importantes, junto a los argentinos David Sekiguchi y Demian Reidel, uno de los nombres que sonó para ocupar el Banco Central de Milei. Fue representante del Banco Central de Chile en Asia, con base en Tokio. Luego, jefe de mercados emergentes del JP Morgan, donde conoció de cerca al actual ministro de Economía Luis Caputo, y del Deutsche Bank.
Daza tiene estudios de doctorado en Economía por la Universidad de Georgetown y es economista por la Universidad de Chile. En Chile, en la última campaña presidencial, su nombre sonó como posible ministro de Economía en caso de que ganara José Antonio Kast.
Ser el ministro “trader”, ¿le juega a favor o en contra a Caputo? Para resolver la crisis argentina, ¿es un problema que Caputo no tenga un doctorado en Economía, tal como le reprochan algunos colegas? ¿Qué chances tiene la Argentina con el plan económico Milei- Caputo? ¿Por qué la Argentina y los argentinos son un caso único? Daza hizo su análisis. Aquí, la entrevista completa.
Llegó el ajuste Milei. ¿Por qué Argentina no pudo escapar a la “adicción política” al déficit fiscal? ¿Por qué Chile y Perú, sí?
-Esta semana, el ministro de Economía Luis Caputo lanzó las diez primeras medidas económicas para producir un fuerte ajuste fiscal. De los 17 minutos de exposición, 10 minutos con 15 segundos, o sea, la mayor parte del video, estuvieron dedicados a explicar los fundamentos de las medidas. El eje estuvo puesto en frenar una especie de “adicción política” al déficit fiscal. Caputo señaló que la Argentina tuvo déficit fiscal en 113 de los últimos 123 años. En ese sentido, viendo esa larga película de la Argentina y la frecuencia del déficit fiscal, para un experto en mercados emergentes, también en América Latina, como es su caso, ¿cuál es el diagnóstico que usted haría para explicar por qué ese problema es tan estructural a la economía argentina? ¿Tiene que ver con la política? ¿Tiene que ver con la formación de los economistas argentinos?
-Es una pregunta muy profunda que nos hemos hecho muchos y que no tiene una respuesta muy clara. La Argentina es un caso muy especial en el mundo en términos de su trayectoria económica. Si miras los últimos cincuenta años y los treinta países más ricos del mundo de ese período y los treinta países más pobres, hay una estabilidad: es muy raro que países que estaban abajo suban. La Argentina es un caso muy especial: estaba en la élite, entre los países más ricos, pero hizo un colapso hacia abajo. El otro país que se movió de la misma manera es Venezuela. Es un tema muy complejo. Ahora, la Argentina, siendo especial, en este momento está pasando por algo extraordinario y único, que también mencionó el ministro Caputo, y es ésto: a lo largo de mi carrera profesional, en la que me ha tocado ver programas de ajuste en todo el mundo, en Asia, Corea e Indonesia, en la crisis asiática, en Rusia y en América Latina, no me ha tocado ver en democracia un presidente que hace su carrera política y una campaña diciendo que el problema central es el exceso de gasto público y que lo vamos a bajar. Esto es único. Una de mis grandes críticas al gobierno de Mauricio Macri tiene que ver con eso: que no enfrentaron a la población con la verdad de la situación y con el problema fiscal. De hecho, no hablaban de ajuste. Ahora, la Argentina está pasando por un momento muy especial. Dejame decirte una cosa más. Los economistas tendemos a ver la política macro y micro de forma separada. Y por lo general, ¿qué es lo que decimos? Una cosa es la estabilización, que anunció el ministro Caputo: cómo vamos a bajar la situación, cómo vamos a hacer que la economía se estabilice, que no tenga explosiones. Y otro punto diferente es cómo hacemos que la economía pueda crecer, que se creen empleos, que se generen mejores ingresos, que suba la productividad. Eso es lo que llamamos reformas estructurales o micro economías. En la práctica, las dos están unidas: cuando el país no crece y las demandas sociales permanecen o aumentan, tendemos a recurrir al Estado, al fisco, para hacer asistencia social y para hacer transferencias, y eso genera déficit fiscal. En ese sentido, en la Argentina, hay un problema del déficit que no se puede desconectar de la falta de crecimiento en la economía. Ambos están atados. Escuchamos la primera parte; falta la segunda parte del programa, aquella que va a generar las condiciones para que la Argentina pueda crecer rápidamente y necesite menos asistencialismo, que puedan subir los salarios y la productividad, que pueda aumentar el empleo para que necesites menos gasto fiscal.
"En el corto plazo, mi mensaje a las autoridades es: actúen como si no fueran a tener absolutamente nada de financiamiento internacional. Es posible que seamos sorprendidos positivamente"
-Usted conoce bien el caso chileno por su vínculo con Chile. También porque en la última campaña electoral, usted fue el referente económico, con posibilidades de ser ministro de Economía, del candidato José Antonio Kast. Además, usted está siempre atento a los mercados emergentes. Chile dejó atrás la inflación: el equilibrio fiscal es un valor de la derecha, pero también es un valor para la izquierda chilena. Perú logró salir de la hiperinflación. Brasil ha logrado ponerle coto al uso político del Banco Central. ¿Qué pasa de distinto en la Argentina? ¿Ante esas demandas, la política no quiere dar malas noticias a la población a diferencia de otros países que se manejan con otra racionalidad?
-Es cierto lo que dices: el resto del continente logró estabilizarse en términos de inflación. Lograron crear mercados financieros para poder financiar el déficit, incluso cuando tenían pequeños déficit, dentro de su mercado financiero. El caso argentino es muy particular y es muy especial y es muy especial en la destrucción institucional. En términos de la destrucción de reputación, el caso argentino es bastante único en América Latina y solamente comparable al caso de Venezuela. Te voy a dar un ejemplo del daño que se hizo en la Argentina en el último tiempo, un dato muy ilustrativo de las características únicas de la Argentina. A nivel mundial, la reputación de la Argentina, lamentablemente, fue destruida. Déjame mostrarte lo siguiente: Zimbabwe, en África, tuvo 200 mil por ciento de inflación. ¿Qué hizo Zimbabue con los números de inflación cuando llegó a ese punto? Mostraba la inflación. Hay muchos casos: en los ́ 90s, Bolivia tuvo hiperinflación. O Venezuela, que cayó y se fue en dirección de una hiperinflación. Cuando los números ya se volvieron intolerables para la dictadura de Maduro, dejaron de publicarlos. Sin embargo, hay un solo país que, frente a aumentos de la inflación, dijo: no voy a publicar los números verdaderos, pero no voy a dejar de publicar y voy a mentir los números de inflación y voy a publicar números falsos y voy a destruir toda la institucionalidad asociada a la estadística del país que tenía una historia y una traición muy importantes. El único país que ha hecho eso es la Argentina. Ha habido un proceso de destrucción institucional que es muy idiosincrático de la Argentina. Recuperar la credibilidad va a requerir un esfuerzo enorme tanto con la población local como con los actores internacionales. Muchas veces se dice que hay que hacerlo para contar con el beneplácito o para recuperar la credibilidad con los inversionistas institucionales. En realidad, lo más importante, el primer paso es recuperar la credibilidad con la población argentina: son los argentinos los que van ahorrar en la Argentina. Solo los argentinos: los que van a hacer inversiones en la Argentina, miles de inversiones chiquitas, el panadero, el verdulero, y es lo que necesitamos. Hay que empezar por recuperar la credibilidad de la población argentina
Caputo, ministro de Economía y trader. ¿Le juega a favor o en contra a la economía argentina?
-Es muy interesante rescatar las consecuencias de la intervención del Indec, que se produce a partir de los últimos meses del gobierno de Néstor Kichner, cuando todavía era jefe de gabinete el expresidente Alberto Fernández, y dura hasta el fin del gobierno de Cristina Kirchner. El peso que tiene esa adulteración estadística en esta crisis hace que no sea simplemente un hecho del pasado. Al contrario, sigue teniendo consecuencias en el presente. Teniendo en cuenta su visión panorámica sobre planes de ajustes y de estabilización de otros países, quiero detenerme en otra cuestión. El ministro Caputo anunció un ajuste contundente de 5 puntos del PBI. Ahora, Caputo llega al ministerio de Economía con una fama de “trader”, tal como se lo define en la Argentina, como un conocedor de los mercados financieros que podría aportar lo suyo para conseguir fondos e inversores del exterior para empezar a poner un signo positivo en las arcas del Banco Central. Sin embargo, ninguna de las medidas apuntó a lo financiero. Son todas medidas fiscales y una corrección del tipo de cambio. ¿Qué implica que en ministro de Economía tenga el perfil de “trader”? Porque en muchos casos, aquí, se lo usa despectivamente. Hay economistas que minimizan el aporte que podría hacer Caputo: como es un trader, sabe de eso pero no conoce las cuentas públicas. ¿Qué implica ser un trader a un nivel alto en el mundo de los mercados?
-Que sea un trader refleja diferentes cosas para distintas personas. Si vas a una institución financiera, a un banco de inversiones, al trading floor, vas a ver que hay una especie de jerarquía, una pirámide en términos del peso que tiene la opinión de alguien. En la cabeza de las pirámides, está el trader jefe. El trader jefe, que ha sobrevivido crisis tras crisis tras crisis, es una persona que tiene la capacidad de sintetizar miles y miles de puntos de datos de información que son relevantes para la situación actual. En un trading floor, habla una persona cuya opinión tiene más peso: sintetiza flujos de mercado, información financiera, información económica, el marco económico. Ése es el trader jefe. En esa pirámide, más abajo, hay otros que se llaman “estrategas”, personas que saben de economía y de finanzas y extraen información de los mercados. Más atrás, están los economistas: de hecho, los economistas en Wall Street están en otro piso, ni siquiera están en el trading floor, están mucho más alejados. Más atrás, todavía más lejos, está el Fondo Monetario y más lejos todavía, están los académicos. A los académicos los traen para las conferencias, pero en términos de aplicación práctica, en Wall Street, el trader es el alfa a la cabeza, o la alfa porque hay muchas mujeres en este momento.
-¿Caputo era un trader jefe, esta cabeza de la pirámide?
-Sí, claro. Caputo fue jefe de mercados emergentes en JP Morgan y después, tuvo distintos distintos roles en Deutsche Bank.
-En 1992, usted hizo el programa de formación del JP Morgan donde conoció a Caputo y a otros argentinos. ¿Qué implicaba ese programa que era tan conocido y relevante?
-JP Morgan tenía un programa de formación que era una especie de MBA, de Master en Business Administration muy enfocado. Y tenía una característica: tenía módulos en donde pasabas por las distintas áreas de las finanzas, de ingeniería financiera. Y para cada uno de esos módulos, traían a los mejores profesores del mundo de MIT, de Harvard, de Chicago. Era como un MBA depurado, de excelencia. Para ese curso, se elegía a gente que, según el banco, tenía mucha perspectiva. Yo tuve la suerte de que me eligieran. Y también eligieron a Caputo. Mi compañero fue el Toto Caputo. En el curso, éramos unos trescientos alumnos. Estos bloques eran, por ejemplo, ingeniería financiera, opciones, derivados, todas las materias de economía y finanzas. Al final de cada bloque, tenías un examen y se publicaban los resultados. Era muy competitivo: se publicaban las notas de cada uno de los trescientos alumnos. En todos los bloques, Caputo siempre se sacaba o la nota más alta o una de las tres notas más altas. O sea, Toto es una persona extraordinariamente inteligente y capaz de absorber información relevante para las situaciones que está enfrentando. Ése es un dato interesante. Para los que lo ven, es una persona muy tranquila, muy humilde, no es un tipo pomposo. No hace alarde. Tiende a ser callado, no le gusta hablar mucho, pero es mucho más profundo de lo que podrías inferir de la forma en que se presenta frente al mundo.
Caputo, economista sin doctorado. ¿Una limitación para comprender el problema argentino?
-Además de su experiencia, usted tiene un doctorado en Economía por la Universidad de Georgetown en Estados Unidos. En esa especie de liga mayor de los economistas argentinos, uno de los cuestionamientos que le hacen a Caputo es que no tiene doctorado. ¿Cuánto pesa un doctorado en Economía a la hora de comprender la macroeconomía, no solo los mercados, en el caso de alguien que ya no se desenvuelve como trader sino como ministro de Economía? Tampoco es ministro de Finanzas.
-Para ser ministro de economía, para lo que va a tener que hacer Toto Caputo, desde mi perspectiva, el doctorado es completamente irrelevante. Toto va a asesorarse con muchos Phds (NdelE: la abreviatura en inglés de “doctorado”) en muchas áreas de la economía. Pero para ser el ministro de Economía, no lo necesitas. Posiblemente el ministro de Economía que tuvo mayor impacto en la historia de Chile es Hernán Buchi (NdelE: es ingeniero civil de minas y fue ministro de Hacienda de Chile entre 1985 y 1989). Hernán trabajó en todas las áreas de la economía y no es economista ni tiene Phd en Economía. Otro dato más: si tomas los cincuenta bancos privados más grandes del mundo, ¿cuántos están dirigidos por economista? Cero. Estoy pensando en lo que se requiere para entender la situación en que te vas a desenvolver.
-¿Qué profesiones hay en esos cincuenta bancos privados?
-Ingenieros, MBAs, de todo. Lo mismo en las principales empresas del mundo: si tomas a las cincuenta empresas más grandes del mundo, ¿cuántas son dirigidas por economistas? Muy pocos. Los economistas tienen un marco de análisis extraordinariamente valioso y útil, pero a la hora de llevarlo a la implementación, a la realidad, a la interacción con una realidad tan compleja, el haber sido profesor o tener un Phd no te da una ventaja particular. Sí da una ventaja en términos analíticos y de identificación de los problemas pero a la hora de la aplicación, no. Caputo es una persona extraordinariamente capacitada y experimentada que ha visto todo tipo de situaciones complejas. Va a estar acompañado por muchos economistas de primer nivel que van a ayudar a hacer, a diseñar y a transformar todo lo que necesita la Argentina. Para la parte inmediata, en el manejo del proceso de estabilización de la Argentina, Toto es una de las personas más capacitadas que hay en la Argentina en este momento. Tengo muchos amigos argentinos, quiero mucho a los economistas argentinos, los admiro, he contratado muchos economistas argentinos pero debo decir que la historia de economistas argentinos al mando de la economía y del Banco Central es catastrófica. Así que un poquitito de humildad a todos quienes están haciendo alguna observación al hecho de que Caputo no tiene un Phd.
Caputo modelo Macri. Un trader en el Banco Central, ¿puede tener consecuencias negativas?
-Hay otro cuestionamiento sobre la figura de Caputo. Me interesa tener su mirada para entender en qué medida ese punto puede condicionar su gestión. La crítica viene de Alejandro Werner, el hombre clave del FMI en la negociación del préstamo durante la presidencia de Mauricio Macri. Este año, Werner, junto al periodista Martín Kanenguiser, publicó el libro La Argentina en el Fondo. La intimidad de la lucha con el FMI 2013-2023, en el que cuestiona a la figura de Caputo, sobre todo en su rol de banquero central. Según, Werner Caputo se autodenominaba el “Messi de las finanzas” y cuestiona el modo en que intervino en el mercado, muy discrecionalmente, sobre confiado en sus habilidades y en algunos trucos aprendidos en sus años de trader. ¿Puede impactar esa sobre confianza de alguien que llega con tanta experiencia de ese mundo complejo de los instrumentos financieros?
-El exceso de confianza, en todas las situaciones y en todas partes, por definición, es problemático. Ahora, la situación que enfrentaba la Argentina en 2019 es diferente a la situación que enfrenta hoy. Por el lado del Fondo Monetario y por el lado de aquellos que participaron en el gobierno de Macri, ha habido un aprendizaje bastante profundo. Si ves el diagnóstico de la administración Macri y el diagnóstico de Milei, correcto desde mi perspectiva, que está llevando a ejecución el ministro Caputo, son muy diferentes. El mismo presidente Macri ha hecho un cambio muy importante en su visión sobre cómo conducir el país y la economía desde el día uno de la administración.
-¿Podría desarrollar esa comparación entre el diagnóstico que se hizo en aquella gestión de Macri, en la que también estaba Caputo, y el diagnóstico que se está haciendo hoy?
-Sí. Me gustaría diferenciar dos cosas muy importantes que ha hecho el presidente Milei. Una tiene que ver con el déficit fiscal. Los economistas argentinos le han dado importancia al déficit aunque no han podido corregirlo. Dos, tiene que ver con el nivel de gasto de la economía. La economía argentina pasó de gastar un poquito más del 22 o 23 por ciento del PBI, con el gasto fiscal que se llevó más del 40 por ciento: el Estado pasó a absorber una cantidad muy grande de recursos, también de recursos financieros, por eso necesita mucho impuesto y sacarle el dinero al sector privado. También necesita recursos humanos. El presidente Milei, correctamente desde mi perspectiva, dice que hay que eliminar el déficit pero también, reducir la carga del Estado. Eso involucra bajar el gasto pero también hacer privatizaciones. El diagnóstico que hace Milei es mucho más profundo y transparente con la población desde el día uno que lo que hizo el presidente Macri. Quienes me conocen, quienes me vieron participar en foros, saben que fui muy crítico de que el presidente Macri no bajara el gasto desde el comienzo y decidiera usar los mercados de deuda. Para mí era absolutamente claro, y no lo estoy diciendo sólo ahora sino que lo dije en su momento, que mientras no bajaran el gasto y no cerraran ese déficit, no iba a haber inversión directa en la Argentina. Lamentablemente, fue lo que sucedió. El approach del presidente Milei con respecto al tamaño del Estado en la totalidad, en toda la economía, y con respecto a la urgencia de enfrentar el déficit, es radicalmente distinto. Esa diferencia viene no solamente de la visión filosófica del presidente sino también de la necesidad de la Argentina: hoy la Argentina no tiene acceso a los mercados financieros tanto domésticos como internacionales, lo que se traduce en la ya muy famosa frase de “no hay plata”.
"El FMI se encontró con un gobierno que quiere un ajuste fiscal mucho más fuerte que lo que recomienda el Fondo"
La Argentina y el tamaño del Estado. ¿Cómo hicieron los cuatro países más pobres para estar entre los más ricos?
-Es decir que el objetivo no es solamente bajar el déficit y alcanzar el equilibrio fiscal sino que, llegado ese punto, el objetivo también es reducir el tamaño del Estado y no conformarse con este Estado grande que obliga a generar más ingresos para sostenerlo. Ese punto queda más opacado.
-Te voy a dar un dato, y esto es clave. Si miras los países desarrollados, los países que el mundo de los historiadores económicos se llamó “the West and the rest”, es decir, occidente y el resto, las antiguas colonias inglesas de Australia y Nueva Zelandia, Europa occidental y Estados Unidos, estos países se desarrollan a lo largo de unos doscientos años creciendo a tasas muy bajas, del 2,5 por por ciento pero en forma sostenida. En toda mi vida, desde que nací en 1958, hubo solamente cuatro países que en aquellos años eran sustancialmente más pobres no solamente que la Argentina sino más pobres que Chile, que eran mucho más pobres que la Argentina, que pasaron de estar abajo a estar arriba, que hicieron ese crecimiento a altas tasas, que acortaron la distancia con lo países desarrollados y los pasaron. Esos cuatro países son Corea, Singapur, Hong Kong y Taiwán.
Durante todo ese período, esos cuatro países tuvieron un Estado que, como porcentaje del PBI, era 20 por ciento o menos. O sea, fueron Estados muy, muy, muy pequeños, muy eficientes y le dieron amplio espacio al sector privado para que pudiera crecer. Ahora, el tener un Estado de menos del 20 por ciento del PBI no te garantiza nada: hay muchos países que son pobres y que lo tienen. Pero es falso que necesitamos un Estado más grande para satisfacer las necesidades. Los países que han logrado crecer y que han pasado de abajo hacia arriba en forma muy rápida son todos países que tenían Estados acotados. Lo que dice el presidente Milei de que tenemos que hacer un recorte de gasto… Es más, si la Argentina hace el ajuste del 15 por ciento del que hablaba el presidente Milei antes de la elección, no llega al 20 por ciento. No llega a donde estaba. Hay que hacer un esfuerzo muy importante.
-Esas naciones que redujeron sus Estados y los convirtieron en eficientes y crecieron con un sector privado pujante, ¿lograron mejorar sus indicadores de pobreza, de equidad y de inclusión?
-Absolutamente.
-Es decir, con un Estado pequeño pero eficiente se logra eso también.
-Lo podés lograr, no es que se da de facto, pero lo podés lograr. Ahora, hay que ser honestos. Los países que lo lograron tienden a ser países con poblaciones mucho más homogéneas, con menos diferenciaciones culturales. En América Latina, tenemos una población culturalmente más diversa, con bolsones de pobreza muy arraigados. La desigualdad es muy compleja pero dejame darte un ejemplo: había un país que estaba imitando a esos cuatro países, y ése era Chile entre 1985 y 2010 o 2015. Chile tenía la mitad de ingreso per cápita de la Argentina y empieza a crecer a tasas asiáticas. En ese período, Chile fue no solamente uno de los países del mundo que más bajó la pobreza sino que también bajó la desigualdad en forma importante. En Chile, la desigualdad baja de niveles muy altos en forma sostenida hasta el segundo gobierno de Bachelet, que llega con el típico discurso de una Latinoamérica distribucionista. Y curiosamente, como pasa cuando los países se empiezan a empobrecer, empieza a aumentar la desigualdad
La era Milei. ¿Qué piensa Wall Street? ¿Podrá la Argentina financiarse con los mercados globales?
-Última cuestión: vuelvo al perfil del ministro Caputo, un experimentado economista que viene del mundo financiero pero que no anunció ninguna medida que tenga que ver con la posibilidad de financiación para la Argentina. Y vuelvo a Werner, que cuestiona a la Argentina en algunos temas. A fines de noviembre, sostuvo que el Fondo Monetario va a apoyar a la Argentina porque, en general, apoya a los países miembros. Pero también dijo: “Hay poco apetito y pocas ganas en la comunidad internacional para ampliar su exposición financiera con el país”. Desde su mirada de hombre de los mercados, viendo el mundo desde Nueva York, desde Wall Street, ¿hay interés de estos actores financiero tan clave en la Argentina?
-La Argentina, por una gran cantidad de razones, es como un pozo negro energético: atrae y consume una energía intelectual completamente desproporcionada respecto de las actividades financiera y económicas que se pueden hacer en la Argentina. Todo Wall Street y alrededor del mundo está mirando la Argentina, sigue la coyuntura argentina y los detalles de la Argentina. Es un país fascinante y atrae enorme atención, una atención que es totalmente desproporcionada respecto del rol de la Argentina en el mercado financiero internacional.
-¿Es como una especie de objeto de estudio que da curiosidad? ¿Por qué se da eso?
-Por la complejidad. El capital humano argentino y la cultura argentina presentan características idiosincráticamente fascinantes. Hay mucha gente brillante en la Argentina. Y no solamente actores o artistas, no solamente músicos. También los políticos. Milei es un carácter único en el mundo. Las cosas que dice Milei, la motosierra, la libertad carajo… Hay creatividad y una genialidad. Hay un capital humano que se ve en todas las cosas, en los deportes, en la literatura, en tantas áreas versus la catástrofe social y económica que producen cuando interactúan en grupo, Hay mucha gente que dice que los argentinos en forma individual son absolutamente brillantes pero los ponés actuar en grupo y es una catástrofe. Eso genera atracción.
"Para manejar el proceso de estabilización, Caputo es una de las personas más capacitadas que hay en la Argentina hoy"
-Ahora, esa atracción no conduce a un interés por traer inversiones o a que los mercados pongan el foco aquí.
-El daño que ha hecho la Argentina en los últimos treinta años en la confianza de los inversionistas internacionales es difícil de explicar. Cuando hablo con fondos que invirtieron en la Argentina, dicen: no me hables de la Argentina, me entretengo leyendo los diarios o viendo videos sobre la Argentina pero no voy a invertir en la Argentina. En el corto plazo, mi mensaje a las autoridades es: actúen como si no fueran a tener absolutamente nada de financiamiento internacional, cero financiamiento internacional. Es posible que seamos sorprendido positivamente. Creo que el Fondo Monetario va a encontrar para la Argentina una negociación completamente diferente a la que tiene con la mayor parte de los países. En inglés, las siglas del Fondo Monetario son IMF, y muchos la traducen como “it ‘s mostly fiscal”, fundamentalmente fiscal. La mayor parte de los países no quieren hacer ajustes. En el caso de la Argentina, el Fondo se está encontrando con un gobierno que quiere un ajuste fiscal mucho más fuerte que lo que normalmente recomienda el mismo Fondo. Entonces, esa parte de la negociación con el Fondo va a ser fácil. LA Argentina es mucho más ambiciosa que lo que normalmente exige el Fondo para lograr estabilidad. Lo que sí le va a interesar al Fondo es que el ajuste fiscal también sea sostenible en el tiempo, que no sean medidas “one-off”, que después van a tener que eliminar. Inicialmente, al gobierno no le queda otra que lanzar medidas de corto plazo, parches porque herencia, la crisis, la bomba que dejó el gobierno anterior es extremadamente grave, creo que es más grave aún de lo que se le ha comunicado a la población. El presidente y el ministro Caputo trataron de comunicar esa gravedad. Pero la Argentina a pasar por un mini infierno en los próximos meses, posiblemente todo el próximo año. Nadie sabe cuánto dura, pero se viene una situación sumamente dura.
Ajuste: ¿qué preocupa a los mercados globales? La sostenibilidad política
-Última cuestión: los fondos buitres. ¿hay interés de los fondos buitres en poner recursos financieros y eventualmente, retirarse pero que antes sirva para la Argentina como una especie de parche en medio de esta urgencia?
-Siempre vas a encontrar algunos fondos con mayor apetito al riesgo que van a analizar lo que está haciendo el presidente y las medidas, van a ver el apoyo del Fondo… Tenemos que ver cómo se materializa, los recursos, etc. Pero en términos generales, los inversores van a esperar bastante tiempo a ver cómo evoluciona el programa del presidente. Sabemos muy poco todavía. Recién anunciaron las medidas gruesas pero faltan muchos detalles. Y hay un componente que la gente va a mirar, que preocupa: la sostenibilidad social del ajuste. O sea, se viene un período muy difícil para la población. Los anuncios que hizo el gobierno de ayuda directa son extraordinariamente valiosos.
-Pero aplican en general a 2 millones de personas y la Argentina tiene una pobreza del 50 por ciento.
-Desde Indonesia a Venezuela y en otros países del mundo, hemos visto que estos ajustes a veces no son sostenibles políticamente y tienen consecuencias muy complejas. La gente está mirando eso. Una gran diferencia: el presidente Milei lo advirtió a la población, y eso es muy interesante y muy importante. Hay otras diferencias también, y creo que no todo es tan oscuro: el balance shift de la población, es decir, la competencia de las carteras, cuántas deudas tienen en dólares, cuántas en peso, cuánta deudas tienen en dólares las empresas: la Argentina está en una posición mucho más sana. Al devaluarse la moneda, no se va a destruir la estructura financiera de las empresas ni de la población porque no tiene que salir a comprar dólares. En el corto plazo, el problema es que hay gran parte de la población argentina que depende y vive del Estado y el Estado está quebrado. Lamentablemente, gobierne quien gobierne, sea ministro de Economía quien sea ministro Economía, se viene un período muy difícil. Pero en los últimos treinta años, nunca estuve tan optimista respecto de la Argentina. En los últimos treinta años, no he encontrado una visión tan abarcativa de lo que hay que hacer. Ni siquiera en el período de Cavallo tuvieron la visión fiscalista que existe hoy en Milei y la ambición de hacer una apertura comercial total. Es curioso para mí: los economistas argentinos no le dan importancia a la apertura comercial. La de Argentina es una economía cerrada con aranceles altos. Es absurdo que la Argentina, que tiene dos veces y media la población de Chile, exporte menos que Chile. Es absurdo. El próximo año va a ser dificilísimo, va a ser un infierno, pero el diagnóstico es absolutamente adecuado. Ahora, hay que ver cómo pueden traducir ese diagnóstico en las acciones específicas. Y si lo hacen, si lo logran hacer, van a convertirse en un modelo para todo el continente. Toda América Latina los está mirando. Y ojalá que les vaya muy bien y puedan mostrarle el camino a toda la región.