En busca del amor desconocido
En el fondo, ni Tinder ni el reality Love is blind son sustancialmente nuevos; las citas a ciegas y el encuentro sentimental por fuera del círculo de conocidos tienen una larga historia
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Durante muchos siglos las parejas provenían del círculo íntimo. Como el matrimonio fue la institución inventada para preservar el patrimonio, los familiares fueron principales interesados en el asunto durante siglos. Recién eso cambió en los últimos cuarenta años. Y sustancialmente.
El estudio “Cómo se forman las parejas” de la Universidad de Stanford hace un seguimiento de esas tendencias desde 2009, pero sus análisis se remontan varias décadas atrás. Aunque la muestra se basa en adultos estadounidenses, al considerar una representación de parejas diversas a lo largo de los años, resulta indicativo de cómo se conocen y mantienen sus relaciones.
"La conclusión casi obvia es que hay un creciente porcentaje de parejas que se conocen en línea. Lo menos obvio es que los encuentros amorosos propiciados por amigos y familiares empezaron a disminuir mucho antes de que la pandemia y su clausura de encuentros sociales acelerara el uso de aplicaciones de citas"
La conclusión casi obvia es que hay un creciente porcentaje de parejas que se conocen en línea. Lo menos obvio es que los encuentros amorosos propiciados por amigos y familiares empezaron a disminuir mucho antes de que la pandemia y su clausura de encuentros sociales acelerara el uso de aplicaciones de citas.
Los cambios ya estaban consolidados antes de la crisis de Covid-19. Las recomendaciones del mundo inmediato de la familia, las amistades y el trabajo ya estaban en baja para los años sesenta, cuando se reconfiguraron las sociedades de posguerra.
Con familias dispersas por el mundo, los divorcios y la inserción de las mujeres en el mercado laboral, fue ese el escenario de las citas hasta los años 80. Por entonces ya se consolidaban las citas telefónicas, el antecedente del levante en Instagram.
Antes eran los periódicos los que propiciaban la virtualidad de los encuentros románticos con los avisos de corazones solitarios. O de servicios sexuales, que se registran en la historia mucho antes de las líneas telefónicas, los sitios web o los papelitos pegados en la calle.
En todos los casos está la misma necesidad de expandir el cerrado círculo de conocidos para buscar un contacto amoroso. Esta virtualidad fue especialmente necesaria para parejas del mismo sexo, pioneras en la elección de la oferta en línea.
La búsqueda virtual del amor no es resultante de las aplicaciones de citas y las redes sociales. Más bien a la inversa. Aplica en este caso lo que Alessandro Baricco propuso para las tecnologías digitales. En The Game (2019), un libro que lejos de perder vigencia, cobra valor con los años, postula que " El hombre nuevo no es aquel que ha sido producido por el smartphone sino el que ha inventado el smartphone. La revolución no es tecnológica: es mental.”
Ese cambio de mentalidad aparece confirmado por el estudio de Stanford porque cada vez son más las parejas interraciales, interreligiosas, de edades dispares y diversidades sexuales. Los cambios son tan rápidos que el cine todavía insiste en los modelos caducos. En las películas, la mayoría de los romances nacen en la oficina y de los conocidos. En esa línea el streaming ha dedicado varias series a ridiculizar las aplicaciones de citas y el uso del móvil.
Como contracara, Netflix confirma el éxito de un reality show como Love is blind que en su versión de Estados Unidos lleva desde 2020 seis temporadas formando parejas. Las versiones del formato de Brasil, Japón, México, Suecia, Reino Unido y Emiratos Árabes confirman que culturas tan distintas hacen cosas demasiado parecidas para conseguir una pareja romántica.
La cita a ciegas con un extraño es también la base de las aplicaciones que juntan más millones de usuarios que habitantes tiene la Argentina. Que a veces alguien avise que alguna está en declive viene a confirmar que lo que no caduca es la costumbre arraigada de buscar el amor en desconocidos.
Que ayer fuera Tinder, hoy Badoo, mañana Bumble, no dice más que esto: un corazón se cansó de gastar la pantalla y ver las mismas ofertas, por lo que irá a buscar otro usuario para ir en busca del amor en otros desconocidos.
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