Confesiones. Emma Stone, sin vergüenza ni ataduras: “Fue un papel muy liberador
La actriz, reciente ganadora de un Globo de Oro, habla de su audaz rol en la película que se estrena esta semana
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Calificar a una actuación en cine como “valiente” es un lugar común que no dice demasiado y suele estar respaldado por nociones confusas, que van desde los cambios físicos extremos hasta la decisión de encarar un personaje controvertido de la vida real.
La verdad es que todo emprendimiento artístico implica una buena dosis de coraje. Pero cuando una actriz consagrada como Emma Stone se sumerge en el riesgo de un personaje librado de toda vergüenza y atadura a las convenciones sociales, tal vez, ese calificativo dudoso no esté tan errado.
Bella Baxter, la protagonista de Pobres criaturas, el film de Yorgos Lanthimos que se estrena el próximo jueves en la Argentina, es un personaje que realiza un recorrido personal épico: de víctima de un experimento médico a la Frankenstein y criatura feral a convertirse en una mujer con ideas propias sobre cómo vivir su vida. Su transformación física, mental y espiritual requerían del talento, y sí, la valentía, de una actriz como Stone, que acaba de ganar el Globo de Oro a Mejor actriz de comedia o musical por esta obra audiovisual que a su vez obtuvo el premio a Mejor película (comedia o musical).
“Creo que más que nada tuve que quitarme de encima ciertos aspectos de mi vida, porque ella vive sin vergüenza o sin autoconciencia, ni siquiera juzgando a los otros –dice Stone, en una entrevista virtual con medios internacionales, de la que participó LA NACIÓN, y que compartió con su compañero de elenco, Ramy Youssef–. Solo le fascina todo lo que la vida ofrece, así que el mayor desafío y placer de interpretarla fue intentar encontrar cómo me sentiría si no tuviese estas reglas sociales o juicios sobre mí misma. Fue muy liberador”.
Esa liberación fue posible, según explica la actriz, por el ámbito creado por Lanthimos, uno de los directores contemporáneos más audaces y singulares que lograron seducir a Hollywood y, desde entonces, también repercusión masiva.
“Fue increíble porque tuvimos tres semanas de ensayo al principio –cuenta Stone, subrayando la anomalía–. A Yorgos le encanta hacer un proceso de ensayo para que los actores se sientan cómodos entre ellos y podamos hacer el ridículo frente a los otros y jugar”.
Una sociedad brillante
Poco después de ganar el Oscar por su trabajo en La la land, un rol clásico hollywoodense para una joven actriz, Stone apostó por probar su valor en otros terrenos, trabajando con Lanthimos en La favorita, un film que tuvo un éxito considerable y fue nominado a múltiples premios, incluidos los de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood. En la película, la actriz formaba parte de un formidable triángulo amoroso-vicioso con Olivia Colman y Rachel Weisz, demostrando ser dueña de un talento para la comicidad retorcida, que resultaba perfecto para el universo de Lanthimos.
Así nació la sociedad actriz-director que hoy brilla en Pobres criaturas, adaptación cinematográfica de la novela del escocés Alasdair Gray (1934-2019), sobre una joven mujer que se suicida estando embarazada y se convierte en sujeto de un experimento del Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe), quien la resucita de una manera que es mejor no revelar. Adoptada como hija del médico y encerrada en su mansión, Bella vive como una niña en un cuerpo adulto. Hasta que descubre que hay un mundo exterior con hombres que la desean, como Max (Youssef) y Duncan (Mark Ruffalo), y repleto de experiencias que quiere vivir.
“Yorgos y yo venimos hablando de este proyecto desde La favorita –cuenta Stone–. Pasaron más de cuatro años hasta que pudimos hacerlo; yo tenía mucha pasión por la historia y el equipo que se formó. Tenía tantas ganas de hacerlo que creo que fue un desafío para mí las primeras dos semanas de filmación, porque una cosa es tener un concepto y ensayar, pero tener que hacer todo esto realmente da miedo. Te ponés a pensar: “Esto en lo que vengo planeando y amando tanto por tanto tiempo, ¿qué pasa, perdonen mi vocabulario, si lo cago? Si no puedo estar a la altura de lo increíble que es este personaje”. Eso fue lo más difícil para mí. Pero, de nuevo, se trataba de dejar de juzgarme a mí misma y ser libre, imperfecta y experimental, como lo es Bella”.
Vivir sin vergüenza ni culpa, aunque solo fuera en la ficción, no fue algo que resultara natural para Stone, según ella misma explica, por la forma en la que fue educada. “La vergüenza era una gran droga para mí –dice la actriz–. Fui criada en la religión luterana y había cosas que estaban bien y cosas que estaban mal. No lo digo en un sentido moral del bien y el mal más obvios, sino en términos de lo que uno piensa sobre algo o la propia expresión. Internalicé muchas cosas sobre las que sentía culpa o me sentía avergonzada. En estos últimos años de mi vida, y Bella fue una gran parte de eso, empecé a cuestionarme por qué creía en esas cosas y si realmente venían de mí misma o del afuera. Porque también sentís vergüenza cuando hacés algo malo; pero cuando hacés algo legítimamente malo, en vez de avergonzarte, ¿qué tal si te hacés cargo, te disculpás y aceptás que sos humano y cometiste un error?”.
Para Ramy Youssef, el comediante y creador de la serie Ramy, quien interpreta en la película a Max, uno de los tantos hombres fascinados con Bella y que quieren domesticarla, más allá de la cualidad fantástica de la historia de la protagonista, su recorrido en la película refleja el mismo que muchas personas atraviesan durante sus vidas. “Pienso mucho en la diferencia entre la culpa y la vergüenza. La culpa es un termómetro interesante que te permite pensar que tal vez querés hacer algo de otra manera, pero la vergüenza te dice que nunca vas a ser mejor. Para mí siempre fue importante diferenciar las dos. No creo que la culpa sea mala. No creo que el poder sea malo. No creo que las reglas sean malas. Pero pienso, ¿cómo podemos volver a lidiar con estas estructuras con amor y piedad?”, se pregunta el actor estadounidense de ascendencia egipcia, que había recibido un Globo de Oro en 2020 por su papel en Ramy.
Uno de los aspectos que Bella vive sin vergüenza es el sexo, al que descubre como un placer que para ella no conlleva ninguna culpa, ni está limitado por reglas sociales. Para su representación en la pantalla, Lanthimos y sus actores también dejaron de lado el puritanismo de Hollywood y las discusiones de las nuevas generaciones en las redes sociales sobre abolir las escenas sexuales en el cine. En Pobres criaturas este tipo de escenas abundan y están teñidas de un humor que resulta su rasgo más atractivo y audaz.
“El sexo es uno de los aspectos de la experiencia de Bella, porque también están los viajes, el baile, la comida, la política, el concepto del dinero y tantas otras cosas que ella va aprendiendo. De distintas maneras llega a un punto de evolución en todo eso, pero creo que con el sexo es puro placer al principio y cuando va evolucionando es muy gracioso, pero también creo que es muy clínico, como que ella está estudiando la naturaleza del placer. En París aprende mucho sobre las distintas dinámicas del sexo y el poder, y lo que significan. Es una parte enormemente importante de su crecimiento y su desarrollo, como lo es para todos en la vida. Pienso que es uno de los aspectos en los que ella llega a nuevas conclusiones sobre quién quiere ser y las decisiones que quiere tomar”, continúa Stone, quien también filmó con Lanthimos el cortometraje mudo titulado Bleat (2022), para la Ópera Nacional de Grecia. Este film está ambientado en Tenos, la isla griega de las Cícladas, hasta donde viajó la actriz para el rodaje. “Ella está lista para hacer lo que sea necesario –dijo el director en una entrevista reciente con The Guardian–. Además de ser una actriz increíble, es único poder comunicarse con alguien sin tener que explicarle nada, sin tener que usar demasiadas palabras”.
Elegir sin prejuicios
La forma en la que Bella logra autonomía sobre su propia vida resulta en una exploración del feminismo desde un lugar poco común. La criatura feral no es domada por la sociedad; sus experiencias le permiten tomar conciencia sobre cómo funciona el mundo, pero no entregarse a lo que otros quieren para ella, sino elegir su lugar en él.
“Creo que cuando hablamos de feminismo a través del lente de Pobres criaturas, para mí, se trata de cómo están los hombres con sí mismos, si quieren pensar en cómo tratan a las mujeres –dice Youssef, para quien la película es un espejo en el que diferentes personas se pueden ver reflejadas–. Cuál es tu relación con el control; cuál es tu relación con tu propia confianza; eso tiende a ser cómo ves a las mujeres en tu vida”.
El actor dice que todo lo que el elenco logra expresar en el film es gracias a la interpretación de Stone, valoración en la que no está solo. La actriz fue elogiada por la crítica desde el estreno en el último festival de Venecia, en donde Pobres criaturas también ganó el premio mayor. Su actuación le valió el Globo de Oro y la nominación al Oscar está prácticamente asegurada, aunque a la actriz no le interese hablar de ese tema.
“Cuando digo la palabra Oscar cerca de ella, empieza a retorcerse –dice Youssef, riéndose, ante una pregunta al respecto, que la actriz elude con elegancia–. No creo que se trate de eso para ella. Pienso que solo le importa la actuación. Los resultados son otra cosa”.
Los mecanismos de la actuación sí son un tema de interés para Stone, quien se entusiasma explicando el trabajo que tuvo que hacer para encarnar a Bella, tanto sobre el lenguaje como en lo físico.
“Tony McNamara escribió una adaptación increíble de la novela, así que gran parte del lenguaje ya estaba ahí. Creo que para Yorgos lo más importante es ser muy directo, y no responde bien a algo demasiado forzado. Digo esto y Mark (Ruffalo) está graciosísimo y totalmente loco en la película –aclara la actriz, riéndose–. Pero Bella es un personaje profundamente honesto. Dice exactamente lo que piensa y no lo disfraza con el lenguaje. Así que se trataba de ser lo más directa posible con ese diálogo increíble. Con respecto a lo físico, jugamos mucho en los ensayos y después con Yorgos hicimos ensayos aparte, solo para probar cosas. Inventábamos, por ejemplo, una forma de caminar, y fuimos poniendo en escena su desarrollo físico. Después, cada día, también probábamos cosas distintas en cada toma, hacíamos cualquiera y confiábamos en que nuestro editor nos iba a ayudar a juntar todo de forma tal que tuviera sentido”.
Aunque se nota un espíritu de experimentación en Pobres criaturas, nada se ve improvisado en la sofisticada puesta en escena de Lanthimos, quien construyó un universo propio, con elementos prestados del cine de terror clásico y de las películas de Georges Méliès, para contar esta historia que sucede en una especie de pasado imaginario.
Desde su despegue internacional con Dogtooth (2009) y luego su consagración con su primera película en inglés, La langosta (2015), protagonizada por Colin Farrell y Rachel Weisz, el director griego se posicionó como un autor que se aleja del realismo y apela a la metáfora narrativa y visual para ocuparse de temas álgidos.
“Las películas de Yorgos tienden a hacer preguntas más que a darte respuestas”, dice Stone sobre el realizador nacido en Atenas en 1973, agregando que Pobres criaturas tendrá diversas lecturas para distintas personas, como es lógico de la obra de un director que apunta a un espectador que no quiere “mensajes” servidos en bandeja.
“Es menos un mensaje y más una consigna para que seas curioso y pienses qué cosa en tu vida te está impidiendo recuperar esa curiosidad –dice Youssef al respecto–. El personaje de Bella es una forma de responder a la pregunta sobre cómo sería mi vida sin todas las construcciones sociales, o si no hubiese crecido en tal ciudad o con tal familia. Tenemos un personaje totalmente libre, que aprende muchísimo sobre sí misma. Así que de alguna manera bizarra es como una invitación a ser libre y volátil, de cualquier forma, en la que puedas, para poder reclamar un poco de vos mismo y encontrar algo más amoroso. Ese es el contraste más hermoso al final. Cuando vemos el nivel de amor en la vida de Bella luego de haber tenido toda esa exploración y es, obviamente, algo mucho más anclado en el amor que en el cinismo en el que ella vivía antes”.
Para la actriz, a quien se la puede ver también en la nueva serie The Curse, creada por Nathan Fielder, la reflexión de su compañero de elenco da justo en el blanco, porque se trata de examinar la autocomplacencia. “Ella no tiene miedo de crecer y evolucionar, no importa qué edad tenga –agrega Stone–. Así que creo que es un muy buen recordatorio de nunca dejar de empujarse a uno mismo a ver las cosas de otra manera y seguir evolucionando”.
La actriz parece estar viviendo de acuerdo a este ideal. Sin dejar que la industria cinematográfica y sus reglas la limiten; eligiendo trabajos que presentan desafíos y superándolos con su talento. Y, sí, también con un poco de coraje.
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