El creador que llevó el espíritu del off porteño a Madrid y que entiende el teatro “como una celebración”
Claudio Tolcachir habla de su espacio Timbre 4 en versión española, que abrió en 2021 y recientemente sumó una sede
- 8 minutos de lectura'
Timbre 4 es un clásico del teatro alternativo porteño. Nació en un momento muy especial de la historia argentina –la profunda y dolorosa crisis de 2001– y hoy es una sala muy exitosa y un centro de formación actoral de renombre y con alta demanda. Veinte años después de una apuesta que inicialmente parecía imposible, Claudio Tolcachir, su creador, decidió probar algo similar en Madrid. El contexto era diferente: en la capital de España no había por entonces, ni hay ahora, un desbarajuste económico, pero tampoco un circuito off tan desarrollado como el de Buenos Aires. El Timbre 4 español abrió sus puertas como escuela en el coqueto barrio de La Latina, en 2021. Y dos años más tarde, a fines de 2023, sumó otro espacio en Palos de la Frontera, otro barrio madrileño que terminó de conformarse en los años 70. La escuela ya está más que instalada, y el próximo objetivo es empezar a estrenar obras con un sistema más parecido al argentino. En España, las temporadas de teatro suelen ser muy cortas (tres semanas, por lo general) y es casi imposible que se produzca un fenómeno como el de La omisión de la familia Coleman: más de 2000 funciones a lo largo de 20 años, contando su enorme suceso en Argentina y su estreno en más de veinte países de todo el mundo.
En paralelo con esos proyectos, Tolcachir estrenó en el Teatro de la Abadía de Madrid un unipersonal que él protagoniza y codirige con uno de sus socios de siempre en Timbre 4, Lautaro Perotti. Se llama Rabia y es la adaptación que moldearon ellos dos con María García de Oteyza y Mónica Acevedo de una venerada novela que Sergio Bizzio publicó en 2004. Ese espectáculo giró por algunas ciudades más de España, pasó en enero por la sala Ástor Piazzolla del Teatro Auditorium de Mar del Plata, después por El Galpón de Montevideo y desembarcó en el Timbre 4 de Buenos Aires el 15 de febrero. En la sala de Boedo habrá funciones hasta el 3 de marzo: los jueves y viernes a las 21, los sábados a las 20 y los domingos a las 18.
Una de las mayores preocupaciones de Tolcachir cuando empezó este proyecto era la opinión del autor de Rabia, pero esa inquietud se esfumó cuando le llegó por escrito una respuesta más que satisfactoria: “Como todo el mundo sabe, un texto dramático se escribe para ser representado. Un texto literario no. Pero cuando eso ocurre de todos modos como en el caso de Rabia, es necesario mucho más que poner el cuerpo en escena. Claudio Tolcachir convierte el suyo en un campo de batalla donde resuelve cualquier discusión sobre estas dos disciplinas, tan afines y distintas a la vez. Es un trabajo de alquimista: en su doble rol de actor y director, esto último junto a Lautaro Perotti, transforma una materia de otra naturaleza –la literatura– en arte dramático, y establece una conexión hipnótica y amorosa con el espectador. Esto es lo que hacen los grandes. La dirección de escena, el sonido, la iluminación, la escenografía, todas las áreas en juego revelan maestría. Rabia es una obra de teatro sencillamente maravillosa”. Chapeau.
“Bizzio nos dio mucha libertad para trabajar –apunta Tolcachir, que a los 48 años ya ganó tres premios Konex, uno de ellos en 2021 como ‘mejor director de teatro de la década’–. Fue un regalo poder conocerlo y que nos diga como nos dijo ‘hagan lo que quieran’. No vino al estreno, sino unos días después. Yo estaba muy tenso, pero por suerte salió todo bien y él quedó muy conforme. Después repitió y además escribió ese texto tan elogioso. Está siendo una experiencia muy gratificante. Primero trabajamos con Lautaro, María y Mónica sobre toda la novela. Tomando partido, discutiendo sobre el lugar desde el cuál enfocarla. Fuimos probando ideas sobre el espacio, pensando la escenografía… Fue un proceso muy lindo pero también bastante angustiante porque toda mi estructura de actuación está montada alrededor de cómo se comunica la gente, de A hablando con B, digamos. Y acá tenía que hacer algo solo, y encima no en base a cosas que me pasaron a mí, sino a otros. Sufrí hasta que vinieron unos cuantos amigos a ver unos ensayos en el último período de todo el proceso y me di cuenta de que la comunicación efectivamente existía. Solo que esta vez era directamente con el público”.
Cuando regrese a España, donde vive buena parte del año con su pareja y sus dos hijos de 6 y 4 años, Camila y Gaspar, el plan es seguir haciendo funciones de Rabia y activar el nuevo espacio de Timbre 4 como sala para estrenar obras. “Queremos hacer algo parecido al Timbre 4 argentino, aunque sabemos que en España los mecanismos son diferentes. En Buenos Aires, alguien que vive lejos de Boedo se mueve igual para ver una obra, mientras que en Madrid la costumbre de aventurarse es menos común. Si una obra anda bien, queremos que esté en cartel más de tres semanas. El espacio que tenemos es para unas cincuenta o sesenta personas, y confiamos en que lo que vamos a programar será convocante. Por otra parte, en España todo es más estable que en Argentina, eso es evidente, pero igual nosotros somos bastante precavidos. Vamos esperando que la realidad nos indique cuál debería ser el próximo movimiento”.
Pero la agenda de Tolcachir tiene todavía más compromisos: el 21 de marzo estrenará, como director y en el Paseo La Plaza, Mejor no decirlo, una comedia de la dramaturga francesa Salomé Lelouch que protagonizarán Mercedes Morán y el español Imanol Arias. Serán solo diez semanas de funciones. En abril, ya estará de nuevo en España para meterse de lleno en los últimos detalles de Anna Capelli, un monólogo escrito por Anniballe Ruccello que la actriz italiana Valentina Picello interpretará en Nápoles, Italia. Y mientras tanto seguirá escribiendo una nueva obra que tiene fecha de lanzamiento asegurada (noviembre de 2024) en el Centro Dramático Nacional, que cuenta con dos teatros muy importantes en Madrid, el María Guerrero y el Valle-Inclán.
“De solo pensar en todo lo que viene me pongo nervioso”, dice él. Y lo cierto es que las exigencias son muchas. Porque Tolcachir nunca se desvincula completamente de la docencia, uno de los motores principales del proyecto Timbre 4, que actualmente ofrece un entrenamiento actoral a partir del clown que dicta Tamara Kiper y una escuela para actores y actrices para la cual él, Perotti y Gerardo Otero han delineado metas claras: “El actor o la actriz que imaginamos es alguien libre, creativo, arriesgado y muy personal. Que pueda disfrutar del proceso de trabajo con pasión y minuciosidad. Una actuación honesta, transparente, habitada de universo personal, genuino”, dice la web española de Timbre 4.
“Nosotros entendemos al teatro como celebración –sostiene Tolcachir–. El año pasado, de hecho, empezamos a hacer fiestas en el Café Berlín de Madrid. Y algunos alumnos venían con la idea de que iban a escuchar una charla mía, una disertación, pero se encontraban con una fiesta, con gente bailando y divirtiéndose. Nos preguntaban qué festejábamos (risas). En los tiempos más duros para Andamio 90 (otro caso de teatro/escuela porteño), Alejandra Boero, de quien fui asistente y discípulo, decía ‘bueno, hagamos una fiesta para cambiar la energía’. Lo decía alguien que ya tenía 80 años. Ese es el espíritu que tenemos”.
Aún con esas convicciones, Tolcachir admite que la situación actual de la Argentina lo inquieta. “Es que me cuesta pensar en algo positivo de todo lo que está pasando ahora en el país –afirma–. A nosotros, por ejemplo, nos resulta casi imposible determinar cuánto debería costar una entrada para una obra o si la gente va a poder pagar una cuota para un taller de ahora en más. Creo que casi todos van a tener prioridades muy básicas: pagar el alquiler y la comida, antes de pensar en cualquier otra cosa”. Les gusta mucho la palabra emprendedor, pero lo cierto es que para cualquier emprendedor independiente, “sea del rubro que sea, las cosas están muy complicadas si el consumo se reduce a lo básico”.
Timbre 4 es en Argentina un caso de éxito. Construyó en sus más de veinte años de existencia una imagen, un prestigio y un público que le es fiel. Pero no todo es color de rosa: “Nosotros dejamos de crecer en 2015. Hasta ese año ampliamos aulas, sumamos equipamiento e incorporamos profesores –explica Tolcachir–. Pero de ahí en más fue resistir la caída. Y eso empezó antes de la pandemia, con el gobierno de Macri. Lo que noto es que las discusiones que se están planteando hoy son equivocadas. Toda la plata que entra por subsidios del Instituto Nacional del Teatro (INT), por ejemplo, no se la queda nadie. Se va en gastos y además genera movimiento económico: les pagas a un técnico o a un carpintero, la gente viene al teatro y además de ver la obra se toma un café ahí mismo o en los bares del barrio, o come en alguna parrilla de la zona. Es una cadena productiva que evidentemente no conocen y no entienden. Nadie se hace millonario haciendo teatro en Argentina. Está todo pensado desde el prejuicio y para la tribuna. Eso que hoy se dice con tanta ligereza, ‘yo no le debo nada a nadie’, revela una enorme inconsciencia. Me parece que se votó pensando que no había nada para perder, pero sí que hay mucho para perder”. ß
- 1
- 2
Un ómnibus chocó con un camión y se prendió fuego: 32 muertos
- 3
Giorgia Meloni, el Papa Francisco, un gobernador peronista y un “ídolo” libertario: el podio de quienes le hicieron regalos a Javier Milei
- 4
Simeone, De Paul, Álvarez, Molina: el Asadito mecánico del Atlético de Madrid cocinó un triunfo histórico en Barcelona