El cabaret no es verificable
Dejemos que las redes sociales compartan sin coacciones aquello que no es información estricta sino juego, inspiración y disfrute
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Hace unos días circuló en redes un video en el que se veía a un señor en un avión que sufría una crisis de nervios. La escena mostraba la inquietud de los pasajeros y lo infructuoso de los esfuerzos por calmarlo.
En la confusión, quien parecía su compañera comienza a cantar una canción amorosa que prontamente acompaña el resto del pasaje, lo que finalmente consigue calmar al atribulado señor.
Estos videítos inspiracionales ganan rápida popularidad en las redes sociales. Los mensajes edificantes junto con los memes y los tutoriales son los más compartidos y comentados. Mucho más que los contenidos hostiles que solo los fanáticos comparten en sus reductos polarizados. La mayor parte de la humanidad prefiere enviar sonrisas y corazoncitos a sus conocidos.
Como mi algoritmo sabe que prefiero este tipo contenidos, me había mostrado varias veces ese video. Incluso llegué a verlo en algún programa de televisión y en algunos portales. En un momento de la cadena de felicidad, apareció la patrulla verificadora para borrar la sonrisa universal advirtiendo en titulares que el video era “falso”. Según el expedito equipo verificador de Radio Televisión Española, la escena era un ejercicio de actuación del Henderson Drama Club publicado en 2022 que tenía a ese momento 1,6 millones de vistas.
Según se deduce del mismo informe, el video no era fraguado. Existía en una cuenta con medio millón de seguidores en TikTok que, como su nombre indica, recrea situaciones cotidianas más o menos verosímiles, peor o mejor actuadas. Tampoco sería mentira, en la medida en que una representación teatral escapa a esa categoría. A lo sumo, incurrieron en falsedad quienes, dedicándose a la información, lo presentaron como noticia.
La humanidad necesita un lugar donde circulen con desenfado parábolas universales en situaciones cotidianas, en el plano idílico o el ridículo. Donde cualquiera pueda hacer mímica de lo que se le antoje, bailar impúdicamente y se compartan extravagancias
Como estos videos suelen ser piezas que despiertan mucha atención, los medios tradicionales quieren ser parte de la fiesta. Entonces, se lo llevan a sus páginas, a ver si se derrama alguno de esos millones de clics en las otras noticias. Es cuando se presentan en un soporte noticioso que importa si se trata de una representación dramática o un hecho real, si ocurrió en 2022 o el día de ayer, si la persona aludida existe o es una identidad ficticia.
La verificación es la forma en que los medios preservan el privilegio de ser guardianes de la información.
Las redes sociales cumplen otro servicio. La humanidad necesita un lugar donde circulen con desenfado parábolas universales en situaciones cotidianas, en el plano idílico o el ridículo. Donde cualquiera pueda hacer mímica de lo que se le antoje, bailar impúdicamente y se compartan extravagancias.
Quienes no son habitués de ese cabaret que son las redes sociales, entran cada tanto y salen escandalizados de las misceláneas que vieron en la pantalla. Como las viejas ligas de moralidad, deducen del entrevero la perdición de la humanidad y, en nombre de la protección de seres indefensos, verifican hasta los memes. Suponen que la humanidad entra a TikTok pensando que se trata de un templo de verdad.
Nadie sabe, a ciencia cierta, cuántas personas del millón seiscientos que vieron el video motivacional lo confundieron con una noticia. Aunque sí sabemos que no es la mejor idea aclarar del error al supuesto grupo confundido tratando al conjunto como lelo. La peor estrategia para ganar lectores para los medios es subestimarlos como usuarios de redes sociales.
La parábola de humanidad que proponía el video no cambia si se trata de un registro testimonial o una situación dramatizada. Desde el teatro griego, la catarsis intenta mover emociones con recursos retóricos. Es la información la que debe ser verificada. Incluida la presunción de que la humanidad que disfruta de las redes sociales lo hace engañada.
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