Diseño argentino. Los afiches que cuentan los últimos 20 años de nuestra vida
Fabián Muggeri editó un libro que recorre las obras y los protagonistas del arte gráfico. Entre 2000 y 2020, este tipo de arte se reinventó y se hizo presente en nuestra vida cotidiana.
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El diseñador gráfico Fabián Muggeri destrabó su propio nivel de coleccionista serial de piezas gráficas. Durante 20 años atesoró afiches, guardó tapas de discos, rediseños de revistas y periódicos, folletos, programas de teatro, portadas de libros, infografías. Dio un paso al costado, puso su ego en remojo y gestionó el de sus colegas. El ego no es menor en el caso de los diseñadores y diseñadoras que suelen estar detrás de bambalinas. A través de las 227 páginas el libro Diseño Gráfico Argentino 2000-2020 (Editorial Muchos Libros Felices) funciona como homenaje a aquellos profesionales cuyo trabajo es la carta de presentación de artistas, autores y músicos. Pero sus nombres, muchas veces, se tornan invisibles.
“Soy de esa escuela, la de una camada que se formó en los 90. Con muchos nos cruzamos en el camino. Otros se convirtieron en referentes y resultan claves para entender la evolución de la disciplina”, señala Muggeri, compilador que, llamativamente, excluyó su obra del volumen declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de Nación. “Lo hablé en terapia”, confiesa el responsable de rediseñar la identidad del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) y estar a cargo del equipo de diseño del Centro Cultural Kirchner (CCK). Graduado en la Universidad de Buenos Aires, desarrolló la identidad visual de distintos organismos e instituciones culturales.”Este libro resume mi ADN”, reconoce.
Generoso con sus colegas, Muggeri se puso el traje de arqueólogo para identificar aquellos dispositivos que marcaron a más de una generación y poner en blanco sobre negro a los autores de esas piezas.
La selección, amplia y documentada con precisión quirúrgica en cuanto a descripciones, fechas y demás entradas que facilitan la ubicación de esa pieza en el tiempo e incluye un relevamiento exhaustivo de afiches. Artefactos urbanos efímeros, emisores de mensajes artísticos, dueños de una identidad propia, los afiches cumplen una función clave: informar. Esta comunicación, según Muggeri, es clave para anunciar un evento. Afiche, cartel o póster son los términos del habla cotidiana que, a pesar de contar en la actualidad con significados claros y distintivos, comparten una estrecha historia en común”, señala Muggeri. Y determina sus inicios a mediados del siglo XIX. “Si bien hoy las tres palabras son parte del idioma español y pertenecen a un mismo campo semántico, hacia 1860 el vocablo affiche era sólo propio del habla francesa, así como poster de la lengua inglesa, y ambos hacían referencia al mismo objeto, un fenómeno que rápidamente se extendía cubriendo los muros de los distintos centros urbanos europeos. En España se denominó como cartel”, repasa.
En el libro hay varios trabajos que recurren al afiche como pieza de comunicación, el apartado con cinco afichistas destacados parte de una decisión personal del autor. La intervención “Retratos”, de acuerdo al artista que firma como Nazza Stencil es un trabajo con pueblos originarios. “Es en la mirada donde el miedo anida, pero también donde puede nacer el respeto”, señala. En tanto, el afiche “Abuelas corazón”, de San Spiga, recupera el pañuelo blanco emblemático de las Madres de Plaza de Mayo con un corazón y la leyenda “Ni un paso atrás”. “Una catarsis colectiva para lograr la síntesis gráfica de todo lo que representan las Madres; lucha, coraje y sobre todo, amor”, dice el artista. “Amar, luchar, vivir”, de Onaire; “Araña/Fake News”, de Coco Cerrella o “Atención”. de Prensa La Libertad integran este capítulo. . “Son piezas memorables”, destaca Muggeri.
Además, se presenta el desarrollo de distintos afiches que componen la identidad visual de instituciones. Como la del Museo de Arte Moderno, cuya familia tipográfica desarrollada por Marcela Romero, Héctor Gatti y Pablo Cosgaya de Omnibus-Type ganó el Primer Premio de su categoría en la Bienal de Diseño de FADU UBA.
El Teatro Cervantes también cuenta su historia gráfica. El responsable del diseño, Martín Gorricho destaca: “El Cervantes tenía una imagen de mucho prestigio pero también de solemnidad. Se lo percibía clásico, tradicional. La apuesta fue salir a la calle con afiches que escaparan a las lógicas tradicionales, con un discurso inusual, plástico y retórico. Los carteles fueron desconcertantes, divertidos, inquietantes y perturbadores”, apunta Gorricho sobre el resultado que logró entre 2017 y 2020.
En el área cultural se destaca la identidad de la feria ArteBA, que entre 2003 y 2020 estuvo a cargo de Marius Estudio. “El reto fue la creación de piezas comunicacionales en diferentes soportes para un evento multitudinario con tiempos límite muy cortos”, observa Marius Riveiro Villar.
El afiche en letras blancas y rojas: “Comer rico hace bien. Masticar”, que invitaba a participar de la feria de cocina argentina, fue un trabajo del estudio Yani&Guille, quienes diseñaron una familia tipográfica que se convirtió en el sello del evento. “Fue un ejercicio creativo constante, un desafío”, dicen Yani Arabena y Guille Vizzari. Para Narda Lepes, la chef que forma parte de la organización de la feria, señala en el libro que desde la gráfica les permitió jugar con la temperatura colectiva, cambiar el tono de las frases –de preguntas a imperativos-, y de esta forma anticipamos lo que venía año a año”.
“Al igual que el cine y la fotografía, el afiche está predestinado a existir en múltiplos –detalla el compilador –. Su reproducción, al contrario de lo que sucede con las obras premodernas, como los dibujos y las pinturas, no afecta su calidad estética ni lo convierte en una copia de inferior valoración”.
La colección de afiches no sólo le permitió a Muggeri ponderar y revisar el impacto social de esta pieza, sino que también funcionó como estímulo para investigar distintas cuestiones vinculadas a sus orígenes. “Surge como una forma artística con un objetivo concreto bajo las condiciones históricas específicas del capitalismo moderno. El afiche logró sobrevivir a las múltiples y numerosas transformaciones que se sucedieron tanto dentro como fuera de la esfera artística sin modificar, a grandes rasgos, las características que lo constituyen como tal –explica –. Aunque el cartel comercial sí mutó y se adaptó a las transformaciones económicas, sociales y tecnológicas, el afiche ha conservado, más allá ciertos avances técnicos, el mismo modo de producción y circulación desde su aparición a mediados del siglo XIX”.
Muggeri despliega las características de esta pieza tan arraigada en la comunicación: “La reproducción masiva de copias, la interrelación de texto e imagen, el tamaño del pliego del papel y su recepción pública y comunitaria son características que el afiche ha mantenido a lo largo de sus 150 años”.
Para el diseñador, el gran cambio se produjo con el crecimiento del paste up, la herramienta que mezcla el arte callejero con elementos comunicacionales del afichismo, para el que se utilizan piezas de distinto tamaño pegadas en un mismo plano y que juntas arman una narrativa propia.
Visibilizar a sus colegas fue parte del reto, y para reforzar el concepto Muggeri entrevistó a algunos referentes, como a Juana Molina. Las tapas de los discos de la cantante que realiza Alejandro Ros son dispositivos artísticos con peso propio. “Cada trabajo es como una sublimación del que se lo pide”, pondera Molina sobre el diseñador. Y cuenta detalles del backstage: “Nos encontramos, escuchamos el disco y Alejandro se empieza a inspirar –cuenta la artista–. No le interesa que sea algo lindo. Lo lindo no va muy lejos. Tiene que tener una razón, una idea”.
“Son procesos de juego y experimentación”, agrega Ros, al frente del arte de tapa de discos como Rara, Un día, o Halo, entre otros.
Valeria Dulitzky y Julieta Ulanovsky, las diseñadoras del estudio ZkySky comentan sobre su forma de trabajar: “Traducimos ideas y contenidos en piezas y productos. Como editoras, el cliente somos nosotras y es refrescante estar del otro lado –contemplan las autoras de libros como Divino Barolo, Extraordinario Planetario y de la identidad del Viejo Hotel Ostende, con postales, afiches, flyers y hasta una playlist–. Ese lugar nos enseña a preguntar y argumentar, nos permite madurar y mejorar las ideas”.
Otra de las voces que suenan fuerte en la escena es la Juan Lo Bianco, de autor de la identidad visual de la Universidad Nacional de San Martín, donde dirigió el Posgrado de Diseño. “El objetivo –puntualiza–, fue desarrollar un programa abierto que representara la diversidad académica de un modo igualitario e integrado al conjunto de la Universidad”.
En línea con poner el foco en las herramientas, las estrategias y, sobre todo, las personas detrás del diseño, Muggeri repasa en el libro las trayectorias de sus colegas. Desde Grupo Doma y Leandro Ibarra, hasta Sael, Ezequiel Cafaro, Laura Varsky y Paula Mizrahi. Son más de 50 profesionales que dejan grabadas sus improntas en mensajes visuales. A la mayoría se le preguntó cuál es la clave de un buen diseño. Las respuestas forman parte de la sección “En primera persona” del volumen. “12345678″, disparó Juan Pablo Cambariere. “El equilibrio entre la pertinencia y el riesgo”, dijo Santiago Guerrero. “Que resuelva el problema que tiene enfrente”, apuntó Hernán Berdichevsky. “Un buen diseño es aquel que sabe interpretar la realidad que lo circunda y tiene las herramientas necesarias para modificarla en relación a ciertos objetivos”, analizó Laura Varsky. “La consecuencia de un buen entendimiento, de una relación de confianza y respeto”, agregaron desde el estudio ZkySky.
“Como toda selección o antología, también puede considerarse un capricho. Pero las ausencias, que siempre pueden ser subrayadas, están bien representadas por diseñadores o estudios que dan cuenta de determinado interés, de las derivas posibles que el diseño puede asumir. Es un catálogo de trabajos que me han inspirado y que, no tengo dudas, inspirará a otros”, apunta Muggeri. Y ante la pregunta de si son los mejores en lo suyo, no duda: “Muy probablemente”.
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