De eso sí se habla, el abuso y el acoso sexual entre varones
El documental “Spacey Unmasked” que sigue de cerca el ascenso de Kevin Spacey y la serie “Bebé Reno”, develan violencias antes silenciadas y consideradas tabúes
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“No hay monstruos y no hay santos, todos somos un mix de cada cosa”, comentaba en una entrevista reciente la directora del documental que está sorprendiendo a las audiencias y medios especializados con su crudeza, Spacey Unmasked. Le llevó al menos dos años a Katherine Haywood conseguir los testimonios necesarios para narrar esta historia, que incluye diez relatos de abuso que se cuentan por primera vez en cámara.
El documental estrenado hace poco más de un mes por la cadena Max (ex-HBO) ofrece, por un lado, un racconto de las distintas acusaciones que llegaron a tribunales en estos últimos años y que empujaron a Spacey a un debacle profesional. A partir de los relatos de quienes se animaron a hablar en aquella oportunidad, otras voces ofrecieron los testimonios que hoy forman parte del film.
Los motivos de estos diez hombres de distintas edades y trayectorias para hablar ahora difieren, pero todos han decidido pronunciarse públicamente, en parte para que otros no pasen por lo mismo y, quizás también, como forma de reparación personal tardía pero necesaria. Sin embargo, esto era algo que no estaba planeado en un comienzo, y Haywood reveló que las víctimas solo iban a compartir sus traumáticas experiencias con ella.
Asimismo, la docuserie recorre algunos hitos de la compleja infancia y adolescencia de Spacey, con filmaciones caseras y entrevistas a su hermano, y también contiene recortes de entrevistas viejas al actor cuidadosamente elegidas, que sirven como contrapunto para enfatizar o evidenciar aspectos de la personalidad del mismo. El collage que va armando Haywood, como adelanta al comienzo de este artículo, tiene la virtud de no encuadrar de forma trivial –como villano o víctima– al actor, y a la vez preguntarse por las distintas formas que puede tomar el abuso o acoso sexual entre varones, tema tabú si los hay, y las ramificaciones psicológicas, emocionales y sociales del mismo.
El recorrido comienza con la conflictiva crianza en casa de los Spacey, en el que una educación que a priori parece férrea o tradicionalista, se termina revelando como violenta y abusiva, ya sea por el constante maltrato físico, naturalizado en el seno de la familia, como por el extraño vínculo paterno con el nazismo. Su excéntrico hermano Randall Fowler (67), también artista, relata los abusos sexuales cometidos por su padre a quien acusa de violación y que provocaron que abandone el hogar en su adolescencia, dejando a Kevin solo y desprotegido.
De su formación temprana como actor y su extroversión por momentos explosiva, a los éxitos en Broadway y su posterior ascenso relativamente meteórico con films como Seven y Los Sospechosos de siempre, a la caída que se produce con las acusaciones por “comportamiento sexual inapropiado” durante las filmaciones de la serie de Netflix, House of Cards.
Aunque cabe destacar que éstas no fueron las primeras acusaciones, ya que Spacey venía recibiendo denuncias por agresiones sexuales desde 2001, sobre todo a partir de 2004, cuando pasó a ser director del teatro Old Vic de Londres, rol que le confería poder sobre alumnos, actores y los trabajadores del teatro. La particularidad de las acusaciones de 2017 es que coinciden con el inicio del movimiento #Metoo y el publicitado caso contra Harvey Weinstein. Todo esto produjo una oleada irremontable de mala publicidad que sintonizó con el momento cultural, y que entre otras cosas obligó a Netflix a desvincularlo, para luego demandarlo por 31 millones de dólares por los daños patrimoniales causados por sus conductas (aunque se logró que la cifra disminuyera haciendo responsables a las aseguradoras). Algo bastante llamativo si tenemos en cuenta que, por un lado, no existían precedentes legales de este tipo de demandas y, por otro, si consideramos que es el único juicio que ha perdido a la fecha y la única condena que el actor ha recibido por su comportamiento abusivo.
Lo que marcan los fallos en los tribunales a seis años de algunas de estas denuncias es que fue absuelto en dos causas penales tanto en EEUU como en el Reino Unido, y esto sin contar los arreglos privados entre partes o los casos que jamás se judicializaron. En éstos se concentra principalmente el documental, que algunos dice está generando nuevo oleaje en un mar que parecía calmo y que hace peligrar la posibilidad de un resurgimiento.
Si el abuso sexual es un tema que todavía hoy no tenemos procesado como sociedad, quizás el abuso sexual entre varones (de hombres hacia otros hombres o diversidades) sea aún menos corriente de abordar y tratar. En lo que va del 2024 ya han habido al menos dos productos recientes, éste documental y la viralizada serie Bebé Reno (Netflix) que muestra la vergüenza del protagonista que lidia con las consecuencias psicológicas de un encuentro sexual no consensuado entre hombres. Situación que proviene de la propia vida de su creador y actor, Richard Gadd.
“La agresión sexual con los nombres que tenga dentro del código penal, abuso sexual, abuso agravado por el vínculo, etcétera. lo realizan fundamentalmente los varones. Más del 95 por ciento de las agresiones a otros varones, niños, niñas o mujeres, lo realizan los varones, es decir, es una práctica masculina que es un nivel de violencia que sostiene lo que se llama cultura de la violación – contextualiza el especialista en estos temas y médico psiquiatra Enrique Stola–. Entonces cuando hablamos de varones tóxicos que abusan o de la agresión sexual de un varón a otro, y sostenemos el tabú, lo que estamos invisibilizando es la dominación masculina” .
A través de testimonios que nunca antes habían salido a la luz tanto de hombres británicos como estadounidenses, podemos observar cómo los mandatos de masculinidad hegemónica obstaculizan que las víctimas puedan hablar y compartir lo sucedido con otros, además de negarles la posibilidad de mostrarse vulnerables, e incluso producen sentimientos de culpabilidad o vergüenza por lo sucedido. Algunos confiesan que la reacción más común ante sus relatos es no acreditar que los hombres también puedan ser intimidados o acorralados por otros varones: “¿Por qué no le diste un puñetazo?”, es una pregunta recurrente que les hacen.
“A los varones que fueron agredidos sexualmente les cuesta hablar precisamente porque el ser destinatarios de una agresión sexual te pone en una condición de vulnerabilidad, que de por sí está muy enemistada con el mandato normativo de masculinidad, con el asumirse en una situación de fragilidad que no es interpretada como una situación, como una contingencia, sino como algo que permeabiliza la identidad misma–explica Lucho Fabri, coordinador área de masculinidades de Grow e Integrante Instituto masculinidades y cambio social (MasCS)–.En la cultura heteropatriarcal el ser agredido sexualmente como hombre no sólo devalúa tu masculinidad, sino que directamente te la quita, entonces es muy desafiante para la subjetividad masculina poder asumir la posibilidad de esa pérdida, ante la mirada propia y de otros que juzguen la agresión en esos términos”.
A diferencia de lo que sucede con las denuncias de abuso realizadas por mujeres es que, como dice Fabri, éstas se realizan en un contexto colectivo de lucha y sostén. “Han construido recursos colectivos para de algún modo contar con audiencia, con gente que las escuche, que las crea, que no las invalide, que no las cuestione y poder ir superando alguno de esos temores, o permitiéndoles enfrentarlo con mayores herramientas. Los hombres, a diferencia de las mujeres, no contamos con interlocuciones colectivas para tramitar los efectos que los abusos tienen sobre nuestras vidas”. En este sentido, la directora espera que estemos en el punto de inflexión de un movimiento masculino #MeToo, que no le quita importancia o minimiza lo que pasan las mujeres, pero agrega otra capa a la conversación.
En una de las tantas declaraciones que ofreció Richard Gadd, el creador de Bebé Reno confesó: “Creo que estamos en una sociedad oscura que presiona a las víctimas de abuso sexual para que resuelvan sus problemas. Obtuve una gran catarsis haciendo programas como Bebé reno. Me curé a partir de eso y nunca voy a nombrar a las personas en la vida real detrás del show”.
El documental Spacey Unmasked muestra, además, la dificultad que tuvo Kevin durante toda su vida adulta para asumir su sexualidad y vivir como persona pública siendo gay. De hecho Haywood reproduce fragmentos de entrevistas en la que Spacey dice que no tiene ningún interés en revelar nada sobre su vida interior a la prensa (orientación sexual, con quién podría tener relaciones, su infancia, etc), que dan lugar a entender que tanto la violencia intrafamiliar sufrida como la incapacidad para reconocer y asumir su propia identidad sexual, jugaron un papel en moldear la personalidad esquiva y perturbada del actor. Pronunciarse como gay en Hollywood en los años 90 era algo impensado o bien que podía acabar con carreras, el documental pone como ejemplo el caso de Ellen Degeneres y otros, por lo que Spacey además de tener encuentros abusivos o violentos con otros varones, también vivía en su propio closet.
“¿Era posible, por ejemplo, que un hombre en la década del 90 pudiera vivir un romance en su colegio con un compañero? No, claramente no lo era. Preguntarse habilita una reflexión acerca del mecanismo que llevaba a que muchos varones tuvieran que experimentar su sexualidad en la oscuridad y con personas que aprovecharon fuertemente ese contexto para hacer uso y abuso de su poder –sugiere Cristian Treves, técnico superior en psicología social y autor del libro Lo que Momo nunca supo de mí–. En este ejemplo vemos que la misma sociedad es la que presiona para que ciertas cosas se queden en la oscuridad”.
Otro punto que causó fuerte controversia y enojo por parte de la comunidad queer en los Estados Unidos fue la manera en que Spacey eligió salir del closet: mediante un tweet confesional ante las alegaciones sobre abusos sexuales, y más a modo de defensa que de relato honesto o statement inclusivo, volviendo una vez más la atención sobre él y no sobre las víctimas damnificadas. A esto le siguió un video al estilo Frank Underwood de House of Cards. El enchastre ya estaba hecho y muchas organizaciones civiles pusieron el grito en el cielo ante la confusión de conceptos y la asociación entre la posibilidad de vivir vidas homosexuales plenas y el abuso a menores de edad –muchas de sus víctimas fueron hombres muy jóvenes–.
Tal vez el aspecto menos sorprendente de Spacey Unmasked sea la revelación de las dinámicas de poder de la industria del entretenimiento, que como en el caso de Weinstein, denotan un entramado por parte del entorno del actor, de cierto conocimiento o sospecha de los hechos, pero que no intervinieron. Inclusive en algunos casos se ven mujeres parte del staff técnico de House of Cards admitiendo sus sospechas y contando cómo intentaban proteger a los varones del cast, sin poner en evidencia a Spacey o hacer peligrar sus trabajos. De hecho, sorprenden los relatos de alivio por parte de estas mujeres al no ser, por una vez, presas de los varones, aunque también se trasluce la frustración al no poder socorrer a los compañeros.
Spacey niega haber participado en acoso sexual u otra conducta ilícita en relación con House of Cards, aunque dice que “participó en una cultura generalizada en el set llena de insinuaciones sexuales, bromas y payasadas inocentes, pero nunca acosó sexualmente a nadie”. También minimiza el haber coqueteado con veinteañeros, y sostiene que el haber tenido encuentros de índole sexual e informal con algunas de las personas en los programas o el haber realizado avances sexuales no deseados, no debería ser considerado un delito. Sin embargo, los testimonios refieren a los encuentros o situaciones con Spacey como agresiones o avances no consensuados.
Si bien en ninguno de los testimonios el documental explicita que Spacey haya ofrecido oportunidades laborales a cambio de favores sexuales, es un hecho sobrentendido. Consultado por los documentalistas alegó que no se le había proporcionado el tiempo ni los detalles suficientes para poder responder a las acusaciones de la producción. “He negado consistentemente, y ahora defendido con éxito, numerosas acusaciones hechas tanto en los EE.UU. como en el Reino Unido, tanto penales como civiles, y cada vez he podido obtener pruebas que socavan las acusaciones, el jurado me ha creído”, dice el comunicado oficial.
A pesar de todo Spacey ha recibido el apoyo de colegas como Liam Neeson, Sharon Stone, Stephen Fry y de músicos como Elton John, y fueron varios los que pidieron por su rehabilitación una vez que la justicia se expidió. Nada de eso pareció evitar la cancelación masiva, que le dieran de baja varios proyectos y su caída en la popularidad. “Hay 10 hombres en esta película, pero hay muchos más hombres que han experimentado este tipo de cosas. No me refiero solo a Kevin o al mundo del entretenimiento, sino a todos los ámbitos de la vida – enfatiza Haywood–. Ahora es el momento de hablar”.
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