Con soldados y uniformes del Ejército recrea fotografías de batallas patrias que parecen pinturas
Gonzalo Lauda se dedicó a la publicidad y a las producciones de moda hasta que decidió recrear contiendas militares con los Granaderos y los Patricios
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San Lorenzo, Chacabuco, Maipú, batallas de la Independencia, escenas de pleno combate durante la segunda Invasión Inglesa, Malvinas. Como en una pintura, las fotos de contiendas militares que logra Gonzalo Lauda son, increíblemente, tomadas en el presente gracias a un minucioso trabajo de producción en el que los protagonistas son soldados. Realizada junto al Ejército Argentino, la serie Batallas verán la luz en los próximos días en su cuarto libro.
Las imágenes, que reproducen batallas argentinas, se gestaron una noche en la cabeza de Lauda, mientras miraba la película María Antonieta (2006), de Sofia Coppola. “Quise hacer algo parecido. Para una foto mía, que se llama Un beso para Fragonard, intenté alquilar los vestuarios y no los conseguí. Decidí armar la escena con lo que había, tratando de usar lo más contemporáneo”. A partir de entonces, el fotógrafo fanático del romanticismo siguió con esa línea de trabajo, pero cruzándose con dificultad al conseguir el vestuario. Para sus temáticas militares, la solución vendría de la mano del Ejército.
La relación de Lauda con la fotografía comenzó a los 25 años, en el garaje de la casa familiar, “peleándome con mi pobre padre que quería que lo siguiera en su empresa textil. Yo seguí mi camino. Hice un curso con Pedro Luis Raota, con Fabiana Barreda”, cuenta. Durante muchos años se dedicó a la fotografía de moda y a la publicidad de grandes marcas, que “fue lo que me dio la capacidad de producir esas cosas tan grandes”. También realizó trabajos para el exterior. No dejó rubro sin abordar, desde autos, alimentos, moda. “Pero sentí que el arte me daba más emoción. Tenía que poner algo personal”, confiesa.
Hace 15 años, aumentó su deseo de dedicarse más a la foto artística, pero fue definitorio un problema de salud que tuvo mientras trabajaba, y cerró la productora. “Sigo haciendo publicidad, pero tengo un espacio en San Isidro donde cuelgo cuadros, hago mis fotos y, si me llaman de publicidad, lo hago, pero no tengo esa estructura gigante que tenía antes”, dice.
“Cuando viajé a las Malvinas para hacer el libro, conocí a un militar retirado y le comenté mi idea. Este militar me abrió las puertas y empecé a llamar a uno por uno”, cuenta. Así, las primeras fotos se hicieron con los Patricios. Más tarde llegaría el turno de los Granaderos, con quienes Lauda partió a San Lorenzo para recrear la famosa batalla. Después vendrían las escenas montadas en Salta, Tupungato, Uspallata, Comodoro Rivadavia y Santa Fe.
“Hacía las batallas según los uniformes que conseguía. Me llamaban y me decían: ‘está el regimiento de Las Heras número 11 de Tupungato’ Me iba a Tupungato, en Mendoza, hablaba con los jefes, repasábamos la historia, me contaban anécdotas y hacía la recreación. Empecé a estudiar Historia para saber un poco más porque me gusta y me interesa, pero no es mi fuerte”, se sincera. Todas las escenas que recreó están trabajadas con soldados y uniformes de verdad. Lo que es logística –trajes, caballos, armas, lugares– está también provista por el Ejército. Por su lado, el fotógrafo puso a disposición del proyecto vestuaristas, maquilladores, asistentes, alquiler de equipos y post producción.
Más tarde recibió todo el apoyo necesario para recrear Malvinas. “Ahí no quise hacer fotos de la guerra. Me encontré con un paisaje desolador. Empecé a interiorizarme y a vivir más la historia de las Malvinas cuando conocí a excombatientes”, agrega. Su intención, entonces, fue reivindicar a los soldados. “No justifico la guerra, pero es un hecho que pasó”. Sobre el tema batallas, dice: “A mí la historia cuando iba al colegio me la contaron muy aburrida. Entonces la idea era traer las fotos. Ahora pasa que los chicos miran las fotos, reconocen a Cabral, los Andes, y hacen preguntas. La idea es generar eso”.
El morrión, las botas y el sable de los Granaderos… “Antes andaban descalzos. Tampoco San Martín andaba en caballo blanco ni los Granaderos con esos caballos divinos que tienen ahora. Todo es un imaginario que yo traté de realzar. Me gusta el romanticismo”. Detrás de cada foto hay mucha dedicación, un armado meticuloso y un aceitado trabajo de pre y post producción. “Están los soldados, los camiones, la comida, el veterinario, el médico. Hay todo un protocolo atrás. Un día un soldado se cayó del caballo y se lastimó. Tratamos de hacerlo con un protocolo de cuidados para todos. Diez caballos corriendo es peligroso”, describe.
En cuanto a los diseños de las escenas, siempre estuvieron a cargo de Lauda. Pero hay dos que copió de cuadros: la de la muerte de Güemes y otra de artillería en la trinchera, del pintor español Augusto Ferrer-Dalmau. En la réplica de la Batalla de San Lorenzo está presente la figura de Cabral: “Recreé el accidente. Ahí me llevaron un caballo que se hacía el muerto”. ¿Cómo logró este nivel de fotografía, semejante a una pintura? Por su experiencia en la publicidad”. Además de continuar con su saga de caballos y paisajes, proyecta trabajar sobre nuestra identidad recorriendo la Argentina, valorizando a la gente que no quiere dejar su pueblo.
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