Chayanne: “Antes había una línea que separaba la vida privada de la pública”
Con un nuevo disco después de nueve años, el artista de fama internacional se adaptó a los tiempos del TikTok y la música urbana, pero reniega de tanta exposición
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A los 55 años, con casi 50 dedicados a la música –se inició a los 5, de casualidad, acompañando a su hermana Clara al coro de una iglesia; ella tocaba guitarra, él hacía los palitos–, Chayanne superó el doble desafío de haberse sabido moldear en las etapas más decisivas de una vida: la primera vez, a fines de los 80, para poder pasar de un público adolescente a uno adulto; y ahora, ya maduro, para entrar al radar de los centennials, hijos probablemente de sus históricos fans. Es una facultad, la de una digna evolución, reservada solo para unos pocos artistas y que él, en un patio tan excedido en géneros y en nuevos artistas como el actual, disfruta cómodamente, tomado de la cintura de Bailemos otra vez, el disco número 25° de su carrera.
Bachata, ranchera, regatón, pop urbano y regional mexicano son algunos de los ritmos con los que se anima y desde los que, dice, se está redescubriendo la música romántica. Y lo hace de la mano de algunos de los compositores, productores e ingenieros de sonido más importantes hoy en el mercado, como Julio Reyes Copello, Andy Clay, Edgar Barrera o Rafa Arcaute –referentes en fusión de estilos latinos y creadores de varios de los temas que están haciendo bailar a millones de personas en medio planeta–. También, del argentino Afo Verde, exguitarrista y vocalista de la Zimbabwe Reggae Band, productor artístico de figuras como Serrat, Sabina, Soda Stereo y el Bahiano, presidente y CEO de Sony Music Latin-Iberia desde hace 10 años y uno de los ejecutivos más exitosos de la industria. “Toda gente que está metida de lleno en esto, no solamente conmigo, sino con cantidad de artistas como Ariana Grande, Lali, Maluma, Camilo, Mau & Ricky, Prince Royce o Yatra, con lo que tuve una idea muy pura de lo que está pasando”.
Habla con LA NACION por zoom. De humor impecable y presumiendo de sonrisa –¿cómo no?– explica la motivación que lo llevó a encerrarse en un estudio después de 9 años para grabar un álbum entero: “Las conversaciones que se tenían eran con respecto a una pregunta central: ¿Cómo lo hacemos bueno? La respuesta era que, pues, aunque tendría que ser muy actual, la prioridad sería que yo me sintiera verdadero con el disco y con el sonido. Otra de las cosas bonitas es que se hizo en 5020 [santuario creativo de Sony en Miami]. Quizás para otra gente no signifique nada, pero para mí es energía, porque fue allí donde nacieron éxitos como ‘Lo dejaría todo’, ‘Atado a tu amor’, ‘Salomé’ y ‘Torero’”.
–¿Cuál es el fenómeno particular que se sigue dando hoy con tu público?
–Mira, yo arranqué profesionalmente en el año ‘79 con Los Chicos, que era un concepto de grupo de niños similar a lo que fue Menudo y con el que tuvimos mucho éxito, especialmente en Centroamérica. Mi carrera en solitario empezó a los 17, tocando en los mismos sitios en donde había estado con este grupo. A partir de ahí grabé en España y luego me fui a grabar a Los Ángeles. Tenía mi base en México, hacía novelas y entonces la actuación se iba uniendo con la música. Así, poco a poco, se fue definiendo mi parte solista. Cuando en los años 90 CBS Records se fusionó con Sony Music Entertainment surgieron canciones como “Fiesta en América”, “Este ritmo se baila así”, “Tiempo de vals” y “Provócame” –un tema que pegó en Argentina inclusive antes de que yo fuera a tu país a hacerle promoción–, y se dio el gran cambio. Pero fue algo natural, nadie había planificado ninguna estrategia para entrarle a un público más adulto. De alguna manera yo iba creciendo, iba creciendo mi música y la gente pues se iba expandiendo de acuerdo a todo lo que yo estaba ofreciendo. O sea, siempre tuve un público de una generación de niños que luego empezó a mezclarse con dos generaciones más y es lo que tú sigues viendo en mis shows. Lo que siento ahora es que más que tratar de ir por los jóvenes, es como si ellos me conocieran a través de sus mamás o sus abuelas y es simpatiquísimo, porque la energía es la misma. Es muy bonito ver esa secuencia y esa alegría, puedo irme a un “Tiempo de vals” o a un “Torero” y puedo hacer canciones como “Bailando bachata”, que trepó a los primeros puestos. Pero, en el fondo, voy por lo que es mi música y, obviamente, todo el que la quiera escuchar es bienvenido.
–¿Y cómo es escucharte a vos mismo con un sonido diferente?
–En Bailemos otra vez se está escuchando mi sonido actual. Este disco mantiene las letras y mi esencia, pero con lo orgánico de lo urbano y con un estilo vocal diferente a todo lo anterior. Es como si el sonido cambiara, pero siendo yo la misma persona. Hoy escucho un “Dejaría todo”, un “Atado a tu amor”, un “Torero” o aquellas canciones que componían para mí artistas como Donato o Estéfano y las siento completamente distintas a “Te amo y punto” o “Necesito un segundo”, las nuevas. Pero, te repito, no he perdido la esencia.
–Y así llegás a la nueva generación naturalmente...
–Totalmente. Y no te olvides que de esta nueva generación tengo a una en la casa, mi hija, que se graduó en composición en la universidad, estudió las leyes de la música, la parte editorial, toca piano y guitarra y está ya metida de lleno en la industria. Yo le pongo todo lo que estoy haciendo y ella me pone a mí todo lo que ella está haciendo, entonces ahora tengo bien cerca de mí una referencia de lo que tú estás mencionando, de cómo cambió el patio a lo largo de estos 20 años. Es muy bonito esto que estamos viviendo ahora.
–Cada verso de una estrofa tiene muchos más arreglos e información, pero las canciones se volvieron muy breves, apenas si superan los dos minutos, ¿qué te pasa con eso?
–Eso es adaptarse a lo que estábamos hablando hace un momento. Yo quería sacar un disco completo. Es decir, todo lo que está en el espacio de Bailemos otra vez son como 9 años de ir sacando canciones sueltas, que es la manera de hacerlo actualmente –sabrás que es muy raro que se haga un disco completo, se saca canción por canción–. Pero yo quería el disco, por satisfacción y porque es lo que estoy acostumbrado a hacer. Y en ese disco completo hasta a mí me dio esa sensación de que en 29 minutos ¡ya se habían sonado las 9 canciones! Antes, “Lo dejaría todo” o “Madre Tierra” podían sonar cuatro minutos largos, ahora durarían menos de tres. Así es como se trabajó: llevando los temas a lo que pide la industria. Necesito un segundo, que es bien bonita, dura 2.24. ¡Y es que inclusive me cuesta memorizarla! En cambio con “Te amo y punto”, que fue la primera que sacamos y que es bien romántica y me tiene fascinado, yo sentía que estaba como corta instrumentalmente. Me dijeron: “No, es casi un piano, está bella así”. Bueno, pues adelante.
Chayanne nació con el nombre de Elmer Figueroa Arce en una familia portorriqueña en la que prácticamente todos eran músicos. Su padre y su abuelo tocaban el cuatro –guitarra de cuatro cuerdas–; su tío, el acordeón; dos de sus hermanos –son cinco en total–, la guitarra. También su madre, Irma Luz. Fue ella la que le puso su indeleble apodo porque así, Cheyenne Bodie, se llamaba el personaje central de una serie norteamericana de género western de los años 50 que se veía en la casa. También fue su primera maestra de baile: “Mi mamá fue el primer caderazo que yo recibí en mi vida, no me quedó otra salida que aprender a bailar. Cuando tú apenas estás empezando a caminar y sientes esa cadera que se mueve así, porque está bailando una salsa, pues no te queda otra salida que ponerte a bailar tú también”. Murió en 2014, después de atravesar un largo cáncer: “Ese fue el verdadero día en que me cortaron el cordón umbilical. Te quedas como en el aire, no importa tu edad, siempre eres hijo. Pero ahora está conmigo, sentada aquí en mi alma”, dijo él en ese entonces. De gira prácticamente toda su niñez y adolescencia, tenía profesores privados que le daban clases particulares en su cuarto de hotel en el lugar de Latinoamérica en el que estuviera de gira, pero siguiendo un método según el cual podía retomar el colegio regular cada vez que estaba en San Lorenzo, su pueblo en Puerto Rico al que todavía hoy vuelve. A pesar de la fama, fue educado como cualquier otro chico, “para que cuando me encontrara en determinada situación y no estuvieran ni mamá y papá, la única protección que tuviera fueran los valores que me habían dado”.
–Vas muy pulido, con traje de señor bien plantado en los 55, ¿marketing en las sombras para dar con una imagen ideal para esta etapa?
–(ríe) Nooo, mira, es más, para las rondas con la prensa me preguntaron qué me iba a poner y yo dije que no sabía. La explicación larga es que también estoy honrando algo que me gusta, que es reencontrarme con un periodista y charlar sobre mi música. A muchos los conozco de toda mi carrera. Es como cuando te preparas para salir con una novia. Y se da una combinación de muchas cosas: de respeto, de que voy a ver a una gran cantidad de personas en todo un día, de que habrá compañeros de la industria, de que la gente de la compañía estará ahí, de que estoy lanzando un disco que he hecho con tanta ilusión… Entonces, pues me puse guapo para darles el honor, solo por eso. También me pongo jeans y camiseta blanca. Pero sí, tengo 55 años y estoy feliz con mis 55 años. Siempre me ha acompañado el deporte, juego básquet y béisbol desde los 6 años y luego he integrado la parte del gimnasio por el cardio y por la exigencia de los viajes y el baile. Aunque, espera, aún no tenemos fechas pero ahí estamos hablando de hacer gira, y yo digo: “Vamos a ver cómo vamos a estar”.
–¿Asusta la idea de un “Provócame” a toda marcha sobre un escenario a esta altura?
–No, yo no me siento así. Lo que tú dices es muy verdad en el sentido de que no tengo 20 años, no tengo 30, tengo 55, pero me siento súper bien. Cuando digo “Bailemos otra vez” es como una coquetería de invitar a la gente a bailar de nuevo pensando más en la gira, de verdad, en ese encuentro después de un tiempo, con una pandemia en el medio, y es una coquetería también de ver mi película del pasado, de todo lo que he logrado hacer, de lo afortunado que soy, guau, qué increíble. Ahora bien, hacer una gira es como ver a mis amigos o, de nuevo, a una novia, y de alguna manera poder decirles gracias por apoyarme tantos años en una carrera. A nivel show quiero mantener la energía, porque si no, no creo que deba salir de gira. Lo digo en serio. No quiero hacerlo solo por montar la escenografía, las luces y la parte técnica, aunque también hagan al espectáculo. Ahora mismo me presenté en dos actividades con fines de promoción de este disco, una fue en New Jersey y la otra en el Kaseya Center de Miami. La gente disfrutó muchísimo, cantaron todas las canciones, me sentí súper bien.
Sin ningún escándalo manchando su hoja de ruta, considerado uno de los hombres más románticos y hogareños del ambiente musical, el portorriqueño es una auténtica rara avis. Está casado desde hace 30 años con la exreina de belleza y abogada venezolana Maria Elizabeth –Marilisa– Maronesse. Se conocieron en 1988 durante un concurso de Miss Venezuela, ella era participante por el estado de Portuguesa y él era una de las figuras invitadas. Después del evento, se cruzaron en el aeropuerto, intercambiaron números y pasaron varios meses hablando por teléfono antes de poder volverse a ver. Tienen dos hijos, Lorenzo, de 26, e Isadora, de 22. Aunque ya ambos jóvenes despegaron profesionalmente –ella con la música; él se graduó en Negocios y Finanzas en la Universidad de la Florida, es influencer, modelo y diseñador de su propia firma de ropa urbana casual, Stamos Bien, que presentó oficialmente este año en la semana de la moda de Nueva York–, pasan buena parte de su tiempo en el hogar de la familia en la Bahía de Biscayne, Miami Beach. “Mientras crecían, frente a una situación determinada, yo siempre les he dicho: Esta sería mi opción, mi opción tiene experiencia, pero tú decides. Lo que les he dado desde chiquitos y dentro de lo que ellos quisieran decidir, ha sido la práctica de evaluar una opción. Así se ha dado todo en casa, o sea, somos de conversar. Pero ahora es muy bonito el ping pong que se genera, porque uno tiene sus proyectos y además está en la parte de negocios de la industria, y la otra está en la parte musical. Entonces, pues, ¡deséame buena suerte!” (ríe).
–En pandemia suspendiste actividades y te encerraste con ellos. ¿Cómo fue eso?
–Fue la primera vez que yo viví esa experiencia y estuvo rico, rico, rico. Fue algo inesperado, el mundo entero paró y yo me quedé en casa por primera vez. Yo digo en broma que ya el perro no me ladra, que ahora me reconoce y sabe que soy uno más de la familia. Pero que vengan los hijos, ya grandes, que estaban en los dorms de la universidad, para la casa… dices “guau, qué bonito”. ¿Pero tú sabes que no fue tan extraño para mí? La parte extraña es la que te estoy contando, que fue parar, no estar haciendo giras y tal, pero no la de la comunicación, porque siempre comemos juntos o hablamos de las cosas que hacemos. Tú piensa que cuando los nenes eran pequeños yo me volvía de los shows apenas terminados, entonces por ejemplo llegaba de México a Miami a las 5 de la mañana y tres horas después los estaba llevando al colegio. Lo único diferente fue que en pandemia el encuentro se daba todos los días. Nos veíamos en la mañana haciendo ejercicio los cuatro en el patio, meditando ahí, mirando para el cielo, ese tipo de cosas que las tomamos como en broma, pero que fueron bien sanas para la mente, para el espíritu y para el cuerpo. Es que a la larga, a pesar de tener profesiones distintas, todos somos humanos. Como dijo alguien por ahí, todos tenemos sangre roja, yo no soy la excepción. A nivel carrera sí fue un golpe extraño y fue tanto el tiempo que estuve parado que debí recomenzar paso a paso, aprendiendo e incorporando en el proceso mis cambios musicales.
–Isadora ya está grabando sus primeros temas y hace días fue premiada por una plataforma digital por haber llegado al top 5 de los más elegidos.
–Tiene un talento increíble. Se va para el estudio 5020 y allí es donde hace sus composiciones. Trabaja con otros compositores que escriben para ella y ella hace canciones para otras personas. Cuenta con toda mi admiración porque, aunque sea la hija de uno, es una persona aparte y veo que va muy bien. Quizás ahora mismo su trabajo se conozca solo debajo de la tierra, pero está muy concentrada en ello y en el momento en que esa cosecha se eleve entonces la gente la va a ver. Es el papá hablando (ríe).
–Siempre fuiste muy discreto con tu vida familiar y ahora son ellos lo que exponen todo lo que se hace en casa, Chayanne en pijamas, Chayanne jugando dominó, la mujer de Chayanne preparando pastas caseras… Tu intimidad viralizada en un segundo.
–Por eso mientras vas hablando me ves moviendo la cabeza, sí, sí, sí. Cuando estoy en la cocina es Isadora la que me está grabando: “¿Papi?”. Y yo: “¡Come on!”. Poco a poco tuve que ir aprendiendo sobre plataformas y TikTok, y más en el negocio en el que estamos. También lo disfruto, siempre hay algo nuevo que puedes hacer. Pero es todo tan diferente... Antes, después de hacer mi trabajo se cerraba la puerta y, de alguna manera, no era por miedo, no era por protección, pero la mía era una manera tranquila y no programada de vivir. Había una línea que separaba la vida privada de la pública, que se había creado de forma natural y que viene de haber tenido mamá y papá, de tener hermanos, de ir todo el tiempo a saludar a los abuelos, y eso lo repetí yo dedicándome a la música pero viviendo la parte de mi propia familia con mi mujer y mis hijos, como en el pasado. Siempre hemos ido al cine con normalidad, los cuatro juntos, solo que entrábamos por la puerta de atrás. Pero no por mí, sino para no arruinar la experiencia de la gente con esa película. Ahora empiezan a verte en algo que acabas de decir, empiezan a verte haciendo tu deporte favorito o cocinando o en una circunstancia muy relajada, como estar tirado con la familia en un sillón o compartiendo cualquier actividad de celebración. Se quitaron las cortinas y, con las redes, tengo que usar toalla por la casa porque toda situación es un peligro.
–En su momento pudiste mantener en secreto que llevabas cinco años casado con Marilisa. La boda fue en el 92, pero la noticia se dio a conocer en el 97.
–Callado, callado, ¿eh? No fue en secreto, es que no salíamos a ningún sitio público. Viajábamos por el mundo, estábamos en todos los eventos familiares, pero se guardaba todo, no existía ese vehículo que es el smart phone que casi lava ropa y hace comida y que saca todo a la luz. Aun así hago las cosas que tengo que hacer, y aunque yo no lo publique todo el mundo tiene un teléfono y sí o sí alguien siempre me está grabando y por algún lado voy a aparecer. Es lo que antes llamábamos paparazzis, ahora todos somos paparazzis.
–¿Es cierto que una vez un grupo de fans se metió en tu habitación de hotel por un boquete que hicieron en la pared?
–Eso no lo cuento desde hace mucho tiempo, pero sí: estaba creo que en Costa Rica, ellas entraron por el laundry del hotel, parece que hicieron un hueco y llegaron hasta mi cuarto. ¡Así de fácil es entrar a mi cuarto! Cuando yo subí había dos debajo de la cama y una escondida en el closet. Salieron y me dijeron “no te asustes”. Yo siempre agrego en broma: “¡Y no las dejé salir!”.
–¿Cómo te relacionás hoy con las fanáticas?
–Están mucho más tranquilas en general. Pero también eso ha sido por lo que hablábamos recién, el teléfono: al tener tanta accesibilidad y verte en tantas situaciones, pues ya no está el misterio de dónde estará Chayanne o qué estará haciendo, y se enfocan más en ir a disfrutar del show. A mí me ven donde sea que me puedan ver, en un aeropuerto por ejemplo, y ya no me piden ni una firma en un disco porque está todo por plataforma. Lo que me piden es una foto, quizás un abrazo efusivo, pero hasta ahí. El acercamiento es diferente.
En 1989, con la canción “Este ritmo se baila así”, se convirtió en el primer artista latino en grabar un comercial para Pepsi en español. El anuncio se transmitió de costa a costa de los Estados Unidos por la televisión nacional durante la emisión de los premios Grammy. Después de eso coqueteó con el cine. Su primera película en Hollywood fue Baila conmigo (1998), junto a Vanessa Williams. Y se presentó al casting para interpretar a uno de los héroes más atractivos de Hollywood, El Zorro. En medio del proceso de audición su gira musical se volvió más intensa y no pudo presentarse a una segunda prueba. El papel, finalmente, se lo quedó Antonio Banderas.
–Además, hiciste duetos con artistas como Tony Bennett, Jennifer López y Rubén Blades. No fueron tantos, tampoco. Creo que la gente espera más.
–No sé si hice pocos duetos. Me dan ideas y tal. Los que se han hecho han sido muy naturales. Lo de Tony Bennett, para su cumpleaños 85, fue algo muy bonito. A través de su hijo llamaron a la oficina, y se dio. Con Vanessa Williams teníamos una conexión, estábamos haciendo la película y surgió. Con Wisin tuvimos una reunión sobre algunos temas sueltos que salieron de la nada y justo en ese momento estaba entrando con fuerza la música urbana. Uno de esos temas lo agarró Yandel y me dijo: “¡Vamos a darle algo! ¿Puedo hacer como un featuring?” y salió mi primera canción en la que creo que hubo algo urbano, “Humanos a Marte”. Pero, para contestarte, no me niego a ninguna colaboración, solo que no es algo que deba salir forzado, sino de forma natural.
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