Cayetana Álvarez de Toledo: “Entre la continuidad en el calvario y lo desconocido, la gente eligió lo desconocido”
La diputada española con acento argentino, que estará en la asunción de Javier Milei, dice que “el populismo es el atajo de los mediocres”
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Nació en el madrileñísimo barrio de Chamberí hace 49 años, se educó en el colegio Northlands de Buenos Aires, se graduó en Historia en Oxford y trabajó como periodista en el diario español El Mundo. En 2014 fundó la plataforma cívica Libres e Iguales con el lema «Cómo vivir juntos los distintos». Según su autobiografía Políticamente indeseable en ese momento pasó de “analista a activista y de periodista a candidata del Partido Popular por Madrid”, y luego, por Cataluña.
La conversación con Cayetana Álvarez de Toledo tuvo lugar desde Madrid, después de las elecciones argentinas y de la investidura de Pedro Sánchez, en un hueco en la compleja agenda de días agitados. A lo largo de la charla insistirá en su esperanza en la salida de las crisis de la Argentina y de España que recomienda enfrentar con “confianza combativa”. Se definirá como “optimista de la voluntad y de la fuerza y del combate, no una optimista ingenua”. Así es reconocida en el contexto español en el que, en los últimos años, se impuso lo políticamente correcto, donde son distintas sus expresiones sin cortapisas enunciadas en el acento porteño que adquirió en su adolescencia en las pampas.
–¿Cuál es su lectura de las elecciones argentinas?
–En Argentina y en otros países de América Latina las polarizaciones de estas últimas décadas han llevado a elecciones donde han combatido extremos. Las fuerzas más centrales, el mundo liberal conservador más clásico se ha quedado aplastado entre dos fuerzas en combate. Mucha gente en América Latina ha tenido que elegir entre el mal menor. Pasó en Perú con Keiko Fujimori y Castillo, pasó en Colombia cuando tuvieron que elegir entre Rodolfo Hernández, un personaje verdaderamente singular, y Petro. Pasó con Lula da Silva y Jair Bolsonaro, y volvieron a elegir a Lula. En Argentina ha pasado algo distinto: entre esas dos fuerzas en combate han elegido a Milei. Y eso tiene una lectura interesante y particular. Evidentemente el kirchnerismo era de lejos el mal mayor. Entre la continuidad en el calvario y lo desconocido, la gente eligió lo desconocido. Además, acaba con un mito que hasta ahora parecía indiscutible de que Argentina era incompatible con las políticas de libertad, que estaba condenada a ser gobernada por la izquierda con un paternalismo peronista paralizante. De pronto ha ganado un señor que rompe por completo ese mito, y levanta la bandera de la libertad, las privatizaciones, la responsabilidad individual. Argentina ha elegido el sacrificio útil frente al sufrimiento inútil, y eso es una elección adulta y una decisión inteligente.
–Desde su conocimiento de la Argentina, ¿qué demanda el proceso que se viene?
–Es un momento de incertidumbre, pero Argentina tiene una extraordinaria oportunidad para darse un futuro y abrir un camino de esperanza, no solamente en el país, sino en toda la región. Y para eso habrá que hacer muchas cosas. Para empezar, resistir el sabotaje de los mismos que han llevado Argentina al abismo, que van a trabajar para su fracaso con una política de sabotaje y oposición desde el minuto uno. Al mismo tiempo va a haber que encabezar un proceso de reformas y de racionalidad, de dignificación de la política a través del mérito, de la ejemplaridad y la razón. Es una tarea apasionante que va a requerir el talento de mucha gente que sume esfuerzos y del propio presidente para encabezar un proceso que estoy segura, por afecto pero también por confianza en el país, que saldrá bien.
–¿Qué sería lo más urgente?
–Hay un librito importante para este momento argentino que se llama La tiranía del status quo, que Milton y Rose Friedman le dedicaron a Ronald Reagan cuando ganó las elecciones en su segundo término. Ahí le decían que tenía seis meses para hacer todas las reformas importantes porque es lo que tardan las fuerzas la resistencia para reorganizarse y empezar la tarea de sapa y obstaculización. Hay que darse prisa y no languidecer. Hay que hacerlo con todo el vigor y la legitimidad de un mandato mayoritario como el que tiene el nuevo gobierno argentino. Han recibido un mandato de reformas y de rearme moral, que hay que ejecutar con inteligencia, templanza y liderazgo. Hay que buscar lo que los argentinos tienen en común. En España pasa lo mismo. Tenemos un gobierno que busca la división, el divide y vencerás, y nosotros tenemos que liderar, buscar los denominadores comunes. Llamar a una política koiné, que es la lengua común. Hay un ingrediente nuevo en la victoria de Milei apoyado por una parte Juntos por el Cambio. Creo que el papel de Patricia Bullrich tiene que ser reconocido. Hay momentos complicados en los que hace falta la reagrupación de espacios muy diversos para defender el sistema democrático y eso que pasó en Argentina, impuesto por una segunda vuelta, de alguna manera lo tenemos que hacer en España. Tenemos que llegar a un tipo de acuerdo de todos los demócratas y constitucionalistas frente al mal mayor.
–En el pacto que llevó a Pedro Sánchez a una nueva legislatura aparece el concepto de lawfare que fue popularizado por líderes latinoamericanos, ¿qué opina de esa importación?
–España importa muchas cosas buenas de América Latina, pero algunas son francamente nocivas y corrosivas como el concepto de lawfare que se ha introducido en el corazón del acuerdo entre Sánchez y sus aliados golpistas y sintetiza muy bien el descrédito del Estado de derecho. Lo que hace la amnistía es borrar el delito y por tanto decir que los delincuentes tenían razón y que el Estado es culpable de haber juzgado y condenado a esas personas. Cuando Cristina Kirchner levanta el concepto de lawfare dice: los jueces son fascistas porque me persiguen a mí, poder político. Sánchez dice que los jueces españoles fueron fascistas porque persiguieron el golpe de Estado que ahora blanquea para seguir en el poder. Es un término que es una bomba lapa colocada en la base del sistema constitucional y del estado de derecho español. Este proceso de amnistía legaliza el golpe de Estado y el concepto de autodeterminación ejercido en 2017. Al decir que la autodeterminación que se ejerce el referéndum unilateral de Independencia no era delito, allana el camino para que se vuelva a cometer. Lo que hace es liquidar el orden constitucional nacido en el año 78 y la unidad de España. La amnistía convierte a los jueces en culpables y a los delincuentes, en inocentes. Hace de los golpistas, demócratas y a los demócratas que denunciamos nos convierte en golpistas.
–En el caso de España, ¿cree que las instituciones españolas se impondrán al lawfare?
–España tiene anticuerpos suficientes y la fortaleza para superar este trance. Ha sido unánime la contestación y la reacción que ha producido ese concepto porque es letal para un estado. Realmente creo que este proceso acabará con una contundente derrota. Sánchez está dispuesto a convertir la España constitucional en un paréntesis con tal de permanecer en el poder y yo creo que el paréntesis va a ser Sánchez. Las instituciones están siendo puestas a prueba de una manera inédita en democracia. España ha vivido 40 años de democracia, con una transición ejemplar de la dictadura. Ahora hay en marcha un proceso de liquidación del orden constitucional español liderado, ya no por las fuerzas separatistas que lo inician, sino por el partido socialista que debería ser parte del sistema y de su defensa. El objetivo de ese proceso es impedir la alternancia política. Pedro Sánchez dice de manera expresa que tiene que hacer de la necesidad virtud y para evitar que gobierne la derecha en España todo vale, incluido un acto de corrupción semejante como pactar tu investidura a cambio de borrar los delitos de un delincuente. Todos los que tenemos interés en que la España constitucional continúe tenemos que asumir nuestra responsabilidad en una hora decisiva. Los tribunales tienen que elegir entre defender la Constitución o someterse a los planes del gobierno. El parlamento tiene que activarse a su máxima expresión, con una oposición inteligente, adulta, integradora, e implacable. Y las comunidades autónomas gobernadas por el partido popular, los municipios, también se tienen que movilizar. Y por supuesto que Europa también, porque la crisis democrática española no es un asunto interno de España solamente. El futuro de la democracia en uno de los estados miembros grandes concierne directamente al futuro democrático de Europa.
El kirchnerismo se acabó.
— Cayetana Álvarez de Toledo (@cayetanaAT) December 6, 2023
Argentina abre una nueva etapa y estaré en Buenos Aires para celebrarlo.
Sábado, evento de la @FundacionFIL con @mauriciomacri y @PatoBullrich
Domingo, asunción presidencial de @JMilei
Gracias a la futura canciller @DianaMondino por la invitación. pic.twitter.com/I1k0kIn67e
–Muchos en el Partido Popular expresaron conceptos similares en cuanto a “reaccionar contra este atentado a la democracia”. Sin embargo, esos referentes fueron acusados de golpistas.
–Eso es la típica manipulación y tergiversación orwelliana de los aspirantes a déspota, que invocan aquello que destruyen. El que pacta con golpistas acusa de golpista al que critica el que pacta con golpistas. Es maravilloso. El pacto se ha hecho precisamente con una fuerza que dio un golpe de Estado, se eliminan sus delitos para pactar su investidura y llama golpistas a los que lo critican. Buena parte de la tarea de la política hoy es simplemente hacer de tédax, de artificieros para desmontar las palabras y las mentiras que hay debajo. Ejemplos en Latinoamérica hay infinitos: “yo defiendo los Derechos Humanos”, dice el señor Maduro. “Yo defiendo la institucionalidad y la justicia” dice la señora Kirchner. Por eso parte de la labor es desbrozar el terreno enlodazado de la propia conversación política, y eso es muy difícil.
–Entre esos giros lingüísticos es presentar como ganador de las elecciones la alianza entre el partido que salió segundo y fuerzas minoritarias. En otro momento de España, ¿hubiera sido posible que los dos partidos que sacaron más votos se acercaran?
–Eso tiene un tiene un origen clarísimo en 2004, cuando José Luis Rodríguez Zapatero inicia este proceso para evitar la alternancia política en España. La izquierda llega a un pacto con todas las fuerzas rupturistas, separatistas, filoterroristas para impedir que la derecha pueda gobernar. Zapatero rompe la trayectoria del partido socialista que había sido un partido sistémico, que defendía el orden constitucional. Este señor llega primero a un acuerdo con el mundo de ETA y segundo con el mundo del separatismo al aceptar el estatuto que se apruebe en Cataluña. Y eso inicia un proceso cuyos efectos devastadores estamos empezando a notar sobre el sistema ahora. Es un proceso del divide y vencerás, básicamente, y además está afectando a todas las instituciones. Se van enfrentando unos a otros en esta política absolutamente corrosiva. Los demócratas españoles, los constitucionalistas queremos que ese pacto que nació en el 78 pueda volver a constituirse.
–La prensa internacional tuvo una mirada romántica de las elecciones argentinas, con cierta idealización del peronismo. Como periodista, ¿a qué atribuye esa perspectiva?
–El irremediable prestigio de la izquierda que tiene a nivel internacional es lo que yo he descrito como un tablero inclinado. Paradójicamente, es la ideología que fracasa de manera estrepitosa en el siglo XX, con el desastre que resulta ser el comunismo cuando cae el muro de Berlín. En la teoría, el liberalismo sale vencedor de esa gran contienda ideológica del siglo XX. Sin embargo, la izquierda se reconstruye moralmente y acaba ganando la batalla cultural y desnivela el tablero de la batalla política de tal forma que siempre la izquierda está en la parte alta y el mundo liberal conservador juega en desventaja. Ese tablero inclinado de la política hace que las ideas de la libertad a veces llegan al gobierno, pero pocas veces llegan al poder. No dan la batalla a las ideas y, por tanto, no nivelan el tablero. A veces se llega al gobierno, pero no se cambian las cosas en terreno de las ideas que domina, por completo la izquierda en las universidades, en los medios de comunicación, en la cultura en general. Hay que dar la batalla ideológica sin ningún tipo de complejo porque nuestras ideas son mejores. No porque sean nuestras, sino porque son las que han generado clases medias, prosperidad, apertura económica durante tanto tiempo y en tantos sitios.
"Argentina ha elegido el sacrificio útil frente al sufrimiento inútil, y eso es una elección adulta y una decisión inteligente"
–¿Cómo se logra el éxito en ese terreno inclinado?
–Mi desventaja es que lucho con una mano atada a la espalda, por usar una metáfora muy bonita de Michael Ignatieff, el intelectual que fue candidato liberal en Canadá. En un libro maravilloso llamado Fuego y cenizas decía que el estado de derecho combate con una mano atada a la espalda, pero precisamente por eso no puede tender la otra. Si tú estás luchando con una mano atada a la espalda porque luchas con las restricciones que impone el estado de derecho, la otra no puede estar tendida y fláccida. La otra tiene que estar alerta y combativa en esa defensa. En América Latina hay un problema añadido desde la óptica europea. Lo describió Mario Vargas Llosa hace ya décadas, cuando habló del racismo visceral de la izquierda europea que concibe América Latina como un patio donde recrearse ideológicamente, en fórmulas idealistas, utópicas que no querrían jamás para sí mismos en sus propios países. La revolución en patio ajeno. Siempre he combatido ese racismo visceral que he visto en tantos europeos que muestran una enorme condescendencia hacia regímenes dictatoriales, sobre todo si son de izquierdas. Yo quiero para América Latina lo mismo que quiero para mí y no solamente porque tenga este acento y un vínculo biográfico especial con América Latina, sino por una cuestión de que no hay aduanas morales.
–¿Cree que la alternancia política está en riesgo?
–Lo que hace amnistía, explícitamente dicho, es perpetuar el liderazgo de un individuo para evitar la alternancia. Ellos dicen que para evitar que asuma la derecha y la ultraderecha vale todo. Pero tenemos que debatir seriamente sobre la ultraderecha en España y lo que es Vox. Le preguntaría al señor Sánchez: ¿el señor Abascal ha secuestrado alguna persona? ¿Ha señalado objetivos terroristas desde un periódico? ¿Ha dado un golpe de Estado, ha malversado fondos públicos para dar ese golpe de Estado? ¿El señor Abascal es un prófugo de la justicia? Lo digo porque todas estas cosas son los socios de Sánchez así que no está en condiciones de dar lecciones al Partido Popular de con quién pacta. La legitimidad del señor Abascal es infinitamente superior a la de todos los socios del señor Sánchez. Aquí lo que está en juego no es simplemente que esté la derecha o la izquierda en el poder, sino la supervivencia del orden democrático y constitucional y el pluralismo. Hace falta mucha fortaleza, una gran militancia democrática. Necesitamos que los españoles se conviertan en militantes de la democracia en defensa de sus leyes y su sistema y su estado de derecho y por eso las manifestaciones. Hay movilizaciones masivas en la calle en España en defensa de la democracia, el estado de derecho, la ciudadanía. Hay gente joven manifestándose, saliendo en la calle. Esa ideología dominante que practica la cancelación, la censura, la intolerancia, que tiene todos atributos de los movimientos reaccionarios empieza a generar una contestación muy clara dentro de muchos sectores. Esos movimientos de contestación se escapan a los cauces tradicionales de comunicación. Ya no son las televisiones, los periódicos, las antiguas radios que están más controladas por la política, sino que surge por redes sociales digitales, YouTube, por cantidad de otros sitios, con reacciones, capacidad de contestación, de crítica. El pluralismo acaba encontrando su camino..
–Recientemente, dijo que hasta del peronismo se sale…
–La principal lección de las elecciones argentinas es un mensaje de esperanza, que hasta del peronismo se sale, con lo cual del sanchismo también saldremos. El sanchismo es sobre todo una forma de pesimismo y en parte, el kirchnerismo también. Son movimientos que abocan los países a la desesperanza y a creer que no hay alternativa a vivir en Argentina en la pobreza, en la noria permanente de la decadencia, de la crisis institucional, de la corrupción. Lo que hace el sanchismo es abocarnos a la idea de que España está condenada de repetir sus fracasos históricos. Argentina no está condenada a ser una anomalía irremediable y España no está condenada a ser lo que sus odiadores quisieran. Pero para eso hace falta coraje, convicciones, una infatigable militancia democrática y reagrupar todos los argentinos y a todos los españoles que quieren un futuro mejor, en convivencia, libertad, prosperidad. Hace falta un proyecto político para encauzar todo eso. La razón necesita representación y mucho lo que nos ha pasado en América Latina es que la razón no ha tenido representación. Ahora tenéis a un presidente que es personaje singular que ha obtenido un mandato para ser representante y líder de la cordura y de la racionalidad del futuro argentinos y eso no es imposible. Cosas más raras se han visto.
–Hablando de derribar mitos, el apoyo de los jóvenes a Milei pone en duda el impacto de la educación ideologizada que entiende que cosas como el lenguaje inclusivo trae cambios por el simple hecho de ser obligatorio.
–Es una corriente ideológica hegemónica y dominante. Eso que llamamos woke es un fenómeno mundial, que tiene sus raíces como corriente cultural probablemente en los años 60 franceses, que salta a las universidades americanas y que luego vuelve a Europa y que ahora se ha esparcido por el mundo occidental. Pero soy optimista y esperanzada. Creo que hay no solamente anticuerpos en nuestras sociedades, sino que empieza a haber reacciones en la juventud, e incluso en algunos sectores de izquierda, en referentes intelectuales en las universidades que empiezan a defender la razón la ciencia, los grandes valores de la Ilustración, la idea de la ciudadanía frente a las identidades a los colectivismos.
–Dentro de ese proceso corrosivo surge con fuerza la antipolítica de personajes que llegan al poder diciendo que no son la política, ¿cómo ve ese fenómeno?
–En Estados Unidos se vio el movimiento pendular entre una izquierda identitarista y una derecha identitaria que reacciona. O entre populismo de izquierdas, y luego surge una especie de antipolítica de derechas. Son movimientos pendulares. La antipolítica no es la solución a la crisis de la democracia y de la política, porque no hay nada más importante que la política. Necesitamos dignificar la política y que vuelva a ser una actividad donde están los más honestos, los más capaces. Si desde los propios defensores de la democracia decimos que la política es una catástrofe, que son todos iguales, estamos abriendo el camino para líderes caudillistas o mesías salvadores que vengan a poner orden de una manera casi tan desquiciada como la otra. Debemos dignificar la propia política y empezar a tratar a los ciudadanos como adultos, cosa que se ha hecho poco en los últimos años. No hay nada más fácil que un micrófono salir a la plaza y empezar a apelar a las vísceras de la gente y a los sentimientos más bajos. El populismo es el atajo de los mediocres.
–Le ha tocado ser mujer en un ámbito político dominado por el hombre, parlamentaria con acento argentino de una región donde se impone el catalán, ¿qué le han dejado esas experiencias?
–Entre la sumisión y el conflicto es preferible el conflicto. La vida al baño maría no existe, mucho menos la política el baño maría. Soy e intento que mis hijas también sean como un salmón, dispuesto a nadar contra la corriente río arriba. A favor de la corriente es muy fácil, pero suele ser cuesta abajo. En la vida las cosas difíciles son las que merecen la pena y hay que estar dispuesto a afrontar el conflicto y la dificultad que supone nadar contra la corriente. Especialmente en estos momentos de batalla ideológica con una izquierda dispuesta a la destrucción de los sistemas constitucionales y a la cancelación de quienes ejercen la crítica y la libertad de expresión.
–¿Cómo se logra que haya medios en donde estas ideas de la libertad tengan cabida?
–Eso tiene que ver con la responsabilidad de las élites en la defensa de la democracia y la verdad. La verdad es un bien de primera necesidad y los medios de comunicación tienen que volver a defenderla. Frente a la pura polarización sentimental de la discusión pública, la verdad muere y necesitamos que haya periodistas que defiendan la verdad y los hechos. Volver a poner los hechos frente a las opiniones. Hoy en día las opiniones son hechos y los hechos son opinables. Las élites económicas y mediáticas, es decir, la gente que tiene el poder y la responsabilidad en un país, y las élites políticas, somos responsables de ejercer la política también basada en hechos y no puramente en sentimientos y opiniones. Si desde la tribuna del Congreso o la plaza pública me dedico a agitar los sentimientos en base a mentiras haciendo el mismo juego que está haciendo el partido socialista, podré enardecer mi tropa pero no va a haber pacto posible ni defensa la democracia posible.
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