Bicicletas que andan para atrás, en círculos u ondulantes: las obras “fenómenas” de un artista plástico
Además de esculturas esféricas con clavos y hierros, Alejandro Percivati genera el efecto sorpresa con sus modelos en dos ruedas
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Es como montar en bicicleta, nunca se olvida. Aunque pasen meses o años, el recuerdo de pedalear, y no caer en el intento, se mantiene intacto. Pero hay grandes excepciones, sobre todo si se intenta dar una vuelta en unas de las Bicicletas Fenómenas, el gran invento del artista plástico Alejandro Percivati.
Primero, hay que tener en cuenta que no son funcionales, sino que fueron concebidas como obras de arte. Y, segundo, se debe estar atento porque esas bicicletas blancas de aspecto moderno (a primera vista sólo se percibe su buen diseño) esconden sorpresas. La primera de sus creaciones fue la Vectorial. Antes de subir, una advertencia: observar por el espejo retrovisor porque, al comenzar a pedalear de forma tradicional, como siempre, como si fuéramos hacia adelante, la bicicleta va hacia atrás. Además del cuidado necesario para no llevarse nada por delante (o por detrás), provoca desconcierto, como quedó registrado en los videos de la página web de Percivati https://fenomenas.netlify.app/
El desafío sube de escala con la bicicleta Sinusoidal. Esta vez sí funciona hacia adelante, pero... lo hace con un movimiento ondulante en la superficie por la que se desliza. Como pequeños saltos que acompañan todo su andar o, a mayor velocidad, como un galope, porque mientras se desplaza hace subir la parte delantera mientras baja la trasera, y viceversa.
La tríada de bicicletas fenómenas se completa con la Derivada. ¿Cuál es su rareza? Cuando uno se sienta, tranquilo, esperando seguir una dirección, surge la sorpresa inesperada: sólo marcha hacia un costado. Sí, su manubrio está dispuesto para avanzar en línea recta, como en cualquier otra, pero la Derivada lo hace en círculos.
Claro, sería difícil andar por la calle en una de las fenómenas, o por lo menos no se podría llegar muy lejos. Fueron pensadas como obras de arte, y por la creativa tesis que presentó Percivati al alcanzar la licenciatura en artes plásticas en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Plata.
“Mi búsqueda con las fenómenas era lograr que al público le resultara extraño al pedalear, y trabajar con el elemento bicicleta en lo personal me parece magnífico. Es una herramienta muy potente”, dice. Fueron toda una revelación en el Foro Mundial de la Bicicleta, en Rosario.
Mientras planea nuevos desafíos, reparte su tiempo con las esculturas. Ganó el concurso del Centro Cultural de España en Buenos Aires cuando realizó, en plena pandemia, un barbijo de clavos. Esa serie la completó con una pelota de clavos, que representa la violencia en el fútbol, y un globo.
Aunque no busca interpretar todo lo que hace y considera que el arte refiere a interpretaciones personales, se anima a describir el globo como una contradicción, “entre algo tan frágil y algo que puede romperlo, son dos conceptos antagónicos. Yo venía trabajando mucho con el clavo como material, y el encofrado como técnica”. También fue elegido por la Municipalidad de San Martín por una escultura en forma de esfera realizada con fragmentos de hierro macizo soldados, que próximamente se emplazará en un espacio público.
Antes de sumergirse en el mundo del arte profesional, la vida errante de Alejandro se dividía entre la facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA (FADU) y los viajes por el país para vender artesanías. Hijo de un ingeniero civil y una agrimensora, trabajaba también como maestro mayor de obra. Un día –esos días que cambian la vida para siempre– visitó a su hermana, bailarina egresada del Colón, en el Teatro Argentino de La Plata. “Me atraía la ciudad, y decidí anotarme en Bellas Artes y mudarme. La carrera me enamoró, y a medida que fui avanzando, me gustaba más”, recuerda.
La materia prima de sus obras llega del reciclaje: recibe piezas de sus vecinos bicicleteros; autopartes de los talleres, y busca siempre materiales básicos. Buen ejemplo son los clavos de sus primeras esculturas, algo básico por excelencia. En su taller guarda en un rincón los proyectos que no prosperaron, como las piezas de la serie Neonato (porque no fueron seleccionadas en un simposio), pero que merecerían salir a luz como las Bicicletas Fenómenas. No son las únicas: hay otros modelos en dos ruedas, como una enmarcada, como si el conductor fuera en un cuadro; otra con un carro por detrás, o el modelo Mandarina, de carga delantera.
Mientras tanto, se entusiasma con dos proyectos en camino. En la serie Las Bailarinas, la novedad será que, en lugar de pedalear, habrá que bailar. La cuartetera, la heavy metal y la Donna Summer. En las tres las ruedas tendrán un dispositivo que, según la velocidad, reproducirá una melodía. Otra tríada, Las Básicas, se diferenciarán por las formas del cuadro de la bici: círculo, triángulo y cuadrado, de caño redondo e iluminado, que proyecta para una perfomance.
Como dijo alguna vez Albert Einstein, “la vida es como andar en bicicleta: para tener equilibrio hay que estar en movimiento”. No sería el caso de las Fenómenas, pero por lo menos la diversión, la sorpresa y el efecto disruptivo están asegurados.
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