Alejandro Werner: “La Argentina es un anacronismo”
¿Cómo fue que Guzmán confundió a Kristalina Georgieva? ¿El crédito del FMI a la Argentina fue el más grande de su historia o no tanto? Coautor de La Argentina en el Fondo, el ex peso pesado del FMI desnuda entretelones de una relación conflictiva
“En general, en América Latina, pero no en la Argentina, hay un tipo de cambio flexible, un Banco Central independiente, libertad para obtener y cambiar divisas a un único tipo de cambio y disponibilidad de financiamiento en moneda local y en moneda extranjera”, compara. “La Argentina desarrolló un nivel de cobertura social y servicios públicos sin los recursos para mantenerlos”, cuestiona. “Hay países de América Latina que no resolvieron sus problemas de ingreso y distribución, pero lograron una macroeconomía más estable”, afirma.
“En la Argentina, el abuso del financiamiento vía impuestos a unos pocos impidió el desarrollo de una economía más dinámica”, analiza. “La deuda es una consecuencia de problemas más profundos de la sociedad argentina”, plantea y agrega: “Renegociar la deuda solamente no resuelve los problemas de la Argentina”. “El ministro Guzmán y Sergio Chodos fueron muy inteligentes en limitar el campo de acción de funcionarios nuevos en el FMI, sobre todo Julie Kozack y Kristalina Georgieva”, dice y sigue: “Eso generó una mala visión de la Argentina, una sobreconfianza en la capacidad y voluntad del ministro Guzmán y del presidente Fernández de hacer las cosas. Fue una visión un poco ingenua”. “Al acuerdo del gobierno de Macri con el FMI lo revisaron los abogados de relaciones financieras internacionales más sólidos del mundo”, subraya.
"La Argentina desarrolló un nivel de cobertura social y servicios públicos sin los recursos para mantenerlos"
“El acuerdo con el FMI respeta todos los estatutos del Fondo”, asegura. “Macri y Fernández, los dos usaron canales de diálogo más fluido con el FMI”, dice. “En el gobierno de Macri, existía la posibilidad de hacer un intento de fortalecer la política pública fiscal, monetaria y estructural antes de ir al FMI”, cuestiona. “El FMI debió haber negociado de manera más dura con el gobierno de Alberto Fernández para lograr un mejor programa de inicio”, critica. “Alberto Fernández y su ministro Guzmán tenían una visión mala y anacrónica de cómo funciona la economía argentina”, señala. “La Argentina tiene muy buenos economistas y funcionarios financieros pero se han destruido el Banco Central y el ministerio de Economía”, opina. “Kicillof fue un ministro muy poderoso sin la preparación y la carrera que uno buscaría en un ministro”, define. “Guzmán nunca había tenido ninguna responsabilidad ejecutiva ni en el sector privado ni público ni académico”, reflexiona. “Decir que el crédito al gobierno de Macri fue el más grande del FMI es incorrecto. Los créditos a Europa, a Portugal o a Grecia, fueron mucho más grandes proporcionalmente a su cuota que el crédito a la Argentina”, asegura. “En la discusión argentina, hay un sobredimensionamiento del rol de EEUU en los programas del FMI con la Argentina”, opina. “El FMI y EEUU están preocupados por la evolución del apoyo financiero internacional con una China más activa”, advierte.
El exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), el argentino-mexicano Alejandro Werner, estuvo en La Repregunta. En 2018, Werner supervisó el acuerdo de préstamo por 57 mil millones de dólares que recibió el gobierno de Mauricio Macri. Hoy es el director del Instituto de las Américas de la Universidad de Georgetown. En México, donde desarrolló casi toda su carrera en la función pública económica, fue viceministro de Economía, además de director de Estudios Económicos del Banco de México. Es doctor en Economía por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Acaba de publicar La Argentina en el Fondo. La intimidad de la lucha con el FMI 2013-2023 junto al respetado periodista especializado en economía Martín Kanenguiser, una suerte de análisis crudo y crónica imperdible, con precisiones inquietantes y desconocidas, de los años de Werner en el FMI y de las críticas negociaciones con la Argentina desde los años de Axel Kicillof ministro de Economía de Cristina Kirchner, toda la presidencia de Mauricio Macri y Cambiemos, y parte de la presidencia de Alberto Fernández. Desde su lanzamiento, el libro genera polémicas y respuestas públicas de los protagonistas mencionados.
¿Qué rol jugó y juega el FMI en las crisis cíclicas de la Argentina? ¿Por qué el FMI se lleva peor con la Argentina que con Perú o Chile? ¿La deuda es un tema central o el problema está en otro lado? De Kicillof a Massa y Guzmán, pasando por los economistas de Cambiemos, ¿el problema de la Argentina es la economía o son los economistas argentinos? ¿Cómo fue que Guzmán confundió a Kristalina Georgieva? ¿El crédito del FMI a la Argentina fue el más grande de su historia o no tanto? ¿El FMI financió la campaña por la reelección de Mauricio Macri? ¿Estados Unidos benefició sólo a Macri o también a Alberto Fernández? ¿Massa tiene o no contactos clave con Washington? Werner hizo su análisis y dio todos los detalles. Aquí, la entrevista completa.
Argentina vs FMI, una relación intensa y complicada. ¿Por qué? Entre “anacronismos” y “demandas "
-En su libro, usted señala que América Latina es la región en el mundo que ha mantenido una relación más intensa con el FMI en término de cantidad de programas implementados. Y hay dos países donde eso fue todavía más intenso, la Argentina, con 22 programas del FMI, y Jamaica, con 17. Usted también plantea que la relación con la Argentina ha sido siempre intensa y problemática. ¿Por qué la relación con la Argentina ha sido así, más que con otros países de América Latinas?
-Porque en los últimos 50 años, la Argentina ha estado atrapada en esta situación de crisis recurrentes de deuda, crisis de balanza de pagos, con alta inflación, con algunos períodos de estabilidad o algunos periodos de crecimiento. En los últimos 40 años, la Argentina en términos per cápita no ha crecido y es de los pocos países en América Latina que todavía están combatiendo inflaciones de tres dígitos. El FMI es el instrumento de la comunidad financiera internacional para apoyar a sus miembros cuando atraviesan episodios en los que los mercados financieros internacionales, es decir, el mecanismo tradicional de financiamiento externo que utilizan los países, se cierran y los países entran en crisis. Entonces el FMI provee financiamiento: es el único ente, junto con los otros organismos multilaterales de crédito, que le presta a estos países. Siempre está presente en estas épocas de problemas bastante profundos en el ámbito financiero que se traducen en bajo crecimiento, inflación, deuda, pobreza, etc. Y de ahí esta relación bastante conflictiva y traumática del Fondo Monetario, porque siempre está presente en los peores momentos de una economía como la argentina, que en los últimos 40 años ha tenido el cuarto o quinto peor desempeño de América Latina, sólo por detrás de Haití, Barbados y de países que no tienen el tamaño, ni la importancia ni la sofisticación y la heterogeneidad en su producción que tiene la economía argentina.
-Si esa mayor tensión del FMI no tiene que ver con una idiosincrasia argentina y sí, sobre todo, con los fracasos económicos recurrentes de la Argentina comparada con otros países de la región que lograron encontrar un andarivel más racional en su macroeconomía, entonces, la pregunta es: ¿por qué cree que el proceso argentino ha sido diferente del proceso que atravesó Perú, que en la época de Alan García tenía una hiperinflación sideral y ya no, o de los procesos que atravesó Chile o Brasil, o incluso Bolivia? ¿Qué hace que la Argentina sea una excepcionalidad?
-Tienes mucha razón. Claramente hay dos temas. Por un lado, la economía argentina ha sido una de las más ricas del continente americano a principios del siglo pasado que luego pasó a ser una economía de ingreso medio ingreso o medio alto. Es una de las pocas economías del mundo que ha atravesado por este periodo. Por otro lado, por la riqueza que tuvo la Argentina y por la cobertura social que llegó a construir en los ´50s y ´60s, estructuralmente llegó a tener un modelo de cobertura social de sector público efectivo en términos de educación, con un nivel de educación pública que no veías en América Latina, y de salud pública, que luego, con el deterioro económico, no lo ha podido financiar. Entonces, la sociedad argentina continúa demandando un nivel de servicios públicos, una cobertura social, un aseguramiento social a un nivel que no se ve en Perú, ni en México, ni en Colombia. Pero, al mismo tiempo, no cuenta con las fuentes de ingreso, ni con el consenso social para que se paguen los impuestos necesarios para mantener esa cobertura de servicios públicos y de seguridad social que se desea. Y esto genera las crisis de endeudamiento y de inflación. Otros países de América Latina no han resuelto totalmente sus problemas de ingresos y de distribución del ingreso y de pobreza pero sí han encontrado una manera de tener un marco macroeconómico mucho más estable, como el caso de Perú, que también tuvo muchos problemas con el Fondo; México, un poco menos. Chile terminó su relación con el Fondo mucho antes. Son países que ya no tienen un problema inflacionario: pasaron por la crisis inflacionaria que atravesó todo el mundo en estos últimos dos años, pero no tienen un problema estructural de inflación elevada, aunque a veces tiene picos de inflación de tres puntos. Son países que mantienen su acceso a los mercados financieros internacionales, o deudas financiadas en los mercados domésticos y en los mercados internacionales. En ese sentido, hoy, para un profesional de la economía y de las finanzas, la Argentina es un anacronismo: una economía con controles de capitales, con múltiples tipos de cambio, sin acceso al mercado financiero internacional. Por lo general, en América latina hoy en día, hay un tipo de cambio flexible, un Banco Central independiente y autónomo, libertad para obtener y cambiar divisas a un único tipo de cambio y disponibilidad de financiamiento en moneda local y extranjera.
Pocos que financian todo. ¿El gran problema argentino? Servicios públicos vs recursos escasos
-La palabra “anacronismo” reaparece en su relato sobre todo aplicada al caso argentino. Según usted plantea, los presidentes, funcionarios y los equipos técnicos que dialogan con el FMI, por ejemplo, durante la gestión kirchnerista insisten en esas posturas que usted considera anacronismos, como control de capitales o los distintos tipos de cambio. Desde la perspectiva de un economista que mira cómo funciona la economía de América Latina desde Estados Unidos, ¿a qué atribuye que la Argentina insista en esas herramientas y en esa visión macroeconómica?
-Tiene que ver con lo que planteaba antes. La Argentina era un país con la clase media más amplia y probablemente más capacitada de América Latina. Contaba con un servicio médico y con una educación pública que no se veía en otros países de América Latina. Pero que a través del tiempo, y por abusar del financiamiento a través impuestos sobre unos pocos sectores económicos, terminó impidiendo que el país desarrolle una economía más sofisticada y más dinámica, que presente condiciones propicias para la inversión privada. Gradualmente, se vio imposibilitada de seguir manteniendo esos niveles de seguridad social. Cuando en la Argentina se habla de un déficit estructural de dólares, a mí, como economista, me es difícil entenderlo. Al final del día, la otra cara de la moneda es que la Argentina ha tratado de mantener el tipo de cambio real artificialmente fuerte. Esto implica mantener salarios en promedio relativamente más altos de los que serían apropiados para atraer inversión y para poder competir con Brasil, con Colombia, con Uruguay. Para que la población mantenga un estándar de vida mayor, hay que ver las posibilidades de generación de ingreso que permite un país. Eso genera que necesites endeudamiento externo para mantener este nivel de vida. Eventualmente, necesitas inflación para simular que mantienen este nivel de vida. Y así se cae en estas crisis donde el empobrecimiento de la sociedad es brutal.
"Hay países de América Latina que no resolvieron sus problemas de ingreso y distribución, pero lograron una macroeconomía más estable"
-Es decir, que hay una demanda social que se percibe capaz de poder sustentar un estilo de vida alto pero, en realidad, la productividad genuina no logra producir los ingresos necesarios para sostenerlo sin recurrir al endeudamiento.
-Exactamente. Se ven algunos números. Cuando sacas el cociente de la población que es empleada pública o recibe planes públicos o es jubilado entre la población que trabaja en el sector privado, es uno de los cocientes más altos del mundo.
-Hay poca gente trabajando en el sector privado formal…
-Pocos para mantener a todos. El sector público produce bienes y servicios valiosos para la sociedad pero, al final del día, cada argentino que trabaja en el sector privado tiene que mantener, vía impuestos, toda una estructura de políticas públicas. Es una carga muy grande comparada con la que pesa sobre un empleado en el sector privado chileno o mexicano. Eso hace que se necesite tener una productividad en el sector privado que sea tres veces la chilena. Si no, se termina cayendo en estas crisis recurrentes porque no se puede mantener ese Estado. Y eso probablemente viene de cuando la Argentina era un país mucho más rico y podía sostener esa estructura. Socialmente, no se ha encontrado la manera de lograr una estructura un poco menos ambiciosa que le permita a la Argentina, con todas las ventajas que tienen términos de recursos naturales y capital humano, recomponer su estructura de productiva y tener un crecimiento muy elevado que en 30 años dé pie a recomponer parte de esta estructura de cobertura social. Pero en el corto plazo, da la impresión de que es muy difícil sostenerla.
¿La Argentina “anacrónica” es kirchnerista? Axel Kicillof y el modelo de desarrollo cristinista
-En la Argentina, se discute mucho en torno a un concepto clave, que los ingresos tienen que superar a los gastos, o por lo menos tienen que estar balanceados. Ese orden macroeconómico tan racional funciona en Chile, no importa si gobierna la izquierda o la derecha. A lo largo de sus años en el FMI como director del Departamento para el Hemisferio Occidental, ha dialogado con las diferentes gestiones argentinas, desde Axel Kicillof, con los ministros de Economía de Cambiemos, y la gestión de Alberto Fernández hasta abril de 2021. ¿Con qué funcionarios le fue más difícil coincidir con ese concepto de orden macroeconómico racional y en qué términos se dio esa dificultad? Usted también usa la palabra “anacrónico” en relación a Axel Kicillof. ¿Fue Kicillof el funcionario con quien le resultó más difícil el diálogo?
-Sí, yo creo que sí. En esos años, entre 2013 hasta diciembre de 2015 cuando llegó Mauricio Macri a la presidencia, no teníamos un programa y no realizábamos las consultas tradicionales del artículo cuarto. Con el kirchnerismo de esos años, la relación giró, sobre todo, en torno a recomponer las estadísticas del Indec. La Argentina corría el riesgo de ser castigada por el FMI porque no cumplía con la responsabilidad que recae sobre los países miembros, que tienen que dar al Fondo información de manera oportuna y fidedigna sobre el índice de precios. El modelo de desarrollo que el gobierno tenía para la Argentina suponía que el acceso a los mercados internacionales de capital o el ahorro internacional era nocivo para la Argentina, que la Argentina no tenía que depender de ese financiamiento.
-En la línea muy propia del kirchnerismo y su principio de la soberanía financiera.
-La idea era vivir con el ahorro que se podía generar domésticamente. Eso tiende a tratar de capturar el ahorro, es decir, no darle libertades al ahorrista para tomar las oportunidades que se presentan en todos los mercados internacionales: lo que se llama “represión financiera”. Y a través de esa represión financiera, tratar de asignar esos recursos a los sectores que el gobierno cree que son más productivos en el mediano plazo a través de acceso a divisas o al crédito muy dirigido por el gobierno versus una visión más de mercado, con una libertad de movimiento de capitales que fluyen hacia las economías emergentes, y luego el sistema financiero asigna esos recursos con una visión de rentabilidad. Y si el gobierno cree que hay sectores que tienen una rentabilidad social y no están siendo atendidos por el sector financiero privado, puede establecer algunos esquemas de subsidios y sistemas de apoyo a través de los bancos estatales. En ese esquema, el 95 por ciento de la economía sigue siendo una economía de mercado con apertura de la cuenta capital. El modelo del kirchnerismo cree que esto es nocivo, que la asignación de los recursos por el mercado privado y, sobre todo, por el sector financiero privado generan muchas distorsiones y que es mejor sacrificar el acceso a los mercados internacionales para tener una economía mucho más controlada y depender un poco del crédito multilateral para, con eso, asignar estos recursos a través de controles y de crédito, con una visión mucho más intervencionista. Esto termina generando los problemas que hemos visto, también porque hay una necesidad política de mantener el consumo de la población. Y la asignación de recursos por parte de los gobiernos ha sido muchas veces mucho más ineficiente y discrecional y propensa a la corrupción y, por lo tanto, con mayor impacto negativo sobre el crecimiento económico.
"Al acuerdo del gobierno de Macri con el FMI lo revisaron los abogados de relaciones financieras internacionales más sólidos del mundo"
FMI y USD 57.000 millones. ¿Financió la campaña de Cambiemos? ¿Fue el préstamo más grande del FMI?
-En relación a la etapa del gobierno del presidente Mauricio Macri, el gran tema es el endeudamiento por 57 mil millones de dólares, de los que se concretaron 46 mil millones. El kirchnerismo sostiene que el FMI es corresponsable porque no respetó el estatuto del FMI y porque financió la campaña electoral de un gobierno, cuando aprobó un préstamo aunque las condiciones no estaban dadas. ¿Cuál es su mirada? Usted fue quien le puso la firma a ese acuerdo como funcionario del FMI.
-Este acuerdo fue revisado primero por el departamento jurídico del FMI. En segundo lugar, fue revisado por los departamentos jurídicos del ministerio de Hacienda de Alemania, de Estados Unidos, de Francia, de China, donde están los abogados en materia de relaciones financieras internacionales más sólidas del mundo. ¿Por qué? Porque realmente son ministerios con mucha estabilidad, que tienen áreas de relaciones financieras internacionales muy sólidas. Ningún país ha traído ese tema a la mesa. El acuerdo respeta todos los estatutos del FMI y las interpretaciones que se han venido haciendo de estos estatutos en ocasión de los créditos a Europa después de la crisis financiera global, a México en 1994, a Brasil. En ese sentido, más bien fue un posicionamiento político del gobierno y de la oposición argentinos más que una crítica que tuviera un sustento importante. Ahora, el hecho de que el crédito haya sido muy grande y de que el crédito se haya procesado relativamente rápido comparado con otros créditos, motiva a veces parte de estas críticas.
-Es el préstamo más grande de todos los que han entregado al FMI.
-En términos absolutos, es el crédito y el desembolso más grande que el FMI ha hecho. Sin embargo, para juzgar si a la Argentina se la trató mejor que a México en el ‘90 o a Grecia durante la crisis financiera global, hay que tener en cuenta cómo se mide la proporcionalidad en el FMI. Decir que es el crédito más grande es incorrecto porque se mide en proporción de la cuota de un país. Si un país es muy chiquito y le presta 20 veces más de su cuota en el FMI, que está relacionada, imperfectamente, con el tamaño de su economía, etcétera, esto nos indica la proporcionalidad, nos indica si tratamos mejor a la Argentina que a Honduras o que a Barbados. En ese sentido, los créditos a Europa, a Portugal o a Grecia, fueron mucho más grandes proporcionalmente a su cuota que el crédito a la Argentina. Cuando se hacen créditos a países que tienen un nivel de ingreso medio, con un sistema financiero relativamente sofisticado, tienen que tener muchos recursos: es un sistema financiero que cuando entra en problemas, necesita sustituir al acreedor privado por un acreedor multilateral, por eso son programas grandes. Para terminar el tema del tamaño del crédito, si bien no es un acuerdo tradicional, México, por ejemplo, tiene una línea de crédito contingente con el FMI: México paga una cuota anual para tener reservado un monto de recursos disponibles.
-Como un seguro.
-Sí. Una vez aprobado y firmado ese acuerdo, México no tiene que pasar por ningún filtro para obtener esos recursos. Los recursos reservados para México llegaron a ser de 88 mil millones de dólares. Nunca los usó, pero estaban ahí. Entonces, cuando los países son grandes como es el caso de la Argentina, un país del G20, con un sistema financiero sofisticado, los programas terminan siendo grandes. Si no, no son programas que pueden enfrentar el problema por el que atraviesan esas naciones.
FMI, de Macri a Fernández. ¿Cuánto pesan los vínculos personales con EEUU?
-Usted está planteando que no hubo discrecionalidad por parte del FMI para beneficiar a la Argentina, lo que pondría en duda la transparencia del FMI. Ahora, hay otra lectura que dice que el vínculo más aceitado del presidente Mauricio Macri con el presidente Donald Trump, por sus lazos de juventud, habilitaron canales de diálogos que la Argentina de Macri aprovechó. ¿Cuánto pesan estos vínculos?
-Cuando estaba en el Fondo Monetario siguiendo la prensa argentina y las discusiones en Buenos Aires, notaba un sobredimensionamiento del rol de Estados Unidos en los programas que el Fondo Monetario realiza con la Argentina, tanto durante el gobierno de Mauricio Macri como con el gobierno de Alberto Fernández.
"Decir que el crédito al gobierno de Macri fue el más grande del FMI es incorrecto. Los créditos a Europa, a Portugal o a Grecia, fueron mucho más grandes proporcionalmente a su cuota que el crédito a la Argentina"
-En el libro, usted señala que tanto Macri como Alberto Fernández se beneficiaron de canales de diálogo más fluidos. No fue solo Macri. ¿Pero usted está diciendo ahora que no existió esa mayor fluidez o que, efectivamente, se dio en los dos casos?
-En los dos casos se utilizaron esos canales. Y también lo que digo es que cuando una economía grande entra en problemas, como el caso de la Argentina, como lo fue Brasil en su momento, o México en el ́94, o Grecia, que era considerada sistémica por su membresía en la zona del euro, el interés de la comunidad internacional para que esos problemas se resuelva es muy grande y se activan esos canales. Los funcionarios del Fondo trabajan respetando las reglas del Fondo. Pero las interpretaciones de estas reglas pueden ser un poco más o menos elásticas. En los casos en donde los funcionarios están conscientes de ese apoyo de la comunidad financiera internacional, se interpretan de manera bastante más elástica. Ése fue el entorno en el que trabajamos: podíamos proponer un diseño y un tamaño de programa un poco más ambicioso que lo que hubiésemos diseñado para países menos relevantes entre los mercados emergentes. Lo mismo ocurrió con el programa que se hizo con el presidente Fernández. En otras ocasiones, y no pasó en el caso de la Argentina, cuando se llega a las últimas etapas de la negociación y la negociación está trabada en uno o dos temas, a veces la comunidad financiera internacional ayuda a desbloquear esos problemas.
"El FMI y EEUU están preocupados por la evolución del apoyo financiero internacional con una China más activa"
FMI: ¿Burocracia con poder o no tanto? Cambiemos y la deuda, ¿una decisión inoportuna?
-Siempre se plantea cuánto pesa esa burocracia internacional como la del FMI que tiene poder pero que, por tratarse de funcionarios de carrera, también está limitada. Está claro en el libro que usted toma distancia en relación a lo oportuno que fue el otorgamiento del crédito durante la gestión de Macri. Según su perspectiva, en 2018, el gobierno tenía otras medidas a manos que no eran necesariamente pedir un préstamo al Fondo. Si ése era su criterio, ¿por qué entonces otorgar ese crédito? ¿No pudo hacer escuchar su criterio en el FMI?
-La Argentina enfrentaba un cambio en el entorno financiero; de eso no hay duda. Los funcionarios argentinos percibieron, y ésa era la realidad, que no podían acceder en los mercados internacionales a los fondos que requerían para seguir su programa después de dieciocho meses de gobierno, cuando habían tenido un acceso muy importante a estos a estos mercados. Yo creo que existía la posibilidad de hacer un intento de fortalecer el programa de políticas públicas, fiscal, monetario y estructural antes de ir al Fondo Monetario. Las condiciones de financiamiento son endógenas: responden a la política pública que se pone como oferta tanto para la población como para que los mercados internacionales analicen la capacidad de repago de ese país.
-Es decir, usted planteaba que el gobierno de Macri tenía la posibilidad de empezar a ajustar sus cuentas en ese momento.
-De manera bastante drástica, de revertir la sensación de falta de independencia del Banco Central con un mandato claro de autonomía. Tal vez hasta podía usar las reservas que tenía el Banco Central para recomprar títulos públicos. Yo no digo que eso hubiese sido exitoso; tal vez sí lo hubiese sido. Habría generado, al momento de ir al FMI, una paternidad del ajuste que políticamente hubiese sido bueno: el Fondo habría validado un programa que se decidió independientemente del Fondo, que no habría sembrado estas dudas de que si fue o no una imposición de Washington; eso habría sido mejor. Probablemente no habría sido exitoso; tal vez sí.
-Quizás era muy difícil de plantearle a la ciudadanía un ajuste en ese momento.
-Puede ser. Y en ese momento, cuando el funcionario del país y el presidente del país perciben que necesitan el apoyo, no creo que sea la labor del Fondo decirle no, no vengas en este momento. Si las cosas salen mal, la culpa es del Fondo.
FMI en la Argentina. ¿Muy laxo con el cuarto gobierno kirchnerista?
-La centroizquierda, con el kirchnerismo incluido, cuestionan la “corresponsabilidad” del Fondo en estas políticas. Ahora, hay otro cuestionamiento desde la oposición. El ministro de Economía Sergio Massa tuvo la semana pasada 7.500 millones de dólares. La oposición sostiene que el Fondo ha sido muy laxo con el kirchnerismo por un sentimiento de culpa por haber entregado un crédito tan grande antes y un poco, porque el funcionariado del FMI con su directora a la cabeza, Kristalina Georgieva, no quiere hacerse cargo de una debacle de la Argentina. ¿Cuánto hay de eso?
-Ésta crítica es válida. El Fondo Monetario debió haber negociado de manera más dura con el gobierno de Alberto Fernández para lograr un mejor programa de inicio, que se podía lograr. Sin embargo, la opción que tenía el FMI era un programa bastante malo porque el gobierno del presidente Fernández y su ministro de Economía cuando se negoció este acuerdo…
-A Martín Guzmán, se refiere.
-Ellos tenían una visión de cómo funciona la economía argentina y cuáles eran las políticas apropiadas que es bastante mala, anacrónica y refleja lo que discutíamos antes. Ése era el planteamiento con el que ellos creían que la economía argentina tenía que enfrentar estos problemas, que es muy diferente a lo que piensa el Fondo. Entonces, la opción de los funcionarios del Fondo y de su directora era un programa muy malo que ellos podían modificar pero en las aristas: el gobierno no iba a poner a la Argentina en default con el Fondo Monetario. En ese sentido, era coherente decir “hagamos un mal programa con la Argentina, tratemos de mejorarlo en lo que se pueda, esto va a ser mejor para la sociedad argentina y va a ser mejor para el Fondo Monetario. Aún cuando firmaron esto, nunca pensaron que lo estaban firmando con un gobierno que iba a estar tan ausente, que ha sido tan poco responsable con el programa que firmó, no sólo con FMI sino con la sociedad. El presidente nunca le ha explicado a la sociedad qué es lo que hay que hacer para combatir la inflación y para lograr estabilidad. Y ahora el Fondo se encuentra tomando decisiones en esta posición, diciéndose algo así: “tengo que ser lo más neutro posible en este proceso electoral y esperar hasta que llegue el próximo gobierno”. Yo creo que esa fue la decisión que circuló por Washington.
La deuda. ¿El problema central de la Argentina… o no tanto?
-Parte de la gestión del presidente Alberto Fernández con el ministro Guzmán estuvo enfocada en renegociar la deuda. ¿El problema de la Argentina hoy es un problema de deuda o el problema es otro?
-Primero, el diagnóstico es incorrecto. La deuda es una consecuencia de problemas más profundos en la sociedad argentina que dan como resultado los problemas fiscales, los problemas de deuda, los problemas de inflación, lo que planteaba al principio. Sólo renegociar la deuda no resuelve los problemas de la Argentina. Corrige parte de las consecuencias de esas causas fundamentales, pero no se apunta a las causas fundamentales en términos del equilibrio fiscal, de una política monetaria más sensata, de una política estructural de mayor apertura y de más inversiones, de este gasoducto, que tuvo tanta tardanza, o en términos de la hidrovía, que no se ha concesionado y que podría hacer el transporte de granos mucho más eficiente y más barato. El gobierno no se ha movido para hacer la minería argentina mucho más eficiente. ¿Por qué Chile es una potencia exportadora de metales y la Argentina no lo es? No se hizo nada en ese sentido, y además se atacó el tema de la deuda de manera tremendamente lenta. Se tardó la mitad del gobierno. Un gobierno con los problemas que tenía el gobierno argentino podría haber negociado la deuda con los privados y con el Fondo casi de manera simultánea. Además, como consecuencia de la pandemia, muy probablemente le hubiese permitido a la Argentina obtener recursos netos adicionales del Fondo por entre 5 mil y 12 mil millones de dólares, que hoy serían muy necesarios para la Argentina. También le hubiese permitido empezar un año antes a implementar un programa de políticas que hoy tendría a la economía argentina en una situación mucho mejor.
Las élites económicas y políticas argentinas. ¿El problema argentino?
-En Chile, el economista Rodrigo Valdés, que hoy ocupa su cargo en el FMI, fue ministro de Hacienda de Michelle Bachelet, entre otras funciones. En Perú, donde manda la fragilidad política extrema, Julio Velarde es presidente del Banco Central desde hace dieciséis años. En la Bolivia de Evo Morales, en el arranque de su gestión, también abrazaron un capitalismo más racional. En Uruguay, una macroeconomía sana se sostiene a pesar de los cambios hacia la centroderecha o la centro izquierda. En el caso de la Argentina, ¿la calidad de las élites políticas y económicas y problemas de formación y de su visión del mundo podría estar impactando en cómo se posiciona la Argentina en términos macroeconómicos?
-Obviamente, en la Argentina, la grieta ha impedido que se pueda llegar a un consenso o a un acuerdo de políticas de Estado para incrementar la probabilidad de dejar atrás esta situación de inestabilidad y bajo crecimiento. La polarización política no lo ha permitido. En el caso de Uruguay vemos un nivel de civilidad política entre el Frente Amplio y la oposición de centroderecha que ahora está en el gobierno y un nivel de acuerdos en ciertas dimensiones de política pública que permite disminuir la incertidumbre de manera muy importante y permite la actividad del sector privado. En Chile, el gobierno de Gabriel Boric y él personalmente intentó implementar una agenda más cercana a su posición ideológica pero ve que el centro de gravedad político de la sociedad chilena está en otro lado y respeta los límites institucionales y se mueve un poco más al centro. Esto es producto de una cultura política más avanzada y de mayores consensos.
-¿Sólo es cuestión de una cultura política más avanzada o también una mayor calidad técnico económica? Pienso en Mario Marcel en Chile, que era presidente del Banco Central primero con Michelle Bachelet y siguió con Sebastián Piñera, siguió con Boric como ministro de Economía. En la Argentina, tuvimos a Guzmán como ministro de Economía, un académico joven formándose junto a Joseph Stiglitz. O a Sergio Massa, un abogado sin ninguna experiencia ni formación económica, graduado recientemente como abogado en una universidad que no está entre las mejor rankeadas de la Argentina. O Axel Kicillof, tampoco sin ninguna experiencia en la economía en medio de un entorno económico tan global y complejo.
-Argentina tiene muy buenos economistas y muy buenos funcionarios financieros, pero claramente tiene un problema estructural: se han destruido las instituciones de diseño de política pública y, sobre todo, de política macroeconómica y financiera como el Banco Central y el ministerio de Economía. En países con una evolución más estable, el conocimiento de esas instituciones se respeta, como en el caso de Chile: Boric, el primer presidente de izquierda en Chile después de la dictadura, llega al poder y aunque piensa implementar una agenda de izquierda, nombra a Mario Marcel, expresidente del Banco Central, ex director del presupuesto en la Secretaría de Economía, y le da la responsabilidad del manejo económico. O como tú mencionabas, Perú: Julio Velarde ha sido respetado por los presidentes de todo el espectro político. Y en México, se ha respetado también la institucionalidad del Banco Central y del ministerio, cosa que en la Argentina no ha sucedido, se ha improvisado. Muchos de los casos que mencionaste son inventos y muchas veces buscan disminuirle el poder al ministro. Axel fue un ministro muy poderoso que no tenía la preparación ni la carrera que uno buscaría en un ministro de Economía, sobre todo si se está pensando en un modelo económico más abierto. Guzmán nunca había tenido ninguna responsabilidad ejecutiva ni en el sector privado, ni público ni académico. Independientemente de cómo uno juzga su función, Sergio Massa puede ser un ministro más parecido a los ministros de finanzas políticos, algunos de los cuales han sido exitosos, aunque tal vez no tienen la solidez técnica. Es el caso de Antonio Palocci en el Brasil del Lula, creo era veterinario (NdelE: Palocci es médico especializado en medicina preventiva). El sentido común es un factor. El respeto a la gente del ministerio que sabe y una habilidad política para implementar son buenas combinaciones. Pero el respeto a la calidad técnica de los funcionarios es muy importante y muchas veces no las hemos visto en la Argentina. Hemos visto, en cambio, visiones alternativas y creativas que reinventan este tema de las negociaciones con el FMI.
De Guzmán a Massa. ¿Cómo es el vínculo con el FMI y con Kristalina Georgieva?
-Se habla mucho de las buenas relaciones de Sergio Massa con Estados Unidos. Tuvo vínculos con Rudolph Giuliani, que visitó la Argentina cuando Massa era opositor al kirchnerismo y tenía su actividad en Tigre. ¿Es real esa vinculación de Massa con Washington? ¿Pesa en la actual negociación con el FMI?
-Me es difícil responder a esa pregunta. Te diría que con el FMI no existía una relación muy profunda ni muy establecida. Por lo general, ese tipo de relaciones existen con economistas que han estado en contacto con los funcionarios a través del tiempo. Pero Massa es un funcionario que lleva mucho tiempo cubriendo muchas responsabilidades y se ha esforzado en establecer vínculos y también vínculos a nivel internacional.
"El ministro Guzmán y Sergio Chodos fueron muy inteligentes en limitar el campo de acción de funcionarios nuevos en el FMI, sobre todo Julie Kozack y Kristalina Georgieva"
-En el libro, hay una observación en relación a Martín Guzmán y Sergio Chodos (NdelE: director argentino ante el FMI) y su vínculo frente al FMI. Plantea que eran inteligentes para hacer eso y llevar agua para su molino. ¿Cómo es esa historia?
-El ministro Guzmán y Sergio Chodos fueron muy inteligentes en limitar el campo de acción de funcionarios nuevos en el Fondo Monetario Internacional, sobre todo Julie Kozack (NdelE: subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental durante la negociación del acuerdo en la gestión de Alberto Fernández, interlocutora de Martín Guzmán) y Kristalina Georgieva (NdelE: directora del FMI), que no tenía una relación y un entendimiento de la Argentina ni con los mercados financieros internacionales. Establecieron una relación en la en la cual, implícitamente, le limitaban el contacto con otros agentes…
-Con otros economistas argentinos…
-Con el sector privado, empresarios… Estas funcionarias terminaron entendiendo la Argentina a través del microscopio de Guzmán y de Chodos. Eso generó una mala visión de la Argentina, una sobreconfianza de la capacidad y voluntad del ministro Guzmán y del presidente Fernández a la hora de hacer las cosas. En ese sentido, fue una visión un poco ingenua. Kristalina Georgieva no utilizó el buen vínculo que construyó de manera inteligente con el presidente Fernández para, llegado el momento, decirle: “presidente Fernández, usted tiene que hacer un ajuste ahora; si no, su país va a terminar muy mal; le conviene a la sociedad argentina y le conviene a usted como presidente empezar hoy para, tal vez, llegar a las elecciones con una posibilidad de reelegirse; no es que yo sea su jefa de campaña pero ése es el objetivo que usted persigue; es bueno para la sociedad argentina y para usted”. Eso nunca se hizo.
Yuanes vs dólares. China vs EEUU. ¿Cómo impacta la geopolítica en la negociación entre Argentina y el FMI?
-En la Argentina, se plantea que si no se consiguen los dólares del FMI, hay que buscar yuanes de China. Es lo que hizo Massa. Otra opción fue Qatar. ¿Cuánto influye la geopolítica en el caso de la Argentina dentro del FMI? ¿La tensión creciente entre Estados Unidos y China termina beneficiando al “patio trasero” de América Latina, y específicamente al caso de la Argentina por los intereses estratégicos de Estados Unidos en esta parte de la región?
-En múltiples dimensiones, la tensión entre China y Estados Unidos debería ser una oportunidad para América Latina, que no es un participante activo en estas tensiones. Podría tener acceso a instrumentos de apoyo, a inversión de los dos grandes bloques en conflicto. El FMI y no sólo Estados Unidos, también los accionistas europeos, están preocupados por cómo se reconfigura la red de apoyo financiero internacional a partir de una presencia más activa de China. Obviamente, eso los lleva a tomar ciertas decisiones pensando en cómo reaccionaría China. Los swaps que se obtuvieron desde el gobierno de Cristina Kirchner y se mantuvieron durante el gobierno de Mauricio Macri, ahorita el gobierno los está utilizando de manera más activa. En relación a Qatar, esta última negociación es muy puntual y estratégica: básicamente, dado que el acuerdo a nivel del staff del Fondo se logró uno o dos días antes de que la Argentina tuviese que hacer los pagos, ya no daba tiempo para elevarlo al directorio. Por lo tanto, se negoció con Qatar, el CAF y el Banco Mundial para un crédito puente. Fue un acuerdo más coyuntural. Pero el acuerdo con China es estructural y claramente el Fondo Monetario y el Banco Mundial están viendo cómo evolucionan las instituciones chinas en términos del financiamiento para crisis de balanza de pagos y crisis financiera, pero también para el desarrollo e inversiones en infraestructura. Poco a poco, de manera paquidérmica, se están tratando de ajustar para mantener su relevancia en el mundo emergente y en el mundo en desarrollo.
-Usted se decidió a contar cosas a las que es difícil acceder. ¿Pesa o da culpa ser un funcionario del FMI con una responsabilidad tan grande?
-No, para nada. Como funcionario público en tu país, en mi caso, en México, sí, la responsabilidad es tremendamente más grande: tú tienes que diseñar las políticas públicas, tienes que negociarlas en los ámbitos políticos y luego las tienes que implementar. Pero en el FMI, tú financias parte de estos programas, negocias y ayudas en el diseño de políticas públicas. El funcionario local es el que las negocia con sus contrapartes políticas, las implementa y también es el que carga con la responsabilidad frente a su sociedad del éxito o fracaso de estas políticas. Yo dejé el Fondo Monetario; Roberto Cardarelli (NdelE: jefe de la misión argentina del FMI) ahora trabaja en Marruecos y los funcionarios siguen su carrera, pero la presión y la responsabilidad que siente un funcionario en su país es de diferente nivel, aunque también la sentimos los funcionarios del FMI. A todos los equipos del FMI, yo trataba de hacerlos lo más conscientes posible de la presión y la responsabilidad que tenían los funcionarios en la Argentina.