Claudia Brítez emigró desde Paraguay cuando era una adolescente; logró convertir su pasión por ambientar fiestas de 15, bautismos y baby shower en un emprendimiento exitoso; la contrataron para ambientar un encuentro de Naciones Unidas
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Claudia Brítez ofrece un servicio que al principio muchos vecinos no entendían bien qué significaba. La palabra “catering” no ayudaba a que entendieran qué era lo que ofrecía. Pero eso fue al principio, porque, a fuerza de fiestas en el barrio, se hizo entender. Ya lleva organizadas unas 150. Por eso, ahora esa palabra “rara” es la que todos usan para identificarla: en la villa 31, en Retiro, Claudia es “la chica del catering”.
Que la llamen así es una conquista personal que comenzó a gestar solidariamente, cuando ofrecía su tiempo para organizar fiestas sin cobrar un peso. Hoy, a sus 34 años, Claudia es la ideóloga de un emprendimiento familiar con el que sostiene el hogar que conforma junto a sus hijos Sebas, de 14, y Juli, de 6. Su habilidad es la de transformar una sala parroquial, el salón de una escuela, el living de una casa o el salón de un club en lugares mágicos donde festejar un cumpleaños, un bautismo, una fiesta de 15 o un baby shower. “Mi objetivo es que los vecinos puedan darse el gusto de festejar y que esa fiesta sea como la soñaron. Todos tienen derecho a festejar”, sentencia y, aunque le cuesta elogiar su propio trabajo, reconoce: “Convierto en lugares mágicos los lugarcito donde parece que no se puede hacer nada”.
Claudia nació en Caaguazú, una ciudad de 100 mil habitantes que está a 180 kilómetros de Asunción, en Paraguay. Es la mayor de seis hermanos. A los 17 años, junto a sus padres, tuvo que “juntar toda su vida en una mochila” para empezar de nuevo en un lugar muy distinto al que conocía: la villa 31, un barrio popular “muy peculiar”, tal como afirma entre risas, y donde “a pesar de las dificultades las familias siempre encuentran un motivo para celebrar”.
La decisión de emprender surgió hace siete años y tuvo dos razones. Estaba embarazada de Juli y algunos miedos impregnaban sus pensamientos: “¿En qué trabajo me van a tomar con una bebé en brazos?”, pensaba. Pero de algo estaba segura: “No trabajar no era una opción”. Su último empleo había sido como asistente de una investigadora del Conicet. Pero un trabajo así ya no podría aceptar porque no tendría con quién dejar a su hija. “La idea de emprender también fue el emergente de una crisis de medio cuarto de vida tardío. Yo iba maquinando: ¿hacía dónde quiero ir? ¿Qué quiero hacer con mi vida?”, le cuenta a LA NACION en su casa. En su mano sostiene una taza de café, que acompaña con una porción de bizcochuelo.
En esa época, 2016, tuvo que atravesar todas las crisis juntas: una crisis de maternidad, una crisis económica, una crisis de pareja (acaba de separarse) y un malestar constante de no sentirse bien en dónde ni cómo estaba. Pero era jefa de hogar y su única opción era seguir adelante. Fueron sus amigos quienes le empezaron a señalar las cualidades que podía monetizar: su facilidad para hacer manualidades, lo resolutiva que era, sus don para conversar y su vocación para hacer lo imposible para que los festejos a los que la invitaban se vieran y sintieran maravillosos.
—¿En qué momento exacto te diste cuenta de que organizar fiestas en el barrio podía ser una salida laboral?
—No me quedó otra. Tuve que hacerme la fuerte -contesta y lo relaciona con algo inherente a los miles de inmigrantes que viven en la villa 31 o Barrio Mugica.
Pero más allá de esa encrucijada por la que muchos pasan, Claudia advirtió que en su barrio no había nadie que organizara las fiestas, que cada familia lo resolvía como podía. Comenzó ambientando celebraciones chicas: un cumpleaños, un bautismo, una primera comunión. Hasta que su amiga Lucy, quién era la que le hacía propaganda en el barrio, la acercó “medio obligada” al Centro de Desarrollo Emprendedor, un lugar gestionado por el Gobierno porteño que es la referencia de los vecinos que quieren potenciar sus oficios o emprendimientos.
Llegó con algunas ideas, se capacitó y tuvo la posibilidad de tener una clase con Romi Fuks, una reconocida decoradora que organiza celebraciones para famosos. Los trabajos que Claudia vio en el Instagram de Fuks le sirvieron de inspiración: se propuso traer ese brillo al barrio, sin dejar de ser consciente de las limitaciones económicas y de espacio con las que se iba a encontrar.
Así fue como su trabajo se basó siempre en una premisa que repite como un mantra: “Si afuera del barrio hay gente que puede darse el gusto de festejar, mi idea es que las mamás de acá también tengan esa posibilidad. Y que lo hagan ‘como lo soñaron’”. De esa idea nació el nombre del emprendimiento: catering y eventos “Como lo Soñaste’”.
Del emprendimiento participan siete personas, casi todas mujeres y familiares: Claudia, su mamá, sus hermanas y sus primas. En las celebraciones grandes, llega a emplear a 60 personas, todos vecinos. Es que la pyme creció y no solo ambienta festejos cada vez más numerosos, sino que se ocupan de cada vez más tareas: desde decorar un salón y llevar las sillas y la vajilla hasta contratar un fotógrafo, ubicar los invitados, personalizar la torta y encargarse de todo el menú. “Lo que más sale es todo lo que se pueda comer con la mano, ya que es más práctico”, afirma y enumera: “Empanadas, sándwiches, pizzas”.
Claudia cuenta que el 60% de sus trabajos son en el propio barrio, pero que poco a poco fueron surgiendo oportunidades en otras zonas de la ciudad. “Ya casi el 40% de los clientes son eventos en otros lugares de la ciudad”, cuenta y explica que la mayoría son encuentros corporativos, muchos de ellos en las oficinas del Ministerio de Educación porteño.
Un evento que la marcó, por ejemplo, fue uno del área de Hábitat de Naciones Unidas que se hizo en un salón de Cancillería, en Retiro, en el contexto del Día Mundial del Hábitat. “Fue como debutar en primera”, bromea y recuerda asombrada que ese evento implicó un desafío muy grande para todos: “Hasta tenían ascensores para llevar la comida al salón. Logísticamente era impresionante y estábamos enloquecidas con la locación”, cuenta Claudia y suelta con orgullo: “Por suerte pudimos estar a la altura de esa situación protocolar y todo salió muy bien”.
—¿Cómo trabajás con las clientas?
—Las escucho y trato de conocerlas. Cuando llega una mamá, viene soñando con ese festejo desde hace tiempo. Por ejemplo, en la colectividad paraguaya, para las mamás de los nenes que van a cumplir un añito ese festejo es clave. Lo celebramos como una fiesta de 15. Lo que más sueña la colectividad argentina es justamente la fiesta de 15 para las nenas y para los peques, los 18. En cambio, la colectividad peruana tira la casa por la ventana cuando hay un baby shower.
Claudia asegura que su principal tarea es hacer posible lo que parece imposible: “Un lugarcito en donde a primera vista decís: ‘Acá no puedo hacer nada’ lo tengo que convertir durante dos horitas en el lugar mágico”. Una particularidad del emprendimiento es que todos los proveedores que hacen que los eventos se puedan realizar son del barrio, como las mozas, el fotógrafo o la repostera, por ejemplo.
“Festejar es clave para la infancia”
Un informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA expone que la desigualdad social impacta sobre la posibilidad de las familias de festejar el cumpleaños de sus hijos. Esta situación se viene registrando desde el año 2018 y por la pandemia se profundizó. De hecho, la investigación señala que 3 de cada 10 niños de hasta 8 años que viven en contextos de mucha pobreza no festejaron su cumpleaños en 2022.
La investigadora y coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA, Ianina Tuñón, resume por qué es importante que los niños tengan la oportunidad de festejar su cumpleaños: “Más allá de las formas que culturalmente se esté acostumbrado a celebrar, los cumpleaños sirven también para socializar: conocer al resto de la familia, sentirse importante y conocer el lugar que esa personita ocupa en la familia, tejer vínculos y empezar a cultivar las primeras amistades”.
—¿Sabías que la probabilidad de celebrar los cumpleaños en las infancias de los barrios populares es cuatro veces menor con respecto a las posibilidades que tienen por ejemplo los sectores más privilegiados?
—Te diría que acá ocurre lo contrario. Nosotros, la gente humilde, no pensamos en un viaje a Miami cuando se acerca la fecha de cumpleaños. Ponemos hasta el último peso que ahorramos y así sea con un globito y una tortita, celebramos. Pareciera una paradoja, pero en mi barrio es así. Con lo que sea, pero se celebra. Tiene que surgir ese tipo de excusas para que nos olvidemos, por ejemplo, de la inflación, de llegar a fin de mes. Es algo raro, pero es con lo que convivo siempre.
A Claudia le apasiona su trabajo y se emociona al hablar de sus inicios: “El segmento de clientas que a mí me dio esa primera base para que pueda asentarme, fueron mamás empleadas domésticas que trabajan 12 horas por día y crían solas a sus hijos. Y que te dicen: ‘Va a cumplir tres años el nene y no sé ni por dónde arrancar, pero quiero que el cumpleaños sea hermoso. Me dicen: ‘Organizame lo que puedas con esto que tengo’”.
Claudia quiere que su historia no se muestre como una historia con final feliz porque, según reflexiona, la realidad de muchas personas del barrio es muy diferente. “No todos tenemos las mismas oportunidades. Con esfuerzo, con disciplina, se llega a algún lado, es cierto, pero muchas veces eso no es suficiente. Por eso siempre digo que odio la palabra sacrificio, una palabra que arrastro desde mi infancia. No tendría que ser siempre un sacrificio. Y sin embargo lo es”, dice y cierra con palabras de aliento para sus vecinos: “Ahora soy ‘la chica del catering’, pero quisiera que más personas, a pesar de las limitaciones con las que se encuentran, se animen a buscar aquello que les apasiona, en el rubro que sea. Y luchen por eso, tejiendo redes. Porque en soledad no se puede hacer nada”.
Más información
- Para conocer el trabajo de Claudia se puede navegar su cuenta de Instagram.
- Si querés contactar a Claudia o consultar por su servicio de catering, podés escribirle a clscateringyeventoscomolosoñaste@gmail.com