Si sospechás o sabés que una amiga, conocida o familiar es víctima de violencia, seguí las recomendaciones de las especialistas para poder ayudarla
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Para una mujer víctima de violencia de género, reconocerse en esa situación, poder poner en palabras lo que vive y pedir ayudar, no es fácil. Por eso, las especialistas subrayan que la mirada atenta y la disponibilidad de los otros, desde los vecinos hasta las amistades, resulta siempre fundamental para intervenir a tiempo.
Si sospechás o sabés que una amiga, conocida o familiar es víctima de violencia, te acercamos algunas de las recomendaciones de distintas referentes para poder ayudarla:
- Conocer las características emocionales que presenta una mujer en situación de violencia: este es el primer paso. Alejandra Vázquez, psicóloga especialista en la temática de la asociación civil Surcos, explica que la violencia provoca consecuencias en la salud física y emocional de las mujeres, por eso, es posible que se nieguen a realizar una denuncia por sentirse inhibidas para actuar, por temor a represalias, por ausencia de redes de apoyo social, porque se encuentran afectadas por el estrés postraumático, porque carecen de recursos, por vergüenza o culpa.
- Entender que la violencia no es un "asunto privado" y nos compete a todos: involucrarse con la violencia implica dejar atrás el pensamiento de que lo que pasa puertas adentro de un hogar, es asunto privado y, por ende, no nos compete. "Es clave entender que ni los gritos, ni los llantos, ni los golpes pertenecen al plano de la intimidad. Una primera barrera que hay que atravesar es esta: ‘No es problema mío, ellos se llevan así’", resume Raquel Asensio, coordinadora de la Comisión de Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación. En esa línea, Vázquez subraya que la violencia hacia las mujeres es una grave problemática social que requiere del compromiso de toda la sociedad. Para ella, la concepción de "asunto privado" refuerza los mitos acerca de la violencia como un problema que debe quedar reservado al ámbito familiar, invisibilizándola y perpetuándola.
- Brindar una escucha activa y empática: es clave estar, comprender y no juzgar. "No nos tenemos que acercar para darle una clase magistral sobre violencia de género", señala Marcela Morera, cofundadora del grupo Atravesados por el Femicidio y madrina del refugio Uguet Mondaca. "Solo debemos escuchar a esa mujer y preguntarle cómo podemos darle una mano. Y si no la conocemos mucho, le podemos decir que intuimos lo que le está sucediendo, que si quiere contarnos algo, que cuente con nosotros, que puede llamarnos en cualquier momento, a cualquier hora", agrega.
- Ayudar a que entienda que ella no tiene la culpa: Vázquez explica que muchas mujeres ocultan la violencia o pueden no registrarla como tal, estando convencidas de que lo que están atravesando no es violencia. Suelen justificar a su pareja o minimizar las situaciones con expresiones tales como "es su carácter", "yo lo pongo nervioso" o "fue sólo un empujón" . Es fundamental reforzar la idea de que ellas no son culpables de nada, que tienen derecho a vivir una vida libre de violencia, que se puede salir de ese lugar y que es fundamental pedir ayuda.
- Llamar al 911 ante una emergencia: por ejemplo, si escuchamos gritos o golpes. Morera recuerda que todas las llamadas al 911 son anónimas. "Si somos vecinos podemos llegar a escuchar gritos sobre todo en las noches o los fines de semana. Siempre, tenemos que llamar al 911: podemos estar salvándole la vida a una mujer", enfatiza.
- Pedir asesoramiento: si tenés dudas sobre cómo actuar, podés pedir asesoramiento llamando a la línea 144, que funciona las 24 horas, los 365 días del año y es atendida por especialistas en la materia. Además, es anónima, gratuita y nacional. Es posible contactarse por mail a linea144@mingeneros.gob.ar y por WhatsApp al (+54) 1127716463. También se puede bajar una App gratuita al celular buscando 144 desde Android o App Store.
- Acompañar sin tomar decisiones por ella: hay que considerar que las mujeres que padecen situaciones de violencia de larga data tienen afectada la autodeterminación y la autoestima porque nunca les permitieron tomar decisiones. Por ello, es fundamental acompañar sin decidir por ellas, promoviendo su autonomía.
- Brindarle direcciones y números de teléfono de instituciones que aborden la problemática: ofrecernos a acompañarla es una alternativa en las situaciones en que las mujeres se encuentran afectadas para actuar. Es fundamental que la mujer pueda recibir asistencia de un equipo interdisciplinario.
- Buscar ayuda en asociaciones especializadas: acudir a asociaciones de mujeres como La Casa del Encuentro puede ser de mucha ayuda, no solo para quienes sufren violencia sino también para quienes buscan protegerlas. En el caso de las víctimas, acompañarlas para que vean y escuchen casos similares a los suyos puede servirles para sentirse identificadas y que tomen conciencia del peligro de su relación. El acompañamiento de otras mujeres y de profesionales como psicólogos especializados, es clave.
- No juzgar ni escandalizarse: "Jamás juzguemos a una mujer que es víctima de violencia. No estamos en sus zapatos, no sabemos cómo fue su vida, cómo piensa, cuál es el calvario que pasó, cómo es su ámbito sociocultural", explica Morera. En esa línea, Paulina Oviedo, coordinadora del Hogar Nuestra Señora del Milagro, de Florencio Varela, cuenta que las mujeres llegan "muy quebradas" y que lo que más valoran es encontrar alguien que las escuche. "No hay que escandalizarse, por ejemplo, cuando nos cuentan que a pesar de lo que vivieron y de los golpes que están marcados en su cuerpo, a veces extrañan a ese hombre violento. No es tan sencillo para ellas romper ese vínculo de años de violencia y ese es el trabajo más grande y personal que hay que hacer", explica. Vázquez agrega que muchas veces las mujeres víctimas de violencia "tienen concepciones muy tradicionales acerca de la familia y muy internalizados los estereotipos de género femeninos y masculinos tradicionales", motivo por el cual tienen que "deconstruir los mandatos recibidos para dejar de sentir culpa y deseos de volver con la pareja abusiva".
- Estar siempre disponible y comunicadas: estar cerca y no dejar a la mujer sola es la única manera de romper el aislamiento que el agresor siempre busca instalar, alejándola poco a poco de su círculo íntimo. El violento las va sacando de su núcleo y logra hacerlas sentir solas y aisladas. "En medio de una pelea, lo primero que le echan en cara es: ‘¿Te das cuenta que estás solas?, sino estás conmigo con quien vas a estar, si nadie te quiere’", detalla la cofundadora de Atravesados por el Femicidio.
- Ayudar a romper el círculo de la violencia: no enojarse con la víctima ni dejar de acompañarla aunque ella se aleje o se aísle. Es clave no dejarse vencer por la impotencia. "Muchas veces las amistades o familias se aburren de esa situación de que las chicas o las mujeres se pelean, vuelven, se pelean, vuelven, con sus parejas. Sienten que es una tomada de pelo y no es así, a ellas le cuesta muchísimo", describe Morera.
- No enfrentar al victimario: Si alguien te cuenta que es víctima de violencia, los especialistas recomiendan que en ningún caso enfrentes al victimario, ya que eso suele ser perjudicial y puede incrementar el riesgo de vida en la mujer.
- Creerle siempre a la víctima: Florencia Yanuzzio, directora ejecutiva de Fundación Avon –que desde años busca visibilizar y concientizar acerca de la violencia de género–, hace hincapié que además de acciones como la escucha activa y no enojarse es muy importante respetar los tiempos y decisiones de la víctima, creerle, que ella sienta que vamos a estar siempre. Vázquez, suma: "Nunca hay que dudar del relato de violencia de la mujer porque la pareja de ella nos parezca una buena persona, amable y solidario. Quienes ejercen violencia suelen presentar una doble fachada, o sea un comportamiento en el ámbito público y uno muy diferente en el privado".
- Otras estrategias para ayudar a la víctima: siempre, pero sobre todo en tiempos de aislamiento obligatorio, es fundamental que haya un acompañamiento virtual, a través del WhatsApp o de las redes sociales; y que se determinen ciertas estrategias como una clave sencilla para actuar ante un hecho sin poner en aviso al agresor, lo que puede incrementar el riesgo de violencia. Por ejemplo, si una mujer le manda un mensaje a una vecina o amiga pidiéndole que le comparta una receta, un emoji o solamente su geolocalización, esa “clave” indicaría que necesita ayuda y la persona que lo recibe debe actuar inmediatamente. “También hay que decirles que tengan guardado en un lugar ya identificado su documento, el de los chicos, medicamentos y lo que considere indispensable, para que pueda salir rápido ante una situación de riesgo inminente”, explica Yanuzzio.
Fuentes
-Entrevistas a especialistas
-Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidades
-Comisión de Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación
Metodología. Cómo lo hicimos
Este artículo forma parte de “Hablemos de violencia de género”, una guía de Fundación La Nación que incluye las voces y las recomendaciones de algunos de las y los principales referentes en esta temática de la Argentina, así como también testimonios en primera persona. Además de las entrevistas cualitativas, se realizó un análisis de datos estadísticos y una compilación de trabajos elaborados por distintas organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil, y contó con la curaduría de Alejandra Vázquez, psicóloga y especialista en violencia familiar de la asociación civil Surcos.