Violencia de género: estrategias para ayudar a una mujer que está aislada con su agresor
Mercedes vive en Núñez y el 22 de marzo, dos días después de que el Gobierno nacional declarara la cuarentena, llamó por primera vez en su vida al 911. Eran las once de la mañana y empezó a oír fuertes discusiones, corridas y golpes de cosas que se rompían. No fue la única del contrafrente que salió al balcón para ver qué pasaba y de dónde venían los gritos de un hombre. Entre los vecinos descifraron que algo estaba ocurriendo en el noveno piso, y ella se comunicó con la policía, que llegó enseguida. Otro vecino bajó a abrirles y los acompañó hasta el departamento del que provenían los ruidos. La mujer agredida no quiso hacer la denuncia.
En lo que va de abril, se hicieron públicos varios casos similares, como el de un hombre en Villa Gesell que tenía inmovilizada a su mujer en el piso y la amenazaba con un martillo cuando entró la policía luego de haber recibido una denuncia anónima sobre una pelea; o el hecho de violencia doméstica en el que una chica de 20 años en la ciudad de Neuquén le entregó entre las rejas de su casa un papel a una vecina para pedir auxilio luego de que su pareja, una mujer de 25 años, la agrediera y le pidió que llamara al 148, la línea que atiende casos de violencia en esa provincia.
Todos estos hechos, y seguramente muchos más, tienen en común la presencia del otro, en especial de los vecinos que hoy son los vínculos que están más cerca, y ven, escuchan o perciben que algo está pasando.
Denunciar la violencia de género ya de por sí resulta difícil y en este contexto de tensión, incertidumbre y encierro, consecuencia de la pandemia por el COVID-19, muchísimo más. Para muchas mujeres, en este preciso momento, el lugar más inseguro del mundo es su casa. Por eso, a pesar de que se ampliaron los canales de denuncia, muchas de ellas siguen sin poder pedir ayuda y la mirada atenta de los otros pasa a ser primordial.
Involucrarse con la violencia implica dejar atrás el pensamiento de que lo que pasa dentro de un departamento o una casa es asunto privado. Debe quedar claro que ni los gritos, ni los llantos, ni los golpes pertenecen al plano de la intimidad. "Una primera barrera que hay que atravesar es esta: no es problema mío, ellos se llevan así", apunta Raquel Asensio, coordinadora de la Comisión de Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación.
Una primera barrera que hay que atravesar es esta: no es problema mío, ellos se llevan así
Cifras elocuentes
Los datos lo avalan: el año pasado se registraron 299 femicidios, de los cuales el 52% fueron cometidos dentro del hogar de las víctimas, según un informe de La Casa del Encuentro. Y en lo que va de la cuarentena, ya fueron 15 los femicidios en el país.
Según indicadores globales y de algunas provincias argentinas, no solo se incrementó la violencia hacia las mujeres, sino también se volvió un riesgo pedir ayuda. El agresor está las 24 horas ahí al lado, dentro de las mismas cuatro paredes. "El aislamiento es un condicionante, un disparador que incrementa el riesgo de violencia que ya estaba presente o latente en este grupo familiar o vínculo personal, y a la vez es un obstáculo para buscar alternativas de salida", afirma Asensio.
Por eso, el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad habilitó, además de la línea telefónica 144, tres números de WhatsApp y un mail para todas las víctimas que no puedan hacer una llamada. También el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos hizo lo mismo con la línea 137, que pertenece al Programa Víctimas Contra las Violencias. La ministra Elizabeth Gómez Alcorta anunció la medida que establece que todas las mujeres y cualquier integrante de la comunidad LGTBQ+ pueden romper el aislamiento social, preventivo y obligatorio para ir solas o con sus hijos e hijas a hacer una denuncia por hechos de violencia de género; y se renovaron automáticamente todas las medidas de protección (perimetrales, exclusiones del hogar y dispositivos de alerta).
No estás sola
Desde el inicio de la cuarentena, varias fueron las campañas que se ocuparon de este tema tan urgente, comola iniciativa del barbijo rojo, impulsada por la Confederación Farmacéutica Argentina, que se originó en Río Negro y fue inspirada por una acción similar que se dio en España. ¿Cómo funciona? Si una mujer pide un "barbijo rojo" en una farmacia o por teléfono los empleados deberán tomarle los datos y llamar al 144.
Otras campañas apuntan a la importancia de la intervención del entorno, con el propósito de hacerle sentir a la víctima que no está sola, tanto para que lo sepa ella y pueda actuar, como su victimario y se sienta intimidado o "mirado" a pesar del encierro. La Defensoría General de la Nación propuso el hashtag #NoEstásSola y la Fundación Avon, que ya venía trabajando el tema hace mucho a través del concepto "Estar cerca", reforzó la idea de que es necesario intervenir a través de la consigna #AisladasNoSolas. El objetivo es que el aislamiento físico que estamos viviendo no se transforme en un aislamiento social, que el contacto con los vínculos siga y si es necesario que se intensifique.
Este gif está sin audio para no poner en riesgo a quien lo vea.Si estás aislada con tu agresor, #NoEstásSola[R] Llamá al 144.[R] Por Whatsapp al 1127716463 o al 1127759047/48.[R] Si es urgente, llamá al 911.#AisladasNoSolas@MpdArgentina Acá los números por provincia [R][R] pic.twitter.com/MM53CdWnHR&— Fundación Avon Arg (@FundacionAvon) April 8, 2020
Florencia Yanuzzio, directora ejecutiva, hace hincapié que además de acciones como la escucha activa, respetar los tiempos y decisiones de la víctima, creerle, estar siempre, no enojarse y comunicarse con ella a diario, en tiempos de aislamiento es fundamental que el acompañamiento sea virtual, a través del WhatsApp o de las redes sociales; y que se determinen ciertas estrategias con los vínculos, como una clave sencilla, para actuar ante un hecho sin poner en aviso al agresor, cosa que puede incrementar el riesgo de violencia.
Por ejemplo, si una mujer le manda un mensaje a una vecina diciendo "necesito azúcar", un emoji o solamente su geolocalización, eso indica que está pidiendo ayuda y la persona que lo recibe debe actuar inmediatamente.
Al comienzo del aislamiento, en la ciudad de Buenos Aires bajaron drásticamente las denuncias. Por el contrario, en provincia de Buenos Aires y otras como Córdoba, los llamados aumentaron no solo de las víctimas sino de amigas o familiares. Asensio opina que esto puede deberse a las dificultades para buscar alternativas o al desconocimiento, porque quienes denuncian pueden pensar "entonces después qué", "lo pueden excluir igual al agresor si no puede salir de la casa" o "si me voy de acá, adónde voy o qué hago". Tampoco la calidad del asesoramiento es igual que el que brinda hablar por teléfono cuando el agresor no está presente en la casa o poder acercarse a una oficina a buscar ayuda, o comentárselo a un compañero de trabajo o hablar de eso con una madre a la salida del jardín.
Hay que decirle que tenga guardado en un lugar ya identificado su documento, el de los chicos, medicamentos y lo que considere indispensable. Así puede salir rápido ante una situación de riesgo
En este contexto no "levantar la perdiz" ni dejar rastros para evitar el riesgo del incremento de la violencia por parte de la pareja es algo a tener en cuenta, advierten los especialistas. Por eso es importante decirle a la mujer que convive con un violento que borre todo registro de los mensajes enviados con el celular, los posteos hechos en redes sociales y las búsquedas por internet relacionados con el pedido de ayuda o asesoramiento. "También hay que decirle que tenga guardado en un lugar ya identificado su documento, el de los chicos, medicamentos y lo que considere indispensable. Porque así puede salir rápido ante una situación de riesgo inminente", aconseja Yanuzzio.