Violencia de género: su novio la dejó al borde de la muerte y hoy lucha por recuperarse
Milagros Lucente, de 18 años, sobrevivió al brutal ataque de su novio; hoy debe superar diferentes secuelas motrices y neurológicas
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Hasta el 6 de marzo último, la principal meta de Milagros Lucente era terminar el secundario para poder estudiar Criminología o Medicina Forense. Pero, tras el brutal ataque de su pareja en la madrugada del día 7, hoy sus objetivos cambiaron drásticamente: volver a caminar, recuperar la memoria, poder leer y escribir, ser capaz de ir al baño sola.
Aquella trágica madrugada, la joven de 18 años fue golpeada por Mauricio Jaime, su pareja de 23 años, hasta quedar inconsciente. Los vecinos de la casa que compartían en la localidad cordobesa de La Cumbre le contaron a la mamá de la joven que se despertaron por los gritos de ambos. Él le decía: “Puta”. Ella: “Por favor, no me pegues más”.
Fue entonces que alguien llamó a la Policía, mientras Jaime la sacaba al jardín de la casa buscando que el aire fresco hiciera que la joven volviera en sí. “La vecina de enfrente lo vio llevársela de la casa en brazos. Pero como justo venía el patrullero, la dejó tirada en la calle y huyó”, relata Mariela Mirasola, mamá de Milagros, o Mili, como le dicen todos. Jaime hoy se encuentra detenido y se niega a prestar declaración. Con el avance del caso, Mirasola se enteró de que dos chicas ya lo habían denunciado previamente por violencia de género.
“Mili y él habían sido novios durante dos años, así que yo lo conocía. No tenía perfil de violento. Durante la pandemia habían cortado pero volvieron a estar juntos entre octubre y noviembre pasado. Fue ahí cuando ella me dijo que querían empezar a convivir en La Cumbre, donde está la familia de Jaime. Alguna vez me llegaron rumores de que él la maltrataba, pero mi hija siempre los negó. No tuve ningún indicio”, sostiene la mujer.
“Le partió un televisor por la cabeza”
Afincada desde hace unos años en Córdoba Capital, Mirasola recuerda como algo pesadillesco esas horas de viaje en remise hasta el hospital en donde habían internado a su hija. Y cuenta que casi se desmaya al ver el estado en el que ella había quedado. “Mili tenía traumatismos de cráneo, maxilofacial y de tórax. Con la investigación se supo que le pegó con una pava, con una plancha y con una pala de albañil. Y que le partió un televisor en la cabeza”, enumera la mujer.
Por la complejidad del caso, la joven fue trasladada a un hospital de la capital cordobesa. Allí pasó 21 días en terapia intensiva, con un coma inducido. En ese trayecto superó dos neumonías y un cuadro de Covid. Cuando despertó, estuvo días sin conectar con los que la rodeaban. “Los médicos me decían que, si se salvaba, me la iba a llevar en estado semi-vegetativo. Pero un día comenzó a hablar y a reconectar con todos de a poco. En aquel momento pedía todo el tiempo por Jaime”, agrega Mirasola.
Allí comenzaron las terapias de todo tipo: fisioterapia neurológica, fonoaudiología, psiquiatría y psicología. Y fueron evidenciándose las secuelas: Mili perdió la memoria de corto plazo y el último recuerdo que tiene es de mediados del año pasado. Vive con temblores. Son, en parte, neurológicos. Pero también son el resultado de una sensación de miedo permanente, que la joven no puede explicar. No puede caminar, no puede ir al baño sola y tiene muchos dolores. Tampoco puede leer ni escribir, y le cuesta mucho dormir.
“Todo el tiempo me pregunta quién pudo haberle hecho esto. Pero no podemos decirle nada porque su mente no está preparada y el shock emocional podría ser muy fuerte”, explica Mirasola. Hoy la joven no puede estar mucho tiempo alejada de su mamá. “Me pide que le cante canciones y que le haga mimos para dormir como cuando era chiquita”, ejemplifica. Por eso, tras un día de internación en un centro de recuperación, debió llevársela a su casa: la joven no soporta estar lejos de su familia.
El desafío de la recuperación
“Mili necesita una rehabilitación intensiva en casa. Pero no podemos pagarlo. Cuando pasó todo esto, el Polo de la Mujer (N. de la R.: organismo cordobés dependiente de la Secretaría de Lucha contra la Violencia a la Mujer de esa provincia) nos proporcionó una obra social, porque nosotros no teníamos cobertura médica, y nos asistió de muchas maneras. Estoy muy agradecida con todos. Pero para internación domiciliaria no cubre la cantidad de profesionales y de horas que Mili necesitaría. Tampoco me cubre toda la medicación que necesita. Ni los pañales”, explica Mirasola.
La necesidad de ayuda para atender a su hija no solo hace imposible que Mirasola pueda trabajar sino que obligó a que su pareja tuviera que dejar su trabajo fijo como empleado de la construcción y solo pueda hacer changas. En la casa viven también otros dos hijos y la mamá de Mariela, que tiene problemas de salud. Mirasola sabe que los primeros tiempos son cruciales para la recuperación de Mili. Por eso, mientras batalla contra la burocracia para que su hija pueda acceder a una mayor cantidad de terapias, mira tutoriales en YouTube para que su hija ejercite.
“Logré que diferenciara el día de la noche. Y ya puede escribir ‘Mili’. Pero la frustra un montón el ver lo poco que domina su cuerpo. Pero el que esté viva es un milagro, así que tengo esperanza. Yo creo que la recuperación de lo motriz tiene muchas chances porque es muy joven. La parte neurológica es incierta. Mi fe me dice que se va a recuperar. Pero también creo que algunas secuelas le van a quedar”, concluye.
Para ayudar a Milagros
Durante estos meses, familiares y allegados colaboraron con la recuperación de Mili de diferentes maneras. Esas vías continúan vigentes. Si querés colaborar, podés hacer tu contribución económica a las siguientes cuentas:
- Caja de ahorros N°: 1231655528 del Banco de la Nación Argentina a nombre de Mariela Soledad Miirasola Cuadrado (CUIT: 23-27940067-4). CBU N°: 0110123830012316555283
- Uala: CVU: 0000007900232794006746. Alias: MARU1701.UALA. CUIT: 23-27940067-4
Denunciar
Los especialistas resaltan que la violencia no es un “asunto privado” y nos compete a todos. Ante gritos, golpes o pedidos de ayuda siempre hay que llamar al 911, es el número ante una emergencia. Todas las llamadas al 911 son anónimas.
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