Victoria Donda: "El nuestro es un Estado estructuralmente racista"
El crimen del ciudadano afroamericano George Floyd, perpetrado por las fuerzas de seguridad norteamericanas, generaron en el país un repudio generalizado y una ola de mensajes contra el racismo. Sin embargo, la cuestión racial es, dentro de nuestras fronteras, un disparador muy extendido de discriminación, agresiones y abusos de todo tipo. Los padecimientos de una familia qom en el Chaco, difundidos hace pocos días, no hacen más que confirmarlo.
La actual interventora del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), Victoria Donda, considera que detrás de ciertas prácticas instaladas no solo en la sociedad sino también en el seno del Estado argentino, la matriz es la misma: un racismo estructural, presente desde nuestros inicios como nación.
Por eso mismo, el organismo que encabeza esta abogada y exdiputada está preparando un proyecto de ley que, a la manera de la Ley Micaela (que establece la capacitación obligatoria en materia de género de quienes integran los tres poderes de la nación), disponga la formación obligatoria de todos los agentes del Estado en cuestiones de racismo y discriminación. "Es fundamental que las políticas públicas den cuenta de la enorme diversidad cultural que tenemos en nuestro país", sostiene.
El crimen de George Floyd generó un rechazo generalizado en nuestro país. ¿De qué manera se manifiesta el racismo hoy en la Argentina?
El racismo en la Argentina no se manifiesta de una forma distinta hoy a como se manifestaba hace 20 o 30 años. Nosotros tenemos muy extendida, desde los inicios de nuestro Estado, la idea de negar el racismo y de que, negándolo, no existe. El problema es que existe, existió siempre y te voy a dar un ejemplo de la construcción de nuestro Estado racista: el artículo 25 de la Constitución Nacional. ¿Sabés qué dice?
No.
Que nuestro país va a fomentar la inmigración europea. Por eso se habla de racismo estructural, porque tiene que ver con las bases de la construcción de una sociedad desigual. Hoy no se manifiesta distinto. El que le peguen a un pibe en una calle de un balneario argentino al grito de "negro de mierda" es bastante parecido a lo que pasaba hace 100 años con los "negros de mierda" que venían de las provincias a poblar la ciudad de Buenos Aires. El desafío que tenemos desde el Gobierno es desandar esa construcción política y social que estuvo presente desde los inicios de nuestra nación.
Que ese artículo persista en 2020 es muy ilustrativo...
Es terrible. Imaginate que cuando fue la última reforma constitucional, en la que participaron constituyentes muy progresistas, donde además se logró introducir una enorme cantidad de tratados internacionales y de derechos humanos, que este artículo haya pasado inadvertido es solo una pequeña muestra de lo internalizado que tenemos la construcción racista de la sociedad.
En una declaración pública, Ud. habló de racismo estructural al referirse a la muerte de Ramona Medina. ¿Cómo se manifestaría ese racismo en las políticas públicas?
Que una parte de la sociedad porteña no tenga agua en la ciudad más rica de la Argentina en medio de una pandemia, ¿no es racismo estructural? La salud no solo es el equilibrio físico. Tiene que ver también con el contexto social en que uno vive. Si vos tenés desnutrición crónica, si tenés una mala alimentación, si vivís en un lugar donde hay poca higiene, sos más proclive a enfermarte. Imaginate un bicho como el COVID-19 que nadie sabe cómo tratar en una ciudad como la ciudad de Buenos Aires, que es la ciudad que más plata per capita recauda en nuestro país, y que tiene a una parte grande de la población sin acceso al agua potable. Sacale "potable", sin acceso al agua.
A nivel nacional hay una proporción grande de personas sin acceso al agua e incluso a sistemas de saneamiento que les permitan condiciones dignas de vida.
Sí. Yo hablo de un Estado que es estructuralmente racista. No digo que solo el Gobierno de la Ciudad es estructuralmente racista. El racismo en la ciudad de Buenos Aires no empezó con el gobierno de Cambiemos. El racismo en la Argentina no empezó con el macrismo. Yo creo que se profundizan algunas líneas por identificación política. Desde la política se puede profundizar o combatir ese racismo.
En el caso de las agresiones y abusos a la familia qom, ¿también operaría el racismo estructural?
Sí, claro. En los pueblos originarios y en aquellos lugares donde los pueblos originarios y los descendientes de esas comunidades originarias son mayoría, mayoría que después no se ve reflejada en los lugares de poder.
¿Cómo se hace desde las políticas públicas para revertir esas prácticas?
Lo primero que hay que hacer es visibilizar el racismo, porque lo que no se nombra no existe. Si nosotros no decimos que existe el racismo estructural en nuestro país, es como si no existiera y negamos la realidad. Negamos que, por ejemplo, en la escuela nos decían que a los negros los mataron todos en la Guerra de la Triple Alianza. Que no había esclavos en nuestro país porque el Estado los mató a todos. Y la verdad es que los afrodescendientes están ahí. ¿Qué hicimos? Los negamos. Fue como si dijéramos: "Ustedes no existen, entonces para qué nos vamos a encargar de ustedes. No existen más, ya los matamos".
Así como existe la Ley Micaela, que establece la capacitación obligatoria del Estado en temas de genero, ¿existe una norma similar abocada a capacitar y concientizar sobre el racismo y la discriminación?
No. Existe una ley antidiscriminación, pero no obliga a la formación de todo el Estado Nacional, por lo menos hasta ahora. Nosotros estamos preparando, desde el Inadi, un proyecto de ley para modificarla y establecer una formación que sea obligatoria para todos los agentes del Estado. Las deficiencias que tiene el Estado tienen que ver con los tres pilares de desigualdad sobre los cuales se construyó nuestra sociedad. Uno de esos pilares es el patriarcado, y ahí la respuesta es la Ley Micaela. Pero los otros dos, a los que todavía no les pusimos nombre y de los cuales no hablamos tienen que ver con el clasismo y con el racismo. Por eso creo que hay que sancionar una ley antidiscriminación pero que también pueda capacitar y brindarle apoyo a los efectores públicos que después llevan adelante políticas públicas. Porque si no después no podés ni siquiera dar cuenta de la realidad que tenés en el país. Si hoy uno quiere saber cuántas mujeres afrodescendientes o integrantes de comunidades originarias fueron víctimas de femicidio, esa información no está porque el Estado no la tiene.
Relevar esa información, ¿no entraría en tensión con la idea de que somos todas iguales ante la ley?
Somos todas iguales ante la ley y la condena tiene que estar ante todas, pero no podés elaborar las mismas políticas públicas. No es la misma forma de resolver situaciones cuando vos sos una mujer racializada, o de una comunidad originaria que vive en nuestra Puna, a que cuando sos una mujer universitaria que vive en la ciudad de Buenos Aires. No es la misma respuesta la que necesitás del Estado. No digo que un crimen sea peor que el otro, digo que tenés que saber qué es lo que está pasando.
Teniendo en cuenta el caso reciente de Chaco, en donde las agresiones y los abusos fueron perpetrados por policías, las fuerzas de seguridad ¿estarían incluidas en la capacitación que prevé el proyecto que están preparando?
Yo creo que tiene que alcanzar a todos los agentes que trabajen en el Estado.
¿Cuáles son las previsiones para su presentación?
Nosotros estamos preparando el proyecto de ley, todavía no sabemos cuándo vamos a ir porque no se definieron las agendas en el Congreso, pero sé que lo vamos a presentar en las próximas semanas.
Mucho se está hablando de los estragos que está haciendo el coronavirus en los barrios populares. Y, justamente, se está extendiendo la costumbre de referirse a ellos así, como "barrios populares", cuando antes se los llamaba villas y a sus habitantes, villeros. ¿Hay un cambio de mirada al respecto o es solo desde lo discursivo?
Hay un cambio de mirada porque hoy los gobiernos de la nación y de la provincia de Buenos Aires tienen una mirada diferente. Las villas se tienen que convertir en barrios y tienen que ser incorporadas a las ciudades y eso es entender que esos barrios no son barrios vulnerables, son barrios vulnerados en sus derechos, hasta desde lo discursivo.Tenemos que lograr ser conscientes del racismo y no verlo solamente cuando matan a un afroamericano en Estados Unidos.
Tenemos que lograr ser conscientes del racismo y no verlo solamente cuando matan a un afroamericano en Estados Unidos.
De hecho, lo que vivió hace unos la familia qom parecería no haber generado el mismo nivel de repudio a nivel local que el caso norteamericano…
En realidad cuesta mucho poder hacerse cargo del racismo criollo y por eso tampoco es tan visible en las políticas públicas. Las políticas públicas no pueden ser elaboradas pensando que somos todos iguales porque no lo somos, porque existen otros.
Cuando habló de la mirada gubernamental sobre los barrios populares, no mencionó a la Ciudad, que, justamente, está llevando adelante iniciativas para incorporarlos al tejido urbano. ¿Qué diferenciaría la gestión de ese distrito del resto?
Yo no comparto la mirada con Cambiemos. No comparto la mirada de una construcción de ciudad absolutamente desigual. Cuando vas a ver cuánta plata gastaron en la zona norte de la Ciudad y la comparás con la que gastaron desde Rivadavia para el sur, te das cuenta de que ellos tienen una mirada de construcción desigual de la ciudad de Buenos Aires. Cuando vos entrás en conciencia de que en la ciudad más rica del país tenés gente sin acceso al agua, podés ver que hay una mirada diferente sobre cuáles son los ciudadanos que quieren tener en la Ciudad y qué tipo de ciudadanía quiero construir yo y queremos construir otros que estamos en otros espacios políticos. Hay funcionarios que tal vez hablan de una manera correcta ante los medios de comunicación pero después eso no se evidencia a la hora de llevar adelante políticas públicas.
Según un estudio reciente del Inadi, que compara los tipos de discriminación denunciados en 2019 con los denunciados en lo que va de 2020, aumentó bastante la discriminación por ideología. ¿Cómo lo interpreta?
Un ejemplo sería lo que le pasó a algunas adolescentes durante el estallido de la ola verde, que recibían agresiones por ir con el pañuelo verde.
O sea que el crecimiento estaría relacionado con el debate en torno del aborto.
No fue lo único, pero fue un debate fuerte que marcó esta diferencia en forma muy fuerte y muy violenta. Por eso la gravedad de perpetuar y profundizar esta diferencia y hacerlo a través del odio. Cuando vos leés en un manual que se da en muchas escuelas hablando de las feministas como de quienes odiamos a los hombres, a la sociedad y a Dios, lo que pensás es que acá hay gente que está fomentando el odio y, por supuesto, eso después se ve reflejado en la sociedad.
Según el informe, también creció la discriminación socioeconómica. ¿Cómo se manifiesta?
La discriminación racial y socioeconómica van de la mano. Está muy instalado en una clase dirigente de la Argentina eso de los "negros de alma", "negros de cabeza". El caso del hombre que metió a su mucama en un baúl para llevarla a su casa del country es discriminación por condición socioeconómica y racial, además de otros delitos más. El caso de Villa Gesell es discriminación racial y de clase, además de ser un homicidio. También el caso del hombre que golpeó al empleado de seguridad en un edificio de Olivos por marcarle que estaba violando la cuarentena.
En el país tenemos leyes consideradas de avanzada, como la de matrimonio igualitario o la de identidad de género. ¿Se condicen con el tipo de sociedad que somos?
Estamos en un momento en el que tenemos que elegir qué Argentina queremos construir. Tenemos que preguntarnos cuándo se van a desmantelar estos sistemas de desigualdad en la Argentina. Tengo la oportunidad de conocer a quien hoy es la embajadora argentina en el Vaticano. María Fernanda Silva es un símbolo de lo que el Gobierno quiere construir. Esa mujer afrodescendiente argentina llega a ser nada menos que embajadora ante el Vaticano. Después está la otra sociedad argentina, la que mata a un pibe al grito de "negro de mierda" en una calle, a patadas y golpes entre quince personas que se creen superiores. Estamos ante la oportunidad de elegir qué sociedad queremos.
Seguramente sean muchos los que quieran construir una sociedad sin discriminación o racismo. Como directora del Inadi, y pensando en las prácticas cotidianas, porque a veces hay que empezar desde lo más pequeño para generar grandes cambios, ¿qué recomendaciones le daría?
Me parece que una de las primeras cosas que hay que hacer es reconstruir la capacidad de sentir empatía. Construir empatía social. Entender que, en definitiva, si somos responsables socialmente, va a terminar siendo mejor para todos. Y pensar de dónde vienen las expresiones que usamos. De donde viene lo de "trabajo en negro" o "tengo un día negro". Hay que empezar a desarmar esa construcción cultural que hace que el racismo exista y que hagamos como que no lo vemos, porque esa es la peor forma de dominación.