Una ONG les dio casa, comida y capacitación laboral a personas en situación de calle y en 60 días consiguieron trabajo
Fue una iniciativa de la asociación civil Ícona; participaron 18 jóvenes y adultos que dormían en veredas, pensiones o conventillos; la experiencia fue registrada en un documental que se verá en YouTube; quieren aprovechar lo aprendido para armar una agencia de inclusión laboral
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Se sentaron todos juntos, en primera fila, en una de las salas del segundo subsuelo del Palacio Libertad (ex CCK). Estaban nerviosos, se miraban de costado y sonreían. Estaba por empezar la proyección de un documental que cuenta sus vidas, y ellos, por primera vez, iban a verse protagonistas y héroes de una historia, una que expone cómo la restitución de oportunidades puede transformar vidas.
Son 18 personas, todos varones, que hasta agosto dormían en la calle, en conventillos o en pensiones precarias. Ninguno se conocía entre sí. Ninguno tenía trabajo. En ese documental, estrenado el martes, podrían verse a ellos mismos contando cómo iban progresando gracias al Proyecto Matías, una iniciativa de Ícona, la asociación civil que les propuso vivir todos juntos en una vieja casona de San Telmo y capacitarse con el objetivo de cumplir una meta: conseguir un trabajo y volver a sentirse incluidos en la sociedad.
Ariel Gómez es uno de los más jóvenes del grupo y regala carisma. Compone canciones de rap, trap y reguetón que hicieron bailar a todos los que vivieron en la casa, incluido el personal de vigilancia, de limpieza y hasta los docentes que los visitaban. “Vivo en la calle desde los 14 años”, dice Ariel, de 29 años y papá de un hijo de 9, a quien no dejó de abrazar durante toda la proyección. Nacido y criado en la Isla Maciel, un barrio popular de Avellaneda, desde chico cruzaba el Riachuelo para ir a Capital y trabajar como bachero, empleado de limpieza, bartender o lo que le ofrecieran.
“Duraba pocos meses en cada trabajo porque me pagaban muy poco”, explica mientras saluda con una sonrisa y recibe palmadas en la espalda a todos los que se acercan a felicitarlo. Ingresó al proyecto a través de una organización social de su barrio que también incluyó a su primo Iván, de 27 años, con quien compartió todas sus vivencias. Hoy, ambos trabajan para Lenor, una empresa de servicios industriales, que los entrevistó y les ofreció un trabajo formal dentro del taller de material pesado. Ariel sigue viviendo en la misma habitación de la casa donde vivía antes de entrar al proyecto para estar cerca de su hijo, en la Isla Maciel, pero está intentando alquilar un lugar propio. Ivan, en cambio, logró mudarse a la ciudad de Buenos Aires y alquila un departamento con su hermana.
Una de las claves del proyecto pasó por aprovechar al máximo los 60 días para preparar a los 18 participantes para la inclusión en un trabajo formal. Y en ese sentido las capacitaciones fueron esenciales. Fueron dictadas en la casa por las distintas empresas que apoyaron el proyecto y se adecuaron a las trayectorias laborales que cada uno de los participantes traía. Así es como Ariel perfeccionó sus conocimientos en distintos oficios que fue aprendiendo solo. “Hice de todo en mi vida”, añade con una sonrisa displicente. Aunque vienen de lugares y trayectorias laborales diferentes, las historias familiares de todos ellos incluyen violencia, adicciones y abandono. “Esas experiencias te llevan a la calle desde muy chico y todo es muy duro allí”, dice Ariel, que es el mayor de 5 hermanos a los que ahora puede ayudar gracias a su trabajo.
“¿Por que nos convocan?”
“Está desenganchado el mundo que con amor quiere ayudar y el sector laboral. Y ese es el bache que queremos cubrir”, explica la abogada María Oneto, presidenta de la asociación civil que llevó adelante esta experiencia y agrega: “Lo innovador es el proceso a través del cual queremos cumplir el objetivo: que en 60 días consigan un trabajo”. En su manifiesto, Ícona se define como un espacio de trabajo y encuentro de líderes del sector público y privado. Minutos antes de la presentación del documental que registró lo mejor de esos 60 días en la casona de San Telmo, María Oneto abría los brazos cada vez que se encontraba en la sala con uno de los participantes y los abrazaba, saludaba a sus familias y amigos, gracias al vínculo fuerte que creó con ellos.
Todos los participantes tenían una trayectoria laboral discontinua e informal. Hicieron de todo en sus vidas, tal como se describen ellos mismos cuando se les pregunta por su profesión: cocineros, cuidadores, encargados de mantenimiento, vigilancia, electricistas, albañiles y hasta profesor de bachata. Al terminar la función, subieron al escenario de la sala frente a un aplauso prolongado de la audiencia, con cientos de invitados entre familiares, amigos, empresarios y participantes del proyecto.
Por las tardes, durante los 60 días de convivencia, todos recibían clases de educación financiera, electricidad, soldaduras, literatura y hasta filosofía, entre otros temas. También le dedicaban tiempo a las habilidades blandas, para trabajar las emociones, uno de los puntos más débiles que todos comparten y sienten que tienen que trabajar. “La calle te oscurece. No sentís más cariño por nada. No sentís nada”, dice Federico Elizalde en el documental, el cocinero del grupo, que no logró sobrevivir la experiencia y abandonó el proyecto porque no pudo sostener la continuidad laboral y las pautas de convivencia.
Los postulantes llegaron a las entrevistas por intermedio de distintas organizaciones y las variables de selección fueron tres: tener una situación habitacional vulnerable, no estar atravesando problemas de consumos problemáticos y no tener problemas de salud mental. Cada uno de ellos cuenta aún hoy con dos tutores, voluntarios que los acompañaron diariamente durante los dos meses de convivencia y que lo seguirán haciéndolo hasta fin de año.
Si bien todo parece una historia de superación con final feliz, el proceso fue difícil y con altibajos. Al principio, lo más importante fue lograr la confianza en la propuesta y en ellos mismos. “¿Quiénes son estas personas que nos convocan?”, “¿Por qué nos van a dar todo esto gratis?”, fueron algunas de las preguntas que muchos de ellos se hicieron. “Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”, dice Marcos Pérez, entre risas, cuando habla de su primer tiempo en la casa antes de llegar del Hogar Guaraní de Cáritas donde lo albergaban, y añade: “Había muchas cosas que no me cerraban en ese momento, pero después me fui entregando”. Hoy trabaja como cocinero en el Sanatorio Dupuytren.
Los más vulnerables y conmovidos son los participantes de edades más avanzadas. Muchos años de vivencias traumáticas dejaron heridas profundas en ellos y hoy muestran con transparencia su asombro y emoción al ver la transformación de sus vidas. Juan Carlos Nunes Mario, de 55 años, es uno de ellos. Hace 5 años perdió lo poco que le quedaba: su trabajo como vigilador nocturno en un garaje. Cuando cerró, se quedó sin la posibilidad de seguir pagando un alquiler. Vivió en la calle hasta que lo albergaron en el Hogar Caritas Guaraní, en Parque Patricios.
“Es tan importante volver a tener un trabajo, una rutina, un sueldo. Te sentís respetado”, dice Juan Carlos, con la mirada nublada por la emoción. Durante su estadía en la casa, fue entrevistado y contratado para ser vigilador nocturno en el Sanatorio Dupuytren y hoy logra alquilar un departamento en Caballito junto a Marcos y Hernán, otros dos integrantes del grupo. “Es la única manera de poder afrontarlo y, poco a poco, me voy rearmando”, dice.
Crear una agencia de empleo
De los 18 participantes del Proyecto Matías, 14 consiguieron trabajo formal, 9 tienen vivienda propia y ninguno de ellos volvió a la calle. Estos resultados animaron mucho al equipo de Ícona, que proyecta crear una Agencia Integradora de Empleo en 2025, con el mismo objetivo: la inserción laboral y la capacitación de sus participantes. “Estamos pensando en una especie de Centro de Día en el que cada aspirante transite un proceso de 180 días, dividido en 2 etapas de 90 cada uno: la primera para alcanzar la oportunidad laboral y la segunda, para el acompañamiento”, explica María Oneto.
Pero no todas las historias fueron así de lineales. Las vidas de estas personas tienen secretos que pueden convertirse en sombras amenazantes y complicar su proyecto de reinserción social. Ese fue el caso de Ernesto Salinas, de 43 años, el primero del grupo en conseguir un trabajo formal como cuidador de adultos mayores, profesión que ejerció durante muchos años antes de quedarse sin trabajo y sin vivienda. Desde chico, como todos los demás, pasó de trabajar en talleres mecánicos a gastronomía, pozos petroleros y transportes. A los pocos días de haber sido confirmado en un geriátrico, fue desafectado debido a que aparecieron antecedentes penales que nunca había informado al equipo de Ícona.
“Todos venimos con una historia, fue una situación de la que no quería hablar porque fue injusta y creí que ya estaba resuelta”, dice Ernesto con los ojos húmedos. Una vez aclarado el tema con todos, aunque no logró ser reincorporado en el geriátrico que lo había contratado, consiguió empleo como trabajador rural en un campo de Mercedes y hoy se encuentra muy contento con esta oportunidad. “Yo soy del campo, nací y me crié en Olavarría. Me gusta mucho la naturaleza y me siento feliz despertándome todos los días, sabiendo que tengo casa y trabajo”, explica Ernesto.
El clima familiar y festivo de la sala se va apagando y la gente abandona lentamente el lugar, entre risas, abrazos y reconocimientos. Los 18 protagonistas de esta historia se pierden en la multitud y avanzan hacia el gran portal del edificio histórico que desemboca en una plaza que los ilumina en su andar pausado. Van solos, algunos pocos acompañados de sus familias o agrupados entre ellos mismos, de a dos o tres. Caminan y miran hacia los costados, como haciendo un repaso de una ciudad fulgurante y bulliciosa que los encandila y contrasta con su modo cauto y silencioso de andar, propio de los que conocen la fragilidad de las cosas.
Dónde ver el documental
Por ahora, en las redes sociales de Ícona se puede ver el trailer, pero próximamente la ONG informará cuándo podrá verse el documental completo en YouTube.
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