Una hamburguesería que es furor en CABA emplea a personas que estuvieron presas: “Pasé por la cárcel y sé que necesitan oportunidades”
Jorge Capalbi estuvo 10 años privado de la libertad; le costó conseguir trabajo hasta que puso un local gastronómico que rápidamente se volvió exitoso; vende 12 mil sándwiches por mes; emplea expresos y personas en situación de calle
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Mientras cumplía su condena en el penal de Sierra Chica, lo único que daba vueltas por la cabeza de Jorge Capalbi, hoy de 41 años, era su propia muerte. Jamás se hubiera imaginado que solo unos años después tendría su propio negocio y sus días arrancarían antes del amanecer, para dejar listos los panes con los que prepara las casi 500 hamburguesas que vende cada día. Menos todavía, que le daría trabajo a personas que como él estuvieron presas y que haría recorridas nocturnas para entregarle una vianda de comida a gente que duerme en la calle.
“Cuando salí de la cárcel, decidí emprender porque no tenía otra opción. Busqué trabajo pero es muy difícil que alguien te dé una oportunidad. Muchas personas que conocí en la cárcel volvieron a delinquir porque no encontraron o no supieron encontrar oportunidades laborales”, cuenta Jorge, que estuvo preso 10 años por robos.
Ya en libertad, volvió al lugar donde se crio: Cildañez, un barrio popular en el sur de la ciudad de Buenos Aires, muy cerca de Parque Avellaneda. Se quedó en la casa de conocidos y se puso en pareja con su ahora esposa, Melina. Juntos, y luego de “encontrar tantas puertas cerradas”, decidieron alquilar un local de apenas un par de metros cuadrados ubicado en el borde del barrio. Llegaron a vender 70.000 sándwiches de milanesa en ocho meses.
“Para una persona que delinquió, la salida fácil es volver a hacerlo. En mi caso, lo complicado fue hablar con el carnicero, rogarle que me fiara dos kilos de carne. Eso fue lo más difícil de todo el cambio: pasar por situaciones y resolverlas sin violencia. Saber construir y salir de a poco”, reflexiona Jorge.
Cinco años después, el negocio, bautizado Don Capalbi en honor a su dueño, es un éxito. Se mudaron a un local varias veces más grande, ubicado sobre una de las avenidas principales de Parque Avellaneda. Además, tras soñarlo una noche, cambió los sandwiches por hamburguesas a la parrilla. En noviembre, despacharon unas 12.000 y Jorge espera que en los próximos meses el número siga creciendo.
Por el momento, solo cuentan con delivery y take away, pero de a poco avanza el proyecto para construir un espacio en donde los clientes se puedan sentar a disfrutar del producto. También tiene en mente abrir otra sucursal en Parque Chacabuco, en donde tiene gran parte de sus clientes.
“Robar nunca me dio nada”
“La persona que está presa tiene una imagen distorsionada de lo que va a ser la calle cuando salga. Es tanta la emoción por recuperar la libertad que se imagina que lo van a estar esperando con abrazos, con los brazos abiertos y con trabajo, pero es totalmente distinto. Además de que la vida de todos, menos la tuya, siguió, si no te ponés firme lo primero que vas a hacer es volver a delinquir. Porque muchos no saben hacer otra cosa y porque están todos esperándote para salir a hacer algo malo más que para darte una ayuda laboral”, explica el dueño del local.
Jorge es de Salta y vivió allí hasta que se mudó a Celdañez con su familia, cuando él tenía ocho años. “Los recuerdos que tengo es que éramos un grupo de chicos que jugábamos a la pelota, a la escondida, que hacíamos cosas de chicos y que de repente ese mismo grupo de chicos de un día para otro estaba metido ya en la delincuencia”, se acuerda.
Nadie en la familia de Jorge tiene antecedentes penales. Su mamá trabajó siempre como ama de casa y su papá en un reparto de camiones y como colectivero; ambos hicieron un esfuerzo muy grande para que terminara sus estudios en un colegio privado.
Eso sí, dice, “siempre fui pobre”. Y dejar de serlo fue unas de las “motivaciones” que lo llevó a delinquir. Pero, para Jorge, eso que pensó no fue otra cosa que “una gran mentira”: “Yo robé, robé y robé y nunca pude salir de la pobreza ni mudarme del barrio. El robo nunca me dio nada de eso. Al contrario, lo único que me dio fue una separación de mi familia acompañado de una gran tristeza y depresión en todos”.
“El objetivo es dar oportunidades”
Si bien al principio el propósito del emprendimiento era vender para poder mantenerse, algo que lograron, ya que Jorge y su esposa pasaron de vivir en una piecita sin baño a una casa en el mismo edificio en donde está el local. Ahora, su objetivo es otro: que el negocio “se siga expandiendo para seguir creando oportunidades para los demás”.
Por eso, cada vez que contrata a un nuevo empleado (ya van 25), busca que sean personas que estén “en condiciones de mucha necesidad”.
Capalbi quiere que su local sea “una herramienta para salir adelante”. De hecho, el último que se sumó al staff salió de la cárcel hace 25 días y había sido compañero suyo en el penal. Además, para entregar los pedidos, busca contratar a chicos de entre 18 y 25 años que sean del barrio. “Muchos son pibes de la calle que están en una edad en la que el delito, la droga y las banditas están a mano. Nosotros tratamos de dar una oportunidad para sacarlos de ese lugar. Que vean el trabajo como algo que los puede ayudar todos los días”, señala.
Jorge siente que él tiene una “deuda eterna”, aunque no sabe muy bien con quién. Probablemente sea con “todas las personas que lo ayudaron en este camino”. Por eso, los martes cierra su local al público y todo el equipo se dedica a preparar unas 300 viandas para personas en situación de calle o de extrema necesidad. Un par de matrimonios amigas se encargan de salir a repartirlas por los barrios aledaños al local.
Cuando piensa en el futuro, además de seguir expandiendo el negocio, Jorge fantasea con poder comprar una camioneta grande para salir con el equipo a repartir comida o incluso construir viviendas para la gente que está en situación de calle. “Creo que lo más preciado que nos dio este lugar fue poder ayudar a personas que estuvieron en la misma situación que estuvo uno. Eso me da una satisfacción enorme”, cuenta emocionado Jorge. Para él, va más allá de la colaboración material, y significa decirle a las personas que por ahí no tienen una red “che, hoy alguien se acordó de vos”.
Más información
- Podés hacer tu pedido de hamburguesas en Don Capalbi por WhatsApp al 11 5573-1372 y seguirlos en Instagram (@doncapalbiburguerschef). El local está ubicado en Av. Olivera 1586, Parque Avellaneda.
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