Una exministra de Larreta, sobre los posteos de Jorge Macri: “Las personas en situación de calle no son basura”
María Migliore, que estuvo a cargo de la política de asistencia e inclusión de quienes viven en la calle, analizó la polémica campaña del actual jefe de Gobierno porteño sobre esta problemática; consideró que el enfoque es “deshumanizante”, elogió el trabajo que hacen San Pablo y repasó aciertos y falencias de su gestión
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“Orden y limpieza”. Esa fue la consigna de un operativo hecho en las calles de la ciudad de Buenos Aires que en las últimas horas causó una gran polémica porque el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, mostró de qué se trataba con unas imágenes que subió a sus redes sociales: personas en situación de calle siendo desalojadas del espacio público.
“Nadie es descartable, las personas en la calle no son basura, son personas que tienen que ser cuidadas”, le dijo a LA NACION la exministra de Desarrollo Humano y Hábitat de Horacio Rodríguez Larreta, María Migliore, quien ayer más temprano ya había cuestionado a Jorge Macri desde la red social X al destacar que el enfoque de esas publicaciones eran deshumanizantes. Si bien anoche, en TN, el funcionario admitió que “la publicación fue una muy mala comunicación”, los posteos continúan en las redes sociales.
“No podemos hablar y mostrarlas (a las personas) como si fueran un objeto a mover para limpiar un lugar. Eso no ayuda a cambiar su situación. El enfoque es otro, uno que no deshumanice”, había expresado Migliore en las redes. Su opinión resulta interesantes porque ella se desempeñó durante ocho años como funcionaria de la Ciudad y desde 2019 como ministra de Desarrollo Humano y Hábitat. Desde ese cargo tuvo la responsabilidad de atender a las personas en situación de calle, una comunidad que durante su gestión fue creciendo y en un gran porcentaje no se logró incluir ni ayudarla a superar la condición en la que vivían.
Migliore es ahora la directora de Integración Socioproductiva de Fundar - una organización dedicada al diseño de políticas públicas-, y habló con LA NACION sobre cuáles cree que son las mejores maneras de asistir a las personas en situación de calle y sobre qué le faltó hacer en su gestión en cuanto a esa temática.
—Una campaña dirigida a ayudar a la gente en situación de calle, como explicó el jefe de Gobierno porteño, ¿debería encuadrarse en un programa de ordenamiento y limpieza de la ciudad?
—Creo que hay que tratar de construir más que seguir con la disputa. Hay que poner luz sobre la problemática de las personas en situación de calle. El foco de una política debe ser entrar en contacto con esa persona, sabiendo que está en una situación de fragilidad extrema, para poder reinsertarla en la sociedad, para que tenga una segunda oportunidad de salir adelante y rehacer su vida. La consecuencia es que todos vamos a vivir mejor, pero el foco principal es esa política de asistirla.
—¿Cómo definís esa fragilidad extrema?
—Son personas que además de estar en situación de calle, atraviesan un problema de pobreza extrema y tienen un montón de otras problemáticas asociadas que las acompañan, que han pasado por situaciones de muchísimo dolor. Hay personas que tienen problemas de adicciones, o que han sufrido situaciones de violencia o que han ejercido violencia también. Son personas que pueden tener problemas de consumo y salud mental.
—Cuando en tu tuit hablás de humanizar la problemática, ¿se trata de eso?
—Me parece que esa debe ser la perspectiva. Nadie es descartable, las personas en la calle no son basura, son personas que tienen que ser cuidadas y al final del día se debe trabajar para eso, para cuidar. Es una problemática compleja de abordar y requiere mucho acercamiento para poder acompañarlas sin romantizar su situación. La calle no es un lugar para vivir, para nadie. A partir de reconocer esa situación, hay que ver qué hace el Estado para poder reintegrarlas a la sociedad. Son personas con un nombre, con una trayectoria, y a partir de ahí se tiene que dar el acercamiento a ellas. Eso es algo que vi trabajando mucho con organizaciones de la sociedad civil.
—¿Por qué parece más fácil llegar a esas personas a través de las organizaciones sociales y no del Estado?
—Las organizaciones de la sociedad civil, muchas que pertenecen a diferentes iglesias, logran esa primera vinculación porque se acercan desde sus trayectorias de vida. Logran establecer un vínculo de confianza, hay mayor aceptación a crear un camino de reinserción. El Estado tiene que profundizar esa línea de trabajar con el tercer sector. La combinación perfecta es cuando el Estado se abre también a esta gestión asociada. No me gusta decir quién lo hace mejor porque creo que la fórmula está en lo que se puede hacer juntos, con un Estado que ponga recursos, que fije reglas, que exige estándares, que audita. Porque si no la respuesta sería siempre una estatalidad absoluta, y no creo que ese sea el camino. Son personas que vienen muy golpeadas con por su propia historia. Entonces muchas veces necesitan que alguien las ayude a creer en ellas mismas y las acompañe en ese proceso. Esa es la mirada que vale la pena impulsar, tanto cuando se trabaja en la calle como cuando se trabaja dentro de los centros de inclusión.
—Cerca del 83% de las personas en situación de calle asegura que no confía en la principal política social que el gobierno porteño les ofrecía, que eran los centros de inclusión, según una encuesta realizada por el Conicet en 2021, cuando usted era funcionaria. Muchos respondían que no concurren porque vivieron situaciones de violencia, robos, y los comparan con una “cárcel” en su autopercepción.
—Me consta que la tasa de aceptación viene subiendo. La Ciudad hace varios años viene ampliando los dispositivos para recibir a personas. Me consta que se hace un esfuerzo todos los días para eso. Hay que seguir pensando esquemas para recibir a las personas con su particularidad, dispositivos especiales para mujeres, para mujeres con hijos, para personas con problemas de consumo. Y se viene avanzando en esa línea. El Estado debe estar preparado para recibir a la persona con toda la complejidad que trae. Pero el Estado tiene limitaciones en su intervención. Es un problema de larga data y se pone de manifiesto poder intervenir con, por ejemplo, la Ley de Salud Mental actual. Y pone luz sobre la necesidad de que haya mejores leyes para poder intervenir. Por otra parte, hay lugares en la Ciudad que aceptan familias con chicos y se trabaja en su reincersión escolar y acompañamiento, pero se debe discutir cómo se puede mejorar lo que hay.
—De acuerdo a un relevamiento de abril de 2023, el total de personas que vivía en la calle o en alguno de los centros de inclusión social de la Ciudad había aumentado un 15% con respecto a 2022: pasó de 2611 personas a 3002. De ese total, la proporción de quienes dormían en la vía pública, sea una vereda, bajo un puente o en un cajero automático, entre otros lugares, también había aumentado: de 1011 a 1247. ¿Por qué se dio ese aumento durante su gestión?
—Sí, se dio porque las personas en situación de calle son las más vulnerables de toda una cadena, son una expresión de los problemas estructurales que tiene la Argentina y en ese sentido la ciudad de Buenos Aires es una caja de resonancia. Es claro que el Estado tiene que llegar antes, para que los adultos puedan trabajar y los chicos puedan estudiar. Hay que acompañar a la persona en el momento de emergencia, cuando está en la calle, para que no duerma ahí. Una pregunta más profunda es cuáles son las mejores políticas estructurales para cambiar de raíz los problemas, las políticas educativas, las políticas de integración socio urbanas.
—De abril de 2023 a esta parte, habrá aumentado ese porcentaje?
—Yo creo que sí, pero no tengo los datos oficiales para hablar sobre eso con propiedad.
—¿Qué autocrítica harías de tu gestión relacionado a esta problemática?
—Creo que hay mucho por seguir avanzando. La ciudad de Buenos Aires es una de las que tiene más dispositivos para trabajar con gente en esta situación. Desde la gestión que dejamos hay cosas para profundizar y ojalá que esta gestión lo haga.
—¿Qué es lo que faltó hacer y por qué?
—La política para atender a personas que están en situación de calle tiene tres momentos. El primero tiene que ver con la emergencia inmediata, con intervenir para que esa persona salga de la situación efectiva de calle. Ahí hay que disminuir los tiempos del Buenos Aires Presente (BAP), el programa de asistencia del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat que se ocupa de atender a personas y familias en condición de riesgo social. Hay que acortar los tiempos de asistencia, desde que el vecino llama al 108 y el BAP efectivamente asiste.
El Estado tiene que llegar antes para que esa situación no ocurre. Pero cuando ocurre es importante que se intervenga rápido porque también cuando una persona tiende a estar muchos años en la calle, su situación se empieza a cronificar, entonces es más difícil que puedan salir adelante.
El segundo momento tiene que ver con lo que pasa dentro de los centros de inclusión, que es de lo más importante porque es cuando se entra en contacto más profundo con esa persona y se entiende su historia. Hay que seguir avanzando en abrir más centros de inclusión y que se adapten a especificidades de cada una de las personas, para aquellas que tienen adicciones o padecen problemas de salud mental o abrir más lugares para familias.
El tercer momento es el proceso de reinserción de la persona, una vez que está lista para hacerlo. Creo que se podría seguir trabajando mucho en la alianza con el sector privado para que estas personas puedan tener puestos de trabajo disponibles, así como mejorar la red de acompañamiento durante ese proceso quizás con organizaciones de la sociedad civil.
—¿Por qué no se llegó a profundizar todo eso en su gestión?
—Avanzamos en todo eso, pero se puede hacer más.
—¿Qué caso de éxito de otro país resaltarías en políticas públicas para asistir a personas en situación de calle?
—En San Pablo, Brasil, tienen muchísima más gente en situación de calle que en Buenos Aires, pero están probando un dispositivo de casas transitorias. Es un dispositivo que estudiamos, pero no llegamos a implementar. Podría adaptarse a distintas problemáticas.
—¿De qué depende de que se apliquen políticas públicas exitosas? ¿De abrir cabezas, tener más presupuesto?
—De las dos cosas. De tener una mirada estratégica para resolver el problema y tener fondos disponibles.
—¿Volverías a la función pública?
—Sí, pero hoy no. Estoy muy bien donde estoy, en Fundar. Fueron muchos años de estar en cargos públicos, de mucha exposición y fue una experiencia enorme. Estoy muy agradecida y yo creo que hoy mi aporte tiene que ver con estar en Fundar, que es un think tank de políticas públicas. Así reflexionar sobre la calidad de las políticas públicas en la Argentina y proponer nuevos rumbos en la política social, que cuando está bien diseñada y bien ejecutada, puede ser una herramienta muy complementaria la política económica para romper ciclos estructurales de pobreza. En la Argentina hace falta una discusión sobre cómo mejorar la calidad de la inversión social.
Cómo ayudar
- Cuál es la mejor forma de ayudar a quienes están en situación de calle: La Nación armó una guía con 50 maneras de solidarizarse con las personas que duermen a la intemperie. Podés entrar haciendo click aquí.