Se trata de la tucumana Mipol; uno de los dueños muestra en redes sociales cómo fueron construyendo un ambiente de inclusión laboral; en el país, solo 4 de cada 10 empresas le dan trabajo a personas con algún tipo de discapacidad
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Hace cinco años, Dolores, que tiene síndrome de Down y acaba de cumplir 48, pasaba sus días en un centro para personas con discapacidad, pero se aburría. Por eso, empezó a ir a “divertirse” entre los empleados de Mipol, una empresa tucumana de repuestos. Sus papás habían fallecido y las hermanas de Dolores, que conocían a uno de los dueños, pensaron que sería una buena idea si ella iba a la empresa para hacer “algo más que pasar el rato”.
“Me pidieron que le diera tareas para hacer porque ella era muy feliz viniendo a la empresa”, cuenta José “Pepe” Ramón, que tiene 62 años y es uno de los accionistas de la empresa, ubicada en San Miguel de Tucumán. Pepe, efectivamente, empezó a darle tareas.
Hoy, pasados cinco años, Dolores es una empleada más de Mipol. Llega al depósito a las ocho de la mañana en punto. Su primera responsabilidad es servir el desayuno. Prepara termos con té, café y mate y los reparte entre los trabajadores de los distintos sectores. Después, queda a cargo de organizar las facturas y otros documentos de la burocracia diaria de la empresa.
Mipol es una empresa de repuestos de vehículos que tiene 12 sucursales y es señalada como modelo en lo que tiene que ver con inclusión laboral: en su plantilla, suma 10 empleados con alguna discapacidad.
Para Pepe, las discapacidades nunca fueron una barrera y su objetivo es emplear a por lo menos una persona por local: “Les damos distintas responsabilidades y rotan en sus tareas. Buscamos que la integración sea total”, asegura. Además, comparte el día a día de su equipo de trabajo en su cuenta de TikTok, donde tiene más de 132 mil seguidores.
“Buen día Picante”
A Rodrigo Villagra lo saludan con un “buen día Picante”. Es un apodo que él mismo eligió porque le gusta rapear. Cumplió 27 años y, al igual que Dolores, tiene síndrome de Down. Fue uno de los primeros en incorporarse al grupo. Pepe lo contrató después de charlar con su papá, que también es su amigo, y preguntarle “qué pensaba hacer con él, porque no podía estar viendo televisión y jugando jueguitos el resto de su vida”. Su papá no supo qué responder y Pepe le sugirió que lo llevara a la empresa.
Ahora, Rodrigo es asistente de logística y su trabajo consiste en acomodar la mercadería y repartir los pedidos de los clientes. “Todos nos llevamos bien y el trabajo sale mejor. Lo que sucede acá sirve para ayudar, porque le da trabajo a muchos chicos”, dice Rodrigo y agrega: “Para mi familia, esto es lo mejor para mí, además gano mi plata y la uso para comprarme cosas”.
En la Argentina más del 86% de las personas mayores de 14 años con Certificado Único de Discapacidad no tiene trabajo, según datos del último anuario estadístico del Registro Nacional de Personas con Discapacidad.
Cuando Pepe sugirió incorporar empleados con discapacidad a la empresa, hace unos 20 años, hubo muchas dudas. “Todo esto empezó con un vecino, Benjamín Flores, que tiene síndrome de Down”, recuerda. Sus socios, que también son sus primos, dudaron ante su propuesta: temían que Benjamín fuera “demasiada” responsabilidad. “Finalmente decidimos que el camino de la empresa sería la inclusión”, dice y anticipa que comenzaron a crear una fundación aparte de la empresa llamada “Juntarnos”, donde organizan colectas para hospitales y hablan de discapacidad.
El trabajo de integración que lograron en estos años es un mérito compartido con todos los empleados. De todos modos, recibieron ayuda de organizaciones, psicólogos y profesionales especializados en integración laboral. Además, las personas con discapacidad que entran a Mipol reciben capacitaciones, a veces de manera semanal, para poder realizar sus tareas y cumplir con sus responsabilidades.
“Siempre tuve naturalizada la discapacidad porque estoy en contacto permanente con este tema”, dice Pepe y cuenta que todos los años organizan “un evento que ha ido creciendo en donde ayudamos a muchas instituciones que tienen que ver con la discapacidad”.
Dentro de estas organizaciones se encuentran la Asociación Protectora al Paralítico Cerebral en Tucumán y ANIA, una fundación que busca ayudar a lniños y niñas con autismo. Además, tienen mucho contacto con Down is up, una asociación civil de padres con hijos con síndrome de Down.
Dolores y Rodrigo trabajan en el Grupo Autopartes, la sucursal que maneja la logística de los repuestos a nivel mayorista. En esa sede son siete las personas con discapacidad que forman parte del equipo de trabajo. Todos están bajo el control de Marcelo Matías, el supervisor de logística.
“Fueron entrando de a poco y acompañados por un psicólogo o maestras de apoyo de los centros de discapacidad a los que asisten”, cuenta Marcelo y afirma que el objetivo es que “se sientan útiles en un espacio inclusivo”.
En otra sucursal, con venta al público, trabaja Alejandro Castaño. Él tiene retraso madurativo y es el encargado de recibir a los clientes y redirigirlos, según lo que necesiten. “Interactúa con todos, les pide paciencia y se ocupa de que se sientan bien atendidos. Es muy bueno en lo que hace”, admite Pepe.
“Que otras empresas hagan lo mismo”
Según datos de la consultora de empleo Adecco, solo 4 de cada 10 empresas incluyen a personas con algún tipo de discapacidad en las áreas de trabajo.
“Nuestra idea es transmitirles a otras empresas que se puede avanzar en la inclusión laboral para hagan lo mismo que nosotros, porque por desconocimiento muchas temen que las personas con discapacidad entorpezcan las tareas”, indica Marcelo.
“Hasta hace unos años”, cuenta Pepe, “la gente se los quedaba viendo, pero hoy es todo mucho más natural. Con el tema discapacidad, lo peor que tenemos es el desconocimiento”.
“Muchas veces, las empresas toman a personas con discapacidad, pero no les dan ninguna responsabilidad, los tienen como floreros”, dice Pepe y sigue: “Las personas con discapacidad tienen una gran capacidad productiva”.
Entre los desafíos internos que tuvieron, cuenta el caso de un empleado que se quejó: “Aquí nos hace falta gente y estos siguen trayendo tontos a trabajar”. En ese momento, Pepe decidió no hacer ningún comentario. Al poco tiempo, ese mismo empleado recapacitó y se volvió uno de los que más ayuda con la inclusión laboral.
Algo que sí pasa con frecuencia, según cuenta Pepe, es que se ponen celosos: “En los videos que subo a TikTok se ve la parte linda, pero también hay desafíos”. Hace unos días, Tincho, que tiene 23 años, es asistente de logística y tiene síndrome de Down, sintió celos y le rompió el teléfono a la secretaria de Pepe: “No lo retamos ni le dijimos que no viniera más, sino que tratamos de calmarlo y reflexionar sobre la situación. Sabemos que es un proceso”.
Matías, otro de los jóvenes con discapacidad que trabaja en la empresa, entró en diciembre del año pasado. Le costaba socializar y era muy tímido. Ahora sus papás están asombrados por cómo se prepara el uniforme la noche anterior y se levanta con muchas ganas de ir a trabajar.
“Son las ocho de la mañana y él viene muy contento. Todos ellos vienen y trabajan con muchas ganas”, explica Pepe y cuenta que ahora muchas empresas se acercan a ellos para pedirles consejos sobre cómo crear un grupo laboral inclusivo.
Pepe dice que la inclusión trae buenos resultados para todos: a ellos los ayuda a socializar y a poder integrarse en el mercado laboral; a las familias les da “tranquilidad”, porque dejan de preocuparse por lo que va a pasar cuando se queden solos; y a Mipol “la humaniza” como empresa, dice Pepe.
Más información
- La Fundación Discar es una organización que trabaja por la inclusión de las personas con discapacidad intelectual en todos los ámbitos de la sociedad ayudándolos a que desarrollen todas sus capacidades y fomentando la inclusión laboral.
- La Intermediación Laboral para Personas con Discapacidad es un programa del gobierno nacional que busca ayudar a la personas con discapacidad a encontrar empleo. A través de una entrevista personalizada, el personal calificado acompaña a definir el perfil laboral, así como los apoyos y/o ayudas técnicas y/o ajustes razonables requeridos.
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