Un regalo que cambió sus vidas
Esta joven decidió obsequiarle a su madre para su cumpleaños, la puesta en marcha del proyecto Escuchando Latidos, que tiene como objetivo la compra de equipamiento médico para el hospital Rivadavia que es donde ella trabaja
Al entrar a su casa, la médica obstetra Julia Isabel Alduncin vio a toda su familia parada en el living mirándola fijamente. Instintivamente, su cabeza recordó que la última vez que todos se habían reunido de aquella manera había sido para anunciarle que una de sus hijas se iba a vivir al exterior. "¿Se van a vivir afuera?", preguntó sin poder contener las lágrimas.
Emilia Williams, la tercera de sus cuatro hijas, se adelantó y la abrazó tiernamente.
"No mamá, y tampoco estoy embarazada. Tomá, éste es tu regalo de cumpleaños", dijo extendiéndole una carpeta roja y blanca con un corazón dibujado en su portada.
- "¿Qué es?", preguntó, todavía con los ojos llenos de lágrimas la Dra. Alduncin "¡Leé vos, que yo estoy llorando y no puedo leer!"
Emilia se paró a su lado, abrió la carpeta y comenzó a leer:
- "Escuchando Latidos: programa de recaudación de fondos para la compra de equipamiento médico para el Servicio de Obstetricia del hospital Rivadavia. Inspirado en la labor y dedicación de la Dra. Julia Isabel Alduncin".
Toda la familia se unió al llanto de Julia, que no dejaba de preguntar si todo eso era real. Dentro de la carpeta, los dibujos de sus nietas de 4 y 5 años decían ¡Yo también ayudo! entre los comprobantes de las primeras donaciones que habían hecho Emilia y una de sus hermanas.
- "No lo puedo creer", repetía llorando de la emoción la doctora.
Emilia abrió su computadora, entró a Facebook y presionó el botón de publicar en la Fanpage del proyecto.
- "Ya esta mamá, es oficial, acaba de nacer Escuchando Latidos."
"No tengo hijos, y para mis tres hermanas y para mí, nuestros padres son lo más importante que tenemos", empieza Emilia. Lo que se asemeja al comienzo de una historia familiar, es en realidad el puntapié para lo que fue el proyecto solidario Escuchando Latidos, del cual Emilia está a cargo.
Sucede que su mamá, la Dra. Julia Alduncin, es médica obstetra del hospital Rivadavia, y este 7 de mayo fue su cumpleaños número 60. La Dra. Alduncin siempre transmitió en su casa el amor por su vocación (como médica y también como docente de la Facultad de Medicina en la UBA), y durante la última Semana Santa, mientras toda la familia pensaba qué podía obsequiarle para su cumpleaños, ella no dejó de estar pendiente de una paciente que se encontraba con problemas de salud. "No queríamos regalarle una cartera o unos zapatos, sino algo más original y adecuado a su personalidad. Y ese fin de semana hice el clic", explica Emilia, que tiene 30 años, estudió Economía y Administración Agraria en la Fauba y se especializó en agroindustrias y negociaciones internacionales de Minagri y Fauba.
Para averiguar sobre las necesidades concretas de la Maternidad Peralta Ramos (como se conocía anteriormente al Servicio de Obstetricia del hospital Rivadavia), Emilia se contactó con compañeras de su madre, médicas que conoce de toda la vida.
"Se me ocurrió la posibilidad de conseguir equipamiento médico. Me contaron que estaban necesitando detectores de latidos, monitores fetales y ecógrafos. Tuve que aprender qué era cada cosa, buscar presupuestos, para ver de cuánta plata estábamos hablando. Al ser ajena al tema pensé que se trataría de equipos carísimos. Pero un detector de latidos sale $ 1500. Un monitor fetal, 10.000, y un ecógrafo, que es lo más caro, aproximadamente, 130.000 pesos."
Escasez de equipo médico
La situación en el hospital ameritaba la compra de estos equipos. Sin ir más lejos, para el momento en el que Emilia se dispuso a averiguar sobre las necesidades, sólo tenían tres detectores de latidos, que había que ir rotando entre ocho consultorios (de los cuales uno fue comprado por las residentes, no le pertenece al hospital). Se trata de un elemento fundamental: cuando llega una paciente embarazada, lo primero que hay que hacer es constatar la vitalidad fetal, por cuestiones legales.
Al averiguar todo esto, Emilia decidió que el proyecto se iba a basar en conseguir todo este equipamiento. Y después de algunos encontronazos con sus hermanas porque no querían que estuviera enfocado en su madre, se pusieron de acuerdo. "Un día me desperté y fue como que me cayeron las ideas juntas. Se me ocurrió la frase escuchando latidos y dije, listo, ése va a ser el nombre. Pero todavía no había determinado qué forma o estructura darle. Al principio imaginé abrir una fundación. Pero cuando busqué cuáles eran los requisitos vi que era complicadísimo. Igual registré el nombre y empecé a pensar cómo hacer realidad mi idea. Una fundación era imposible, necesitaba un directorio, la plata, que me lo aprueben, podía tardar un año. A todo esto faltaba un mes para el cumpleaños de mi mamá", explica.
De tal manera fue que decidió investigar si ya existía una organización que le sirviera como estructura para esto que quería hacer. Por Internet encontró la Cooperadora de Acción Social, COAS. "Entré al estatuto y vi que su misión es comprar equipamiento médico para hospitales públicos. Era el marco ideal."
En la página, Emilia encontró el directorio, compuesto por mujeres, divididas por hospitales. Dos eran específicamente del Rivadavia. Las contactó y la convocaron para una reunión. Allí llevó la carpeta con toda la data, la fundamentación, la misión, etcétera. "Me recibieron todas las integrantes, desde la presidenta hasta la secretaria, y cuando escucharon la historia lloramos todas. No duró mucho la reunión y me dijeron: Contá con todo nuestro apoyo. Tenés nuestras cuentas bancarias. Nos hacemos cargo de las compras, la licitación, y la logística." Emilia sintió que estaba en el lugar y en el momento correcto.
Finalmente, Emilia decidió comunicarle la noticia a Julia antes de su cumpleaños. "Reuní a la familia (que estaba al tanto de todo) en el living. Nunca estamos todos en esa parte de la casa cuando nos juntamos, lo hacemos en el comedor. El día en que se lo íbamos a decir estábamos todas mis hermanas, mis sobrinitas, todos en el living". El resto ya es historia conocida.
Una semana después de haber arrancado, un lunes, Emilia recibió una llamada de Julia. Se había roto el único monitor fetal que tenían y tuvieron que cerrar la internación el fin de semana, así que le pidió que por favor se concentrara en conseguir ese instrumento. "¡Eso no estaba en mis planes! Yo me imaginaba que la primera compra iba a ocurrir a los dos meses de funcionamiento, no a la semana. Nos pusimos en campaña a través de las redes sociales explicando la situación." Una amiga de la familia, que tiene una empresa muy bien posicionada, se contactó con nosotros. "Nos dijo: Yo te quiero donar un monitor." Así fue que en una semana, literalmente, adquirieron el primer equipo. "El lunes me avisó y el lunes siguiente, ya estaba el monitor puesto en funcionamiento." Justo coincidió con que cumplía años el hospital. Eso sirvió como incentivo para el resto de la gente, porque vieron cómo se pudo actuar de manera rápida y comprendiendo las necesidades.
Adquirieron el monitor de la empresa nacional Cardiosistemas SRL, que al enterarse del propósito de la naturaleza del proyecto realizó un importante descuento al precio.
En el hospital estaban conmovidos y sorprendidos por esta iniciativa. "Al principio creo que no lo podían dimensionar. Y cuando en una semana llegó el primer monitor, todos estaban felices, fue increíble", cuenta Emilia.
Diez días más tarde se donó el segundo, y un par de semanas después, el tercero. Es decir que en un mes y medio se entregaron tres monitores, dos fueron exclusivamente por el proyecto y el tercero, por la acción de COAS. Además, el segundo que donaron desde Escuchando Latidos permite el control gemelar simultáneo, que nunca habían tenido uno de estas características. "Mi meta más grande es poder llegar al ecógrafo con ecodoppler, que es lo más costoso."
Planes a futuro
Al preguntarle respecto de las posibilidades de expansión del proyecto, Emilia revela que al principio ni siquiera se lo había planteado, dado que no se imaginaba más que lo que ya logró. "Pero ahora que veo que logramos varias cosas y que me siento tan feliz con lo que es la acción solidaria; lo estoy pensando. Porque veo que con muy poco se puede hacer mucho. Me doy cuenta de que podemos lograr más que sólo ayudar al Servicio de Obstetricia. Si llegamos al ecógrafo y a los detectores de latidos podemos hacer lo mismo con otro hospital público. ¡No me pienso estancar!", dice con emoción.
Corta biografía de una larga vida
EMILIA WILLIAMS
- Profesión: recibida en Economía y Administración Agraria en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.Con especialización en agroindustrias y negociaciones internacionales de Minagri y Fauba
Entidad: Escuchando Latidos
Edad: 30 años
Área de acción: donación de equipos médicos a hospitales públicos
Logros: en un mes y medio consiguieron donar 3 monitores fetales al área de Ginecología del hospital Rivadavia.
- $ 10 mil
Cuesta un monitor fetal
Mientras que un detector de latidos sale $ 1500 y un ecógrafo, alrededor de $ 130 mil
Cómo colaborar
Escuchando Latidos:www.facebook.com/escuchandolatidos / proyectoescuchandolatidos@gmail.com