Un empresario que lucha por un sector más inclusivo
Durante su estada en Australia, este emprendedor tomó contacto con la práctica empresarial de contratar a personas ciegas para dar masajes a sus empleados. Cuando volvió al país fundó En Buenas Manos, con el mismo fin
"Luego de vivir cuatro años en un país donde está casi todo hecho, ves que en la Argentina queda todo por hacer", asegura Hernán Español, fundador de En Buenas Manos.
No resulta difícil comprender la afirmación de Español. Es que tales eran los lujos de los que pudo disfrutar mientras vivía en Australia, adonde se fue originalmente a hacer un MBA, que se dio cuenta de la cantidad de cosas que se podían mejorar en su propio país.
Viajó a Australia en 2003 con la idea inicial de quedarse allí un año, que luego se fue extendiendo gracias a ofertas académicas y laborales que le surgían a él y a su esposa. Trabajó en un laboratorio farmacéutico, cuya industria es reconocida en el mundo por ser una de las que contempla las mejores políticas de Recursos Humanos. Entre otras cosas, el edificio estaba dentro de un campus, y alrededor de las oficinas se encontraba un campo de golf, además de contar con mesas de pool, ping-pong y cancha de básquet. "En los congresos en los que participábamos, era común competir con otros colegas por quién tenía los mejores beneficios laborales."
Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue el servicio de masajes que contrataba el laboratorio para sus empleados. Éste era impartido únicamente por personas ciegas. Español se apresura en aclarar que los chicos se refieren a sí mismos como ciegos: "La palabra ciego tiene una connotación negativa, pero nosotros somos ciegos, y no tiene nada de malo ser ciegos, con lo que la palabra tampoco debería serlo", cita.
"La idea de los masajes me parecía muy novedosa, por lo que cuando regresé a la Argentina, en 2007, la incluí en mi to do list (listado de cosas que hacer) para replicarla acá". Sin embargo, a la hora de presentarla en la Federación de Ciegos recibió la primera negativa. "Me dijeron que el proyecto estaba bueno, pero que no creían que a las empresas les fuese a gustar, y tampoco creían que los ciegos querrían este trabajo." La federación debatió el tema en una comisión interna y no fue aprobado.
Dos años más tarde, Hernán se encontró con Mónica Espina, directora de la Fundación Audela, una ONG de San Isidro que trabaja con la discapacidad. "Me felicitó por la idea, pero me dijo de todo menos lindo por haberlo dejado dormir dos años." El contacto con Espina le posibilitó conocer a dos personas ciegas, y así saber cómo se sentían ellos con respecto al proyecto.
"Ellos fueron muy honestos conmigo desde el principio. De hecho, la primera vez que fui a almorzar con uno de los chicos, Javier Suñé, le pregunté cómo pensaba que estábamos encaminados. Y me respondió: Bien, bien, es un proyecto con mucho potencial, que está avanzando bien. Pero para serte sincero, va a pegar un salto en el momento en el que vos dejes de mirar cada movimiento que hago cuando estoy comiendo", recuerda Español entre risas.
Con Javier Suñé, Hernán habló de un informe de la Fundación Par, que se refiere a la problemática respecto a la tasa de desempleo en la población con discapacidad (73%), y lo comparó con la paradójica estadística de que al 84% de las empresas le parece posible y contrataría a personas con discapacidad. Esta dicotomía sugirió que el conflicto no estaba en la predisposición de las firmas, sino en otro lado. Entonces llegaron a la conclusión que, en primer lugar, hay que desterrar los prejuicios. Pero que por otra parte, pese a que las personas con discapacidad saben y pueden hacer cosas, las empresas no siempre detectan las competencias que tienen. Por eso es desafío siempre hacer visibles esas capacidades que le pueden agregar valor a la compañía.
"Esa, para mí, es la clave. Yo soy empresario y no voy a sumar a una persona a mi equipo de trabajo si pienso que esa persona no va a agregar valor. Entonces, en la medida en que las personas con discapacidad no puedan dar a conocer las cualidades que tienen, no los van a contratar. Ese fue el origen de En Buenas Manos: dar ejemplos de casos concretos, en los cuales personas con discapacidad trabajan, agregan valor, de forma eficiente, cobrando un sueldo, y se pueden insertar en el mercado laboral, de forma igualitaria. El primer proyecto es el de los masajes."
Así fue como se fundó En Buenas Manos en junio de 2011, al principio con Hernán como inversor para poder adquirir una estructura, con las sillas y los materiales necesarios para llevar el servicio a las empresas. Investigó el mercado, buscando empresas clientes, para ver si podía funcionar un proyecto como el que él estaba impulsando. Más adelante, cuando algunas corporaciones decidieron contratarlos, Hernán tuvo que salir a convocar a un pequeño equipo de chicos ciegos, entre 24 y 38 años, que querían trabajar, tener un sueldo propio (el Estado les daba una pensión de $ 900 mensuales), independizarse y capacitarlos.
El primer grupo constaba de cuatro masajistas, y poco tiempo después debió extenderse a seis. Finalmente, y una vez que la estructura funcionaba, se formalizó como una cooperativa, que por el mínimo requerido de integrantes quedó conformada por el comité actual: nueve masajistas y Hernán. La segunda masajista, Mirna Camarra, es la actual presidenta de la cooperativa, y desde junio de 2011, cuando iniciaron sus actividades, han trabajado con 20 empresas.
Durante el primer tiempo se realizó mucha difusión desde la organización, pero hace un año que la cooperativa, que es autosustentable, no precisa publicitarse. "Es más el boca a boca –explica Español–. Comercialmente es un servicio que es muy atractivo. La empresa, mientras que le da masajes a sus empleados, mejora el clima laboral a la vez que está haciendo una acción de Responsabilidad Social Empresaria. Nosotros nos conformamos para dar empleo a la gente con discapacidad, por lo que a las compañías les cierra esta situación win-win porque nos involucran en su cadena de valor."
Sin embargo, esto no es suficiente para quien se autoproclama como apasionado por emprender y desarrollar proyectos. Luego de darse cuenta de que las personas con discapacidad necesitaban abrir muchas puertas en el mundo del trabajo para poder mostrar sus potencialidades, Hernán empezó a buscar qué otras ventajas competitivas podía encontrar para este grupo poblacional. Así está desarrollando otro proyecto, esta vez con gente hipoacúsica, que comenzó con la idea de ofrecer la tarea de digitalización de documentos: facturas, órdenes de compra, órdenes de pago, remitos y demás. "Este tipo de labores son muy útiles para el Gobierno, por ejemplo. Así, en una licitación para el Estado en la que participa una organización sin fines de lucro que contrata a gente con discapacidad, frente a una empresa privada que brinda el mismo servicio, debería quedar elegida la primera.
"Ahí es adonde estamos queriendo poner ahora nuestro granito de arena –ahonda Español–. La persona es hipoacúsica, pero puede realizar trabajos administrativos como escanear facturas, indexarlas, procesar textos. Nosotros tenemos un call center: la persona es ciega, pero tiene un software que le lee lo que dice la computadora, y habla perfecto", con lo cual puede hablar con las empresas para vender el servicio. "Hace unos días, incluso, una empresa que estaba renovando su buffet de comedor nos llamó para ver si conocíamos alguna compañía que trabajara con discapacidad, que brindara un servicio de buffet. Y esa es la idea. Pensar que se pueden brindar otros servicios con gente con discapacidad, con la misma eficiencia, y con un valor agregado."
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Empresas comprometidas
Son las que solicitaron ?el servicio de masajes de En Buenas Manos desde sus inicios, que actualmente está constituida como una cooperativa - El 73% de las personas con discapacidad están desempleadas
Corta biografía de una larga vida
- Hernán Español
Profesión: Licenciado en Administracion (UBA), MBA (Monash University)
Entidad: En buenas manos
Fecha de nacimiento: 01/06/76
Área de acción: Desarrollo de emprendimientos sociales de valor agregado con el fin de contribuir en la inserción de las personas con discapacidad al mercado laboral
El cupo del 4% no se cumple
- En la Argentina, en 1982 se sancionó la ley de discapacidad (N° 25689). Además de otorgar beneficios a este grupo poblacional, el Poder Legislativo obligó al Poder Ejecutivo a contar con un mínimo del 4% de su plantel integrado por personas con discapacidad, pero actualmente no se cumple.
- Desde el Gobierno se otorgan ventajas impositivas y beneficios a las empresas que contratan a personas con discapacidad.