Un docente restauró 130 bicicletas para que los chicos de una escuela rural no tengan que caminar hasta 8 kilómetros para ir a estudiar
Marcelo Filippo es profesor en una secundaria de Córdoba; desde sus redes sociales inició una colecta para los estudiantes de un colegio de Chaco; “Las bicis van a reducir el ausentismo”, aseguró la directora de la institución
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En Las Tolderías, un paraje rural ubicado en Charata, provincia de Chaco, las clases ya terminaron. Sin embargo, un grupo de casi 130 chicos que caminan varios kilómetros para llegar a la escuela cada día ya están planeando su vuelta. Saben que el año que viene será diferente y esperan entusiasmados que llegue febrero, cuando se reanudarán las clases. Todavía no definieron a qué hora van a salir de sus casas, a qué vecinos pasarán a buscar o qué sendero tomarán. Pero tienen una certeza: el camino lo harán pedaleando.
Y es que a 700 kilómetros de ahí, en la ciudad cordobesa de Villa Carlos Paz, hay más de 130 bicicletas que fueron donadas por vecinos y que serán entregadas a esos alumnos, todos de la escuela primaria Zenón Mateos y el jardín que funciona como anexo. Los estudiantes tienen entre 3 y 12 años de edad y viven lejos del colegio: llegan a recorrer hasta 8 kilómetros por caminos rurales. Es que no hay transporte escolar ni público. Muchos recorren a pie, y solos, todo ese trayecto, ya que sus padres no siempre pueden llevarlos (generalmente en moto) o acompañarlos.
“Para nosotros es una bici, pero para los chicos es una ilusión”, dice Marcelo Filippo, un profesor de Carlos Paz que fue la cara de la campaña “100 bicis para Chaco”, una movida que promocionó en sus redes sociales a través de videos.
Marcelo ya se había vuelto viral en agosto pasado, cuando se grabó en un video en el que pedía una bicicleta para Matías Manno, uno de sus alumnos del secundario nocturno. Matías trabaja de albañil y después de cada jornada debía caminar 8 kilómetros para ir a la escuela. La campaña de Marcelo dio sus frutos: en septiembre Marcelo logró conseguirle una bici.
Al ver esa historia, desde la escuela García Ferré, también de Carlos Paz, le pidieron a Marcelo que fuera él quien convocara a vecinos a donar bicicletas que ya no usaran. Es que esa escuela cordobesa apadrina a la Zenón Mateos, de Chaco. Así comenzó esta nueva cruzada solidaria.
“Si no vienen, no comen”
En el colegio Zenón Mateos los chicos reciben desayuno, almuerzo y merienda. “Para muchos, la comida que les damos acá es la única que tienen en el día. Después, a la noche, por ahí toman mate cocido con alguna torta frita y algunos ni cenan. Por eso es importante que puedan venir a la escuela y tengan ese refuerzo”, explica Liliana Torres, directora de la institución. El colegio tiene 94 alumnos inscriptos en el primario y 33 en el inicial. En general, viven en hogares de escasos recursos, ubicados en promedio a 5 kilómetros de la escuela.
“Las bicicletas van a ser una herramienta muy importante para reducir el ausentismo. Los estudiantes y sus familias están muy ilusionados”, dice Liliana. Por las dificultades que tienen para llegar hasta la escuela, los chicos suelen faltar una o dos veces por semana. Aquellos que están más cerca van a la escuela a pie. “Aunque es zona de monte, los caminos para llegar están en buenas condiciones, pero los más chiquitos llegan muy cansados”, cuenta la directora.
A otros, sus papás los llevan en moto, pero tienen varios problemas. “Las familias que tienen algún vehículo suelen ser muy numerosas, entonces lo tienen que compartir. No sé cómo lo hacen, pero por ahí acomodan a dos, tres o hasta a cuatro chicos arriba de la moto, y es peligroso. Además, si la mamá tiene que trabajar o ir al pueblo por algún motivo, los chicos se quedan sin ir al colegio. Y cuando llega fin de mes, muchas veces tienen que recortar gastos y no tienen plata para el combustible, así que también faltan”, señala Liliana.
En las reuniones, los docentes les explican a los padres, que en general no terminaron sus estudios, la importancia de que los chicos vayan todos los días a la escuela para no atrasarse en los contenidos y así evitar perjudicar su formación. En la última, además, anunciaron que en febrero llegaría desde Villa Carlos Paz el camión con las –hasta ahora– 130 bicicletas. Para los adultos, la noticia representó “un gran alivio”.
“Para la mayoría va a ser su primera bicicleta. Y en el caso de los más chiquitos, ya les dijimos a los papás que se las vamos a dar a ellos, para que se la den luego a sus hijos cuando crezcan y puedan venir solitos”, aclara Liliana. Aunque en un principio buscaban llegar a 100, los vecinos de Córdoba siguen donando rodados. Así, entregarán el resto a los alumnos del colegio secundario, que funciona en el mismo edificio. Al recibir a estudiantes que iban a escuelas primarias de hasta 25 kilómetros a la redonda, los alumnos del secundario viven incluso más lejos.
“Esta bici era de mi mamá”
Al momento de lanzar la campaña, Marcelo tuvo miedo de que fracasara y entonces decepcionar a tantos chicos que ya estaban ilusionados. “Sinceramente, pensaba que la meta que nos habíamos puesto era una utopía”. Por eso, estalló de felicidad cuando en las primeras 24 horas recibieron 24 bicicletas: “Es una obra de corazón. Cada bici que nos llega es un corazón más que se suma a la causa”.
Aunque Marcelo es la cara visible, también están detrás del proyecto Leticia López, directora del Instituto García Ferré; Pablo Oitana, que edita el contenido que suben a las redes; y Roberto Pérez, oriundo de Chaco y quien facilita la conexión entre ambas instituciones. Además, Hernán Baima, un camionera santafesino, que se ofreció para manejar hasta Chaco a llevar las donaciones. Marcelo publicó el primer video el 21 de noviembre y el 18 de diciembre llegaron a la bici número 100. Al momento, van 130 y contando.
“Recibimos tantas que todavía tenemos que retirar algunas”, cuenta Marcelo. Dos veces contrataron un flete que en total juntó unas 30 bicicletas. Lo pagaron entre los cuatro. “Los últimos días nos quedamos sin recursos y tuvimos que esperar a cobrar para cargar combustible y salir con nuestros propios autos a buscar las bicis. Es todo un esfuerzo porque entran unas dos bicis por vez”, explica Marcelo, que durante todo enero tiene bicis agendadas para retirar.
Cada vez que les llega una nueva, se aseguran de dejarla en excelentes condiciones, la rotulan con el nombre de la persona que la donó y las dejan guardadas en dos aulas del colegio de Villa Carlos Paz. Marcelo y el equipo recibieron donaciones “desde el country más caro hasta el barrio más humilde”. Lo que más lo emocionó fueron las historias de las personas detrás de cada bicicleta: “Yo iba caminando al colegio y sé lo que es, así que quiero ayudar” o “Esta bici era de mi mamá, que era docente y falleció hace poco”. Esas son algunas frases que tiene grabadas y que más lo conmovieron.
La primera vez que Liliana vio una imagen de las bicicletas que habían recolectado, lagrimeó al pensar “en la felicidad de sus chicos”. A diferencia de Marcelo, ella sí confiaba en que llegarían a la meta que se habían propuesto. Y es que en su experiencia como directora de una escuela rural, la comunidad siempre está dispuesta a ayudar: “La gente se moviliza mucho cuando piensa en el derecho a la educación que tienen los niños. Hay cierto consenso de que hay que apostar a la educación porque es lo único lo único que sostiene a un pueblo. Y eso es lo que mueve a la gente a ayudar a una escuela”.
Más información
- Si querés donar una bicicleta comunicate con Marcelo Filippo al +54 9 3541 37-3711. También podés seguirlo en su cuenta de instagram.