Un colegio de Pilar admitió a gran parte de los chicos que fueron excluidos en otra escuela por tener una discapacidad
El Norbridge matriculó al 75% de los chicos que estudian en el Magno, institución que en septiembre afirmó que había estudiantes que “bajaban la vara” educativa; después de esa decisión polémica, el colegio anunció que a fin de año cierra
- 7 minutos de lectura'
En septiembre, cuando Pablo Basz y Doretta Di Marco se enteraron de que el Magno College no le renovaría la vacante a su hijo Emanuel por su discapacidad, inmediatamente comenzaron un batalla para revertir esa decisión discriminatoria.
A su alrededor se desató un conflicto público que incluyó el apoyo de muchas familias del colegio. Sobre todo cuando se difundió la explicación que informalmente había dado el director: a partir del ciclo 2023 desvinculaban a Manu y a otros siete chicos porque “bajaban la vara del colegio”.
A pesar de todo, para Pablo y Doretta el objetivo era claro: lograr que su hijo pudiera comenzar quinto grado rodeado de sus actuales compañeros y en la misma escuela que había anunciado su exclusión: el vínculo social y afectivo con sus amigos es fundamental para Manu, que tiene síndrome de Hunter, una enfermedad que le produce discapacidad física e intelectual.
Sin embargo, hace algo más de un mes, el colegio, ubicado en Pilar, anunció el cierre definitivo. Enseguida, la pareja corrigió el norte: procurar que el chico pudiera continuar al menos con algunos de sus compañeros en otra escuela. Y todo indica que lo lograron: el año próximo, Manu continuará su escolarización con varios de sus compañeros en el colegio Norbridge, que incorporará a la mayoría de los estudiantes del Magno.
Según cuentan desde el Norbridge, que también tiene sede en Pilar, ya matricularon 384 chicos y chicas de los diferentes niveles del Magno, lo que equivale al 75% de su alumnado. La escuela también contrató a gran parte del personal que se había quedado sin trabajo: docentes de grado, profesores, personal directivo y profesionales de otras áreas, como música o educación física.
El Norbridge es un colegio bilingüe, de doble jornada, conocido por hacer foco en alumnos de altas capacidades. Según cuenta su director y fundador, Daniel Ricart, tiene capacidad para 1.000 chicos y, con esta incorporación, la matrícula total ascenderá a 900. “Cuanto más diversa es una comunidad educativa, más rica es”, asegura. Y pone, como ejemplo, casos como el de Harvard que, según pudo vivenciar él mismo en sus tiempos de estudiante de esa universidad, pone un fuerte énfasis en procurar una comunidad diversa.
“La diversidad es fundamental para nuestra escuela desde siempre. Todos vamos a aprender mucho de esta experiencia. Las grandes mentes funcionan como parte de un conjunto que está en alta tensión intelectual y creativa. Crean al enfrentar obstáculos y dificultades. Eso es, entre otras cosas, lo que aporta la diversidad en el ámbito del aprendizaje”, agrega Ricart, quien asegura que el colegio cuenta con los recursos para hacer frente a este desafío: “Procuramos la contratación de todo el personal necesario para que todo salga 10 puntos”.
El docente cuenta que, tras el anuncio del cierre definitivo, representantes de su institución se acercaron al Magno. Buscaban ofrecer una solución a tantas familias que, a principios de noviembre, se vieron ante la desesperada situación de salir a buscar un colegio que reciba a sus hijos el año próximo. “Dado lo apremiante de los tiempos, no pudimos ser todo lo prolijos que nos hubiera gustado en materia de comunicación. Contactamos a las familias por teléfono y hasta por WhatsApp”, ejemplifica. También funcionó el boca a boca.
“Fuimos muy bien recibidos”
“Nosotros habíamos decidido esperar para ver qué hacían los compañeritos de Manu. Cuando nos enteramos de que varias familias se habían decidido por el Norbridge, y como teníamos buenas referencias, nos acercamos. Fuimos muy bien recibidos”, explica Pablo Basz y agrega que ya en la primera reunión sintieron una gran predisposición para recibir a su hijo. “Además, sabíamos que la directora de primaria del Magno, que había renunciado cuando se desató el conflicto, había sido tomada por el Norbridge. Ella conoce a Manu y eso nos da mucha tranquilidad”, añade.
Después de aquella reunión siguió una jornada de talleres que es parte del proceso de admisión. Manu asistió junto a los compañeros que continuarán en el Norbridge. “Lo notamos muy bien, muy contento”, precisó Pablo. El resto de los chicos a los que el Magno no iba a renovarles la vacante en 2023 también asistieron a esa jornada. “Dos no fueron admitidos por problemas serios de conducta. Y los demás sí fueron admitidos pero se decidieron por escuelas de jornada simple”, explica Ricart.
La incorporación de casos que implican desafíos en materia de aprendizaje no es algo nuevo para el Norbridge. Lo que sí es diferente, según el directivo, es el abordaje. “Cuando, por ejemplo, se nos presenta el caso de un chico con dislexia, por lo general, todo el mundo se enfoca en que tiene una dificultad en la adquisición del lenguaje, o en la capacidad de leer o de escribir correctamente. Por supuesto que nosotros tenemos un gabinete psicológico que va a trabajar sobre esta dificultad. Pero en paralelo vamos a estar buscando la fortaleza de ese chico, su talento. Porque todos tenemos talentos y dificultades”, reflexiona el docente, graduado en Ciencias Económicas.
Ricart, que cursó estudios tanto en la UBA como en Harvard y la Universidad de Connecticut, explica que la diagramación de las salas, grados y cursos de cara a 2023 es variable. “En algunos casos, los ingresantes se sumarán a grupos ya conformados. En otros, cuando el pasaje del grupo fue casi completo, como en algunos cursos de secundaria, vamos a generar nuevos cursos para respetarles esta dinámica”, explica. También están previstas jornadas y diferentes propuestas para trabajar la integración. “No queremos dos colegios en uno”, enfatiza.
El derecho a la inclusión de los niños y niñas con discapacidad en las escuelas comunes está reconocido por ley y tiene rango constitucional. Además, genera un gran nivel de apoyo de la sociedad. De acuerdo con las conclusiones de un estudio reciente del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y la consultora Voices!, 8 de cada 10 argentinos dicen estar de acuerdo con la educación inclusiva y el 67% cree que mejora la calidad educativa. Sin embargo, el 40% advierte que la falta de capacitación docente opera como una barrera para lograr esa inclusión.
Después de tantas semanas de incertidumbre, la familia Basz logró darle al tema un cierre positivo. “Manu consiguió otra escuela que, confiamos, va a funcionar muy bien, porque lo está recibiendo con mucha calidez y, además, continuará con compañeritos y compañeritas de la escuela anterior”, reconoce Pablo. Sin embargo agrega que todo este proceso fue de gran aprendizaje: “La educación inclusiva sigue siendo un desafío en gran parte de nuestro país. Hay que seguir dando debate para cambiar normas, prácticas y compromisos. Hay muchos chicos que dependen de eso”.
Hace ocho años, la Argentina ratificó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobado por las Naciones Unidas, por el cual se reconoce el derecho de las personas con discapacidad a aprender en un entorno inclusivo. Sin embargo, el cumplimiento de esta disposición en nuestro país es muy variable según la jurisdicción, salvo La Pampa, donde la inclusión es casi plena.
Según datos del Ministerio de Educación de la Nación del 2021, el 49,5% de los chicos del país que tienen algún tipo de discapacidad, estudian en espacios segregados, principalmente en escuelas especiales. En el Conurbano, ese porcentaje es del 52%. En tanto que las escuelas estatales del Conurbano son más permeables a la inclusión que la de gestión privada, ya que el 75% del total de chicos que se encuentran en proyectos de inclusión va a escuelas estatales, lo que deja apenas un 25% en colegios privados.