Tuvo cáncer y creó una marca de corpiños para mujeres que pasaron mastectomía
"Believe" (creer) se lee en el antebrazo derecho de Ana Borbolla (35), tatuaje que se hizo sin saber mucho por qué y que, tiempo después, cobraría un significado profundo. Una noche, luego de jugar al hockey, la joven detectó un bulto en una mama, mientras se bañaba. "A la mañana siguiente, llamé a mi hermano y cuñada, los dos médicos, y me consiguieron turno para una ecografía. En el mismo día la doctora me dijo que muy probablemente tuviera cáncer . Veinte días después me estaban operando", cuenta la diseñadora de indumentaria, quien trabajaba en una empresa que fabricaba ropa interior.
En ese momento, con 30 años, el cáncer era para ella sinónimo de muerte. La noche que le diagnosticaron la enfermedad, tirada en su cama, se dijo a sí misma: "Yo no me puedo morir". A partir de ahí, creyó férreamente que nada malo le iba a pasar y se aferró a esa idea con mucho optimismo: "Averigüé todo sobre pelucas, me hacía photoshop para ver cómo iba a quedar sin pelo. En el fondo sabía que no iba a tener que hacer quimio. Salí de la operación, saludando y riéndome porque había mucha gente conocida". La buena noticia era que no tenía los ganglios afectados y, después de ver a su oncóloga, le confirmaron que la quimioterapia no era necesaria.
Desde el día que descubrió el bulto hasta la mastectomía, todo se resolvió rápido sin complicaciones y sus ganas de hacer un aporte a la causa empezaban a crecer. "Al mes ya estaba trabajando, veía clientes, proveedores. Y me molestaba mucho no poder usar un corpiño que se adaptara, dejando ver la operación. Lo último que quería era dar lástima. A los 30 molesta tener el pelo corto, estar pelada, o usar un corpiño ortopédico. Y no solo por lo estético sino, por la mirada del otro".
Sus primeros corpiños los armó en su trabajo, buscaba dos de diferentes talles y una de las costureras los unía. "Ahí me di cuenta de que no todas tienen una fábrica a disposición y, además, necesitaba un cambio", explica. Finalmente dejó su empleo, vendió el auto para disponer de ese dinero, y creó una marca de ropa interior para todas las mujeres, inclusive aquellas con mastectomía. Y recuerda: "Me estaba bañando, en el mismo lugar que 1 año y medio atrás me había detectado el bulto, y me vino el proyecto entero a la cabeza. Un fin de semana largo, junto a mis amigas, lo armé todo".
Solo le faltaba el nombre. "Durante el tratamiento me había hecho bastante devota de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Así que busqué en su historia algún disparador y encontré el nombre Hijas de María. Además, me encantó porque mi mamá y abuela se llaman María". La diseñadora reconoce que heredó la profesión de su abuela. En el barrio, todos conocían a su madre y tía por ser "las hijas de María", la modista. "Si soy diseñadora, tengo clarísimo que ella tuvo que ver. Después del colegio me iba a su casa, y jugábamos a armar ropa para las muñecas. Ya en la facultad, cuando me quedaba noches enteras cosiendo, ella venía a ayudarme".
Además de heredar de su abuela el gusto por la costura, probablemente haya heredado de su madre, psicóloga, la vocación de escuchar. Hoy, en su taller de Banfield, la joven que lleva su cabello rubio con reflejos rosados, recibe a muchas mujeres que llegan en búsqueda de ropa interior, pero que también vienen a conocer su historia. Sus diseños son coloridos, alegres, llenos de vida, como ella. "Me encanta diseñar corpiños que se puedan adaptar a todas las mujeres. Una vez, una chica adentro del probador me dijo: ‘No tuve corpiños tan lindos ni cuando tenía las dos mamas’. Sé lo que es mirar ahí y ver una cicatriz. Así que poder usar un corpiño lindo y liviano es muy importante. Me hace bien escuchar a quienes pasaron lo mismo que yo y poder transmitirles un mensaje de esperanza". Lo que más le gusta de su trabajo tiene que ver con la concientización del cáncer de mamá y mostrar que se puede superar. "No hay que tenerle tanto miedo a esta enfermedad. Es una de las más curables. Con Hijas de María hago mi aporte, y también, me ayudo a mi misma. Me encanta poder conectar con otras mujeres, compartir experiencias y, sobre todo, conocer a gente grande que tuvo cáncer joven. Me da esperanza", finaliza quien en marzo va a recibir el alta médica y dar fin al tratamiento hormonal.
Instagram: @hijas_de_maria