Trabaja en la prevención del suicidio adolescente hasta que ella misma tuvo ideas de muerte: su madre la contuvo y juntas crearon una ONG
Agustina Soriano lideró un centro de escucha en San Antonio de los Cobres, una localidad de Salta aquejada por altas tasas de suicidio; durante un momento oscuro, María Ester la ayudó a salir adelante y ahora ambas capitalizan la experiencia desde Rompiendo Reglas.
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“El mundo se me hundió. Pasé un mes y medio tirada en la cama, no quería saber nada de nadie”. Agustina tenía 18 años y se había convertido en una referente de la salud mental en su pueblo, San Antonio de los Cobres, al ayudar a otros adolescentes con pensamientos e intentos de suicidio. Ahora, ella era la que caía en un pozo.
Después de que su tarea fuera reconocida al ganar el premio de Joven Abanderada del 2023, Agustina perdió un embarazo de cuatro meses por una mala praxis. “Era un hijo muy esperado”, cuenta para dimensionar el dolor que vivió durante aquel mes y medio. Un tiempo en el que incluso pensó en el suicidio. Mientras tanto, el Centro de Escucha que ella había liderado y desde el cual había ayudado a sus pares quedó sin financiamiento y cerró.
María Ester Arjona (42), la mamá de Agustina, entendió que debía sacar a su hija del aislamiento. Y le propuso retomar la tarea que tan bien había hecho. “Recordé cómo se distraía cuando estaba en el Centro de Escucha, lo bien que le hacía compartir con otras personas y le dije: ‘Creemos una organización”.
El problema del suicidio
Desde que tenía 12 años, Agustina comenzó a preocuparse por la cantidad de amigos con intentos o pensamientos suicidas. San Antonio de los Cobres, en la puna salteña, fue señalado en el 2021 por un informe de Unicef como uno de las localidades que presentaban mayores tasas de suicidio adolescente. Según esa organización, Salta registraba en 2021 una tasa de suicidio en la adolescencia tardía (15-19 años) de 36,1 por cada 100.000 habitantes, muy por encima de los 8,5 % informados por el Ministerio de Salud a nivel nacional.
“En la localidad existe un puente que se conoce como ‘el Puente de la Solución’, donde muchos jóvenes se quitaron la vida”, cuenta Agustina para referirse al Puente Huaytiquina, en el ingreso a este pueblo de unos 5.000 habitantes y ubicado a unos 170 kilómetros de Salta capital.
Situado a 3.775 metros sobre el nivel del mar, San Antonio de los Cobres es la penúltima parada del Tren de las Nubes y el turismo es una de las actividades más fuertes de la zona. La otra es la minería. “Quienes acaban la secundaria y no estudian en general trabajan en la municipalidad o el sector minero”, cuenta Agustina.
Preocupada por el problema del suicidio adolescente, ella y otros tres amigos abrieron en febrero de 2022 un Centro de Escucha, que más tarde fue financiado por Unicef y que asistió a unas 2.000 personas mienteas estuvo en funcionamiento, tanto en San Antonio de los Cobres como en parajes cercanos hasta donde Agustina y sus compañeros se trasladaban. Realizaban talleres y actividades sobre salud mental. Pero, sobre todo, ofrecían un espacio de escucha en el cual los adolescentes del pueblo podían confiar.
Todo en un contexto de poco acceso a profesionales: en San Antonio de los Cobres solo hay una psicóloga, mientras que para conseguir un turno con un psiquiatra se lo debe pedir en la capital provincial, donde suelen haber largas esperas. También persisten en algunos casos prejuicios para realizar psicoterapia entre algunos jóvenes.
Según el mencionado informe de Unicef, desarrollado en conjunto con el Gobierno de la provincia de Salta, en la región oeste, donde se encuentra San Antonio de los Cobres, problemas de crianza y violencia familiar son los principales factores que se vinculan con tendencias suicidas entre los 10 y los 19 años.
Durante el último año y medio, Agustina fue quien tomó la posta del centro, que contaba con el acompañamiento de una psicóloga y una asistente social. Pero incluso con esta experiencia a cuestas, Agustina, reconoce hoy, todavía no comprendía bien lo que experimenta una persona con pensamientos suicidas. Hasta que lo vivió ella misma.
“Antes de comenzar el Centro de Escucha, nunca se me había cruzado por la cabeza el suicidio. Lo emprendí sin saber realmente lo que los demás vivían”, dice ahora Agustina, que tiene 19 años y trabaja en la Secretaría de Juventud de la Municipalidad de San Antonio de los Cobres. “Con lo que me pasó, aprendí que el pensamiento suicida va más allá de lo que puede verse desde afuera. Es una situación en la que no podés encontrar una salida o una respuesta a lo que te está pasando. No podés entender por qué estás pensando en el suicidio”.
Rompiendo Reglas
“La veía triste, sin ganas de nada. Me costó convencerla porque ella sentía que ya no era la misma, que no podía ayudar como lo había hecho antes. Me decía: ‘¿Qué van a pensar?’”, recuerda María Ester, que trabaja en el Museo Andino de la localidad. Pero, después de mucha insistencia, Agustina accedió.
La primera actividad que organizaron, con la excusa de celebrar el cumpleaños de una de las voluntarias, fue una reunión social para jugar a las cartas. Fue el inicio de Rompiendo Reglas.
“Elegimos ese nombre porque queríamos salirnos de un molde. No solo pensamos en actividades formales donde expertos dan cursos, sino que hacemos de todo un poquito. Desde organizar eventos para el día de la madre hasta repartir donaciones o ayudar ante situaciones como inundaciones”, explica María Ester.
Talleres de danza o cocina son otros de los espacios que propone Rompiendo Reglas. “Son actividades que permiten recrearse en forma sana. Acá siempre hubo muchos casos de alcoholismo y consumos problemáticos y de esta manera mostramos que se puede pasarla bien sin consumir sustancias perjudiciales”, explica Agustina.
Para ella misma las actividades de Rompiendo Reglas fueron un espacio de recreación, de volver a encontrar bienestar.
Claro, además de estas actividades, Rompiendo Reglas ofrece un espacio de contención. “Los chicos se acercan a contar sus problemas, que son bien variados: desde relaciones amorosas tóxicas hasta conflictos familiares; también bullying . Además,visitamos a las familias”, cuenta Agustina, quien se capacitó con Unicef en asistencia al suicidio cuando trabajó en el Centro de Escucha.
“Retomar este tipo de actividades me hizo ver que había gente que aún necesitaba contención y escucha”, recuerda Agustina. Desde que abrió el Centro de Escucha hace dos años y medio, no se registran suicidios en San Antonio de los Cobres. Sin embargo, muchos jóvenes aún lidian con pensamientos suicidas.
Contención familiar
“Mi mamá me sacó del pozo gracias a Rompiendo Reglas. Puedo decir que tuve el acompañamiento de mis padres durante ese duro proceso. Pero sé que no todos tienen esa suerte”, reflexiona Agustina, que es hija única. Dos veces intentó estudiar (una vez Psicología en la Universidad Católica de Salta, en la ciudad capital y otra vez para Maestra de Primaria, en su localidad), pero en ambas ocasiones la falta de recursos económicos la frenó. Su papá, Luciano, es pastor de llamas
Si bien, como señala un documento de Unicef, “la muerte autoprovocada nunca es el resultado de un solo factor o hecho”, Agustina considera que hay cuestiones culturales muy arraigadas en zonas rurales que elevan los riesgos.
“Si en el hogar no hay acompañamiento, los chicos se sienten solos y no saben a quién recurrir ante los problemas. Acá hay muchas familias numerosas y muchas veces los chicos carecen de atención, no se sienten escuchados”, señala la joven. Y agrega: “Existe la idea de que al terminar la primaria una persona ya es ‘grande’ y sus padres entonces no le dan la contención y el cuidado que un adolescente necesita”.
“Un padre o una madre te conoce mejor que cualquiera. Por eso trato de involucrar mucho a los padres en la recuperación de adolescentes, hablar con ellos”, cuenta Agustina sobre el enfoque con el que trabajan desde Rompiendo Reglas.
María Ester cuenta que el malestar de Agustina “fue la cosa más fuerte” que le tocó vivir. Y, desde su experiencia, aconseja a los padres y madres “que siempre estén al lado de su hijo o hija, que los ayuden a buscar la manera que pueda volver a estar bien del todo, a resocializar con las demás personas, a sentirse que es útil para la sociedad, que su vida no acaba ahí, que tiene que continuar pese al dolor que sigue”. Ella cuenta que, si bien siempre fueron unidas con Agustina, la ONG “ayudó a fortalecer el vínculo”.
“Agustina siempre dijo que la salud mental es ‘sentirse parte de algo’. Y cuando comenzamos Rompiendo Reglas y escuchó las experiencias de otros jóvenes, entendió que no era la única que enfrentaba desafíos y momentos duros”, añade María Ester.
Para madre e hija, esta experiencia estuvo llena de aprendizajes. Si bien Agustina se había capacitado en prevención del suicidio, sus vivencias la enseñaron a empatizar de otra manera.
“Mucha gente me decía: ‘Sos joven, vas a tener otros hijos’. Pero esas palabras me hacían daño. Entonces comencé a pensar en cuidar mis palabras antes de decir algo que duela”, dice Agustina. Cuenta que a ella la danza la ayudó a salir de sus pensamientos suicidas. Y que por eso busca ofrecer a quienes pasan momentos duros actividades recreativas. “Sé que haciendo lo que le guste van a poder salir sin la necesidad de tantas palabras que quizás solo hieren más”.
Ahora, madre e hija sueñan con, desde la empatía y la experiencia vivida, ampliar la obra de Rompiendo Reglas. “Tenemos varios proyectos. Queremos conseguir especialistas en salud mental para capacitar a personas del pueblo”, dice María Ester. Además, buscan darle personería jurídica a la iniciativa. Mientras tanto, ponen en práctica una valiosa lección: “Escuchar a los demás. Así se los ayuda a sobrellevar el dolor que cada uno vive”, cierra la madre.
Más información
- Hablemos de suicidio: en esta guía hecha por La Nación junto a varios especialistas, podés encontrar información sobre señales de alerta, cómo acompañar a una persona en riesgo de suicidio y dónde pedir ayuda.
- Rompiendo Reglas se dedica a múltiples actividades en San Antonio de los Cobres y alrededores: desde asistencia a personas en situación de calle hasta actividades recreativas y talleres de danza o cocina.
- Agustina fue elegida en el 2023 como Joven Abanderada, un reconocimiento de Premio Abanderados a jóvenes que realizan tareas solidarias que impactan en su comunidad. Este año se encuentra abierta la postulación para jóvenes de 12 a 17 años que lideren proyectos solidarios de cualquier tipo. Se puede postular a un joven (o postularse) acá.