Trabaja en blanco y para multinacionales, pero el sueldo no le alcanza y tuvo que mandar a sus hijos a un comedor
La historia de Ignacio expone un fenómeno que el Observatorio de la Deuda Social de la UCA acaba de medir: una de cada tres personas ocupadas vive en situación de pobreza
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Ignacio Domínguez es técnico matriculado y trabaja formalmente para una empresa que da servicios de mantenimiento a compañías internacionales. Pero con lo que gana, no llega ni a mitad de mes. Todos los días, lleva a su hija de 11 y a su hijo de 8 al comedor comunitario de Bernal Oeste, en el partido de Quilmes, donde vive. Así se asegura que tengan un plato de comida.
El caso de Ignacio y su familia representa una alarmante estadística: casi una cada tres personas que posee un trabajo, formal o informal, pero vive en situación de pobreza, es decir que con su ingreso el hogar no llega a afrontar el costo de la canasta básica que, a abril de este año, es de 770 mil pesos para una familia tipo.
Los datos surgen de un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) basado en una encuesta realizada en 2023 y un estudio del progreso del mercado laboral desde 2012.
“Un 32,5% de las personas ocupadas vivían en hogares pobres al terminar el año 2023. Esto demuestra que ´el estar mejor´ no depende solo de uno. Si bien tener un nivel de educación puede ayudar a la empleabilidad, la estructura productiva y el mercado de trabajo son aún precarios y heterogéneos. Si no mejoran, es muy difícil salir de una situación de pobreza”, explica a LA NACION Eduardo Donza, autor del estudio. Es el porcentaje más alto desde 20024.
En cuanto al nivel de educación, el informe destaca que es un factor diferencial. El 53,5% de las personas ocupadas que viven en hogares pobres tienen el secundario incompleto; en tanto, los ocupados que culminaron los estudios secundarios y viven en esa situación, son muchos menos: un 21,3%.
Ignacio y su esposa Noelia, que se vinieron de su Mendoza natal a Buenos Aires hace casi 10 años, hacen malabares para cubrir los gastos de la familia. Envían a sus hijos a escuelas públicas y compran alimentos al por mayor con algún vecino y se los reparten. Ella hace dulces caseros y alfajores para vender. Él trabaja en la empresa cuatro días a la semana en jornadas de 12 horas, que se hacen 16 ya que viaja dos horas de ida y vuelta de Quilmes a Chacarita en transporte público. Si bien tiene un auto que compró usado, prefiere ahorrar en la nafta. El resto de los días, Ignacio hace arreglos en locales de la zona.
“Me especialicé en refrigeración y electricidad. En la empresa hago el mantenimiento de la refrigeración de nodos informáticos para empresas como Google y Amazon. En el barrio tengo algunos clientes, carnicerías o almacenes a los que les reparo las heladeras. El problema son los repuestos, eso encarece mucho el trabajo, entonces les bajo mis honorarios porque son familias que dependen de que sí o sí les funcione la heladera, o cierran. La situación es desesperante”, detalla Ignacio en diálogo con LA NACION.
Su salario promedia los 500 mil pesos y a esta altura del mes ya está casi en rojo. “Alquilamos, eso nos mata. “Me aumentaron un 20 por ciento el sueldo el mes pasado, pero la inflación se come todo”, agrega.
El ajuste fuerte lo tuvieron este año, cuando tuvieron que mudarse. Por la casa que alquilaban pagaban 65 mil pesos por mes y en tres meses les estaban pidiendo 260 mil. Por eso se fueron a un departamento y pagan 150 mil al mes. “Es más chico, no es lo mismo. Pero lo que cobran de alquiler es cualquier cosa, por esta nueva ley, el dueño decide y a veces no hay lógica en lo que cobra uno y otro. Y ni pensamos en comprar ropa”, explica.
Malabares y angustia
En el universo de personas ocupadas viviendo en hogares pobres, los más vulnerables son los destinatarios de los programas de empleo, ya que el 78% de ellos se encuentra en situación de pobreza. En esa circunstancia también se encuentra el 44,2% de los cuentapropistas; el 37,5% de los asalariados del sector formal; y el 4.9% de los trabajadores del sector privado formal.
De acuerdo con Donza, en el período 2012-2023 “se observa un incremento del porcentaje de ocupados en situación de pobreza”, si bien esa situación había “disminuido marcadamente entre 2004 y 2012, tanto por la generación de empleo como por la expansión de los programas de empleo y de los programas asistencialistas”.
En este contexto en el que la estructura productiva y el mercado laboral son precarios, la inflación aumenta la vulnerabilidad de los hogares. “En diciembre de 2023, la inflación fue del 25%; en enero de 2024 fue del 20%. Eso da cerca de un 51% de aumento de IPC, con solo una recuperación del 12 o 13% de los ingresos familiares en ese período, lo que da una pérdida del poder adquisitivo cercana al 40%”, afirma Donza.
Ignacio cuenta que muchos de sus compañeros de trabajo viven en su misma situación, así como la gran cantidad de personas que se suma a pedir asistencia al comedor comunitario evangélico Más vida, donde comen sus hijos y en el que él y su esposa también colaboran.
“Cada día se acercan más personas que tienen un trabajo. También muchos jubilados”, explica y se toma el tiempo para señalar por qué a pesar de todo, no afloja.
“Yo soy adicto recuperado, hace 8 años que estoy sobrio. Me capacité y hoy tengo la máxima especialización en mi rubro. Y sí, parece todo injusto porque igual no llegamos a fin de mes. Uno se desespera, se angustia, paga impuestos, nos descuentan jubilación, hace cuentas, se deprime. Pero uno no afloja por los hijos. Y hay que confiar que un día salgamos adelante. Y hay que ayudar. No vamos a solucionar nada, sí el día a día”, concluye Ignacio quien después de la charla con este medio se alistará junto a su esposa para repartir alimentos en el barrio porteño de Constitución y aun así, sabe que no basta.