Tiene TEA, dicta un taller de robótica y su sueño es hacer animaciones 3D
Santiago Britez es uno de los jóvenes que lograron acercarse al mercado laboral gracias al programa de empleabilidad de Apadea; poner el foco en las capacidades es la clave
Cada dos sábados, Santiago Britez viaja solo desde su casa, en la localidad bonaerense de Merlo, hasta el centro de la ciudad de Buenos Aires para trabajar en la Asociación Argentina de Padres de Autistas (Apadea). "Soy instructor en un taller de robótica en el cual enseño a los chicos a construir y programar", cuenta orgulloso Santiago, que empezó a hablar a los 4 años y fue diagnosticado con TEA a los 9.
El joven pasó por casi 15 colegios; aprendió inglés en forma autodidacta chateando con personas de otros países; hizo una gran cantidad de cursos y talleres de programación, y hoy se ve a sí mismo como un artista, porque también siente pasión por el dibujo.
Actualmente, Santiago está en busca de un trabajo de más días, mientras los lunes también asesora a otros jóvenes en un grupo de habilidades, donde comparte con ellos consejos que los ayuden en la vida o en la salida laboral.
Sobre su experiencia en el mundo del trabajo, asegura: "La verdad es que me sentí normal en las entrevistas que tuve. Traté de responder con honestidad y con lo mejor que sé".
Con el dinero que gana en los talleres de robótica y con el que espera juntar cuando tenga otra ocupación, quiere comprarse una computadora. "Una buenísima, con la cual trabajar y hacer muchas cosas, como animación 3D", explica. Su otro deseo es irse a vivir solo.
El programa de empleabilidad que lleva adelante Apadea se caracteriza por no esperar a que las firmas se acerquen buscando candidatos, sino que ellos los forman para convertirlos en "empleables", entrenando varios aspectos: lo social, la comunicación, la presentación y a perderle miedo a la entrevista. Para 2019, tienen como meta incorporar entre 20 y 25 adultos con autismo.
Una de las empresas con la que esta organización articula es SAP. Una compañía que a nivel mundial, tiene como objetivo para 2020 el 1% de su fuerza de trabajo esté conformada por empleados con TEA. En la Argentina, desde fines de 2016, se incorporaron a la compañía 16 adultos con autismo, de los cuales 12 continúan trabajando. Entre ellos, hubo dos casos sobresalientes en Buenos Aires, que beneficiaron a la empresa a escala global: uno de los empleados encontró un error en un proceso de producción y presentó una idea de mejora que permitió ahorrar casi 5.000.000 de euros al año, y otro batió el récord de facturas procesadas al mes, que era de 2500 y gracias a él ahora es de 4000.
"Estamos articulando con varias empresas y de todo tipo. Como todos tenemos capacidades diferentes, tiene que haber puestos de trabajo para todos. Juntos hay que entender qué le gusta hacer a cada persona e ir en busca de ese empleo, que es el principio del camino hacia la autonomía y la independencia", cuenta Ricardo Argento, a cargo del programa de Apadea.