Tiene 8 años, nació sin piernas y gracias a varios estudiantes de una universidad pública podrá caminar
Félix obtuvo una prótesis de piernas y ya empezó a dar los primeros pasos; en varios hospitales le habían dicho a sus padres que “no valía la pena” darle los equipos; el grupo de alumnos de la UNSAM también ayuda a otras personas sin cobertura médica
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Es un día de octubre de 2024, Félix, de 8 años, y su madre Sonia Órtiz están en una sala del Hospital Mi Pueblo de Florencio Varela. Se encuentran junto con un docente de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) y varios estudiantes. Le están entregando de manera gratuita prótesis ortopédicas que realizaron especialmente para unas 10 personas de bajos recursos y sin cobertura médica. Entre ellas, Félix.
El pequeño nació sin sus dos piernas y con solo un antebrazo de su brazo derecho. Mira con asombro cómo un hombre se para y camina con una pierna ortopédica. Sonia observa fijamente a Félix y lo abraza, sabe que está ilusionado. En unos minutos le tocará el turno a él.
Meses después, en enero de 2025, Félix logró dar varios pasos con la prótesis que recibió y que por el momento solo lo ayuda a obtener equilibrio porque aún no tiene articulaciones. También, y a pesar de que tiene una gran habilidad en su mano izquierda, con la ayuda de su mano ortopédica manipula mejor más objetos.
“Ahora puedo hacer cosas que antes no hacía, agarro una taza con la derecha y estoy más alto”, dice el niño a LA NACION con voz suave, tímida, pero sonriente. Pero para que todo esto ocurra, previamente pasaron otras cosas.
Antes de que naciera Félix, los médicos le dijeron a Sonia que sus extremidades no se desarrollarían. Ella se preguntó cómo haría para criarlo, para ayudarlo a crecer como un chico independiente. Pensar en eso la angustiaba y solo veía barreras, hasta que el niño nació. “Cuando vi su carita, cuando lo sostuve y lo abracé, se me fue la angustia, supe que era tan parte de mí que iba a hacer todo para que fuera feliz”, cuenta Sonia a LA NACION.
Sonia y su marido Javier Zárate sabían que si conseguían prótesis para Félix, tendría más posibilidades para moverse y desarrollarse. Así que recorrían hospitales pidiendo asesoramiento, pero en todos les decían lo mismo, que no tendría movilidad y que como va ir creciendo, se las tendrían que cambiar seguido y que “son muy caras, no vale la pena”.
Para ellos valía la pena, pero era cierto, no podían pagarlas. Javier es albañil y trabaja haciendo changas. Sonia se dedica full time a cuidar a Félix y sus dos hermanas, de 11 y 14, y a mantener su casa, en el barrio Luján de Florencio Varela.
Depende del material con el que estén realizadas y el tipo de movilidad que posean, una prótesis básica puede costar entre 2000 y 3000 dólares.
Sin embargo, la alegría de Félix no los dejaba caer. “Eso es lo mágico, él nunca está triste, jamás demuestra que está bajoneado, siempre está sonriente y feliz. Día a día aprendemos cosas nuevas de él. Nos enseña que nada es difícil, que si te lo proponés, lo lográs”.
La alegría de Félix
Como todo niño, Félix no se queda quieto un segundo. En su casa “va y viene con la pelota”. Allí se moviliza con su brazo y su cuerpo. Con sus hermanas juegan, se pelean, vuelven a jugar y siempre se cuidan. Además, el pequeño hace deportes, es muy bueno en el tenis de mesa y hace fútbol con otros chicos, en una canchita a pocas cuadras de su hogar. Félix es arquero.
Cuando el niño utiliza una silla de ruedas es para salir de su casa, así va al colegio, a jugar, a visitar amigos. A veces es más difícil que otras, porque todas las calles del barrio son de tierra, de barro espeso cuando llueve. Pero no le gusta faltar a ninguna actividad, tampoco al centro Ruca Hueney al que va desde los 5. Allí, un espacio organizado por una asociación civil que da talleres de estimulación temprana para personas con discapacidad, hace manualidades. Una de las últimas, un atrapasueños.
El año pasado, una de las voluntarias del centro, Mirta Domínguez, conoció a Félix. Ella es licenciada en Ortesis y Prótesis de la Unsam y había cursado la materia en la que realizan prótesis de manera gratuita para personas de bajos recursos. Entonces le dijo a Teresa Sánchez, quien es asistente social y coordinadora de la ONG, que podía contactar a la familia del niño con Rubén Corrao, docente de la cátedra.
Teresa no demoró nada en decirle la novedad a los padres del niño y ellos agradecieron que por fin alguien les dijera: “Se puede y vale la pena”. “Todo se dio gracias a que mi nene comenzó a ir a ese centro, gracias a Mirta, a Teresa, gracias al profesor... todo se fue dando así, como una cadena amorosa”, reflexiona Sonia.
“Ya hago equilibrio y doy pasos”
Hace ya tres meses que Félix practica la movilidad con su brazo y con la prótesis que lo sostiene unos centímetros por encima del piso. Al principio le daba miedo, no caerse, quizás a que no funcione. Pero funcionó. “Ya hago equilibrio y doy pasos, estoy muy contento”, dice con la misma voz suave y tímida.
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Corrao, el docente que elaboró las prótesis junto con sus estudiantes, dice que el caso de Félix es difícil, pero no es imposible. Explica que es cierto que a medida que crezca necesitará nuevas prótesis, pero “tiene todo el derecho del mundo de tener su equipamiento” y que “tiene un costo, pero no es motivo para decirle ´no hacemos nada´”.
Ahora, junto con sus alumnos, está analizando cómo pueden ser las prótesis de piernas para Félix. “Queremos que tengan articulaciones dentro de lo que podemos hacer en la cátedra, que no son de alto costo, pero son elaboradas pensando en la necesidad de cada persona”, cuenta Corrao y señala que la de la Unsam es la única licenciatura en Ortesis y Prótesis que se dicta en una universidad nacional.
Las prótesis que realizan son de resina y fibra de carbono y son confeccionadas por los alumnos. La universidad no tiene un presupuesto específico para materiales, así que son costeados en gran parte por los estudiantes. Luego, en colaboración con hospitales, trabajan con los profesionales de planta para atender cada caso.
“El nene es genial. Después de que le probamos en octubre las prótesis, recién ahí nos dijo que sí tenía esperanzas de alguna vez tenerlas”, dice.
Mientras Félix sigue practicando y espera por sus nuevas prótesis, gracias a la iniciativa solidaria de la Unsam y la “cadena amorosa”, le dice a sus padres que quiere ser médico, bombero, inventor. Sonia lo escucha atenta y sigue tras el objetivo que tuvo cuando lo abrazó al nacer: “Sueño que sea independiente, que no dependa de nadie, que sea feliz, con esa magia que tiene desde siempre”.
Más información
- Si querés saber más o colaborar con la Licenciatura en Ortesis y Prótesis de la Unsam podés llamar al 4576-0455 o contactarte a través de su cuenta de Instagram
- Si querés saber más o colaborar con el centro Ruca Hueney podés contactarlos desde su cuenta de Instagram o Facebook o llamar al +54 9 11 6518-9740
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