A más de un mes del comienzo de la cuarentena para prevenir la propagación del COVID-19, lo inédito de la situación hace que las personas experimenten todo tipo de cambios de ánimo y sensaciones. Para algunas, implica bucear en un mar de incertidumbres por el quiebre de sus rutinas, con más ansiedad y algunos miedos. Para otras, provoca que reaparezcan o se exacerben viejos conflictos y padecimientos. En busca de alivio, la terapia psicológica virtual se convirtió en un refugio para muchos. ¿Qué es lo que está aflorando en el psiquismo de los argentinos en tiempos de pandemia? ¿Qué surge en el diván online?
Según los psiquiatras y psicoanalistas contactados por LA NACION, hay un aumento de las consultas por estrés, trastornos del sueño e insomnio, dificultad para sobrellevar el encierro y conflictos intrafamiliares, entre otras problemáticas. Y, entre las causas que subyacen detrás de esas manifestaciones, observan un incremento de la ansiedad y de la inquietud por el desconocimiento absoluto de lo que va a ocurrir en el corto y mediano plazo, y de sentimientos de abatimiento por la situación cotidiana y económica. Gloria Gitaroff, psicoanalista, escritora e integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), destaca: "Hay una preocupación general que tiene que ver con la incertidumbre: no se sabe cuándo termina".
La última encuesta realizada por el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la UBA acerca de los argentinos y el coronavirus, pone en números lo que los especialistas vienen observando las últimas semanas. De acuerdo al estudio, la pandemia y el aislamiento social obligatorio tuvieron un significativo impacto en el "cóctel" emocional-cognitivo compuesto por: incertidumbre, preocupación y ansiedad. Se consultó a 3.543 personas de los principales centros urbanos y el 37% respondió que aumentó "bastante" su preocupación, mientras que un 21% indicó que "demasiado". Respecto a la incertidumbre, los porcentajes son similares (34% y 22% respectivamente).
Por otro lado, los profesionales en salud mental advierten que son muchos los argentinos y las argentinas que están manifestando en sus terapias virtuales un in crescendo de síntomas de distintas problemáticas: desde depresión y trastorno obsesivo compulsivo (TOC) hasta ataques de pánico –incluso en pacientes que nunca los habían experimentado–, y un temor punzante a la muerte propia o de seres queridos.
La demanda de escucha crece y los terapeutas tuvieron que adaptarse a las reglas de este tiempo y crear encuentros a distancia. Ana María Plumari, psicóloga y miembro de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA), explica que tener un espacio de terapia virtual es, para muchos, fundamental. "Tranquiliza, ya que los acompaña a transitar estar realidad novedosa para todos", sostiene. Para brindar una respuesta rápida ante el aumento de las situaciones de crisis –y frente a la imposibilidad de muchas personas de pagar sesiones privadas–, varias asociaciones de profesionales habilitaron líneas gratuitas de atención: en pocos días, explotaron los pedidos de ayuda.
Para Santiago Levín, presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), es importante diferenciar el impacto de la pandemia entre quienes tienen distintos padecimientos mentales, más o menos complejos y que son los más vulnerables a la coyuntura, y el resto de la población, que no los tiene, pero que está atravesando un cambio brusco en sus condiciones de vida. "El encierro, por un lado, nos protege del contagio, algo en lo que estamos totalmente de acuerdo. Pero, por otro, nos expone a consecuencias indeseadas en muy distintos niveles: patológicos y no patológicos", subraya.
Para Mali, la cuarentena trajo consigo un retroceso. "Pienso en mis seres más queridos y atraigo pensamientos positivos, sino, pienso que algo malo les va a pasar: que los estoy contagiando de coronavirus", relata. El ritual se repite calcado cada vez que fuma, en las primeras cinco pitadas. Esta joven de 26 años había logrado dar grandes avances en el tratamiento del TOC que arrastra desde que era una niña, pero en el marco de la pandemia siente que retrocedió varios pasos. Volvió a lavarse las manos unas 50 veces por día y sus rituales se agudizaron.
A Marcos le pasó algo similar. Tiene 40 años y, tres semanas atrás, vio reflotar viejos ataques de pánico, cuando un tío falleció luego de contagiarse de coronavirus. Imposibilitado de despedirse y en pleno duelo, la sensación agobiante de que le dará un infarto volvió a apoderase de él. "No pude abrazar a mis parientes. No pudimos llorar juntos". Así, en dos frases, Marcos intenta resumir un dolor para el que las palabras no alcanzan.
Múltiples síntomas
Los terapeutas coinciden en que uno de los temas recurrentes es el temor a la muerte, que en muchos casos se manifiesta en el pánico de contagiar a seres queridos, sobre todo a adultos mayores. "En algunos pacientes que tienen padres grandes surgen muchas preocupaciones: no solo de que les pase algo, sino de cómo van a sostener este tiempo sin poder ver a sus hijos o nietos, si se van a angustiar más o qué otros efectos pueda tener en ellos la cuarentena", detalla Plumari.
Otro denominador común durante estos días es, según los especialistas, que la gente está soñando más. Las pesadillas, también aumentaron: "Estamos atravesando una situación altamente traumática y el sueño es como una digestión mental, como si fuera nuestro estómago de pensamientos, que evacua todo lo malo. A veces, eso no alcanza y la pesadilla aparece como una forma de manifestar el trauma", sostiene Claudia Borensztejn, médica y presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
En los más jóvenes, la dificultad para sobrellevar el encierro o conciliar el mundo laboral y familiar es otro de los grandes desafíos, sobre todo en hogares con hijos e hijas chiquitos. El psicólogo Miguel Espeche cuenta que, en el caso de sus pacientes, la mayor parte de las conversaciones están vinculadas a cómo acomodar la logística cotidiana a las circunstancias actuales. "Los desafíos de la rutina, los quehaceres, las compras, el cómo ligarse con los seres queridos que no pueden ver, hizo en algunos casos que muchos pacientes que tenían una tendencia muy 'rumiante' en relación a sí mismos vuelquen la energía hacia ese territorio", explica Espeche. Y otra de las cuestiones centrales en este grupo, según Plumari, es la "desazón económica", es decir, "muchos se preguntan si van a poder seguir sosteniendo su trabajo".
Según la encuesta "Impacto de la pandemia COVID-19 y el aislamiento en la salud mental", realizada recientemente por el Centro de Asistencia y Prevención del Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia (Cepasi), más del 50% de los consultados presentó síntomas de estrés, ansiedad o depresión. Por otro lado, tres de cada cuatro personas afirmaron sentir "pérdida de interés" y "pensamientos negativos con respecto al futuro".
El relevamiento –que se hizo a través de WhatsApp y en 48 horas relevó 1100 respuestas de la población en general– mostró que síntomas como el "sentirse aturdido" se manifestaron principalmente en el grupo etario de 15 a 30 años, al igual que la "falta de motivación", que tuvo una representación de 66% en las personas más jóvenes, cifra que bajó al 15% en el grupo de los de 75 a 90 años.
"Ante una situación estresante y traumática, como puede ser una pandemia, es esperable que se despierten en nosotros muchas emociones con las que quizás no estábamos familiarizados", asegura la psiquiatra Silvia Ongini, quien juntó a las psicólogas Victoria Gandara y Dolores Steverlynck, diseñó la encuesta. Ongini explica que "la capacidad de afrontamiento" hace referencia al modo en que las personas intentan resolver o sobreponerse a la situación de estrés. "Si esa capacidad es efectiva, el nivel de estrés será más bajo. Por el contrario, cuando no lo es, es donde comienza a surgir la sintomatología relacionada a lo traumático", detalla la médica.
Otro dato que arrojó la encuesta fue que el 14% percibió que en su hogar aumentó la violencia. Además, entre las personas que manifestaron haber sufrido maltrato o abuso sexual en la infancia, el 50% registró síntomas físicos de estrés, ansiedad o depresión durante la cuarentena, cifra significativamente menor (17%) en el caso de quienes no tenían esos antecedentes. "De estos datos podríamos inferir que el abuso sexual y la violencia resultan traumáticos no solo en el corto plazo, sino también a lo largo de la vida de las víctimas. Afectan la capacidad de afrontamiento de situaciones traumáticas aun cuando no estén relacionadas con la temática abusiva o de violencia", señala Ongini.
Mali tenía 16 años cuando, tras la muerte imprevista de su mejor amiga, su TOC se disparó por las nubes. A los 18, al comenzar con la terapia que continúa hasta la actualidad, fueron apareciendo otros traumas: "Develé, recordé, resignifiqué que había sido abusada durante varios años, cuando era chica, por un familiar", cuenta Mali. Hoy, hay días que no puede hacer nada: ni dibujar, leer, bañarse o ver una serie. "Estoy como cuando empecé y encima en cuarentena: no puedo ni siquiera salir a tomar un café con una amiga para despejarme", dice.
En mi mente, por ejemplo, si no hago bien un ritual, pienso puedo contagiar a mi abuela de coronavirus
La joven explica que su TOC "se sostiene en los miedos" y que estos se agrandaron "de forma catastrófica" en las últimas semanas, al punto de que llegó a no querer saber nada del COVID-19. "Vivo en una burbuja donde el coronavirus está, pero no está. Tengo tics nuevos. En mi mente, por ejemplo, si no hago bien un ritual, puedo contagiar a mi abuela de coronavirus", describe. La situación económica también la preocupa. Como el negocio donde trabaja está cerrado, su temor es acumular deudas. Además, está el insomnio: la tortura de no poder descansar y lidiar con el agotamiento mental que le producen sus rituales. "Me deprimo más y muchas veces no me siento real. Es como si todo fuera una película y yo la viera desde afuera", resume Mali.
Una demanda creciente
Durante la pandemia, la APA inauguró una línea gratuita de atención con más de 120 profesionales voluntarios. En las últimas semanas, atendieron 400 consultas de todo el país. Borensztejn, detalla: "En general, durante la cuarentena se incrementaron algunos problemas. Por ejemplo, si alguien tenía angustia, depresión o era hipocondríaco, eso se agudizó".
Los casos más graves que reciben en la línea son derivados a un psiquiatra, que a su vez puede indicarle al paciente que se acerque a una guardia. "Muchas personas llaman porque creen que están enfermas. Ayudamos a que la gente se de cuenta de si lo que tiene es un ataque de pánico o si pueden ser síntomas del COVID-19", señala Borensztejn.
La Facultad de Psicología de la UBA también creó un proyecto con características similares: el Servicio de Atención Psicológica frente a la pandemia. Paula Quattrocchi es psicóloga y una de las responsables de esta iniciativa que ya superó las 780 consultas. "No es un tratamiento psicológico, es un servicio de atención en crisis, totalmente gratuito, pensado como respuesta frente al malestar que provoca la pandemia y la cuarentena", explica.
Las consultas que les llegan son variadas. "El temor a las consecuencias económicas va en aumento. Se ven síntomas como incremento de la ansiedad, irritabilidad, trastornos del sueño, problemas de convivencia familiar, sentimientos de abatimiento y depresión", señala Quattrocchi. Y agrega: "La amenaza tanto de los recursos económicos como de la vida, son 'estresores' muy importantes. Hay que apelar a los recursos psicológicos que cada uno porta para poder enfrentar esos temores sin que se vuelva algo sintomático a largo plazo".
Paradójicamente, en los más grandes no aparece tanto el temor a la muerte como en la población más joven
Con respecto a los adultos mayores, uno de los grupos más vulnerables a la pandemia, Fernanda Cavero, coordinadora del Programa Gerontológico de Salud (Progesa) de CABA por el hospital Vélez Sarsfield, cuenta: "Paradójicamente, en los más grandes no aparece tanto el temor a la muerte como en la población más joven. Lo que sí necesitan es cariño, contactos, el ser sostenidos por la familia y que estén presentes". Por eso, Cavero considera que es importante que todos los profesionales de la salud lleguen a las casas de las personas que están solas y no tienen red de contención. "Les pedimos a los adultos mayores –continúa– que mantengan todo lo que puedan el contacto afectivo con la familia y amigos. Y, como el envejecimiento saludable tiene que ver con estar activos, es importante que encuentren actividades para hacer dentro de sus hogares".
Gitaroff dice que hay gente que siente que, con la cuarentena, su vida "quedó en suspenso". "Como si se hubiese interrumpido y esto fuera otra cosa. Es muy importante poder hablar con nuestros pacientes de que esta es nuestra vida y no la podemos interrumpir: cada día es nuestro –reflexiona la psicóloga–. Hay que encontrar la continuidad, la unidad, transformar el contacto con los afectos. La nostalgia de lo que no se tiene a veces no deja apreciar lo que sí se puede tener y se desperdicia".
No someterse al bombardeo de información es una recomendación generalizada de los especialistas. "Esto no es el fin del mundo, es transitorio, va a terminar. Es importante educar a la gente para que no consuma todo el tiempo fuentes tóxicas de información y los medios tienen una responsabilidad grande de no aterrorizar", señala Levín.
A Mali, pensar en el futuro le genera mayor ansiedad. Intenta no hacerlo. Se dice una y otra vez que "todo va a estar bien". Su deseo es el mismo que el de todos y el que le repite a su psiquiatra cada vez que se conecta para su terapia virtual: "Quiero que las cosas vuelvan a la normalidad, que podamos volver a salir a la calle sin tener miedo de contagiarnos".