"¿Pueden recibir en su casa a un bebé que fue dado en adopción y se está muriendo?". Esa fue la pregunta que les hizo un juez de menores a Vicky y Jorge Acosta hace 20 años. Su intención, les explicó, era que ese niño de entonces siete meses y con síndrome de Down, que estaba desnutrido y sufría serios problemas del corazón, "tuviese una muerte digna".
El matrimonio, que tenía siete hijos de entre 5 y 17 años (entre ellos Mili, que también tiene síndrome de Down) y que son familia de acogimiento - recibiendo en tránsito a niños separados de sus hogares por decisión de un juez hasta que se resuelva su situación o sean dados en adopción – decidió ocuparse del pequeño. Pero hubo una sola cosa que no aceptaron: resignarse a una "muerte digna". Estaban convencidos de que Wilson merecía que apostaran a la vida.
A los pocos meses, el bebé alcanzó el peso adecuado para poder ser operado del corazón y la intervención fue todo un éxito. Con cariño y estimulación, recuperó su salud y salió adelante. Lo único que faltaba era encontrarle un hogar definitivo.
Enseguida, todos se encariñaron con el nuevo integrante de la casa, que los enamoró con su sonrisa y simpatía. Pasaron los meses y también los años. Cuando Wilson tenía tres, volvieron a llamar al matrimonio Acosta. Vicky pensó que finalmente habían encontrado a los padres adoptivos para el niño, pero se equivocaba: el juez tenía una propuesta para hacerles que cambiaría sus vidas: "¿Están dispuestos a adoptar a Wilson?", les preguntó.
Vicky se sorprendió y a la vez experimentó una enorme felicidad. Ella y su marido recibieron de parte de sus hijos el impulso final que necesitaban para tomar la decisión. "Fue muy emocionante porque nuestros otros siete hijos nos dijeron: ´Mamá y papá, ¿a dónde va a ir Wilson sino se queda con nosotros?´", cuenta Jorge y agrega: "Él se convirtió en el faro de la familia. Para nosotros es un regalo divino que cayó en casa".
Por su parte, Vicky recuerda el día en que Wilson pasó a ser formalmente el benjamín de la familia: "Cuando lo adoptamos fue la misma sensación que cuando nació cualquiera de mis otros hijos biológicos. No hay diferencia en cuanto al vínculo".
Este sentimiento también fue compartido por sus siete hermanos que sintieron una inmensa alegría. Entre ellos, sus padres resaltan la reacción de Santiago que en ese momento tenía 13 años. Vicky lo fue a buscar al colegio, lo miró y le dijo: "Tenés un hermano más". Al joven se le iluminó la cara, la abrazó, bajó la ventana del auto y comenzó a gritar: "¡Wilson es mi hermano, Wilson es mi hermano!".
Hoy, con 20 años y en su casa de San Isidro, donde vive con sus padres y tres de sus hermanos, Wilson cuenta que le gusta hacer todo tipo de deportes, desde fútbol y golf, hasta nadar o andar a caballo. Además, le encanta entretener a sus sobrinos, bailar reggaeton, es hincha de Tigre y disfruta de ir a la cancha. También trabaja en Los Perejiles, un microemprendimiento de chicos con síndrome de Down que cocinan pizzas y empanadas para eventos.Hace dos años, el joven conoció a su madre biológica y dice que tiene dos mamás: "una de la panza y otra del corazón". Vicky, cuenta: "La mamá de Wilson era analfabeta y tenía 15 años cuando lo tuvo. No podía cuidarlo pero le dio la vida, por eso nosotros vamos a estarle eternamente agradecidos. Cuando él cumplió 18 años, la buscamos y hubo un encuentro muy lindo y sanador para todos". Actualmente, siguen en contacto a través de las redes sociales.
Hoy, además de los cuatro hijos que viven con ellos, los Acosta albergan y cuidan a una beba en tránsito con síndrome de Down que acogieron a través de la Asociación Familias de Esperanza, la organización que Vicky dirige hace tiempo. Esta niña es uno de los 30 bebés que tuvieron a cargo a lo largo de los 23 años que llevan como familia de acogimiento.
¿Qué les dirían a unos padres que están considerando la posibilidad de adoptar? "Que no importa la edad que tengan los chicos. He visto adopciones de chicos grandes y de grupos de hermanos que son una maravilla. Y que no tengan miedo a la discapacidad. Como mamá o papá, vos lo que tenés que hacer es sacar de ese hijo lo mejor que tiene y potenciar sus virtudes. Uno abraza a cada hijo biológico o no biológico con toda su historia", concluye Vicky.