Supercreativos: la agencia donde la discapacidad no es un límite
Gota es un proyecto comunicacional que busca poner en valor la diversidad; hacen diferentes campañas de impacto social, ilustraciones y hasta diseños de juguetes
"Simulemos que estamos en medio de un proceso creativo", propone Javier Lioy, director de la asociación civil La Usina y cofundador de Gota. Y pregunta: "¿Qué harían para intervenir este logo?". Las respuestas no se demoran. "Les pondría más color a las letras, le haría un estampado y podríamos agregarle un gorrito", propone Juliana. "Sí, sí, en Navidad todo tiene algo de Papá Noel", agrega Martín. Esta simple charla será el puntapié para ratificar el eslogan de esta agencia de comunicación inclusiva: "No somos especiales; somos muy, muy creativos".
Juliana y Martín son parte de Gota, un estudio de comunicación formado por diseñadores, publicistas y un equipo de creativos con discapacidad intelectual. El proyecto nació en 2015, de la mano de La Usina y RedActivos, una empresa social con 17 emprendimientos de talleres protegidos, que emplea a 630 trabajadores.
"Necesitábamos tener un diferencial en los productos que elaboramos. Al ser el nuestro un proceso más artesanal, no podíamos competir con la productividad de otras empresas", cuenta Lioy. Buscando esa identidad, surgió Gota.
"Si bien es cierto que las personas con discapacidad intelectual son buenas con las tareas repetitivas, también veíamos que tenían gran talento para ver las cosas de otra manera. Creímos que ese pensamiento lateral podía generar procesos creativos y comunicacionales diferentes", explica Lioy.
Empezaron con un grupo de nueve personas y hoy son 16. La selección de los creativos salió de los talleres protegidos de la red. Martín Crocci (43) es uno de ellos. Su cargo es especialista en conceptos, es muy simpático y no le cuesta expresarse, todo lo contrario: habla mucho y ahí parece radicar su talento.
"Estoy haciendo cosas que pensaba que jamás iba a poder hacer", dice Martín, orgulloso, y agrega: "Mi trabajo es decir palabras a partir de otras. Por ejemplo, uno de los proyectos empezó con la pregunta: ¿qué encontrás en una caja navideña? Empezamos diciendo 'una sorpresa', 'compartir', 'regalo', 'contento', 'árbol', 'reno', 'conejo' y así. Hasta que dijimos: 'conejo-reno, reno-jado' y ahí comenzamos a pensar en personajes navideños divertidos que decoraron una caja".
RedActivos es un desprendimiento de La Usina y busca fomentar la interacción social y la autonomía de las personas con discapacidad. Hace tres años que Martín trabaja en sus talleres y ahora también participa de este proyecto creativo.
Lioy destaca que "hoy Gota se está posicionando como una alternativa de competencia real con otras agencias de comunicación", incluidos "trabajos con empresas muy grandes, desde diseño editorial hasta juguetes y procesos comunicacionales". El objetivo es convertirse en referentes en campañas de comunicación con impacto social.
Trabajo genuino
Una de las principales problemáticas que enfrentan las personas con discapacidad en la vida adulta es la falta de empleo.
Para Lioy, muchas empresas han iniciado el desarrollo de modelos de inclusión laboral, pero aún son pocas. "Todavía hay una dimensión de normalización de los recursos -señala-, cuando la realidad es que las organizaciones y empresas que prosperan son las que están entendiendo que cuantas más singularidades tengan, más capacidad de gestión y de desarrollo de aptitudes les van a dar a sus colaboradores, y eso se va a traducir en mejores productos, culturas organizacionales y clima laboral".
Por eso, una de las cosas que buscan con Gota es el resultado de la heterogeneidad. "Es un equipo completamente diverso, donde vos no terminás de ver qué trazo hizo una persona con discapacidad intelectual y cuál una sin esa condición", asegura el director general.
Juliana Pérez Scian (31) es otra de las integrantes de la agencia. A ella le gusta mucho pintar y se convirtió en especialista en arte. "Soy la que piensa en los colores y las texturas", cuenta. Repite varias veces que el trabajo le encanta, que le genera un dinero extra y que lo importante es que esto sea una salida laboral para el futuro. "Que podamos tener mejores trabajos, que nos paguen y que podamos hacer lo que nos gusta", destaca.
Juliana es parte de La Usina desde 2007. Ese año había fallecido su papá y conseguir un espacio donde trabajar fue aliviador. "Ya no quería ir a escuelas ni nada -recuerda-. Había cumplido un ciclo para mí. Si bien es muy poco lo que cobramos, hay muchos chicos que lo precisan en sus casas y te ayuda estar ocupado".
Los talleres protegidos de La Usina dependen del Ministerio de Desarrollo Social, que le paga a cada trabajador lo que se llama peculio y, a su vez, una beca. Con ese último ingreso se sostiene el equipo técnico, y si se logra alguna utilidad, se divide según el número de integrantes.
Poder repartir ingresos genuinos es uno de los desafíos. "En estos meses, el 99% de los talleres de la Argentina están con muy poco trabajo y no hay nada para repartir. Entonces, cada trabajador se queda solamente con el subsidio", lamenta Lioy. "En Gota -subraya el cofundador de la agencia- es diferente, ellos cobran como profesionales el valor hora de un ilustrador. Por el momento, es por proyecto, porque no tenemos una continuidad de trabajo de todos los días".
Lioy señala que los talleres ayudan a la autonomía, la superación y son un aporte social muy necesario. "Si bien tienen su propia ley, no está reglamentada, por lo que, por ejemplo, acá no hay jubilación", advierte.
Juliana reitera que "es mucho más difícil conseguir trabajos para chicos con discapacidad" y recuerda que muchos no tienen terminado el secundario y que la mayoría concurrieron a escuelas especiales. "Por eso, estamos tan contentos con esta gran oportunidad", concluye.
Para saber más
Gota