Su hermana murió de cáncer con tan solo 12 años y hoy ella cumple su deseo
A sus 12 años y luego de enfrentar una dura lucha para salvar su vida, María Cecilia Trotta falleció de leucemia. Su familia, que tiempo atrás había impulsado una campaña de recaudación para viajar al exterior con la esperanza de realizar allí un trasplante de médula, decidió usar ese dinero donado para ayudar a otros chicos que, como María Cecilia, sufrían cáncer infantil. Así, junto a otros padres, dieron nacimiento a la fundación que lleva su nombre. Hoy Sol, su hermana menor que actualmente tiene 33 años, dirige esta organización social que siente como un “legado” y una forma de encontrarle sentido al dolor.
Su compromiso arrancó desde muy chica como voluntaria. “Esto me ayuda a ver que lo que le pasó a Ceci no fue en vano, porque parte de ella hoy vive en cada chico que atendemos. Mi hermana nos marcó el camino de la solidaridad para que pudiéramos dar una mano a otras personas que lo necesitan. Durante su tratamiento ella fue testigo de la generosidad de la gente y entonces decía: cuando me cure quiero ayudar a otros. Por eso, cuando falleció, mis papás -a pesar del dolor- dijeron: hagamos lo que ella quería, cumplamos su deseo”, cuenta Sol en los pasillos del Hospital Materno Infantil de San Isidro, donde funciona la sede de la Fundación María Cecilia.
En este lugar, brindan atención médica gratuita a niños con enfermedades oncológicas y también apoyo a sus familias. La novedad es que se trata de servicio privado de hemato oncología pediátrica que funciona de forma pública, sin costo alguno para los pacientes. Para esto cuentan con un equipo de médicos y profesionales de la salud que aman su vocación y dejan el alma en cada niño que atienden.
“Para cualquier familia, un diagnóstico de cáncer es una bomba y, más aún, cuando se trata de una familia en situación de vulnerabilidad social que carece de recursos económicos o no está bien constituida”, continúa Sol. Por esta razón, además de la atención médica, también brindan contención psicológica a la familia y asistencia social. Esto implica desde cubrir los costos de los medicamentos y proveerles bolsones de alimentos, hasta pagarles el traslado al hospital o los almuerzos y cenas a los padres de niños internados.
“Nos involucramos mucho con las familias. Para nosotros no son un número más, conocemos de cerca sus historias y cuáles son sus necesidades porque sabemos que están atravesando una situación complicada”, dice Sol rodeada de varios niños mientras dibuja con ellos en la sala de juegos de la Fundación, donde diariamente los voluntarios entretienen a los pacientes o cuidan a sus hermanos. También festejan ahí sus cumpleaños y realizan todo tipo de actividades recreativas para sacarles una sonrisa.
Entre estas muchas historias se encuentra la de Ana y su mamá, Hada Guillen. Cuando su hija tenía tan solo un año le descubrieron un tumor en el riñón, razón por la cual debió iniciar un tratamiento de quimioterapia y llegó a pesar 1 kilo y medio. Hada describe lo que significó para ella el apoyo de la Fundación: “Fueron como una familia, estaban todo el tiempo a mi lado. Se encargaban de cuidar al resto de mis cinco hijos porque en ese momento yo estaba sola. El trabajo que hace la fundación con cada chico es impagable. Te asesoran, te dan cariño, están atentos a todo lo que necesitás. Hoy, con mi hija a mi lado que ya se curó, quiero decirles a las familias que no aflojen, es posible salir adelante.”
Actualmente la Fundación atiende alrededor de 4200 consultas al año. En este sentido, la directora de la ONG se alegra y concluye: “Gracias a Dios podemos ayudar a un montón de niños. Tenemos toda la pasión y las ganas de que esto crezca. La fundación es parte de mi vida y siempre va a ser así. Eso lo tengo muy claro.”
El sueño de la casa propia
Desde la Fundación María Cecilia sueñan con tener una sede propia, que les permita trabajar más y mejor. La casa que quieren comprar se encuentra lindante al hospital y esta cercanía es clave para el desarrollo de todas las actividades. “Este espacio es fundamental y tiene como gran objetivo contar con un lugar donde los pacientes que salen de sus tratamientos, con sus defensas muy bajas, puedan permanecer allí hasta recomponerse, antes de volver a sus hogares, los cuales no son aptos -en su gran mayoría-para recibirlos sin correr el riesgo de contraer infecciones o enfermedades que pondrían su vida en juego”, explica Sol.
¿Cómo colaborar?
- Con una donación para la compra del terreno y la construcción de la nueva sede.
- Apadrinando mensualmente a un niño con cáncer para que él y su familia puedan afrontar el tratamiento de la mejor forma posible.
- Sumándote como voluntario: podés colaborar en distintas áreas según tus intereses, desde jugar con los niños que están en tratamiento hasta dar una mano para organizar los eventos de la Fundación o ayudar con tareas administrativas.
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