Gabriela, Alejandro y Julio lo perdieron todo y llegaron a dormir en la calle; apoyados por una fundación, instalaron una carpa junto a las de las seguidoras de la cantante estadounidense para visibilizar las condiciones de vida de quienes realmente no tienen dónde pasar la noche
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Sobre la avenida Figueroa Alcorta, bordeando la cancha de River, hay una fila de cinco carpas. Ahí duermen, guardan sus cosas y se reparan de la lluvia unas 200 fans de la cantante estadounidense Taylor Swift, que este jueves a la noche hará su primer show en el país.
Como quieren ser las primeras en entrar al estadio, desde hace varios meses eligieron que parte de su vida ocurra en la calle, con todo lo que eso implica: estar solas durante la noche, pasar frío o calor, soportar la lluvia e ir al baño en lugares públicos, aunque rotan para poder volver a sus casas en algunos momentos y recuperar las comodidades a las que están acostumbradas. Todas esas carpas llevan ahí cinco meses. Todas menos una.
Este miércoles, el día anterior al primero de los tres shows que la cantante dará en el estadio el 9, 10 y 11 de noviembre, una quinta carpa se sumó a las que están ahí desde junio. Esa carpa tiene algo diferente: una vez que todo termine, que los y las fanáticas se vayan a sus casas y la artista vuele lejos, esa carpa va a seguir ahí hasta un día después de que los shows terminen.
“La intención es visibilizar una realidad muy dura”, cuenta Alexandra Carballo Frascá, una de las fundadoras de la ONG Cultura de Trabajo, y explica de qué se trata: “Por un lado, están quienes acampan para entrar primeras al recital. Son personas que decidieron dormir en la calle, pero que una vez que terminen los shows volverán a sus casas. La carpa que pusimos nosotros es de quienes no eligieron esa realidad. Es una carpa que busca visibilizar que muchísimas personas viven en situación de calle. La idea no es estigmatizarlas sino que la gente repare en las condiciones en las que tienen que pasar el día y la noche”.
La carpa montada por la fundación es parte de la campaña “The After Taylor”, una movida que busca aprovechar la masividad y atención mediática que tendrá este fenómeno musical para mostrar una realidad preocupante: la cantidad de personas que están en situación de calle y que según los últimos datos oficiales del Gobierno porteño aumentó un 34% con respecto al año último: de 2611 personas en esa situación pasó a haber 3511.
En distintos momentos de estos días, esa carpa va a estar habitada por tres personas que efectivamente y por distintas situaciones tuvieron que dormir por mucho tiempo en la calle, pero que hoy, con la ayuda de la fundación, pudieron salir adelante, tener un proyecto de vida y dejar atrás la calle. Son Gabriela, Alejandro y Julio.
“Hice muchas cosas pero nunca tuve trabajo formal”
“Estuve un mes en la calle con mis hijos. Todos los días salía a buscar trabajo y algo para comer”, le cuenta Gabriela Jara a LA NACIÓN. Tiene 43 años y dos hijos, de 10 y 22 años. Después de esos días que pasaron a la intemperie en el partido bonaerense de Pilar, se contactaron con un Centro de Inclusión Social (CIS), los espacios que tiene el Gobierno de la Ciudad para asistir a las personas en situación de calle. Ahí estuvieron ocho meses, los conectaron con la fundación, Gabriela consiguió trabajo en un restaurante y hoy viven en un hotel.
Antes de dormir en una plaza en Pilar, cerca de un hospital, los tres vivían en una pieza que alquilaban en una pensión. Pero se tuvieron que ir de un día para otro porque el dueño intentó abusar de ella. “Ese día estaba mi hijo mayor y fue él quien me apoyó para irnos de ahí. No teníamos a dónde ir, pero no podíamos quedarnos porque tenía miedo de que les hicieran algo a mis hijos mientras yo salía a trabajar”, explica Gabriela, que es de Misiones y vino con ellos a Buenos Aires hace muchos años en busca de oportunidades laborales.
Gabriela trabajó en un comedor comunitario, vendió ropa, helados y durante ocho años fue empleada doméstica. Pero nunca logró tener un trabajo formal con el que pudiera lograr estabilidad económica. “Cuando terminamos en la calle, a veces nos tirábamos sobre el pasto de la plaza y les contaba cuentos. Mirábamos las estrellas, pero dormíamos mal, intranquilos, con frío y mucho miedo”, describe y continúa: “De día íbamos al hospital a lavarnos la cara, y después llevaba a mi hijo más chico al colegio y al más grande a la facultad. Y de ahí, a buscar trabajo”.
Maximiliano, su hijo mayor, estudia Medicina en la Universidad de Buenos Aires. “Mientras la estábamos pasando mal mucha gente me decía que lo mandara a trabajar, pero él quería estudiar y yo quiero que lo haga, así no vive lo mismo que viví yo”, asegura Gabriela, que además de trabajar está terminando el segundo año de secundaria. “Es algo que hago por mí, pero sobre todo lo hago por ellos, para que estudien y no sean marginados de la sociedad como lo fui yo”.
“Nunca era un buen candidato para un empleo”
Estos días, entre cientos de fanáticas y fanáticos, en la carpa de Cultura de Trabajo también estarán Julio y Alejandro. Ambos llegaron a la fundación por razones muy similares a las de Gabriela: necesitaban un trabajo porque habían quedado en situación de calle.
Julio tiene 59 años y hace cuatro meses se encontró sin otra opción más que la de dormir en la calle. “Era dueño de un hostel, pero con la pandemia lo tuve que cerrar. Vendí todo lo que tenía y eso me alcanzó para vivir unas semanas más mientras buscaba trabajo”, explica y sigue: “Después de un tiempo no pude seguir pagando el alquiler y antes que endeudarme, preferí irme”.
Julio pasó muchas noches en Constitución, donde descansaba pero no dormía porque “era peligroso”. Cuando amanecía, bajaba al subte para dormir en los bancos, con la seguridad de que nadie le haría daño. Después dedicaba el resto del día a postularse por mail, desde su celular, a toda oportunidad de empleo en la que pudiera aplicar sus conocimientos como oficial electricista. “Por mi edad nadie me tomaba. Buscaban experiencia, pero querían gente joven. No importaba cuánto supiera de construcción, yo no era un buen candidato”.
Así pasó tres meses hasta que se acercó al CIS Félix Lora, en el barrio porteño de San Telmo, donde sigue viviendo. Ahí se contactó con Cultura de Trabajo, donde lo ayudaron a armar su CV y a conseguir un empleo de mantenimiento en un bar de Palermo. “Sigo buscando otros trabajos que sean más acordes a mi oficio de electricista. Aunque este me gusta porque me permite tener mi dinero y me ayuda a no pensar en tantas cosas tristes”.
A Alejandro, de 57 años, le pasó algo similar. Hace un año renunció a su trabajo porque pensó que podía vivir de la inversión de sus ahorros después de haber trabajado muchos años como jefe de mantenimiento en shoppings de Argentina y Europa. “Una mala inversión hizo que perdiera todo y terminara en la calle durante ocho meses”, cuenta y sigue: “Vivir en la calle fue buscar todos los días algo para comer y dormir en algún cajero de un banco en invierno o en la estación de Retiro. Lavarme en una plaza durante la madrugada, cuando nadie te ve y estar a la intemperie, haga frío, calor o llueva”.
Pero sobre todo, dice Alejandro, significó tener pocas oportunidades laborales: “Cuando te presentás a una entrevista y llegás con la ropa sucia, sin lavarte los dientes y con la barba y el pelo desprolijos, es mucho más difícil que te den una oportunidad”. Pero jamás se detuvo y así conoció a una asistente social que lo conectó con Cultura de Trabajo, donde le brindaron apoyo y capacitaciones para tener su propio emprendimiento de mantenimiento.
“Gracias a la ayuda que recibí ahora tengo trabajo y me va bastante bien. Recuperé mi autoestima”, expresa Alejandro, que hoy vive en un hogar para personas que quedaron en situación de calle. Julio está feliz porque volvió a “sentirse útil”. Gabriela, por su parte, está aliviada de haber encontrado un lugar para vivir tranquila junto a sus hijos: “La gente no sabe todo lo que cambió mi vida. Conseguir trabajo y salir de la calle no es fácil, pero aparece gente así que te ayuda y esto genera una cadena para que muchos más puedan salir adelante como lo hicimos nosotros”.
Cómo colaborar
- Si querés colaborar con alguna de las organizaciones que asisten a personas en situación de calle, podés ponerte en contacto a través de las redes sociales con las organizaciones Cultura de Trabajo, Amigos en el Camino, Asociación Civil Puente, Fundación Multipolar, Vientos de Libertad y Amigues por las Calles
- Cuál es la mejor forma de ayudar a quienes están en situación de calle: La Nación armó una guía con 50 maneras de solidarizarse con las personas que duermen a la intemperie. Podés entrar haciendo click aquí.