Sin violencia: las vecinas de Moreno que se volvieron promotoras de derechos
"Si vos pudieses ver cómo estaba antes y cómo estoy ahora… Soy otra persona", dice orgullosa Fany Gamarra, de 36 años, mientras camina sonriente por las calles de tierra de Cuartel V, una de las zonas más postergadas de Moreno. Madre de tres hijos, Fany fue víctima de violencia de género y llegó a naturalizar las actitudes "agresivas y humillantes" que sufría por parte de su marido. El miedo y la vergüenza la tenían paralizada hasta que, un año atrás, alguien golpeó la puerta de su casa. "¿Quién es?", preguntó sin imaginar que esa visita marcaría el comienzo de una nueva vida para ella y su familia.
Quienes la visitaban eran dos vecinas del barrio y voluntarias de El Arca, una organización social comprometida con la inclusión social de los chicos que habitan ese rincón vulnerable del conurbano bonaerense. A través de la escuela de sus hijos, se habían enterado de su situación y se acercaron con un objetivo concreto: ofrecerle ayuda para salir adelante. Esa es la misión del grupo "Llegaremos a tiempo", conformado por 15 mujeres promotoras de los derechos de la infancia que son referentes de su comunidad.
A través de esta red, ellas reciben y dan respuesta a diferentes situaciones de vulneración de derechos. En lo que va del año, este grupo de mujeres ya se involucró en más de 100 casos; mientras que, en 2018, trabajaron para dar respuesta a otros 128. De ellos, lograron resolver con éxito 30 situaciones de violencia familiar y otras cinco aún siguen en proceso. Su intervención consistió, por ejemplo, en acompañar y asesorar a las mujeres para hacer las denuncias correspondientes y lograr que el violento se vaya de la casa.
Por otro lado, consiguieron 33 vacantes para niños sin escolaridad que hoy tienen la oportunidad de estudiar; se abocaron a 41 situaciones de falta de acceso a la salud y brindaron asesoramientos en nueve cuestiones familiares.
Trabajo en equipo
Las integrantes de "Llegaremos a tiempo" se reúnen todos los jueves para compartir los diferentes casos e idear soluciones conjuntas. El resto de los días de la semana, visitan casa por casa a las personas que tienen sus derechos vulnerados y hacen un relevamiento sobre las situaciones que requieren de su intervención. Para ello, articulan con las escuelas de la zona y los centros comunitarios. También, se enteran de los casos a través de los vecinos o del contacto directo de quienes tienen un problema. Todos en el barrio conocen el trabajo de El Arca que lleva 19 años en esta comunidad y, a través de sus programas, impacta positivamente en 5000 niños y jóvenes.
"La realidad del barrio es muy complicada, por eso es importante que la gente no quede aislada y sola", explica Betina Perona, directora de El Arca. "Nosotros capacitamos al grupo de promotoras de derechos y ellas tienen las antenas alertas cuando ven que hay una familia en riesgo", agrega. Cuenta que crearon el proyecto hace dos años, porque "las urgencias eran demasiadas" y estaban convencidos de que, cuando las personas se organizan, pueden pensar juntas soluciones para sus comunidades, logrando que el maltrato y los problemas asociados a la pobreza, disminuyan.
Así ocurrió con Fany, que confiesa: "Yo crecí en una familia muy violenta donde sufrí abuso por parte de mi padre. Y cuando venís de un ambiente así, pensás que algunas cosas son normales o tenés que ocultarlas". Su marido era alcohólico y muy agresivo física y verbalmente. "Hería constantemente mi autoestima. Pero desde El Arca me mostraron que no hay que callar. La calidez de las voluntarias me generó confianza. Nunca nadie me había tratado tan bien y había mostrado tanta preocupación por ayudarme", dice Fany.
Desde El Arca la asesoraron y acompañaron para hacer la denuncia en la Comisaría de la Mujer. De esta forma, pudo poner punto final a la relación tormentosa que mantenía con su pareja y le otorgaron un botón antipánico, además de una orden de restricción perimetral. También, la ayudaron a conseguir una vacante para que su hijo menor vaya al jardín de infantes y colaboraron con los alimentos y la medicación que le hacían falta.
Hoy, después de un largo proceso de transformación, Fany se sumó al grupo de promotoras de derechos y es referente en el barrio sobre temas de violencia de género. "Cuartel V es tierra de nadie, acá hay muchos derechos vulnerados. Nosotras acompañamos y asesoramos a las familias en riesgo. Luchamos por nuestros hijos y por los de otros", sostiene.
Entre una de estas historias que acompañan, Fany menciona un caso reciente que la movilizó particularmente: "Una mujer se contactó con nosotros a través de las redes sociales para avisarnos que su vecina -que sufre problemas de adicción-había abandonado a sus hijos que estaban solos hace un par de días. Cuando llegamos encontramos a un bebé que tenía la piel morada del frío, si no aparecíamos a tiempo seguramente la historia de este chico hubiera sido otra".
Los profesionales de El Arca mantienen una comunicación fluida con el grupo de voluntarias de "Llegaremos a tiempo" y hacen un seguimiento de las soluciones y estrategias de acompañamiento. Su trabajo se vuelve fundamental en un barrio donde las escuelas no dan abasto, los servicios de salud son deficitarios y las calles de tierra se inundan frecuentemente.
"Frente a las adversidades uno puede victimizarse y quedarse llorando u organizarse con otros para salir adelante. En este sentido, generamos redes y lazos sociales. Ellas se dan cuenta de que lo que hacen es muy importante para su comunidad y que generan un resultado positivo en la vida del barrio", asegura Betina.
Fany se emociona al compartir la transformación personal que alcanzó. "Mi vida fue cambiando de apoco", revela esta mujer que hoy camina todos los días 35 cuadras para terminar la escuela secundaria, y trabaja vendiendo empanadas y sopas. Hoy, se alegra de servir como ejemplo para que otras mujeres, víctimas de violencia de género, no se queden calladas y se animen a alzar la voz.
"Les digo que no tengan miedo o vergüenza. Yo me di cuenta lo mucho que valgo y entendí lo que significa el verdadero amor: respetarse, protegerse, quererse. Ahora soy feliz. Las personas de El Arca son mi familia. Me dieron ánimo y me ayudaron a ser fuerte", concluye.
Cómo colaborar
Se convoca a quienes quieran ser padrinos de los chicos y chicas a los que acompaña la ONG. Para más información: elarca.org.ar