Frederick Ndabaramiye: "La venganza no es la respuesta"
Le cortaron las manos en el genocidio de Ruanda y hoy predica sobre el perdón
Frederick Ndabaramiye, protagonista del documental basado en su vida Yo Puedo ("I am able"), orador de Tedex Columbus, logró sobrevivir al genocidio de Ruanda luego de que lo mutilaran vivo y hoy predica sobre la importancia del perdón.
Fue en el verano de 1994, cuando el grupo paramilitar Interahamwe frenó el colectivo en el que viajaba y obligó a todos a bajar. Luego, eligieron entre el montón a Frederick y le dijeron que debía matar a los otros dieciocho pasajeros. Frederick se negó. Los paramilitares llevaron adelante la matanza, y después de atar a Frederick, golpearlo y desnudarlo, le cortaron vivo, con un machete no muy afiliado, sus dos manos de quince años.
Tras seis meses en coma y varios otros de recuperación, Frederick conoció a Zacharie Dusingizimana, profesor y mentor en Imbabazi, el orfanato al que asistía. Al poco tiempo, Zacharie vio el enorme potencial que había en Frederick. Con el correr de los años, ambos se hacieron muy amigos y surgió la idea de fundar una organización social juntos. "Si Frederick había sido capaz de aprender tantas cosas, por qué no ayudar a otras personas a lograr lo mismo", pensaban. La masacre en su país había dejado miles de personas con discapacidades físicas y mentales que podían inspirarse con su ejemplo. Finalmente, el sueño de ambos se hizo realidad el día que abrieron el Centro Comunitario Ubumwe en Gisenyi, Ruanda (www.ubumwecommunitycenter.org)
-¿Qué pensaste cuándo frenaron el colectivo y de un momento a otro tuviste la certidumbre de que estabas en problemas?
-Fue realmente muy difícil. Fue duro ver cómo mataban a todos los pasajeros enfrente mío. Yo no podía hacer nada y ellos [los paramilitares] simplemente me dejaron ahí, en la mitad de la nada, para que me muriera.
-Y sin embargo caminaste tres kilómetros en tu estado hasta encontrarte con dos monjas?
-Sentí mucho dolor y desesperación porque no había nadie en la aldea excepto yo. Pero estas chicas estaban escondidas en algún lugar y cuando me vieron desnudo trataron de ayudarme. Me llevaron al lugar donde estaban parando.
-¿Cómo hicieron? ¿Te cargaron?
-Fue una situación difícil, era peligroso. No había autos, ni hospitales cerca, ni nadie en el campo. Yo podía caminar y ellas buscaron una tela para taparme. Pasé toda la noche ahí y a la mañana siguiente un tanque militar me llevó al hospital. Por eso digo que soy un milagro. Porque la mayoría de las personas mueren ahí mismo, incluso con heridas más leves, y a mí me habían cortado las dos manos. La sangre salía como agua de una tubería. Después de eso estuve seis meses en el hospital.
-Dicen que la soga con la que te habían atado para que no te pudieras defender ayudó a frenar la sangre.
-Sí, estaba bien apretada. Me golpeaban, y mientras yo trataba de desatarme la soga se volvía más ajustada.
-¿Cómo fue el momento en el que volviste a encontrarte con la persona que te cortó los brazos?¿Sentiste ganas de vengarte?
-La venganza no es la respuesta, sólo te aleja de otras personas. Además, la venganza no va a traer lo que ya no está más, como por ejemplo mis manos. Por eso yo quiero compartir el mensaje de perdón con otra gente, que creo es la clave para recuperarse.
-¿Cómo fue la recuperación?
-Fue difícil pero era otra manera de estar bien, de ser feliz y de ser bueno con los demás. Y también de ser un ejemplo porque yo hoy siento que soy una inspiración para otros que no pueden hacer ciertas cosas por sí mismos, que no logran recuperarse. En mi caso, yo busqué ser independiente desde el primer momento, no quería que nadie me diera de comer. Pero como podrás adivinar, ponerte la ropa, los zapatos, no es fácil.
-¿Te cocinás, vestís, duchás, todo sin ayuda?
-Sí. Con Zacharie nos hicimos grandes amigos y él me enseñó muchas de las cosas que sé. Hace quince años que vivimos juntos. Ahí me di cuenta de cuántas cosas era capaz de hacer yo y también otras personas.
-¿Por qué elegiste ayudar a otras personas con discapacidad?
-Lo que dije sobre el perdón tiene que hacerse con acciones. Hoy en el centro atendemos a 400 personas, entre adultos y niños.