"Si estas son las circunstancias de la vida que me tocaron, ¿por qué no vivirlas?"
Silvia Carranza sabe de desafíos, le tocó enfrentarlos desde su niñez. Después de someterse a siete operaciones, tuvo que aprender a los 5 años a caminar con muletas y corsé, y acostumbrarse a que todo le iba a costar un poco más. "En mi caso, como en muchos otros, la discriminación fue la falta de accesibilidad", afirma. Por eso, se dedicó a trabajar por el derecho de todas las personas a tener una mejor calidad de vida.
Hoy, a sus 63 años, renovó su mandato como primera presidenta mujer de Cilsa, una organización que trabaja por la inclusión de personas con discapacidad y en situación de vulnerabilidad social. "Quiero transmitirle a los demás todo lo que logré aprender a lo largo de estos años", expresa.
A los siete meses de vida le diagnosticaron una poliomielitis –enfermedad que afecta el sistema nervioso y genera debilidad muscular– y el virus comenzó a afectarle los músculos de las piernas, hasta que finalmente tuvo que usar una silla de ruedas.
Si bien hizo la primaria en una escuela común, cuando ganó una beca para ingresar a un secundario privado, el colegio no la tomó, con la excusa de que el edificio no se encontraba en condiciones, que era peligroso que subiera la escalera y que no podían trasladar el aula abajo.
Silvia asegura que la vida es aquello que nos proponemos hacer con ella, lema que pone en práctica desde que sale a trabajar hasta que regresa a su casa. "A veces me dolía no poder estar a la par de mis compañeros, pero yo pensaba: ‘Si estas son las circunstancias de la vida que me tocaron, ¿por qué no vivirlas?’", reflexiona.
Cambiar la mirada
Aunque cree que estamos en proceso de ser una sociedad más abierta e inclusiva, Silvia asegura que aún existen muchos desafíos para las personas con discapacidad (unas 5 millones en nuestro país): desde la falta de colectivos adaptados, hasta la imposibilidad de asistir a la universidad por no tener un baño apto. "Se trata de tomar conciencia y no solo de sancionar leyes: primero, hay que hacer cumplir las que ya están", explica.
"Tiene que darse un cambio estructural –señala–. Nosotros luchamos contra las barreras arquitectónicas, pero ahora hay que luchar contra las ideológicas; cuando estas cambien, todo lo demás se modificará como por efecto dominó".
Silvia recuerda que, cuando su hijo Federico era chiquito, al caminar por la calle, él le preguntaba por qué la gente los observaba. "Nos miran porque les llama atención aquello que no conocen", le explicaba ella, que notaba la mirada de los demás al estar en silla de ruedas.
"Hace 18 años, era más difícil –dice–. Hoy vemos a gente bailando o haciendo deporte en silla de ruedas, aunque muchas veces me siguen preguntando, por ejemplo: ‘¿cómo haces con tu hijo?’. ‘Como cualquier mamá’, respondo".
La presidenta de Cilsa señala que, para lograr el cambio, todos debemos hacer un aporte por pequeño que sea: en el entorno laboral, a través de una obra artística o en un espacio de recreación. "Necesitamos que cada uno piense: ¿qué hice hoy por la inclusión?", expresa.
También destaca la importancia de la educación para construir una sociedad más inclusiva, desde la consideración que debe tener el que estaciona su auto bloqueando una rampa, hasta garantizar el acceso a la medicación de las personas con discapacidad.
Inspirar e involucrarse
A los 28, Silvia comenzó a formar parte de uno de los equipos de básquet de la organización y, para 1990, competía a nivel nacional e internacional participando en los Juegos Panamericanos de ese mismo año en Venezuela y los Juegos Mundiales en Inglaterra, dos años después. Además, trabajó como coordinadora deportiva hasta que, en 2012, llegó a convertirse en presidenta de la organización.
"Quiero que las personas como yo tengan la posibilidad de estudiar libremente, de poder hacer un deporte y que puedan ver que la vida no pasa por lo que te sucede, sino por cómo lo enfrentás", resalta. Sin embargo, aclara que la realidad de las personas con discapacidad es muy diferente en Buenos Aires que en el resto de las provincias del país donde muchos chicos y adultos con discapacidad carecen de todo tipo de recursos.
Para ayudar a quienes más lo necesitan, Cilsa lleva a cabo la acción "Más lejos para llegar a más", a nivel nacional, con la que viajan a las zonas más vulnerables entregando sillas de ruedas, aunque su presidenta cuenta que, en muchos casos, esta solo sirve para salir hasta la vereda porque en estos barrios todas las calles son de tierra.
En síntesis, Silvia asegura que la inclusión es ver al otro como a un igual, y recuerda su experiencia con una de silla de ruedas anfibia, apta para la playa y el mar: "Nunca me sentí tan libre, porque no es lo mismo que alguien te acerque a la orilla para tocar el agua con los pies que poder meterte al mar".
Tanto a través de su trabajo como en el día a día, Silvia busca inspirar a las personas con discapacidad que se cruzan en su camino, transmitiéndoles la idea de que la vida es aquello que uno mismo decide hacer con ella. "Podemos hacer de todo: viajar, estudiar, formar una pareja y tener una familia, solo es cuestión de que la persona lo sepa", concluye.
Sobre Cilsa
Cilsa nació en 1966 como iniciativa de un grupo de personas con discapacidad motriz que decidieron formar un equipo de básquet sobre silla de ruedas.
Hoy, la ONG cuenta con diferentes programas sociales, dentro de los que se encuentran el de Entrega de Elementos Ortopédicos, que lleva más de 40.000 sillas de ruedas entregadas en todo el país. También tienen proyectos de concientización y capacitación; otro de becas y oportunidades (con 500 alumnos becados) y uno de deporte inclusivo.
Además, cuentan con el programa "Un niño, un Futuro", con 32 hogares de día donde asisten más de 800 chicos en situación de vulnerabilidad social, con o sin discapacidad, de diferentes puntos del país, que brinda un espacio de educación, recreación y contención.
Otras organizaciones que trabajan por la inclusión
Fundación Rumbos nació en 1992 y tiene como objetivo impulsar la accesibilidad para todos con la visión de que los espacios físicos que habitamos reflejan el grado de inclusión social. Mediante el trabajo conjunto e interdisciplinario entre arquitectos, sociólogos y psicólogos, apuntan a que el ejercicio pleno de los derechos humanos de las personas con discapacidad pueda volverse una realidad.
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Desde 2001, Acceso Ya lucha para que se eliminen las barreras arquitectónicas en las ciudades. A través de su página web podés denunciar lugares inaccesibles en tu ciudad o colaborar con donaciones.
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