Con su mamá de casi 60 años compartieron el aula y egresaron juntos
Cuando Pedro, el menor de los hijos de Lilia Brito, se enteró de que su mamá iba a terminar el secundario, sintió que le daban el empujón que tanto necesitaba. Ninguno de sus hermanos había egresado de la escuela y, casi con 60 años, su mamá se animó a dar el paso. "Me daba bronca que mis hijos hubieran abandonado el estudio. Eso me hacía sentir mal y me enojaba. Entonces me propuse terminar el secundario", cuenta esta mujer que vive en el barrio Las Tunas, en General Pacheco, y que tomó el impulso de anotarse en una escuela para adultos.
Rápidamente, Pedro, que tenía 18 años, se contagió de la idea. Lilia lo consultó con la directora de la institución y le confirmaron la vacante. Ambos iban a estar en la misma aula, a cursar las mismas materias y a compartir el mismo desafío: volver a empezar. Sin embargo, hubo otro factor clave para que Pedro pudiera lograrlo. Él es uno de los 120 alumnos que formaron parte de Conbeca, el programa de la Fundación Nordelta que incluye un acompañamiento personalizado y una beca escolar para que chicos de bajos recursos permanezcan y finalicen la escuela secundaria.
Este es uno de los varios proyectos que lleva adelante la fundación, que busca mejorar la calidad de vida de las familias que habitan en barrios vulnerables aledaños a Nordelta, para crear puentes entre vecinos que ocupan un mismo territorio y tienen diferentes realidades socioeconómicas.
"Me anoté en Conbeca pensando que iba a ser como otras veces en las que había sido becado: te depositan la plata y después tenés que rendir fondos. Pero cuando conocí la propuesta de la Fundación Nordelta, me di cuenta de que esto era algo completamente distinto: le daban importancia a la parte humana", dice el joven, de 28 años.
Y es que por medio de esta propuesta Pedro conoció a Alejandro Segura (62), abogado y juez federal de La Matanza, que se convirtió en su padrino con la intención de guiar como voluntario a un joven en situación vulnerable en su trayectoria escolar. Hoy, gracias a esta oportunidad y a su propio esfuerzo, Pedro se recibió al mismo tiempo que su mamá y tiene un empleo estable en Le Pain Quotidien, donde trabaja desde 2015 como ayudante de cocina.
"Mi mamá se anotó para que nosotros también terminemos la escuela, porque el mejor consejo es el ejemplo", afirma, convencido, el joven. Y agrega: "Antes de ingresar al programa Conbeca, no tenía idea sobre la importancia de estudiar. Cuando sos chico, a veces hacés macanas por elegir el camino más corto. Yo era muy rebelde. Siempre repetí, no iba a clases, cambié varias veces de colegio".
Conbeca es realizado en articulación con la ONG Conciencia, desde donde nació esta iniciativa, en 2003. El programa cuenta con guías voluntarios que acompañan a los jóvenes en su educación y se ocupan de administrar una beca de 10.000 pesos anuales. A los encuentros individuales entre padrinos y alumnos se suman las instancias grupales en las que participan todo el equipo de voluntarios y los estudiantes becados. Allí se realizan talleres para trabajar valores como el esfuerzo, el compromiso y la perseverancia, además de otras herramientas que Pedro incorporó y busca transmitir a su hija Alma, de 7 años, que vive con él en el mismo terreno que su mamá, quien lo ayuda a criarla.
A Pedro la experiencia de Conbeca lo marcó a fondo, y particularmente la huella que le dejó su padrino, con quien generó un vínculo de confianza y amistad. "Alejandro me ayudó a tener disciplina. Hizo que yo me autoeducara y encontrara alguien con quien hablar, porque en esa época no tenía las cosas claras. Descubrir a una persona dispuesta a darme una mano me impulsó a salir adelante", confiesa.
Retomar la secundaria y recibirse le llevó tres años. Cada semana, Pedro y Alejandro se reunían y compartían mucho más que temas de estudio. "Charlábamos, comíamos, repasábamos las materias que más me costaban o hacíamos juntos la tarea. Conversábamos de nosotros, de mis problemas y de los suyos también, aunque eso no formara parte del programa. Nunca pensé que el vínculo iba a llegar a ese nivel", relata Pedro con una sonrisa.
Otra de las cosas que el joven pudo descubrir fue su costado solidario, ya que, como parte del programa, los becados deben comprometerse con un proyecto de ayuda comunitaria y dedicar cuatro horas mensuales de voluntariado. "Esto me hacía entender que, así como alguien me ayudaba a mí, yo también podía ayudar a otro que me necesitara", sostiene.
Tender un puente
Convertirse en padrino de un joven para ayudarlo a terminar la escuela también fue una experiencia enriquecedora para Alejandro. "A Pedro solo le faltaba un empuje, y eso fue lo que hice. Él me enseñó que con esfuerzo todo llega. Creo que es importante poder contribuir a la felicidad de alguien", afirma este abogado, y aclara: "Siempre mantuvimos una relación de pares".
Más allá del vínculo padrino-ahijado, Alejandro y Pedro son vecinos de barrio. Desde que nació, el joven vive en Las Tunas, donde hay muchas personas en situación vulnerable sumergidas en la pobreza y, a su vez, Alejandro tiene su casa en Nordelta, una zona donde priman los countries y barrios privados habitados mayoritariamente por familias de clases alta y media. Dos realidades de contrastes y cercanía.
"El espíritu de la Fundación Nordelta es dar una mano de corazón, sin esperar nada a cambio", revela Alejandro, para quien todos los seres humanos nacemos con una lotería natural (que son nuestros dones) y otra social. "Nuestro deber es buscar que esas diferencias se limen y que todos estemos en igualdad de oportunidades para que podamos cumplir los objetivos de nuestra vida", reflexiona.
Pedro es un ejemplo concreto de ello. "Desde la fundación me transmitieron confianza y apoyo. Eso hace que creas en vos mismo. Ellos me ayudaron a cambiar y a madurar para ser un buen papá y así darle a mi hija la mejor versión de mí", concluye emocionado.
Cómo colaborar
- Convirtiéndote en padrino o madrina de jóvenes para que puedan terminar sus estudios secundarios.
- Sumándote como voluntario para actividades anuales o campañas puntuales.
- Festejando tu evento o cumpleaños con un fin solidario.
- A través de donaciones en especie o en dinero por única vez o mensuales, que permiten a la fundación sostener sus programas de acompañamiento.
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