Con escasa o nula conexión a Internet; sin computadora ni celular o teniendo que compartir el mismo dispositivo entre varios hermanos; desbordados por las responsabilidades al interior de sus hogares; haciendo malabares para cumplir con las consignas que les mandan sus docentes cuando también tienen que trabajar. A eso hay que sumarle la pérdida de sentido, el estrés, el hambre. Un combo de vulneraciones que conforma apenas un pantallazo de la realidad de miles de chicas y chicos de la Argentina para quienes estudiar en tiempos de pandemia se volvió una odisea.
En ese contexto y según advierten los especialistas, hoy la continuidad del secundario se encuentra más en jaque que nunca. LA NACION conversó con jóvenes de distintos puntos del país para conocer cuáles son los mayores desafíos que enfrentan para continuar con sus trayectorias escolares y qué herramientas o recursos los sostienen.
Un informe que recientemente elaboró Fundación Voz a partir de consultas a distintos actores vinculados a la educación, pone sobre la mesa que el abandono potencial de miles de jóvenes es la gran preocupación compartida. La investigación, titulada "Volver a las escuelas: ¿cómo continuaremos después de la cuarentena?", indica que las estadísticas de los consultados hacen variar los números del abandono entre un 25% y 45%, dependiendo de "los contextos sociales, geográficos, tecnológicos, entre otros". Subraya que a los estudiantes que hoy se registran como "ausentes o desconectados" hay que sumarles los que al finalizar el aislamiento y aún habiendo continuado con sus clases virtuales, "se vean obligados a abandonar porque tengan que ayudar a las familias a la recuperación económica postcuarentena".
"La pandemia generó condiciones educativas totalmente diferentes a las que acostumbrábamos a transitar. Los estudiantes las han vivido de manera muy traumática. Cuando está en juego el miedo a la muerte de forma tan cercana, todo se vuelve más complejo", reflexiona Alberto Croce, director de Fundación Voz. En ese sentido, considera fundamental que se desarrollen dispositivos de acompañamiento muy personalizados para las trayectorias educativas de cada estudiante, generando lo que llama "nuevas regularidades" que "posibiliten procesos de transición educativa para esas niñas, niños y jóvenes con quienes hemos perdido contacto y que, en los cálculos más conservadores, están por arriba de los 400.000, pero que serán muchos más con el correr de los meses".
Desconectados
Por la pandemia, 10.500.000 niños, niñas y adolescentes dejaron de asistir a clases (70% en escuelas públicas). Así lo indica el estudio "Covid-19 en Argentina: impacto socioeconómico y ambiental" de Naciones Unidas. Uno de los problemas centrales es la ausencia o mala conectividad a Internet, lo que dificulta enormemente el contacto con sus docentes. El 18% de los adolescentes de entre 13 y 17 años no cuenta con Internet en el hogar y el 37% no dispone de dispositivos electrónicos para realizar las tareas escolares, valor que trepa al 44% entre quienes asisten a escuelas estatales.
Para Celeste y Dulce Rodríguez, dos hermanas de 18 y 19 años, no son solo porcentajes: es su realidad de todos los días. Viven en Loma Hermosa, José León Suárez, y cuando falleció su papá, hace algunos años, dejaron la escuela para ayudar a su mamá con los más chicos de la familia (en total, son 13 hermanos). Actualmente, están en el anteúltimo año del secundario del Taller Escuela María Asunción Guglielmi (Temag), del movimiento Fe y Alegría, en San Martín. "Con la cuarentena se nos complicó mucho el tema de la conexión, porque no estamos trabajando y pagar Internet es todo un gasto. Hasta hace una semana vivíamos con nuestra mamá y el vecino nos había dado la contraseña de su wifi", cuentan. Para conectarse, subían a la terraza con dos sillas y una frazada para protegerse del frío. Si llovía, era imposible. "Ahora vivimos en la parte de arriba de la casa de mi hermana y no tenemos wifi", agregan.
Ellas consideran que el apoyo incondicional de sus docentes, es fundamental. "El director de la escuela sabía todo lo que estábamos viviendo y por el esfuerzo que hacíamos nos donó una computadora", detallan. En la escuela se sienten "recómodas", compartiendo el aula con chicos y chicas de su edad, que por distintos motivos también se atrasaron en su escolaridad. "Los profesores te hacen sentir como en tu casa, nos preguntan siempre qué nos pasa, si necesitamos algo. En nuestra familia nadie terminó el secundario. A nosotras nos gustaría estudiar para ser policía, medicina o psicología", dicen las hermanas.
Juan Palma es docente en una secundaria de José Mármol, Almirante Brown, y tutor de Cimientos. "Hay varios estudiantes que encuentran complicaciones para mantener la regularidad que presenta la escuela, en el sentido de cumplimiento de horarios. En contextos vulnerables esto se multiplica", señala. Las dificultades para comprender y resolver las consignas sin el acompañamiento "cara a cara" de sus maestros, es otra de las problemáticas. "Puede llevar días entre la consulta y la respuesta del profesor. Por ahí los alumnos dejan la tarea y es un tema que queda sin entenderse", dice Palma. En ese sentido, el acompañamiento sostenido y personalizado de los tutores, resulta un apoyo clave.
En las zonas alejadas de los centros urbanos, los desafíos se multiplican. Elena Oscar es directora de la Escuela Secundaria de Niogasta, una localidad rural en Tucumán. "Tenemos alumnos que trabajan en la cosecha. Para muchos, es difícil tener el dinero para costear los gastos del WhatsApp, ya que acá no hay Internet y la conectividad es por los celulares. Además, otros tienen aparatos muy viejitos. A ellos son los que más nos abocamos para acompañarlos. Los docentes estamos los siete días de la semana, a toda hora, disponibles", cuenta.
Varios alumnos de la escuela de Niogasta están becados por Minkai. "Los docentes comentan con gran preocupación que muchos jóvenes al no ir a clases comenzaron a trabajar, abandonando las tareas y responsabilidades escolares y manifestando que no volverán a la escuela cuando esta situación termine", sostiene Patricia Juan Ramón, directora ejecutiva de la organización. Agrega que son comunidades donde el acceso a la educación y sostenerla siempre es un desafío, por la situación de pobreza en que viven las familias, porque en el caso de los jóvenes que están en el secundario sus adultos responsables apenas terminaron la primaria, entre otros motivos.
Para Magdalena Fernández Lemos, directora ejecutiva Enseñá x Argentina, desde antes de la pandemia la escuela presencial "ya no estaba funcionado para todos y todas y ahora mucho menos". Los múltiples desafíos que deben afrontar los jóvenes hacen que no solo se les vuelva difícil conectarse virtualmente sino, también, mentalmente. "Poder realizar las actividades escolares requiere de una energía que muchas veces no tienen porque la tienen puesta en muchísimos lugares. En contextos donde hay necesidades básicas insatisfechas, donde hay hambre, que puedan concentrarse en estudiar no es una opción", advierte.
Por otro lado, subraya que para esos chicos y chicas el aprendizaje es "mucho más autónomo", ya que no tienen la posibilidad de ser acompañados por sus adultos responsables que, en muchísimos casos, no terminaron la escuela. "Además, si antes muchos no le encontraban sentido a lo que estaban estudiando y eso era algo en lo que había que trabajar, ahora eso es aún más difícil", dice Fernández Lemos. Y agrega: "Trabajamos con escuelas de reingreso de chicos y chicas que habían abandonado. El desafío de la deserción es algo que tenemos a flor de piel: cómo hacemos que sea una escuela que tenga sentido para ellos. Nuestro foco es acompañar estos procesos, no empujarlos. A veces hay como un mandato que tenemos que empujar a los chicos desde la escuela, pero me parece que el verbo es acompañar".
La directora ejecutiva de Enseñá x Argentina subraya que los fracasos escolares no son de los chicos y las chicas, sino del sistema que los excluye de la posibilidad que sostengan sus trayectorias. "Hay una reproducción de la desigualdad. Lo que vemos en la escuela es un pedacito de algo mucho más grande", asegura.
Croce considera que los vínculos, tanto con la escuela, como con los otros jóvenes, se volvieron una cuestión central y prioritaria. "Ahora, el gran desafío es fortalecerlos o recrearlos en el caso de que se hubieran perdido. Creo que hará falta encarar una gran campaña nacional de revinculación educativa. Con gran participación de todos los sectores y actores sociales. No podemos perder miles de jóvenes y sufrir una ‘pandemia educativa’ despiadada", concluye.
Más información:
- Enseñá x Argentina: Forma y acompaña a profesionales universitarios de distintas carreras para que durante dos años participen de su Programa de Liderazgo Social y Educativo, dando clases en comunidades educativas en colaboración con otros docentes, para potenciar a los estudiantes dentro y fuera del aula, desarrollar sus habilidades académicas y socioemocionales, acercándoles herramientas para la construcción de su proyecto de vida. Trabajan en más de 100 escuelas secundarias y primarias de CABA, el conurbano bonaerense, Córdoba, Salta y Neuquén.
- Minkai: Es una asociación civil conformada por jóvenes que trabajan para que niños, niñas y jóvenes de las comunidades rurales del país tengan acceso a una educación equitativa y de calidad. Lo hace a través de un programa de becas secundarias y universitarias y otro de formación docente. El jueves 16 de julio a las 19 realizará "Kilómetro Minkai" un evento virtual donde invitará a disfrutar de intervenciones artísticas. El objetivo del evento es recaudar fondos para continuar acompañando a 700 chicos y chicas de 14 escuelas rurales.
- Cimientos: Implementa programas educativos para mejorar las condiciones en la que los jóvenes transitan la escuela secundaria y favorecer su posterior inserción laboral o de estudios superiores. En 23 años de trabajo, 14.079 estudiantes recibieron una beca para completar sus estudios secundarios y 200 jóvenes una beca universitaria. En los últimos tres años, 1.678 jóvenes recibieron oportunidades de inserción laboral, capacitaciones y orientación en estudios superiores.
- Fundación Voz: trabaja por la transformación de las escuelas secundarias de la Argentina, para que permitan a los estudiantes mayor protagonismo, con mejores oportunidades y capacidades para el aprendizaje, más activas y relacionadas con su entorno. Además, se propone articular con los responsables de la gestión de las políticas educativas y sostener las propuestas de trabajo que surgen de los espacios de consenso entre los distintos actores del sistema educativo.