Salud mental: por qué cuesta hablar del tema y cómo acompañar a una persona con un padecimiento psíquico
Del miedo a “la locura” al señalamiento social, los especialistas subrayan que hoy siguen arraigados muchos prejuicios que hacen difícil hablar de estas problemáticas; los desafíos para naturalizarlas y poder contener a quienes las atraviesan
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Las noticias de los últimos días vinculadas a personas que atravesaron distintos padecimientos psíquicos −desde el episodio que sufrió Santiago “Chano” Moreno Carpentier a nivel local; hasta las declaraciones de la gimnasta Simone Biles y otros deportistas olímpicos en el plano internacional−, volvieron a poner la temática de la salud mental en agenda.
Sin embargo, desde la mirada de las y los especialistas consultados por LA NACION, lejos de contribuir a naturalizar estas problemáticas que tocan de cerca a gran parte de la población, muchas veces la cobertura mediática refuerza una mirada social estigmatizante y fuertemente arraigada. El esquivar hablar de la temática; el secreto y la vergüenza en torno a quienes tienen padecimientos psíquicos y sus familias; el no concebirlos como sujetos de derecho; el poner etiquetas (y el usarlas de forma peyorativa) sin conocer estas enfermedades, son algunos de los ejemplos más frecuentes.
Para Silvia Ongini, psiquiatra infantojuvenil del departamento de pediatría del Hospital de Clínicas, todavía hay muchos prejuicios y mitos vinculados a los padecimientos psíquicos: desde el miedo a “la locura” hasta la falsa creencia de que es algo “que le pasa a unos pocos” a los que es mejor “tener lejos” o encerrados. Otro problema es que muchas veces no se considera al consumo problemático de sustancias como un padecimiento de salud mental.
“Históricamente, la enfermedad mental fue algo tapado, escondido y aislado: los manicomios y los cementerios siempre estuvieron alejados, con paredes altas por el temor que provoca ‘la locura’. Se metió en la misma bolsa a cualquier alteración de salud mental como un proceso de deshumanización donde el sujeto queda perdido”, reflexiona Ongini. Y agrega: “Hay un montón de etiquetas que siguen marcando al que tienen un problema emocional, afectivo o de salud mental, haciendo que muchas veces tengan que mantenerlo escondido”.
El temor a ser señalados como “locos”, particularmente en quienes atraviesan padecimientos psíquicos como pueden ser, por ejemplo, la esquizofrenia o el trastorno bipolar es, según la especialista, frecuente. Pero también en quienes tienen otras problemáticas, como depresión o trastornos de ansiedad. “Me pasa que muchos adolescentes llegan a la consulta asustados porque tienen que ver a una psiquiatra. Yo les explico que soy una médica que ayuda a niños y jóvenes que la están pasando mal y recién ahí se aflojan”, cuenta Ongini.
En esa línea, Gustavo Guardo, psiquiatra y presidente de Proyecto Suma, explica que hay “un prejuicio casi mitológico con respecto a los problemas de salud mental que llevan a quienes los padecen a ser estigmatizados”. A esto hay que agregarle, además, la convicción que se instaló fuertemente en el último siglo de que “hay que estar siempre bien de ánimo”, y de que “mostrarse vulnerable” conlleva una marca negativa. “Muchas veces los medios promueven a través del lenguaje el estigma, que además genera otra problemática, que es el que la persona que tiene un problema de salud mental empiece ella misma a autoestigmatizarse, a no poder contar, por ejemplo, que tiene depresión”, advierte Guardo.
Días atrás, desde la comisión directiva de Proyecto Suma dieron a conocer un comunicado donde subrayan que el presupuesto dedicado a salud mental en la Argentina, “histórica e independientemente del color político de quien gobierne”, es mucho menor que el recomendado por la OMS y está dedicado especialmente al sostén de los hospitales monovalentes o de especialidad. Esa realidad, aseguran, “responde a lo que se llama estigma estructural, a la idea de que hay vidas que valen menos que otras y, por lo tanto, los Estados y las organizaciones no dedican mayores esfuerzos o presupuestos para ellas”.
Los mitos que subsisten
Entre los mitos frecuentes vinculados a los padecimientos psíquicos, desde Suma señalan el considerar a todas las personas que los atraviesan como “violentas”. “La asociación entre problemas de salud mental y violencia es mucho menor que la que normalmente se cree o nos hacen creer. Es mucho más habitual que quienes tengan un padecimiento mental sean víctimas de la violencia que perpetradores”, explican desde la organización.
Que son problemáticas “que les ocurren a unos pocos”, es otra de las falsas creencias. “En 2050, la depresión será el problema de salud más relevante de todo el mundo, según afirmó la presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, Ana González Pinto, que hizo hincapié en que el suicidio y la depresión tienen un tratamiento eficaz cuando su abordaje es temprano”, dice Ongini. En ese sentido, explica que hoy es enorme la cantidad de padecimientos psíquicos que se observan y que muchas veces se sostienen en que “no hay un otro disponible”. Guardo, agrega: “Hay que tener en cuenta, además, que las adicciones son el tercer motivo de consulta en la Argentina, y son una enfermedad. Hay que darle naturalidad al tema, ponerlo arriba de la mesa”.
Sobre lo frecuente que son este tipo de problemáticas, Carmen Cáceres, psicóloga e integrante de la Asociación por los Derechos en Salud Mental (Adesam), reflexiona: “A cualquier persona le puede pasar atravesar en algún momento de su vida por una situación de lo que se puede identificar como ‘locura’, ya sea de un exceso como puede ser un momento de ira, perder los estribos, o ser afectado por cuestiones que bordean la depresión, por ejemplo. Cuando son padecimientos mentales graves, hay un sufrimiento subjetivo que se le hace inmanejable a la persona”.
El concebir a todas las instituciones dedicadas a la salud mental como lugares “oscuros” donde pasan “cosas horribles”, es también un prejuicio. “Existe un pasado que justifica esos temores, pero hoy los servicios de salud mental no representan en nada ese modelo del siglo pasado de encierro, de pérdida de libertad. La manicomización existió y la estamos revirtiendo”, subraya Guardo.
Cáceres, que además es integrante de Proyecto Suma y del Programa de Rehabilitación y Externación Asistida (PREA) del Hospital Estéves, señala: “Algo que es muy importante para los terapeutas es pensar qué lugar le damos a la capacidad de esperanza que tienen la personas, su posible recuperación aún de situaciones graves. Yo trabajo con salidas a la vida en comunidad de personas que han estado encerradas durante muchos años, 10, 20 o 30 en un hospicio. Apostar a que puedan tener una vida en sociedad, es fundamental”.
Cómo acompañar
La soledad, la incomprensión y el señalamiento social, son parte de la realidad que atraviesan a diario muchas personas con padecimientos psíquicos y sus familiares. Estas son algunas sugerencias para quienes buscan contener y acompañar:
- Hablar del tema: “Hablar, hablar y hablar” de salud y padecimientos psíquicos es para los referentes el principal paso a la hora de construir una sociedad más inclusiva y comprensiva de una realidad mucho más frecuente de lo que suele creerse. “Hay que acercarse no pensando que uno tiene la verdad o la solución, porque muchas veces ni siquiera los profesionales la tenemos. Lo que planteamos para los familiares y amigos, es generar una mesa de trabajo, instancias para hablar del tema. Debemos generar un clima de naturalidad donde se puedan poner las cosas arriba de la mesa, desde en la casa hasta en el trabajo o en la escuela, que uno pueda compartir ‘hoy estoy atravesando esto’”, reflexiona Guardo.
- Ser empáticos con el dolor del otro: Los padecimientos psíquicos siempre implican un dolor para quienes lo atraviesan. “La invisibilización, el no ser mirados, el estigma, son padecimientos que se suman a ese primero que es el psíquico”, señala Cáceres.
- Escucha activa: Hay una tendencia popular a decir “no pasa nada”, “vos vas a poder”, que para Cárceres no es aconsejable. “Lo más aconsejable es escuchar a la persona, decirle ‘no te veo bien, ¿te puedo ayudar de alguna manera?’”.
- Mostrarse disponibles: El mostrarse receptivos al dolor del otro, acercándose y preguntándole cómo podemos ayudarlo, es fundamental. “Supongamos el peor escenario, alguien que dice que está totalmente desbordado, con un estado de ansiedad muy alto. Ese no es momento de argumentar, de convencerlo de que está equivocado, sino de ayudarlo a bajar como sea: con un abrazo o bajando el tono de voz, por ejemplo. Obviamente, cada caso tendrá sus particularidades, pero si uno tiene en claro qué hacer, va a actuar más asertivamente”, señala Ongini.
- Estar atentos a las señales y buscar ayuda profesional: El que una persona ya no disfrute de actividades que antes disfrutaba, el aislamiento, la angustia, el repliegue, son para Ongini señales a las que debemos estar atentos para intervenir a tiempo. “Nunca hay que tener miedo a pedir ayuda”, advierte la psiquiatra. Hay diversos espacios, desde hospitales hasta organizaciones, que ofrecen abordajes específicos para distintas problemáticas de salud mental.
- Sacudirse los prejuicios: Entender que se puede vivir una vida sumamente productiva y digna con un padecimiento de salud mental (siempre que se cuente con la contención y el tratamiento adecuados), es para Guardo fundamental: “La mejora pasa porque no se pierda el vínculo productivo con la sociedad, la inclusión es lo que buscamos, no solamente que a la persona se le vayan los síntomas, sino que ejerza sus derechos”.
- No tolerar los comentarios peyorativos: Cáceres señala que uno de los lugares donde se inicia muy fuertemente la estigmatización es la escuela, particularmente a través del bullying. “Es muy preocupante la tolerancia de los adultos al acoso escolar. Si alguien en vez de encontrar descalificación, encuentra sostén para eso que le duele, otro será el curso de su estado de salud mental”, asegura la psicóloga.
- Informarse: En línea con el punto anterior, los especialistas subrayan que todos podemos hacer algo desde nuestro lugar para derribar prejuicios vinculados a los padecimientos psíquicos. “En las escuelas, en general, no se habla nada de este tema y sería una herramienta fundamental, porque en general están desbordadas y no saben qué hacer. Y cuando ocurren casos como que un chico se lastima, se asustan. De todas las reacciones, esa es la que menos se espera que tengan, porque cuando estás asustado o mal, necesitas que alguien te diga ‘yo sé de esto, lo vamos a pasar juntos’”, sostiene Ongini.
Más información
Proyecto Suma: Bajo el lema “No hay salud sin salud mental. No hay salud mental sin comunidad”, esté año lanzaron la campaña Salud Mental Urbana 2021, que busca, entre otros objetivos, impulsar el cuidado, mutuo y colectivo. Se puede ver en su canal de Youtube o en su Instagram.
Asociación por los Derechos en Salud Mental (Adesam)
Salud Mental Responde CABA: Es un dispositivo que brinda orientación telefónica de forma confidencial para residentes de la ciudad de Buenos Aires. Tels: 4863-8888/48615586/4123-3120, lunes a viernes de 8 a 20. 4123-3100 int. 3484/3485 feriados, fin de semana y noche, de 20 a 8.
Algunos hospitales públicos especializados en salud mental o generales con estos servicios, son:
Ofrecen atención para niñas, niños y adolescentes:
Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez
Hospital de Clínicas (también ofrece para adultos)
Para adultos: