Recuperaron la libertad, estudiaron y abrieron un centro de estética en Palermo Hollywood
Con el apoyo de la organización Yo no fui, cuatro mujeres que estuvieron privadas de la libertad armaron Bell, un local de cuidados personales; ofrecen masajes, esculpido de uñas, perfilado de cejas y belleza de pies; “cometimos errores, pero mejoramos y queremos una oportunidad”, dicen
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Una entrada de adoquines rodeada de un cerco verde lleva hasta la puerta de Bell, el centro de estética que, como dicen las chicas que lo manejan, fue puesto con mucho amor y todo a pulmón. Este espacio, ubicado en el Mercado Solidario de Bonpland al 1660, en pleno Palermo Hollywood, es un proyecto que nació de la iniciativa de mujeres que forman parte de Yo no fui, un colectivo que entre otros objetivos busca ofrecer oportunidades de empleo a mujeres que estuvieron presas y que ya en libertad encuentran muchos obstáculos para su inclusión laboral.
Yo no fui fue fundado por María Medrano y busca dar apoyo y contención a personas que recuperan su libertad. Entre varias iniciativas, tiene una serie de talleres de oficios dentro y fuera de las unidades penales. De allí surgió una cooperativa de trabajo con distintas unidades productivas y una de ellas es Bell, con el slogan “Toda belleza es política”. Es un espacio que ofrece servicios de cuidados corporales.
Florencia Rodríguez (31), Johana Leguizamón (32), Carolina Luna (40) y Jimena Delgado están al frente del proyecto. “Yo no fui nos abrió las puertas para subsistir y valernos por nosotros mismas”, dice Johanna. Mientras que Florencia cuenta que luego de ir a los cursos de manicuría, pedicuría, reflexología, pestañas y maquillaje que brindaba la agrupación surgió la idea de abrir un centro de estética para que las chicas que les gustaban esos oficios pudiesen trabajar.
“Gané confianza y autoestima”
“Buscamos generar confianza en la gente que viene para que se sientan cómodos. Y nosotras también queremos sentirnos cómodas en nuestro espacio de trabajo. Todas sabemos un poco de todo, pero cada una es fuerte en algo. Una en reflexología, la otra en masajes, otra en uñas esculpidas”, dice Florencia y cuenta que tiene dos hijos, de dos y de cuatro años, está en pareja y reconoce que cuando surgió esta posibilidad de trabajo en Bell le pareció una buena idea porque podía manejar sus tiempos para trabajar y encargarse de sus hijos. “Por eso nos manejamos con turnos, únicamente, no tenemos un horario fijo”, explica.
Por su parte, Johana vive con su pareja y sus tres hijos: de 15, 9 y 7. Cuenta que Yo no fui la ayudó a empoderarse en un momento en que no estaba bien a nivel personal. “Me ayudó a ganar confianza, a aumentar mi autoestima. Venir a Bell me hace bien. Las chicas me acompañan, me siento fuerte, contenida y también vengo porque necesito trabajar, ya que la situación económica está difícil”, dice.
“Tengo cuatro hijos, dos adolescentes y dos pequeños, y llegué a Yo no fui hace cinco años con una situación personal complicada, no la venía pasando bien. Había dejado mi vida de lado, me ocupé mucho de los chicos y tuve complicaciones en la relación con el papá de mis hijos y Yo no fui me abrió las puertas, me sentí contenida. Hasta pude empezar a escribir, poner en palabras lo que tenía guardado dentro mío hace tantos años y pude salir adelante. Me motivaron para salir del vínculo y del ambiente de ama de casa”, cuenta Carolina. Y recuerda que sumarse a este proyecto le trajo alegría.
“Vengo acá y comparto con las chicas. Además la capacitación nos ayudó a encontrar otra forma de desenvolvernos en la vida, porque estábamos en un círculo del que era difícil salir”, sostiene.
Cómo las preparan para la libertad
De las 20.000 personas presas que recuperan la libertad cada año, se estima que cerca de la mitad, entre 7000 y 9000, vuelven a delinquir, a pesar de que el Estado invierte en cada una de ellas aproximadamente 10.000 dólares al año. Lo revela un informe del Centro de Estudios Latinoamericano sobre Inseguridad y Violencia de la Universidad Nacional Tres de Febrero.
Teniendo en cuenta que hay casi 100 mil personas encarceladas, la inversión total rozaría los 1.000 millones de dólares anuales. Si bien el principal esfuerzo está puesto en garantizar el encierro, hay evidencia de que con planes educativos y laborales, la reincidencia puede bajar del 41% actual a menos del 3%. Sin embargo, el informe expone que solo el 30% de quienes estuvieron presos manifestaron haber tenido acceso a servicios que los prepararan para la reinserción. Por ejemplo: apenas el 22% participó de algún programa laboral.
Sobre la falta de oportunidades, Florencia asegura: “Cuando las chicas salen de la situación carcelaria hay que tener en cuenta que nadie quiere contratar a personas con antecedentes penales. Entonces, ¿de qué puede vivir una después de estar presa? Si nadie te da laburo, ¿qué vas a hacer? Las puertas se cierran y terminás en lo mismo”.
Mientras que Carolina pone en palabras la importancia que tuvo para ellas y otras chicas el apoyo de Yo no fui: “Creo que lo más lindo es que María les abre las puertas a muchas chicas que, por ejemplo, están con arresto domiciliario y les hacen un permiso, las invita a los talleres, las forma y les hace participar de la cooperativa”, explica.
“Es difícil porque la sociedad todo el tiempo te juzga”, añade Johanna. Pero Florencia sostiene que, más allá de que el prejuicio está, no hay que quedarse en eso: “Hay que salir adelante, no importa lo que piense el otro. El error lo cometí, ahora hay que mejorar y quiero tener otra oportunidad”.
Por su parte Jimena conoció Yo no fui hace 8 años, empezó yendo a los talleres de escritura y luego se fue comprometió con las diferentes actividades de la organización y pasó a formar parte del colectivo desde un lugar más activo. Estuvo a cargo de los talleres en la enseñanza de pedicuría, manicuría y masajes para, finalmente, encarar este proyecto de estética junto a sus compañeras.
“Si al país le va bien, a nosotras también”
Si bien Bell funciona desde el año pasado, las chicas trabajan para concretarlo desde hace dos años. “Lo hacemos todo a pulmón a fuerza de lo que venimos trabajando y juntando, por eso nos cuesta. Desde poner el piso, el baño, pintar las paredes. Le venimos poniendo el pecho. Al no tener tantos recursos todo es más lento, todo lo hacemos nosotras y eso nos encanta porque nuestra fuerza está puesta acá adentro”, dice Florencia.
A pesar de haber tenido dos meses de trabajo fuerte a fines del año pasado, aseguran que la demanda de servicios decayó y desde febrero tienen pocos turnos. “Esperamos que el país mejore porque si al país le va bien, a nosotras nos va a ir bien también”, advierten. “A las clientas les decimos que las esperamos. Es un lugar para que se sientan cómodas y con confianza”, dice Carolina.
Por último, se refieren al slogan que acompaña al centro, Toda belleza es política y explican que lo eligieron para cuestionar la belleza y afirmar que esta no es algo perfecto que hay que alcanzar. “Esa idealización es errónea, nosotras creemos que cada una tiene una forma de percibir a la belleza. Este es un espacio abierto a todos, no tenemos prejuicios, todo aquel que quiera hacerse un servicio, que le guste verse bien y que quiera sentirse cómodo es bienvenido”, concluyen.
Más información
Quienes quieran conocer más sobre Bell, pueden acceder a su Instagram @bell.yonofui. Para pedir turnos, hay que llamar al 1150587772. En cuanto a Yo no fui, funciona en una casa ubicada en Gavilán 252, en el barrio de Flores, donde tienen su escuela de oficios. Sus redes sociales son @yonofuiorg, @cooperativayonofui y su web www.justiciasalternativas.com.ar. Actualmente, el colectivo trabaja en el Complejo Penitenciario N° IV de Ezeiza y en la unidad 47, de José León Suárez.