“Queremos un enano en la fiesta de egresados”: una “moda” ridiculiza a personas de talla baja y genera debate en colegios del AMBA
Hay cursos que pagan más de 40 mil pesos para que animen “previas” o el traslado al boliche; las asociaciones vinculadas a la comunidad con esta condición aseguran que es una práctica que cosifica y profundiza un estigma relacionado con la burla; varias escuelas ya promueven conversaciones para evitar este tipo de festejos
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–Averigüé y sale 70 lucas el alquiler del enano.
–Yo hasta 5 lucas pongo.
Hace dos semanas, Julieta trabajaba en su oficina cuando por la ventana se coló el diálogo que la sacó de lo que hacía. Las voces venían del patio del colegio secundario bilingüe de zona Norte del conurbano donde ella trabaja como administrativa.
Cuando terminó el recreo, Julieta (no es su nombre real) fue a la Sala de Profesores. La idea de “alquilar un enano” copaba la conversación. Ahí se enteró de que en uno de los cursos que egresa este año, los chicos planeaban contratar los servicios de una persona de talla baja para que, disfrazada, animara la fiesta en el party bus que los llevaría desde el lugar en donde harían la previa hasta el boliche porteño en el que tienen planeado celebrar el fin de curso. Por la manera en que estos chicos se referían a esta persona –cosificándola–, le pareció que debía intervenir.
“Cuando me acerqué al curso y pregunté por el tema, todos se rieron. Surgieron cosas como ‘no le vamos a hacer nada malo’ o “Aunque si estamos en pedo, qué se yo qué puede pasar’. También se justificaban con que otros colegios lo hacían, que es una práctica usual. Y argumentaban que, en definitiva, son personas que ofrecen estos servicios. Daba pena oír cómo se referían a ellas”, explica Julieta. El tono con el que habla denota sorpresa y espanto.
La contratación de personas de talla baja para hacer presencias disfrazadas de personajes o celebridades es una práctica que tiene algunos años pero que se puso realmente de moda en la pospandemia. El servicio, que formalmente consiste en animar el baile y permitir que los invitados se saquen fotos con los artistas disfrazados, es requerido en todo tipo de eventos: fiestas de egresados, UPD (último primer día), despedida de solteros, cumpleaños, casamientos y festejos de fin de año, entre otros. Las posibilidades de disfraces son variadas: desde Chucky en Halloween, de duendes durante los festejos de San Patricio o de figuras del arco político como Alberto Fernández o Mauricio Macri.
Sin embargo, en lo que algunos ven un show divertido, pensado para “pasarla bien”, otros ven una puerta que se abre para la burla y la denigración de estas personas, que suelen tener enormes dificultades para encontrar oportunidades de trabajo.
“Sobre la acondroplasia (ese es el nombre de la condición que genera talla baja) y las personas que tienen algún tipo de enanismo pesa un gran estigma social que está relacionado con la burla. Parecería que la única función social de las personas que poseen esta condición es hacer reír a los demás. Reírse y burlarse de alguien, solo por tener un cuerpo diferente, no hace más que profundizar ese estigma”, sostiene Andrea Fraschina, fundadora de Acondroplasia Argentina (Aconar), asociación civil que trabaja para informar y concientizar a la sociedad sobre este tema y que está formada por decenas de familias.
Fraschina es mamá de un niño con acondroplasia y aclara enseguida que sus dichos no pretenden significar que las personas de talla baja no puedan dedicarse al mundo del espectáculo o hacer humor. “Pero una cosa es hacer humor y hasta reírse de uno mismo y otra cosa es que el humor provenga solo del hecho de tener enanismo. Tener enanismo no es una profesión, es una condición de salud discapacitante. Que yo tenga enanismo no quiere decir que tenga que trabajar en un circo o de duende de alguna película de fantasía”, agrega.
Hernán Cuevas se dedica al mundo del espectáculo. Es actor, dramaturgo y forma parte de Babel Cocina, una obra dirigida por Rita Terranova que estuvo nominada a dos premios ACE. Este año filmó División Palermo, una serie que Netflix estrenará el año próximo. Cuenta que desde que inició su carrera, trabajó mucho para que el hecho de no tener una estatura promedio no le jugara en contra. “Pero es inevitable que el medio y a veces la sociedad busquen encasillarte”, reconoce.
Entonces enumera anécdotas que desmoralizan. Como la vez en que lo contrataron para que animara un show y, a último momento, le preguntaron si no podía disfrazarse de duende. O la ocasión en la que estaba haciendo un show de humor con chistes y animación en un bar y, al finalizar, se le acercó un hombre con una propuesta denigrante.
–¿Me puedo sacar una foto con vos?
–Sí, claro.
–¿Pero te puedo hacer upa para la foto?
“Hace no mucho me llamaron de un canal de aire para proponerme si quería disfrazarme de bebé para burlarme de Mirko, el hijo de Marley. Me proponen pagarme para hacer un espectáculo humillante con el que buscaban burlarse de una criatura”, se lamenta.
“Yo no voy a juzgar a quien se preste para este tipo de trabajos, quizás para sobrevivir, porque lamentablemente vivimos en un mundo en el que a las personas de baja talla no le da la espalda, sino que las mira a la cara y se ríe de ellas. Lo que habría que preguntarse es qué generamos en el inconsciente colectivo. Nos suponemos muy avanzados en muchas cosas y sin embargo, viene un influencer extranjero de talla baja (en referencia al joven ruso Hasbulla Magomédov) y prácticamente llena el Teatro Gran Rex. Entre eso y los circos de la antigüedad, no veo gran diferencia”, expresa Cuevas.
Ana Quiroga terminó el secundario en 2019. Iba a un colegio privado en Balvanera. “Cuando nos pusimos a organizar la fiesta de egresados, un grupo de varones propuso contratar a una persona con enanismo. Las chicas nos opusimos. No lo encontrábamos gracioso. Había algo de reducir las capacidades de una persona que no nos cerraba y que con una persona de talla promedio uno ni se plantea hacer”, recuerda.
Finalmente, y gracias a la intervención del tutor del curso, el grupo desistió. “Sin embargo, a partir de ese momento, empecé a enterarme de otros grupos, en otros colegios, en los que se contrataba personas con enanismo a modo de diversión. Incluso me contaron de la iniciativa de una empresa de viajes de egresados que ofrecía una fiesta en la que el plato fuerte era un grupo de personas de talla baja en patines”, agrega Quiroga.
Basta googlear por este tipo de servicios para que, rápidamente, uno se encuentre con una agencia que se dedica a este tipo de contrataciones. Se llama Enanos Buenos Aires. Damián es su dueño y accede a conversar con LA NACION. “Yo sé que el sentido común indica que esta clase de servicios implican la degradación de nuestros artistas. Pero nada que ver. La gente es muy respetuosa y entiende que estamos trabajando”, explica el hombre, con más de 15 años en el mundo del entretenimiento.
El hombre reconoce que en donde más se topa con las burlas fáciles es en las redes sociales. “Tengo a un montón de personas bloqueadas porque tiran el chiste fácil: ‘¿Se compran por kilo?’, ‘¿Me mandás uno por encomienda?’. Pero en el mundo real es distinto. Creo que la gente avanzó mucho en ese sentido”, sostiene el representante, quien considera esta actividad como una fuente de trabajo digna.
Acto seguido cuenta, sin embargo, que cuando se trata de fiestas con adolescentes, como las fiestas de egresados, es frecuente que los chicos pregunten qué pueden hacer y qué no. “Tengo que aclararles que nada de violencia, nada de maltrato y solo si la persona lo permite se la puede alzar. Pero yo creo que tiene que ver con que son chicos. A los adultos ni se lo tengo que aclarar”, agrega Damián, quien cuenta que esta es una época de alta demanda, en donde pueden hacer tres o cuatro shows por noche. Cada show cuesta menos de 40 mil pesos y suele durar alrededor de dos horas.
Para el psicólogo Miguel Espeche, si la diversión de un grupo consiste en la burla de otro, hay que preguntarse qué ocurre con ciertas dinámicas internas. “Los grupos que son muy competitivos, en donde hay ganadores y perdedores, pero que el perdedor no es que simplemente pierde sino que ocupa un lugar casi infernal, genera en los miembros del grupo una gran angustia. Entonces, como formas de pseudodescarga, surgen estas maneras de diversión: considerar a determinados grupos como objetos sobre los cuales descargar un montón de cosas que tienen que ver con hacerle al otro lo que tengo miedo que me hagan a mí”, explica Espeche, que especialista en vínculos.
Todos los especialistas consultados sostienen que, ante la evidencia de que un grupo de adolescente planea este tipo de prácticas buscando la burla como forma de diversión, es mucho lo que las instituciones educativas pueden hacer para prevenir.
- Conversar con el grupo acerca de que un cuerpo diferente no puede ser motivo de burla.
- Generar instancias de aprendizaje en las que, por ejemplo, integrantes de colectivos discriminados vengan a contar en primera persona sobre sus desafíos a diario.
- Promover el involucramiento familiar para que las familias tomen conocimiento puedan hablar con sus hijos.
- Guiar a los adolescentes en ejercicios introspectivos para que logren empatizar con el sufrimiento de los demás.
La acondroplasia es un tipo de displasia esquelética que causa enanismo o talla baja. A nivel mundial, existen numerosas organizaciones que buscan generar conciencia en la sociedad sobre las diferentes barreras que padecen quienes poseen esta condición. Todas ellas rechazan el uso de la palabra “enano” para referirse a estas personas, por considerarla estigmatizante y discriminatoria. Los términos correctos son “persona con enanismo” o “persona de talla baja”.
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