Pueblos originarios: tabletas, un arma contra el alto desempleo
Un plan tecnológico facilita la comercialización de sus artesanías
FORMOSA.- Desde siempre, las artesanías son una actividad esencial en el desarrollo económico de los pueblos originarios. Hoy, gracias a la tecnología, las creaciones de los habitantes del Lote 8, en esta provincia, logran una mejor calidad, una producción más eficiente y, sobre todo, nuevos canales de comercialización. El centro de tejedoras Hinaj se convirtió en un proyecto de innovación: una empresa líder donó tabletas, computadoras, celulares y una antena satelital de Internet. Allí, 2000 mujeres aprenden a hacer planillas de compraventa en Excel y a usar las redes como herramienta de comunicación.
"Nosotras teníamos la cultura guardada como un tesoro escondido y no nos animábamos a divulgarla. Nunca habíamos tocado una computadora. Ahora esto potencia mucho nuestro trabajo", dice Amancia Silvestre.
Las tasas de desocupación entre los pueblos originarios son altísimas y rondan el 25%; el empleo en negro llega en algunas comunidades al 65%, según el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas.
Un día Norma Rodríguez salió de su casa de Lote 8, Formosa, para juntarse a tejer con otras mujeres. No era normal en la comunidad wichi que una mujer pasara tiempo fuera de su casa y mucho menos que se dedicara a una actividad económica. Los encuentros entre mujeres sucedían debajo de un árbol: primero eran 10, después 30 y después 250, que conformaron el grupo Hinaj, palabra que en wichi significa "mujeres tejedoras".
En 2000, la Fundación Gran Chaco comenzó un proceso de organización que llevó a formar en 2009 la Cooperativa de Mujeres Artesanas del Gran Chaco (Comar). Aquel árbol donde las mujeres se reunían desde hace más de 15 años hoy sigue en pie, pero sólo para dar sombra. Porque el Samsung Nanum Village se transformó es un lugar donde la tecnología es una aliada para producir mejor y aprender.
La innovación también dice presente en el proceso de desfibrado y teñido del chaguar a través de máquinas creadas por el INTI, ubicadas a pocos metros del centro de tejido. Sin esas herramientas, la cadena productiva se atrasaría haciendo que los precios de los productos sean significativamente más elevados.
"Siempre tejimos el chaguar, pero nunca tuvimos organización porque las cosas eran muy difíciles para las mujeres wichis. En donde vivimos no hay señal de teléfono, así que Internet es muy importante para nosotras. Nunca habíamos agarrado ni un centímetro y hoy hasta usamos las computadoras", dice Norma Rodríguez mientras camina por la plantación de chaguar y decide qué planta va a desprender, en un ritual que combina respeto y paciencia.
Hoy la cooperativa Comar comercializa los productos del grupo Hinaj y de otras asociaciones qoms y pilagás. Detrás de cada creación artesanal se esconde una gran historia: la de mujeres que pusieron la tecnología al servicio de sus saberes ancestrales para compartirlos a través de productos colmados de identidad.
"Las herramientas tecnológicas no sólo rompieron con los altos costos de tener reuniones presenciales, sino que también abrieron una ventana al mundo a la hora de averiguar precios de insumos o de pensar nuevas ideas", explica Fabiana Menna, presidenta de la Fundación Gran Chaco.
Mujeres que transforman
- Eusebia Lorenzo
Miembro de las madres tejedoras de pampa del indio
"Mi abuela y mi hermana me enseñaron a tejer con hoja de palma. Cuando tejemos sentimos fuerza"
- Yanina Brown
Tutora de alfabetización digital de fortín Lavalle
"Es el único lugar público en el pueblo con Internet para toda la comunidad y eso los cambió por completo"
- Aureliana González
Miembro de las madres tejedoras de pampa del indio
"Para nosotras es algo nuevo salir de la casa y juntarnos con otras mujeres"