Por qué las personas en situación de calle pasaron a ser la segunda “gran” preocupación de los porteños
En el ranking de los temas que más inquietan a los habitantes de ciudad de Buenos Aires, solo la inseguridad supera al problema de las personas que duermen a la intemperie; miedo, rechazo y ganas de ayudar son las emociones que más despiertan, el datos fue revelado por un estudio de la consultora Voices!
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Después de la inseguridad, las personas en situación de calle son el problema que más preocupación genera entre los habitantes de la ciudad de Buenos Aires. Esa es una de las conclusiones que se desprende de una encuesta reciente, realizada por la consultora Voices! para la Fundación Ciudad.
Así, mientras la inseguridad fue señalada como una de sus tres preocupaciones por el 44% de los porteños, el problema de las personas que viven a la intemperie fue mencionada por el 36% de los consultados. De acuerdo con este relevamiento, esta percepción atraviesa a todas las clases sociales por igual, aunque no así a todas las edades: entre los porteños de entre 16 y 24 años es el tema que más preocupa (51%).
“En el imaginario de los argentinos, durante mucho tiempo, la pobreza estaba en otro lado, en algún lugar recóndito. El crecimiento del número de personas en situación de calle desploma todas estas creencias y nos enfrenta con la realidad, porque es la manifestación patente de la pobreza en el barrio”, analiza Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices!
El mencionado reporte –un estudio de opinión pública sobre la percepción del ruido en la Ciudad de Buenos Aires, realizado en abril de este año y presentado dos meses después– brinda un diagnóstico acerca de los principales temas que preocupan a los porteños en función del barrio en el que viven. De entre más de una decena de opciones, los cinco temas más mencionados fueron: inseguridad (44%), personas en situación de calle (36%), mantenimiento de las calles y avenidas (25%), congestión vehicular (24%) y contaminación sonora (24%).
Pero, ¿qué condimentos de la actualidad pueden estar contribuyendo para que la problemática de las personas en situación de calle sea, de entre todas, la segunda más mencionada? Cilley considera que la cercanía de la realidad que viven las personas en situación de calle la vuelve cotidiana. “Cuando entramos al supermercado hay gente que pide que se le compre algo, cuando entramos a un cajero vemos que durmió alguien allí, árboles con grandes raíces se convierten en refugios, etcétera. Es una pobreza con la que hay que interactuar”, grafica.
Pero esa interacción, claro está, despierta todo tipo de emociones. Según las fuentes consultadas, quienes viven en la calle generan todo tipo de sentimientos -menos indiferencia- en el resto de la sociedad: desde miedo, pasando por el rechazo, hasta ganas de ayudar.
Según cifras del Gobierno de la Ciudad, mientras que en 2019 había 1734 personas en situación de calle, el censo de este año contabiliza casi mil personas más: 2611. El aumento es elocuente, más del 50%, más allá de que la cifra de hace tres años fue muy cuestionada por organizaciones sociales que trabajan el tema y que para ese mismo año contabilizaban más de 7200 personas en situación de calle.
“La gente pasaba y nos daba plata. Desde un restaurant nos dieron asado. No podía creer lo que nos estaba pasando. Estaba desconsolada. Nunca me hubiera imaginado terminar así”, recordaba, hace unas semanas, Eugenia Landriel, una mujer que quedó en la calle junto a sus hijos, tras dejar la casa familiar en la que era víctima de violencia de género.
La experiencia de vivir en la calle fue diferente para María Arriola, quien asegura, enfática, que “lo que más duele es la mirada de la gente”.
En su caso, mientras buscaba trabajo, el hambre la obligó un día a entrar a una panadería y pedir algo para comer. “La panadera me miró y me preguntó por qué no iba a trabajar. Yo no paraba de buscar trabajo, como ahora. Me sentí tan pero tan mal, que nunca más lo hice”, recuerda la mujer.
Prejuicios que dejan marca
El de la vagancia es uno de los tantos estereotipos vigentes en torno de las personas en situación de calle, según afirma Santiago Bachiller, antropólogo e investigador del Conicet. Para el especialista, muchos de ellos trascienden las fronteras y pueden encontrarse en países como España, Inglaterra o los Estados Unidos. Acto seguido, enumera otros y los desmonta.
“Se dice que son personas nómades cuando, en realidad, si se desplazan es por cuestiones de trabajo, ya que la mayoría se mantiene mediante sus propios esfuerzos. A veces se dan movilidades forzadas, cuando les limpian a la fuerza el lugar en el que están y les mojan las cosas”, asegura Bachiller, con años de trabajo de campo en el tema.
“Por lo general, las personas tienden a sostener un lugar y a generar lazos con el barrio. Aunque esos lazos suelen ser asimétricos. El sistema les enseña que, para ser receptores de un plato de sopa u otro tipo de ayuda, tienen que posicionarse como víctimas, implorar lástima. Ese estereotipo, con el tiempo, se va introyectando y eso no es bueno”, agrega el especialista.
Un informe de la UBA y el Conicet agrega información sobre quiénes son las personas que viven en situación de calle en la Ciudad: el 80% está en edad activa en términos productivos (tiene entre 18 y 55 años), el 75% son varones, el 80% no terminó el secundario, el 61% manifiesta síntomas vinculados con la depresión, y el 83% no quiere usar los espacios para dormir y bañarse que ofrece el Gobierno porteño.
El trabajo de Voices! señala que las personas en situación de calle son la principal preocupación entre los vecinos de Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución, Recoleta, Balvanera, San Cristóbal, Almagro, Boedo, Coghlan, Saavedra, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón, Belgrano, Nuñez, Colegiales y Palermo.
“Siempre hacemos hincapié en la importancia de comunicarse inmediatamente a la línea 108 cuando los vecinos vean a una persona en situación de calle para que un equipo de profesionales pueda ir en su ayuda. Nuestro modo de abordar la política social y desarrollo es siempre a partir de la presencia en el territorio y junto a la comunidad involucrada”, explica María Migliore, consultada por LA NACION.
De acuerdo con la funcionaria, son varios los prejuicios que operan a la hora de abordar esta temática. “Muchas veces se cree que la problemática de las personas en situación de calle es por un problema económico. Es un factor desencadenante pero no el único. No alcanza con un lugar para dormir y comer. Otro tiene que ver con la condición de los ‘paradores’, que son, en realidad, mucho más que eso, son Centros de Inclusión. Si bien es cierto que hay reglas de convivencia, no es cierto ni que haya que ir sin las pertenencias personales, ni que sean lugares donde existan hurtos, o que te separan de la familia”, expresa.
“La preocupación que generan puede entenderse, muchas veces, como miedo. No es solo miedo a que te hagan algo, sino también a caer en esa misma situación”, expresa Cilley y sigue: “Este temor no está presente en los niveles socioeconómicos altos, pero sí en los medios y bajos. No hay que olvidar que, según otro estudio reciente, el 66% de los argentinos cree que en los próximo años vamos a estar peor o mucho peor. Ahí es donde surge la pregunta: ‘Si me quedo sin trabajo, ¿cómo sigo?’”.
Ante este panorama, las personas en situación de calle se vuelven, muchas veces, un espejo en el que nadie quiere mirarse, un fantasma que todos quieren lejos: el del desamparo absoluto.
“Las personas en situación de calle sienten que la sociedad se olvidó de ellas. Lo que la sociedad les devuelve es rechazo, en su gran mayoría se los ignora. Si te ignoran, no existís y, a la larga, tampoco querés existir, perdés la esperanza”, se lamenta Jorge Vega, fundador de la Fundación Lumen Cor.
A Vega, que lleva años trabajando en la contención de estas poblaciones, le parecen muy ilustrativas las palabras que hace un tiempo le dijo Oscar, una persona que logró dejar la calle y retomar sus estudios gracias al acompañamiento que recibió en la fundación. “Oscar me dijo: ‘Estoy recuperando mi identidad’. Y eso es lo que pasa. Cuando la sociedad de la que tendrías que ser parte te deja afuera y no te mira, te vas deshumanizando, ya no sabés quién sos. Si queremos ser parte de la solución, mirarlos es un gran primer paso”, concluye.