Ponerse en el lugar del otro
Como acción de concientización, varias organizaciones invitan a lidiar por un momento con las dificultades con las que conviven las personas con discapacidad
En la Argentina hay más de dos millones de personas con alguna discapacidad que todos los días atraviesan las más variadas dificultades en su vida cotidiana, aunque pocos lo noten porque sólo representan el 7% de la población. Por eso, un grupo de organizaciones sociales y culturales trabaja para hacerlos visibles con una metodología novedosa: la empatía, es decir tratar de ponerse en el lugar del otro.
Los problemas de movilidad son los que afectan a la mayor cantidad de personas porque no sólo los padecen quienes sufren alguna discapacidad motriz, sino que también incluyen a personas con movilidad reducida, como niños o ancianos, que según la Organización Mundial de la Salud se encuentran en una etapa discapacitante que comprende a casi el 40% de la población.
Acceso Ya es una organización que trabaja por el derecho a la accesibilidad de las personas con movilidad reducida y dentro de sus actividades, cada marzo realiza un rally en silla de ruedas por distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires para conmemorar la promulgación de ley nacional 24314 que reconoce el derecho de todos a un entorno inclusivo.
"Es una carrera de obstáculos que se presentan a diario en la vía pública, no sólo a quienes circulan en silla de ruedas, sino también a quienes ven reducida su movilidad temporariamente como accidentados en rehabilitación o madres con sus cochecitos", explican desde la asociación.
De este rally atípico participan personas con y sin discapacidad que, a través de la experiencia vivencial, pueden experimentar en carne propia el devenir de las personas con discapacidad y reflexionar sobre cómo el entorno físico afecta su vida cotidiana.
"Yo no sabía lo que era sentarse en una silla de ruedas y me di cuenta de lo complejo que es andar así por la ciudad -relata Marcelo Di Santo, que aunque camina normalmente decidió participar de uno de los rallys por Puerto Madero-. No es fácil dejarse ayudar por otro, pero realmente fue un shock ver cómo cruzar una calle es una tarea prácticamente imposible sin ayuda."
El rally se realiza en grupos que van acompañados por un cartógrafo -que toma notas del trayecto-, un fotógrafo y un camarógrafo -que registran el recorrido-, y un decorador urbano, que marca con una señal gráfica las barreras urbanas y arquitectónicas que sortean en el camino: esquinas sin rampas y veredas angostas o rotas, entre otras.
Una vez finalizado el trayecto diseñan un mapa del recorrido que, junto a un informe detallado con los niveles de accesibilidad de la zona y el listado de firmas recolectadas, entregan a las instituciones responsables de hacer de la vía pública un lugar de libre tránsito para todos.
Cilsa es una de las organizaciones con más trayectoria en trabajar para concientizar las dificultades de las personas en silla de ruedas o que se movilizan con un bastón blanco porque no ven. Su Programa Nacional de Concientización apunta a la inclusión poniéndose en el lugar del otro, por medio de encuentros que realizan en escuelas, universidades y empresas.
Luego de una charla invitan a los participantes a hacer una prueba por ellos mismos. "La idea es que puedan darse cuenta de cómo vive una persona que usa todos los días una silla de ruedas o un bastón. Se trata de poner el cuerpo, de sacarse el miedo a ayudar al otro y de hacerlo de la mejor manera posible", explica Noelia Seguí, una de las coordinadoras del programa.
En ese sentido, en las charlas enseñan cómo ayudar a cruzar la calle a una persona ciega (preguntar si necesita ayuda, dejar que lleve su mano al hombro del acompañante y no agarrarlo de la mano del bastón), y a alguien en silla de ruedas (cómo agarrar la silla para subir un escalón, bajar una escalera o subir al colectivo, cómo abrirla y cerrarla sin que se rompa).
Así, los participantes pueden vivenciar y relevar los principales obstáculos con los cuales debe lidiar una persona con discapacidad. "La gente comprende que todos pueden salir, moverse, hacer deporte, pero de esta manera empiezan a tomar conciencia que las mayores limitaciones dependen del contexto más que de la discapacidad en sí", agrega.
Desde la oscuridad
Desde hace varios años Audela trabaja para "concientizar y educar a la sociedad acerca de las habilidades que pueden desarrollar las personas con discapacidad". Con esa premisa hace unos años crearon El Gallito Ciego, un salón comedor a oscuras adaptado para vivir la experiencia de comer como lo hacen las personas ciegas.
La idea fue tomada y recreada del restaurante suizo Blinde Kuh (Vaca Ciega) y fue implementada en el instituto de rehabilitación para personas ciegas Román Rosell de San Isidro, provincia de Buenos Aires. Allí, Audela realizó la adaptación del salón y llevó a los comensales, la mayoría provenientes de colegios cercanos, para sensibilizar y concientizar a los jóvenes acerca de las habilidades que pueden desarrollar las personas ciegas.
El proyecto también implicó una fuente de ingreso económico para los integrantes del taller de cocina del Román Rosell, porque en dos años recibieron a más de cuatro mil jóvenes de colegios de la ciudad de Buenos Aires y de los partidos de San Isidro y Pilar.
Si bien esta actividad concluyó por razones internas del instituto, desde Audela crearon un proyecto superador: El Gallito Ciego Móvil (GCM), un restaurante a domicilio.
Así, en mayo de 2009 compraron un micro para acondicionarlo y adaptarlo como salón comedor móvil para poder trasladarse hasta la puerta de cada institución o empresa que lo solicite. El móvil está casi terminado y este año comenzará a funcionar.
Mientras tanto, ofrecen desayunos a oscuras para empresas, donde los participantes viven la experiencia de desayunar con los ojos vendados y por un momento pueden ponerse en el lugar de las personas ciegas.
El teatro también puede ser un buen lugar para practicar la empatía y El Centro Argentino de Teatro Ciego, en el barrio porteño del Abasto, también ofrece la posibilidad de vivir la experiencia de la ceguera. Allí ofrecen varios espectáculos con la técnica del teatro ciego, que nació en 1991 en Córdoba, cuando Ricardo Sued, inspirado en las técnicas de meditación en la oscuridad practicadas en los templos zen tibetanos, decidió realizar una obra de teatro en total oscuridad.
Luego, en 2001, Gerardo Bentatti fundó el grupo Ojcuro conformado en su mayoría por actores no videntes con quienes estrenó La isla desierta, de Roberto Arlt, obra con la que realizaron más de mil funciones durante siete años y fue la inspiradora de este centro, donde actores videntes y ciegos trabajan en cooperativa.
Al llegar, los espectadores entran en grupos de cuatro personas al recinto que está totalmente a oscuras. "Los primeros minutos son los más complicados, porque uno instintivamente sigue intentado ver, aunque esté todo a oscuras. Después te vas acostumbrando y te vas dejando llevar por el resto de tus sentidos", explica Carolina Fernández, al terminar de presenciar la obra Luces de libertad .
Este espectáculo, como el resto de los que se presentan allí, es fuertemente sensorial. No hay un escenario adonde dirigir la mirada, sino que el público es testigo de lo que sucede en el medio de la escena con sus oídos, su olfato y el tacto.
"Es una experiencia distinta, pero muy interesante, y que cumple con uno de los fines del teatro: te transporta a otro mundo. Nadie debería perderse una oportunidad como ésta", concluye con entusiasmo Fernández.
Jugar juntos
"Todos los chicos tienen las mismas capacidades, lo que cambia son las dificultades que atraviesan", explica Alejandra Gil, coordinadora general terapéutica de Aedin, la asociación que trabaja con chicos que sufren parálisis cerebral.
Por eso, desde hace tres años pusieron en marcha un programa para que sus pacientes interactúen con chicos de su misma edad que no padecen esos problemas.
Cada quince días la sala de 4 años recibe la visita de los chicos del jardín de infantes Mundo del Sol, vecino a la asociación, para que los chicos puedan jugar juntos. En esos encuentros, que duran una hora, aproximadamente, todos juntos pintan, cantan, les leen cuentos y hasta arman torres con bloques.
"Es muy emocionante ver cómo interactúan, pero sobre todo cómo juegan, se ayudan y ríen juntos", apunta Gil, que destaca cómo los chicos de la asociación esperan ansiosos la visita de los otros niños.
Es que en este caso, como en casi todos, más allá del problema que cada uno atraviese, lo cierto es que las mayores dificultades son las que se presentan en el entorno y no tanto en la discapacidad que cada uno pueda sufrir. La clave está en reconocerlas y ayudar a armar un entorno amigable que incluya a todos.
1000
Funciones de la obra La isla desierta son las que brindó el grupo Ojcuro conformado en su mayoría por no videntes
4000
Jóvenes son los que participaron de la iniciativa El Gallito Ciego, de Audela
COMO COLABORAR
Acceso Ya:
Cilsa:
Audela:
www.audela.org.ar y www.gallitociegomovil.blogspot.com
Centro Argentino de Teatro Ciego:
Aedin: