Pobreza: cómo se aplican las propuestas de los Nobel de Economía en el país
Por primera vez en la historia, el Premio Nobel de Economía se entregó a tres investigadores que instauraron una metodología aplicada y no teórica. Evaluar y diseñar mejores políticas públicas, realizar intervenciones en materia de desarrollo social, sanidad o en educación son algunas de las acciones que se pueden implementar a partir de este novedoso enfoque experimental en las ciencias sociales. Los trabajos del indio Abhijit Banerjee, la francesa Esther Duflo y el estadounidense Michael Kremer permitieron reconocer las causas, consecuencias y posibles soluciones para combatir la pobreza estructural en el mundo.
"La gran contribución de estos economistas, que lideran una red académica replicada en 180 países, entre ellos la Argentina, llamada Poverty Action Lab (J- PAL), es utilizar en ciencias sociales una metodología que existía en otras disciplinas, como en la Medicina. Ellos lo han probado personalmente en África y en India", explica Ernesto Schargrodsky, exrector de la Universidad Torcuato Di Tella e investigador local de esta red.
A través de una prueba controlada aleatorizada (RCT, por sus siglas en inglés), "se toma una población relativamente uniforme y por razones azarosas, algunos individuos reciben cierto tratamiento que otros no obtienen". Luego de un seguimiento a ambos grupos comparables, "se puede ver el impacto del incentivo y establecer relaciones de causalidad", revela Schargrodsky.
Casos de estudio en Argentina
La primera investigación de Schargrodsky comenzó en el barrio bonaerense de San Francisco Solano, en 2004. "Allí, 1800 familias habían ocupado tierras baldías y tras la ley de expropiación, la mitad de ellos recibieron el título de propiedad y la otra mitad no", destaca Schargrodsky. Tras años de estudio, comprobaron que el grupo que recibió los títulos "cuidaba mejor las viviendas, tenían mejores condiciones de salud, menos embarazos adolescentes y mejores resultados educativos".
Según Schargrodsky, el experimento contribuyó en una serie de "intervenciones para avanzar con programas de urbanización y titulación en la villa 31".
Por otro lado, en 2011, el economista utilizó esta técnica para investigar si el Servicio Militar Obligatorio aumentaba o disminuía la propensión a delinquir. Como conclusión, y contrariamente a lo esperado, "quienes fueron al servicio sufrieron una interrupción en sus estudios, su inserción laboral y mostraron una mayor tendencia a haber cometido delitos".
También en el año 2012, junto al economista Rafael Di Tella, probaron el uso de pulseras de monitoreo electrónico como alternativa al encarcelamiento y encontraron que ésta opción reduce la reincidencia de los delincuentes. "Cuando es su primera experiencia carcelaria hay menos propensión a delinquir. Las cárceles son criminológicas", asegura Schargrodsky.
Actualmente, en la misma línea metodológica y en colaboración con el Patronato de Liberados Bonaerense, el investigador está trabajando con un grupo de ex detenidos para determinar si el otorgamiento de planes sociales podría reducir la posibilidad de recaer en el delito.
Espero que gracias al reconocimiento internacional de Banerjee, Duflo y Kremer estos experimentos se vuelvan más factibles
Mejorar políticas públicas
Natalia Aquilino, directora de Monitoreo y Evaluación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), otra de las organizaciones que utiliza el aporte de los galardonados en ámbitos muy variados.
Desde la ONG, que ofrece recomendaciones para construir mejores políticas públicas, establecen en primer lugar una línea de base y tras un período de evaluación exhaustivo, llevan a cabo un programa en acompañamiento de algún gobierno provincial o municipio.
Una de las "mejores experiencias" que recuerda Aquilino, fue la realizada entre 2017 y 2018 en los Centros de Actividades Juveniles (CAJ) junto al Ministerio de Educación y Deportes de la Nación. En las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Misiones y Tucumán se comparó a dos grupos de jóvenes que asistían a la escuela con características similares. Mientras unos practicaban talleres extracurriculares en espacios institucionales de manera voluntaria, otros no.
El principal descubrimiento de este experimento fue que, entre los estudiantes que estaban adheridos a los programas, "el ausentismo se redujo, se encontraban más satisfechos con la escuela, aumentaron la probabilidad de tener satisfacción en su vida y presentaron una leve mejora en la probabilidad de seguir estudiando en el futuro", detalla Aquilino.
Otro proyecto que ayudó a mejorar la calidad de vida de niños y madres del partido de San Miguel, en Buenos Aires, ha sido el Programa de los 1000 días, implementado en 2017. Se trató de una evaluación integral, desde dónde el Municipio brindaba una atención conjunta a familias en base a sus necesidades de salud, vivienda, nutrición y cuidado.
Entre los resultados, obtuvieron dos no esperados: en primer lugar, el valor que los beneficiarios le daban a la figura del acompañante que ayudaba a resolver conflictos familiares, y en segundo lugar, la proyección personal de las mujeres participantes en el estudio. "Las madres decían que tenían un proyecto de vida gracias a esta intervención", amplía Aquilino.
Si bien entiende que estos proyectos implican "una gran inversión económica", considera que son fundamentales para evaluar la efectividad de las políticas gubernamentales.
Para la especialista de CIPPEC, "esta metodología es muy útil porque te ayuda a responder preguntas de la gestión pública. Nosotros queremos mejorar el diseño de un programa o informar nuevos, para que el Estado tenga la capacidad de entender y proveer el beneficio de estas experiencias".