“Piden limosna”: por qué hay tantos niños, niñas y adolescentes de comunidades indígenas deambulando por las calles de Posadas
Suelen llegar desde sus pueblos, a más de 100 kilómetros de la ciudad capital; un cacique provincial explica que en sus aldeas crecen las “necesidades” y faltan oportunidades; el gobierno local asegura que trabaja para que en las aldeas pueda prosperar el turismo comunitario y el comercio de artesanía
- 9 minutos de lectura'
Hace 60 años la situación era diferente, reconoce Alejandro Benítez, el cacique de la comunidad aborigen misionera Pindo Poty, de El Soberbio, y hace referencia a que sus abuelos y toda la aldea cazaban, pescaban y podían vivir de los recursos naturales que ofrecía el monte.
Pero hoy el contexto es otro: creció el desmonte y desaparecieron muchas especies animales. Por eso, dice, en sus territorios hay muchas necesidades, sobre todo para los jóvenes, que se van de sus aldeas por la falta de recursos y oportunidades.
Ese panorama quedó expuesto en los últimos días, cuando el gobierno de Posadas tuvo que actuar de urgencia, y ante el frío extremo, para asistir a 20 personas de una comunidad guaraní, entre madres, bebés de pocos meses y niños y adolescentes de hasta 15 años, que estaban en situación de calle en la capital misionera, a más de 100 kilómetros de sus casas.
Esa no fue la primera vez que pasó y tampoco se espera que sea la última, ya que desde hace varios años que es recurrente ver a familias indígenas, principalmente a niños y niñas, deambular por la ciudad. Piden ayuda o limpian vidrios de autos a cambio de algo de dinero.
En una charla a distancia con LA NACION, vía audios de WhatsApp porque la comunicación telefónica es más difícil, Benítez admite que está al tanto de lo que pasa en Posadas, en especial con chicos de la comunidad Mbya que piden limosna en la calle.
A esos niños a veces se los ve solos o con sus familias. Cuenta el cacique que “la mamá y el papá suelen llevar artesanías para vender” o limones que ofrecen a los turistas. Pero no llegan a volver en el día o no tienen dinero para hacerlo. Por eso, asegura, hay familias o pequeños grupos de chicos que terminan durmiendo en la calle o en la terminal de colectivos, como sucedió el mes pasado con dos niños que fueron rescatados por la patrulla urbana local. “Posadas no tiene un lugar donde quedarse”, señala Benítez.
Fue el Hogar de Día de Posadas, que funciona bajo la jurisdicción del Ministerio de Prevención de Adicciones y Control de Drogas provincial, el que hace dos semanas tuvo que abrir el refugio durante la noche y ante la necesidad de dar reparo por algunas horas a un grupo de chicos y madres de la comunidad Mbya, de San Ignacio, que estaban en situación de calle.
“El nuestro no es un hogar convivencial, los chicos no se quedan a dormir, pero con la emergencia climática que vivimos estos días, donde pasamos de 3 a 30 grados de un día para el otro, fue una locura. Los niños no pueden estar expuestos al frío en la calle”, asegura Gabriel Prestes, director del hogar.
Prestes reconoce que la situación es recurrente y explica que en coordinación con el Ministerio de Derechos Humanos y la Dirección General de Asuntos Guaraníes, el Hogar de Día va a adecuar sus instalaciones para poder dar refugio a los niños de la comunidad Mbya guaraní que estén en situación de calle.
Según Prestes, fue la ministra de Derechos Humanos, Karina Aguirre, la que alertó sobre la situación de algunos chicos de la comunidad que estaban en el centro de la ciudad, en la terminal y en lugares de alto tránsito, expuestos también a consumos problemáticos de drogas.
“Como el hogar es un lugar de contención, nos pidió una participación activa, y la propuesta que surgió es la de generar un espacio para que tengan un lugar calentito donde dormir y pasar la noche, sin caer en el sesgo de un hogar convivencial. Tampoco en el asistencialismo -explica Prestes-. Por eso también participa en la propuesta el equipo de Asuntos Guaraníes, porque es importante el acompañamiento de personal idóneo en los temas relacionados con la cultura, las costumbres y el lenguaje. Las familias que estuvieron aquí eran de San Ignacio, que está a 150 kilómetros aproximadamente, pero hay otros grupos de comunidades más del interior que no hablan castellano”.
Prestes, en coincidencia con el cacique Benítez, reconoce que no es una problemática reciente. “Siempre sucedió, pero quizá no estaban tan expuestos. Hay muchas dificultades, y las herramientas y las posibilidades que tenían las generaciones pasadas ya no son las mismas. Se ven empujados a venir a la ciudad. Pero hay que trabajar con los caciques de las comunidades para que las acciones que se implementen prosperen. Hay que ir paso a paso”, considera Prestes.
Entre algunos de los cambios que se consolidaron con el correr del tiempo, Benítez cuenta que la venta de artesanías y el turismo comunitario, que tiene un desarrollo muy dispar según las diferentes comunidades, se transformaron en uno de los sustentos principales para las más de 15.000 familias guaraníes que habitan la provincia. Y aunque la mayoría pudo tramitar la asignación universal por cada hijo y trabaja en cultivos propios para poder tener alimentos, en el pueblo, insiste el cacique, hay muchas necesidades.
De acuerdo con los datos suministrados por el Hogar de Día, son un promedio de 20 personas actualmente las que se encontraban en situación de calle, entre adultos (la mayoría madres) y niños y adolescentes, desde bebés hasta los 15 años. “La situación de calle está creciendo en términos generales, y se ve empujada a los bordes, a los barrios más periféricos”, desliza Prestes.
Como líder del pueblo Mbya guaraní de toda la provincia, Benítez trabaja para mantener las costumbres, la lengua y las tradiciones de su cultura. Por eso está convencido de que se debe proteger lo que hoy tienen las comunidades en su territorio para prevenir estas migraciones en contexto de desamparo.
“Es un problema -apunta el cacique-. Hay necesidad, digamos. Por eso creo que están acostumbrados a ir a Posadas cada vez más seguido. El año pasado, si no me equivoco, hace uno o dos años, un niño tuvo un accidente con el colectivo local, ahí en Posadas. Entonces, por esa razón, estamos reclamando para que los chicos no vayan tan seguido al pueblo. Yo, como cacique de toda la provincia, estoy viendo qué les falta principalmente a las comunidades para poder decirle a las autoridades de la provincia, para ayudar. Aunque a nosotros también nos faltan recursos para recorrer las comunidades. Yo estoy más al fondo [a unos 300 kilómetros al oeste de Posadas] y no puedo recorrer todo. Pero estoy comunicando por teléfono para que traten a los chicos, la escuela, la salud. Pero la verdad es que cada vez hay más movimiento”, reconoce Benítez.
En relación con los problemas de adicciones, Benítez reconoce que esa situación le preocupa. “También hay casos en los que el chico se va con otros más grandes y comparten droga -se expresa el cacique-. Es difícil de entender, cada vez se va empeorando, y creo que hay que seguir más esa parte con los chicos. Es un desastre ahí en Posadas. Creo que eso es para mejorar”.
Desde la Dirección de Asuntos Guaraníes, Norma Silvero coincide y sostiene que la situación de vulnerabilidad en algunas comunidades es una problemática que no es actual, aunque el trabajo hecho durante los últimos años permitió reducir la presencia de las comunidades Mbya Guaraní en las calles de Posadas.
“Eran grupos de más de 30 comunidades las que llegaban a la ciudad. Ahora se redujo, y los más frecuentes son familias de tres comunidades, en San Ignacio y Puerto Leoni (a 120 kilómetros de Posadas)”, dice Silvero, y cuenta que hoy están trabajando, sobre todo, para entender los motivos de la migración a las ciudades.
“Una de las acciones que tuvo buenos resultados en su momento fue con el trabajo de artesanías y tallados en madera, ayudándolos a mejorar la presentación de los objetos que luego venden a los turistas, a organizar ferias y optimizar el circuito de ventas. Pero hay otros problemas también, y cuesta más el tema de las adicciones. Para eso también estamos trabajando con los equipos de salud pública y el Consejo de Caciques de la provincia, que preside Benítez, con la idea de entender cuál es la mejor manera de trabajar con los chicos en situación de calle, porque lo que observamos es que muchas veces vienen con las mamás, pero son los niños los que piden limosnas y limpian los vidrios de los autos”, da cuenta Silvero.
El objetivo, insiste Silvero, es trabajar codo a codo con las comunidades. “Hacemos la detección para saber de qué aldea vienen, ver si cuentan con servicio de asistencia del municipio y de qué manera los podemos ayudar. El trabajo de las adicciones con los jóvenes es difícil y mucho más lento. El joven tiene que aceptar que tiene un problema de adicción y a las mamitas también, muchas veces, les cuesta reconocer la situación de violencia que se da dentro de su hogar”, sostiene la funcionaria, que trabaja con las 132 comunidades de Mbya Guaraní de la provincia.
Benítez acredita que las necesidades de la comunidad son cotidianas, y apremian a las familias. Pero también reconoce que los peligros de estar en la calle en Posadas son muchos, y no esconde su preocupación. “La directora de Asuntos Guaraníes también está preocupada por eso. Ellos pueden ir a Posadas a vender sus artesanías pero terminan en la calle, entonces seguramente falta algún lugar, un albergue para que se puedan quedar en alguna parte. Yo comparto esto porque hay muchos peligros, y la calle no es un lugar para que duerman los chicos”, concluye el cacique.
Más información
- Cuál es la mejor forma de ayudar a quienes están en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires. La Nación armó una guía con 50 maneras de solidarizarse con las personas que duermen a la intemperie. Podés entrar haciendo click aquí.
- En Posadas, las personas que quieran dar aviso sobre personas en situación de calle pueden escribir al WhatsApp 3764-671686 o al teléfono (0376) 4408589 para informar sobre casos que requieran atención.