“No me incluyen”: qué forma de violencia hay detrás de las situaciones que protagoniza Locho en El Hotel de los Famosos
Según la mirada de una psicóloga especializada en ética y derechos humanos, el maltrato que recibe el participante del reality por parte de sus compañeros tiene nombre y peso específico: acoso. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de esta forma de violencia?
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Desde hace varias semanas, cada nueva emisión del reality El Hotel de los Famosos (eltrece) alimenta una conversación en las redes sociales sobre el maltrato que recibe uno de sus participantes, el actor mediático Luciano “Locho” Loccisano, por parte de algunos de sus compañeros del programa.
Puestas bajo la lupa de los especialistas, las agresiones –algunas físicas y otras psicológicas– que son parte del show televisivo tienen un nombre específico: acoso, una forma de violencia que afecta severamente la autoestima y puede encontrarse en diferentes espacios de la vida adulta, como el trabajo, el club o en un grupo de amigos, por nombrar algunos ejemplos.
Quizás por eso, porque nos resultan cercanas, es que las imágenes provocan muchas emociones, menos indiferencia. La doctora en Psicología e investigadora del Conicet Julieta Bareiro analiza un fragmento del programa en el que Loccisano hace catarsis ante la cantante Militta Bora cuando ella todavía era parte del reality.
Este es el diálogo de dos minutos que Locho tiene con Militta:
“Una de las formas del acoso es la exclusión y el aislamiento como formas de marginación”, analiza Bareiro, quien agrega que algunos autores lo denominan “bloqueo social” o “maltrato indirecto” (porque no es un ataque abierto hacia el acosado). Consiste en aislar y separar al acosado como excluyente, es decir, uno que no pertenece al grupo y como tal, queda invisibilizado.
“Muchas veces esta forma indirecta es más difícil de detectar porque es menos visible y sus efectos son progresivos en la autoestima del que sufre esa forma de exclusión”, puntualiza la especialista” dice la especialista, que es profesora adjunta de Psicología, Ética y Derechos Humanos en la Facultad de la Psicología de la UBA.
Pobre el locho diciendo que lo excluyen me rompe el cora 💔 🚩 #ElHotelDeLosFamosos
— Mica (@Mica9797) June 3, 2022
“Es imposible minimizar el acoso y seguir adelante porque es una forma de violencia y discriminación que atenta contra la dignidad de las personas. La persona acosada se experimenta impotente e incapaz de defenderse frente a quienes la hostigan y maltratan”, explica Bareiro.
“Minimizarlo es una naturalización que esconde su condición de violencia y, debido a ello, se extiende en el tiempo y se diluyen las respuestas para su transformación -continúa la especialista-. Aquí el factor grupal es fundamental porque la censura o aceptación de estas prácticas son las que habilitan o rechazan dichas situaciones, lo que confirma su carácter social más que individual”.
Cuando locho dijo "ya no me incluyen, me excluyen, quiero estar en mí casa tirado" :( unas ganas de abrazarlo #ElHotelDeLosFamosos
— flor (@Iochissano) June 3, 2022
Para la especialista, la invisibilización como forma indirecta de maltrato genera mucha angustia porque afecta al reconocimiento de uno mismo frente a los demás y con ello a la propia identidad: “La persona marginada o aislada pierde referencia respecto del ‘quien soy junto con otros’. Tanto la palabra propia como la presencia adquieren sentido si hay otros que lo reconocen como par”.
“La exclusión transforma a la persona en un espectro que carece de valor y significado”, explica. Las consecuencias de ello, según Bareiro, son claras: la pérdida de la autoestima y la sensación de desamparo.
El mito de que el acoso es útil para fortalecer el carácter solo sirve, según Bareiro, para justificar y asimilar formas de hostigamiento y así sostenerlas a lo largo del tiempo: “Aceptar el maltrato como forma de socialización es aceptar la violencia activa como forma de vínculo y abuso de poder de unos sobre otros. Reconocer que el otro es lo distinto de mí es crucial, así como el derecho a la diferencia basado en la dignidad y la libertad”, concluyó la investigadora del Conicet.